Dama desconocida, La

Título en castellano La dama desconocida
Titulo original Phantom Lady
Año de filmación 1944
Duración 83 minutos
Pais Estados Unidos
Director Robert Siodmak
Guion Bernard C. Schoenfeld (Novela: Cornell Woolrich)
Música Hans J. Salter, Frank Skinner
Dirección de fotografia Elwood Bredell (B&W)
Reparto
Productora Universal Pictures
Sinopsis Una noche en que regresa tarde a su casa, Scout se encuentra con que su mujer ha sido asesinada. Dado que no tiene coartada, la policía lo detiene como presunto culpable. Entonces entrará en juego su secretaria, una joven secretamente enamorada de él que le ayudará a encontrar al verdadero criminal… 
Premios  
Subgénero/Temática
Crimen, Secretaria

tomado de filmaffinity

  • «Siodmak cuenta una historia de Nueva York que no muestra nada de Nueva York y aun así captura su esencia a través de los artificios que revelan verdades psicológicas profundas y perturbadoras de la vida en la ciudad.» 
    Richard Brody: The New Yorker 
  • «Tiene una cualidad pesadillesca y un flujo onírico que trascienden la banalidad de su guion» 
    J. Hoberman: The New York Times 
  • «Es un misterio criminal muy convencional que apenas ofrece los aspectos metafísicos que caracterizan a lo mejor del género» 
    Dave Kehr: Chicago Reader 
  • «Siodmak maneja el tema central de la película con maestría» 
    Paul Taylor: Time Out 
  • «Es una de las cimas del cine negro (…) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)» 
    Adrian Turner: Radio Times 
  • «Siodmak le da esa elegancia de estudio grande que ayudó a que fuera un éxito (…) Una película entretenida y con estilo.»
    Jerry Renshaw: Austin Chronicle 
  • «La película tiene poca sustancia (…) pero el apartado visual suele ser hermoso.» 
    Ed Gonzalez: Slant 
     

Film realizado por Robert Siodmak, basado en la novela de William Irish, pseudónimo de Cornell Woolrich, «The Phantom Lady» (1942), adaptada por el guionista Bernard Schoenfeld. Se rueda, en B/N, en los Universal Studios con un presupuesto de serie B. Producida por Joan Harrison, se estrena el 28-I-1944 (EEUU).
La acción tiene lugar en NYC en 1943. El film suma elementos de cine negro, thriller, drama, suspense y misterio, administrados con maestría por un director que extrae magia y expresividad de la luz, se mueve con imaginación dentro de un presupuesto modesto y se siente a gusto en el género negro. Cuando Scott Henderson (Alan Curtis) es acusado por error del asesinato de su esposa Marcella, su secretaria, Carol «Kansas» Richmam (Ella Reines), emprende la búsqueda imposible de una dama misteriosa, cuyo testimonio es fundamental.
La película está considerada como una de las más destacadas de la etapa americana del realizador. Su estética es neoexpresionista, con abundantes contrastes oscuros, escenarios opresivos, grandes sombras, blancos intensos, sugerencias sutiles, símbolos siniestros y creación de atmósferas inquietantes y maliciosas. El papel de héroe corresponde a una mujer tenaz, secretamente enamorada y de rostro angelical, que se aparta de la identificación convencional del héroe con un hombre de fuerza superior. Es símbolo de un ángel que se adentra en el infierno de la noche y del crimen. La progresión dramática se eleva hacia el último tercio de la cinta a raíz del descubrimiento del asesino. Este hecho tranforma en thriller lo que hasta entonces ha sido una obra negra. Las manos del asesino, movidas con parsimonia gestual, se convierten en un icono amenazador que aporta, sin palabras, elementos perturbadores. De la mano de Carol, el realizador enriquece el relato básico con las historias adicionales que ilustran las pesquisas de la chica cerca del barman, el batería y la bailarina. El seguimiento del barman en el metro y por calles húmedas y desiertas, crea una secuencia culminante de suspense. El encuentro del batería por la chica brinda la ocasión de asisitir a una «jam session» en la que el ritmo de la percusión y su progresión evocan un orgasmo, que se subraya con un encuadre de aproximación. El asombroso tratamiento de la luz se hace patente en la sala de visitas de la prisión, en la «jam session» y en el seguimiento del barman. La sabia economía de medios se evidencia en las secuencias del juicio, construidas con una voz en off y la imagen de la transcripción taquigráfica.
La música toma fragmentos de composiciones anteriores de Hans J. Salter y Frank Skinner, a las que se añade la canción «Chica, chica, bum», de Aurora Miranda. La fotografía se basa en planos a cámara fija, aproximaciones en planos sucesivos y algún «zoom» de gran suavidad. Se beneficia de una excelente puesta en escena, de composiciones cuidadas y de una magnífica iluminación. La cinta se rueda en los momentos álgidos de la IIGM.

Robert Siodmak es, sin duda, uno de los maestros del cine y un auténtico especialista en el género negro. Películas como La escalera de caracol, Pesadilla, El abrazo de la muerte o la inconmensurable Forajidos, lo acreditan. Pues bien, en este suma y sigue, hay que hablar de un trabajo magnífico, La dama desconocida, film de escaso presupuesto donde la profesionalidad de Siodmak suple con imaginación cualquier tipo de estrecheces.
Debo decir que una de las cosas que más me ha gustado del film es la simplicidad de su argumento. Esto no suele ser demasiado habitual en el cine de intriga, donde, generalmente, el guión suele tener tal cantidad de recovecos que el espectador acaba hecho un auténtico lío y a lo máximo que llega es a identificar a «los malos», personajes de «oscuros y enrevesados» motivos. Aquí no. Aquí, el planteamiento es simple. Varón casado y con problemas maritales no puede justificar su coartada la noche que su mujer es asesinada. Ya está. Esto es todo. O casi todo, que el resto no puede ni debe contarse, pero que, les aseguro, que está en la línea de la sencillez argumental.
Pero La dama desconocida merece algunos comentarios adicionales. Por una parte, el buen trabajo y la calidad como actriz de Ella Raines, una habitual de Siodmak y cuya filmografía, no muy prolífica, merece ser revisada. Por otra parte, Elisha Cook, buen secundario donde los haya y al que recordamos, además de sus típicos y tópicos papeles de matón de medio pelo, por su trabajo en The Killing (Atraco perfecto) de Kubrick. Aquí nos ofrece una magnífica actuación como batería casanova y sinvergüenza, maravillosa sesión de jazz incluida. Algo similar sucede con Thomas Gómez, actor de esos que no parecen estar pero están y al que hemos visto en La mujer pirata o Una aventurera en Macao pero al que recordamos especialmente al frente de la corte de matones que acompañaban a Edward G.Robinson en Cayo Largo.
Con momentos de innegable tensión, luces y sombras propias del género y una banda musical que acompaña bien, aunque no incorporó a los títulos de crédito la canción Cheek-ee-Cheek, circunstancia por la que los compositores demandaron a la Universal, la película tiene un aire Detour (serie B, imaginación, buen cine negro) que le sienta de maravilla


tomado de alohacriticon

Un hombre llamado Scott Henderson (Alan Curtis) pasa la noche con una extraña y al volver a su casa se encuentra con el cadáver de su mujer. Ha sido asesinada y todas las sospechas recaen sobre él. Finalmente es acusado y condenado a pena de muerte. Sólo puede demostrar su inocencia encontrando a esa mujer desconocida para que declare y apoye su coartada.

Quizá el argumento de “The Phantom Lady” puedaparecer muy manido e incluso tampoco fuese muy original en 1944. Es algo muycierto. Sin embargo la película pasa por ser una de las obras mayores del cine negro de todos los tiempos.

Y esto se debe al buen hacer de Robert Siodmak, uno más de los directores alemanes exiliados a causa del nazismo. Ya sólo el arranque es una muestra de su valía. El primer plano de la cinta nos presenta el eje central sobre el que recae toda la trama: se trata de una mujer con un estravagante sombrero a la que Siodmak encuadra de espaldas para esconder su rostro.

Además el director nos da el “tono” correcto de la película, como si de una composición musical se tratara. Presenta a un hombre y una mujer en la barra de un bar, no se conocen, sólo les une la amargura que sienten. Uno tiene problemas insalvables en su matrimonio, la otra hace verdaderos esfuerzos por no llorar al haber perdido al ser que ama. Este pesimismo se corresponde con el ambiente de desolación que se vivía en todo el mundo en aquellos años  de guerra. La situación se vuelve angustiosa cuando acusan de asesinato al marido desengañado. Un encuadre con él en el centro del plano y tres policias a su alrededor, mirándole fijamente y casi no dejándole sitio ni para respirar así lo confirma.

Siodmak nos da un respiro. Más bien unas vacaciones. Esto sucede cuando nos presenta al personaje que va a tratar de resolver la situación y encontrar a la mujer del sombrero. Se trata de la secretaria del acusado, una bellísima Ella Raines. El personaje de la protagonista parece extraido de las tiras cómicas de la época, es decir la mujer intrépida que no duda en arriesgar su vida y enfrentarse a todo tipo de aventuras. A partir de aquí la cámara de  enamora de la actriz (y nosotros también). Tres películas surgieron de la colaboración entre Ella Raines y su descubridor Siodmak: además de la que nos ocupa, tanto “El sospechoso” como “Pesadilla” son obras cumbres del cine negro, sobre todo la primera con un extraordinario Charles Laughton tambiénacusado de matar a su mujer en un Londres de calles mojadas y niebla axfisiante. Claro que esta vez es culpable y no es de extrañar si comparamosa la bruja de su esposa con una Ella Raines más bella que nunca.

Otro de los logros de “La dama desconocida” es la original estructura narrativa. Aunque la acción transcurre de forma lineal, la película tiene un atractivo carácter episódico. Ella Raines recorre todos los lugares por donde se supone que estuvo su jefe la noche del asesinato. En cada uno de estos escenarios Siodmak nos propone una mini historia, con inicio, desarrollo y desenlace. En todos ellos hay un personaje secundario que es el objeto de las pesquisas de la protagonista. Son tres en concreto:El barman, un músico y una bailarina.

Los tres “cortos” en sí son pequeñas obras maestras. En el primero destaca sobre todo la fotografía expresionista de Woody Bredell que, a las ordenes de Siodmak, nos ilumina el rostro de la Reines cuando, desde un extremo de la barra, mira de forma insistente al sospechoso barman. La persecución nocturna, por unas calles mojadas que no presagian nada bueno y el intento de asesinato en el metro son muestras de una gran pericia técnica. Estoy seguro que estos planos se enseñan en las escuelas de dirección fotográfica.

Pero lo mejor está por llegar. En el episodio del músico (estupendo Elisha Cook Jr.) nuestra particular heroína se viste de prostituta para intentar sonsacarle al corrupto bateria toda la información que pueda. Si ya de por sí es una mujer explosiva, en esta ocasión ademas sobreactua en el mejor  sentido de la palabra para excitar a su victima. La secuencia de la “jam session”, cuando Elisha Cook toca la batería de forma frenética y la Raines le incita a que lo haga más rápido es lo mas parecido a hacer el amor que he visto en una película sin escenas de cama.

Un último apunte, la supuesta estrella consagrada de la película, Franchot Tone, no aparece en escena hasta mediada la cinta. Es a partir de aquí donde el largometraje da un vuelco y sufre una metamorfosis, por otra parte de lo más original, pasa de ser una cinta claramente negra a convertirse en un thriller del mejor Hitchcock. De hecho el final bien podría haberlo firmado el maestro del suspense.


tomado de pinceladasdecine

Considerada por muchos como una de las más destacadas películas de la etapa americana de Robert Siodmak, ‘La dama desconocida’ es uno de los mejores ejemplos que conozco de los que demuestran que no es necesario dejarse una millonada para realizar una gran película. Basta con un buen guión y un grupo de actores suficientemente capaces como para seguir las instrucciones de un magnífico director. Cine negro en estado puro, sin colorantes ni conservantes.

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Sinopsis: Tras discutir con su mujer, Scout (Alan Curtis) conoce a una misteriosa mujer en un bar con la que pasa la noche. Al regresar a casa lo está esperando la policía, ya que su mujer ha sido asesinada. Incapaz de dar ningún dato sobre la desconocida, la única coartada posible, es acusado del terrible crimen. Su secretaria (Ella Raines) es la que mejor lo conoce y está segura de su inocencia, por lo que intentará encontrar a la misteriosa desconocida.

El director: Robert Siodmak fue un director de cine nacido en Dresde, Alemania, un 8 de agosto de 1900. Creció en una familia que había amasado una buena fortuna en Estados Unidos, pero tras arruinarse comenzó a trabajar como actor si excesiva fortuna. Tras ello comenzó a trabajar de contable en un banco del que llegó a ser director, pero de nuevo la difícil situación económica de los años 20 lo hizo perder todo su patrimonio por lo que se trasladó a Berlín junto a su hermano para trabajar como vendedor ambulante y periodista, lo que compaginaron con la creación de guiones para la UFA.

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Debutó tras la cámara en 1929 con ‘Los hombres del domingo’, cuyo guión escribió junto a su hermano Curt Siodmak y con una pequeña participación del entonces desconocido Billy Wilder. En los siguientes años dirigirá seis películas más, entre las que destacan ‘Despedida’ (1930), ‘Dilema’ y ‘Tumultos’, ambas de 1931. En ella se comienzan a ver los primeros trazos de un cine muy cercano al cine negro que después sería su género predilecto en Estados Unidos. Tras la prohibición de ‘Secreto que quema’ (1933), decidió trasladarse a París, donde dirigió otras siete películas, entre las que se encuentran ‘El sexo débil’ (1933), ‘Se acabó la crisis’ (1934) o ‘Noches de París’ (1936).

Su etapa en los Estados Unidos fue bastante irregular, firmando un total de 22 trabajos entre los que destacan los encuadrados dentro del cine negro. ‘La dama desconocida’ (1944), ‘Luz en el alma’ (1944), ‘La escalera de caracol’ (1945), ‘A través del espejo’ (1946) o ‘Forajidos’ (1946), basada en un cuento de Ernest Hemingway, son algunas de sus películas más conocidas. Regresó a Europa en 1952, donde finalizó su carrera con la etapa menos interesante de la misma, pero en la que realizó algunos se sus trabajos mas personales, realizando tres trabajos franceses, uno inglés y seis en su Alemania natal.

La película: Muchos pensarán que no estoy bien de la cabeza si les digo que me resulta sumamente reconfortante encontrar trabajos como el que hoy nos ocupa, realizado con una alarmante escasez de medios, pero que aún así son capaces de poner en evidencia a otras producciones mucho mas costosas pero bastante peor facturadas. Es una sensación difícil de describir, semejante a cuando uno ve a un equipo modesto ganar a otro lleno de estrellas y con un presupuesto muchísimo mayor o al ver a un modesto ciudadano ganar un pleito a una todopoderosa multinacional con toda su extensa legión de abogados al frente.

Fíjense donde llegará la cosa que, por ponerles un ejemplo practico de lo que les hablo, las escenas en la que se juzga al acusado del crimen son elegantemente filmadas, basándose en unos planos del público asistente en la sala y una imagen del libro donde el taquígrafo va apuntando lo que se dice en ella. Ni juez, ni abogados, solo una voz en off que los sustituye. Ni siquiera la sala de un juzgado es necesaria para mostrarnos lo que el director nos quiere contar, así que imagínense hasta que punto hubo que economizar con los recursos disponibles para conseguir llevar la película a buen puerto.

Y es que hay muchas cosas que creemos imprescindibles para hacer cine, pero que en manos de un buen director acaban resultando innecesarias, o al menos no suponen un motivo suficiente para abandonar. Lo que si que es necesario es disponer de una buena historia, además de algún escritor con talento que la convierta en un buen guión, algo de lo que en este caso se ocupa Bernard C. Schoenfeld, adaptando la novela ‘The Phantom Lady’ (1942) de Cornell Woolrich, seudónimo utilizado para la ocasión por William Irish. Eso si que resulta fundamental, no siendo esto ningún problema en el caso que nos ocupa, ya que el libreto resulta excelente, y en manos de Siodmak brilla con luz propia.

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El director maneja con soltura la cámara, mima con atención cada detalle, por pequeño que parezca, y saca de los actores el máximo de lo que pueden dar, o casi. Destaca la lograda fotografía de Elwood Bredell, que hace un uso del blanco y negro espléndido, utilizando vistosos contrastes y jugando con las luces y las sombras de forma sublime. Un arma fundamental con la que el director es capaz de crear atmósferas y escenarios sumamente opresivos, para lo que utiliza además pequeños detalles como las manos del asesino. Hay que destacar también el hecho de dejar el papel protagonista, el del héroe que no puede, ni debe faltar en una producción de este tipo, en manos de una mujer de aspecto angelical, algo que da un toque innovador dentro de un género acostumbrado a que este rol sea para el habitual tipo duro.

En cuanto al reparto se refiere, comentar que también influyó en su elección el escaso presupuesto disponible, aunque los resultados obtenidos con el son excelentes. Destaca en el su trío protagonista, una Ella Raines deslumbrante en el papel de heroína, la secretaria del injustamente acusado por la que ya merece la pena ver la película; un Alan Curtis que, sin realizar una actuación magistral, realiza un trabajo muy meritorio en el papel de victima inocente y un Franchot Tone que hace lo propio en el papel del mejor amigo de este. Destacar también a Thomas Gomez, que interpreta al inspector encargado del caso.

Conclusión: ‘La dama desconocida’ no es la mejor película de Robert Siodmak, pero tampoco le queda muy a la saga. Hablamos de una buena película que obtiene el calificativo de imprescindible atendiendo a los escasos medios con los que está realizada, algo que no impide que sea totalmente recomendable. Un trabajo realizado con mimo por un director que nos dejo excelentes muestras de cine negro. Lo que yo llamo una apuesta segura vamos. Disfrútenla que seguro que no se arrepentirán.


tomado de cinemania

ROBERT SIODMAK, DIRECTOR GERMANO-FRANCO-AMERICANO, hizo en los años 40 y 50 varias películas extraordinarias. Menschen am Sonntag (1930) es seguramente su primer corto como realizador. A continuación hizo operetas y comedias como La crise est finie (1934) que tuvieron ya un cierto éxito y donde
aparecía un jovencísimo Albert Prejean y sobre todo Danielle Darrieux, que era en potencia una de la próximas grandes estrellas del cine francés. Cuando comenzó la guerra Siodmak –judío– se mudó a EE UU y consiguió hacer algunas películas de éxito comercial como La reina de Cobra (1944) y otras lindezas de serie B por el estilo para la Universal. Fueron unos comienzos difíciles pero el joven director ganó un cierto prestigio y la ocasión de hacer sus mejores películas durante un periodo de unos diez años.

Hombre de éxito con las mujeres, inteligente y simpático, triunfó con historias de cine negro basadas muchas veces en novelas o relatos de William Irish. Hago estas puntualizaciones porque hasta hace poco los sesudos críticos de cine no quisieron perder su tiempo con él. Resulta que él era seguramente uno de los mejores directores de la historia del cine: Forajidos (1946) basada en un cuento de Hemingway, La escalera de caracol (1945), A través del espejo (1946), Pesadilla
(1945), El abrazo de la muerte (1949) y otras muchas, todas ellas llenas de talento e inspiración. Tuvo el apoyo de dos mujeres fuera de serie: su productora Joan Harrison y su actriz fetiche Ella Raines. Aficionado a la música de jazz, seguidor de las escuelas de sus papás los expresionistas, poseedor de un talento plástico y de una maestría para narrar lo sórdido, lo insólito, nos ha dado páginas tan hermosas como la jam sesión de La dama desconocida (1944), rodada con músicos extraordinarios y sonido directo, pero sobre todo con Ella Raines bellísima, con una sensualidad casi insoportable.

En esta película se oye uno de los temas de jazz que se convirtieron en estándares para siempre, I Remember April, que debido al éxito de la película, Siodmak convirtió en sintonía fetiche para sus filmes. Él fue además, el hombre que lanzó a la fama a algunos desconocidos como Ava Gardner o Burt Lancaster. Cuidó de un modo especial a las mujeres, jugando con los claroscuros expresionistas con rostros tan bellos como el de la propia Ava Gardner, Olivia de Havilland o Diana Durbin. Siodmak se la jugó siempre. Ese hombre a quien tuve el placer de conocer, ha contado más cosas del alma humana en un plano medio en blanco y negro que la mayoría de los ostentosos “creadores” como George Stevens o Cecil B. DeMille A su regreso a Europa, Siodmak no pudo o no quiso continuar ese camino que él mismo había trazado. Prefirió inscribirse al cine europeo más actual. Y fracasó. Como fracasaron los otros de su generación: Joseph Losey, Nick Ray… Este cine ya había terminado. Afortunadamente, nos queda su recuerdo, el de un Hollywood que se moría para siempre.


tomado de berlinconfidencial

Robert Siodmak fue un director norteamericano que nos dejó algunas de las mejores películas de cine negro que se firmaron en el Hollywood de los años cuarenta y cincuenta. Baste recordar la imprescindible Forajidos, perlas no tan conocidas como El sospechosoLa escalera de caracol o esta sorprendente La Dama Desconocida (The Phantom Lady) de 1944, por no hablar de otros géneros en los que el realizador americano arribó con especial fortuna. Después de rodar un buen puñado de obras maestras en Estados Unidos, Siodmak tuvo que irse con los bártulos a otra parte (concretamente a Europa) ya que la inquisición fascista del tristemente célebre Comité de Actividades Antinorteamericanas (conocido por sus siglas en inglés, HUAC) era asfixiante, como bien pudieron comprobar los Diez de Hollywood y decenas de artistas e intelectuales de Estados Unidos que fueron perseguidos y condenados al ostracismo, cuando no a la cárcel, por sus ideas políticas.

En esta magnífica película de Siodmak encontramos, de nuevo, todos los ingredientes que conforman ese universo enigmático, a veces cerrado, del género “film noir” (el de verdad y no los tristes simulacros que se vienen haciendo en los últimos años), complejo y de giros a veces inesperados, extraordinariamente plasmado siempre. Los personajes secundarios, gentes de vidas comunes y rutinarias, están caligrafiados al detalle, mientras que el lenguaje visual es de un realismo admirable: luces y sombras plasmadas en un fantástico blanco y negro de clara disonancia expresionista (escena en el interior de la prisión donde conversan el convicto Alan Curtis y Ella Raines). La ocasional utilización del picado cinematográfico, muy conseguido, acentúa aún más la tensión dramática de las secuencias, proporcionando una atmósfera de desasosiego. La estética visual es de una belleza irreprochable.

No hay en este film un submundo de gángsters propiamente dicho, sino que la iconografía de la misma está conformada por una serie de tipos aparentemente respetables en sus profesiones pero con un reverso moral amargo…mezquino. En definitiva, La Dama Desconocida es un sutil juego de intriga incomparablemente resuelto, gracias a una sólida estructura narrativa y a la pericia de un maestro del cine negro de todos los tiempos.

Ella Raines

Ni que decir tiene que los actores muestran ejemplar entrega en sus papeles trazando sus respectivos personajes con el sello de la autenticidad. El malogradoAlan Curtis (1909-1953, El Último Refugio) y esa fantástica actriz de belleza iridiscente llamada Ella Raines forman un dúo de química altamente compatible. Franchot Tone, un actor de cierto renombre en su época, aunque no tan conocido como los grandes, deja su impronta de calidad, mientras queThomas Gomez, en el papel de policía dispuesto a desbaratar la trama urdida en torno al predecible perdedor, cumple con creces. El resto de actores (Elisha Cook Jr, metiéndose en la piel de un alucinado baterista de jazz) está a la altura de las circunstancias.


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