Encrucijada de odios

Título en castellano Encrucijada de odios
Titulo original Crossfire
Año de filmación 1947
Duración 86 minutos
Pais Estados Unidos
Director Edward Dmytryk
Guion John Paxton (adaptada de una novela de Richard Brooks)
Música Roy Webb
Dirección de fotografia Roy Hunt
Reparto
Productora RKO Radio Pictures
Sinopsis El Capitán de Homicidios Finlay encuentra evidencia de que uno o más de un grupo de soldados desmovilizados está involucrado en la muerte de Joseph Samuels. En flashbacks, vemos los eventos de la noche desde diferentes puntos de vista como el sargento del ejército. Keeley investiga por su cuenta, intentando aclarar a Mitchell, a quien señala la evidencia circunstancial. Luego, el motivo real y feo de la matanza comienza a aflorar tanto en Finlay como en Keeley.
Premios
1947: 5 nominaciones Oscar: Película, director, actor sec. (Ryan), actriz sec. (Grahame), guión
1947: Festival de Cannes: Mejor película social
1947: Círculo de críticos de Nueva York: Nominada a Mejor Director
1948: Premios BAFTA: Nominada a mejor película
Subgénero/Temática

 

tomado de filmaffinity

Curioso año el 47 cinematográficamente hablando. Una de las películas más premiadas (Oscar a la mejor película, al mejor director y a la mejor actriz de reparto) fue La Barrera invisible de Elia Kazan con premio para Celeste Holm, cuyo tema de fondo era el antisemitismo. Bien, su principal rival (optó al Oscar en las mismas categorías y además en guión adaptado y al mejor actor de reparto, Robert Ryan) fue precisamente Encrucijada de Odios con idéntica temática del antisemitismo. 

Aunque hay que decir que en la novela original no se plantea un tema racista sino de condiciones sexuales pues el asesinado es homosexual. Complicado lo tenía Dmytryk con estos “planteamientos” para eludir la caza de brujas macartiana (permítanme la palabrita). Como así fue.

Hechos estos prolegómenos, diré que Crossfire es una película excelente. Que los tres Roberts andan muy finos en sus interpretaciones, Mitchum con su imagen característica de estar un tanto de vuelta de todo, Young como policía cuya responsabilidad vence a su cansancio y Ryan en otro de sus papeles a los que nos tiene acostumbradísimos, de complejidades sicológicas y alteraciones mentales.

Y si a todo ello le sumamos, por una parte a una Gloria Grahame que es un gusto verla (nominada al Oscar) y por otra un combinado de música y fotografía absolutamente magníficas y muy apropiadas a este género de cine negro, pues lo que tenemos es un trabajo interesante y ciertamente convincente.


Un hombre ha sido hallado en su apartamento, con evidentes signos de haber sido brutalmente apalizado. Una amiga del fallecido le confiesa a Finlay, el policía que lleva la investigación, que poco antes de su fallecimiento había visto a la víctima en compañía de tres soldados, bebiendo en un bar. La documentación de uno de esos soldados, Mitchell, apareció junto al cadáver. Otro de los soldados implicados, el más charlatán, es Montgomery, que en comisaría comienza a declarar ante Finlay. 

Encrucijada de odios es una notable producción negra rodada a finales de los años cuarenta tras la segunda guerra mundial. La historia inspirada en una novela de Richard Brooks destaca por un excelente dominio del elemento espacio/tiempo; la acción transcurre en apenas un par de días, la noche en la que tiene lugar el asesinato, la mañana siguiente y la madrugada del día posterior. Este corto periplo será suficiente para inmiscuirnos en un relato de corte detectivesco, típico del cine negro no solo por el mero hecho de desarrollar un caso policial, sino también por abordar temas de carácter social relacionados con la realidad del momento en el que el film se rodó. En este sentido, la película pone de manifiesto el odio racial todavía existente en la sociedad norteamericana de aquellos días, esta denuncia antisemita fue tomada incluso como una alegoría al comunismo, por lo que el director y el productor de la obra fueron despedidos meses después, figurando en la llamada lista negra de Hollywood. La construcción de personajes también se erige como un punto fuerte del guión, presentando así, por un lado la personalidad sobria y madura de Finley o Keeley, en contraste con la bisoñez de Mitchell y Leroy.

Visualmente la cinta se muestra portentosa, gracias al magnífico trabajo de Edward Dmytryk. El fabuloso uso de la iluminación (sombras, luces directas sobre los rostros, contrastes…) consigue crear junto con el sabio manejo de los planos (contrapicados, fotografía turbia, disipaciones, primeros planos, etc.) un ambiente de sordidez e inseguridad, clave para que el relato adquiera sobriedad. Destacan sobre todo las espectaculares secuencias filmadas en la sala de cine, así como, la eficiente combinación de agobiantes planos para narrar el progresivo descenso a los infiernos del personaje de Montgomery, que acabara obsesionado y desquiciado por el remordimiento que le tortura por dentro; el director trampea en este punto, el encuadre de los relojes, característico de Fritz Lang, como un efecto para lograr una sensación de fatalidad, que intenta adelantar el trágico final de la historia. La banda sonora y el reparto cumplen perfectamente con su papel, en especial Robert Mitchum, participe en otras cintas del género, caso de una aventurera en macao o retorno al pasado, ambas de la RKO. 

Concluiremos pues que encrucijada de odios es un más que interesante título policiaco, que gustará a todo buen seguidor del cine clásico.


tomado de solaris

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‎’Encrucijada de odios’ (Crossfire, 1947), de Edward Dmytryk. Dos sombras forcejean en una habitación, hasta que un cuerpo cae sobre la lámpara y se hace la oscuridad. Acaban de asesinar a un hombre. Esas sombras son aquellas de las que no se hablan en las clases de historia americana, como apunta el inspector al cargo del caso, Finlay (Robert Young). Son las sombras permanentes del odio a quien es diferente. En este caso por ser judio (en la novela de Richard Brooks era por ser homosexual, pero el código Hays no permitía su mención en las películas entonces ya que lo consideraba una perversión sexual). La negrura abrasa los contornos, y no es casual que el falso culpable revele lo que recuerda en el interior de un cine. La sociedad está hecha de falsas apariencias, y de proyecciones de miedos y rechazos. Hay quien apunta que durante la guerra todos enfocaban su odio hacia el enémigo contra el que batallaban, pero ahora que terminó ¿Hacía qué, o hacia quién enfocarlo, si incluso hay tantos agarrotados en el odio hacía sí mismos? Será precisamente quien morirá a manos de uno de estos. 
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‘Encrucijada de odios’, protagonizada por un fabuloso trio formado por Robert Mitchum, Robert Ryan y Robert Young, es otra obra representativa de las agitaciones de encendidad disconformidad que se produjeron tras la segunda guerra mundial. Ese mismo año ‘Lazos humanos’ de Elia Kazan también incidía en el antisemitismo en el seno de la sociedad norteamericana, detalle más doloroso si se considera que acababa de enfrentarse su ejercito a quienes llevaron el antisemitismo a extremos infames. Por añadidura, por su abierto caracter crítico fue una de las películas con las que más se ensañó el Comité de actividades antinorteamericanas en la también infame caza de brujas que en los siguientes años tuvo lugar. Su prouctor, Adrian Scott, fue uno de los Diez de Hollywood que se negaron a colaborar y dar nombres, siendo encarcelado por un año, y ‘condenado’ a no poder trabajar jamás en la industria del cine.

 
 
El cadáver de un hombre con signos de violencia es encontrado en un apartamento. De acuerdo con el relato de la mujer que le acompañaba esa noche, ambos habían estado alternando en un bar con un grupo de militares.
La aparición súbita en el escenario del crimen, del sargento Montgomery (Robert Ryan), activará la investigación liderada por el capitán Finley (Robert Young).
El caso va tomando giros que demuestran que no todo está tan claro como parecía tras las averiguaciones que hace la policía y las declaraciones, no siempre coincidentes, que van haciendo los testigos.
Además todo ello viene a complicarse con la aparición de un segundo cadaver, el de un soldado recién licenciado que había estado en el grupo de quienes alternaban en el bar. Su muerte resulta demasiado sospechosa, como para creer en el suicidio que, aparentemente es lo que ha ocurrido.
No es una gran película y, sin embargo, tiene bastantes cosas interesantes.
En primer lugar la actuación de los tres «Roberts«: Robert MitchumRobert Young y Robert Ryan. Casi nada, tres actores como la copa de un pino, que no defraudan en absoluto, marcándose tres actuaciones brillantes, con personajes que, cada uno con sus peculiaridades, tienen una buena dosis de profundidad psicológica, sobre todo el de Robert Ryan. Para disfrutar de los tres. Y también, dejar constancia de la presencia femenina de Gloria Grahame.
Después la historia, con una investigación policial, pero también abordando temas de caracter social: La dificultad de los soldados para reintegrarse a la vida civil o el racismo.
Además lo hace con un planteamiento bastante original, aunque es cierto que no logra transmitirnos su mensaje a través del simbolismo cinematográfico, por lo que al final tiene que recurrir a un largo discurso (magnífico monólogo de Robert Young) ejemplarizante.
Su ataque al racismo es frontal y sin tapujos, no sólo al racismo que ha quedado latente entre los vencidos contra los judíos porque, como dice Young en su discurso/denuncia, mañana se puede volver contra cualquiera, simplemente por ser de Tennessee, un lugar que ni siquiera conoce el agresor, cosa que le dará igual, pues su odio lo que busca es el enfrentamiento, lo otro son meras disculpas.
La novela original de Richard Brooks, tenía conotaciones sexuales, pues la víctima era homosexual, sin embargo John Paxton, al adaptarla para el cine, da a la trama ese tono de denuncia racista que hemos comentado. Hubo quien vio en todo esto una alegoría a favor del comunismo, algo increíble y que demuestra lo enfermizo de la caza de brujas. Resultado: El director y el productor, pasaron a engrosar la lista negra.
Esta es una de las mejores películas de Edward Dmytryk que, al final, es casi más conocido por estas desgraciadas vicisitudes que nada tienen que ver con el arte y que son una mancha en la historia del celuloide.

Un hombre aparece muerto en su apartamento, después de haber recibido una paliza mortal. Una amiga suya le confiesa al policía encargado del caso, que, poco antes de su muerte, había visto a la víctima en compañía de tres soldados, bebiendo en un bar. Precisamente la documentación de uno de ellos había aparecido junto al cadáver. El caso se presenta sumamente denso y turbio.

Este thriller de bajo presupuesto hizo lo que hacen todas las grandes películas de tipo B: abordar un tema que las películas ‘respetables’ no tocarían. En este caso, el asesinato racista de un judío (aunque era homosexual en la novela fuente de Richard Brooks, The Brick Foxhole), y la exposición del antisemitismo fanático del asesino. Dmytryk se aprovecha de los decorados de bajo presupuesto por su calidad claustrofóbica e introduce iluminación «expresionista» y ángulos distorsionados para dramatizar las tensiones que hierven a fuego lento y finalmente explotan entre los personajes. Estos son soldados que regresan de la guerra en Europa pero aún no han sido dados de baja. Este fue el tipo de película que provocó la caza de brujas de McCarthy en Hollywood. (Time Out)

El antisemitismo había sido territorio inexplorado en Hollywood por décadas; ningún estudio quería enfrentarse a este mal social hasta que Fox decidió filmar La barrera invisible, pero RKO derrotó a Fox al lanzar Encrucijada de odios primero, y el impacto fue tremendo. Es una historia simple y escalofriante.  (TV guide)

Pero la película tiene un protagonista que reina en todas y cada una de sus imágenes: la noche. Sus escenarios (las habitaciones de hotel con timbas clandestinas de cartas, los apartamentos mal iluminados, las comisarías de policía con sus funcionarios de guardia, las salas de baile para noctámbulos, las calles vacías de madrugada, las cafeterías “abierto las 24 horas”…) y su fauna (borrachos, policías, prostitutas, chulos, periodistas, conserjes de hotel, recepcionistas, camareros, corredores de apuestas, chicas, golfos, matones, perdonavidas…) se muestran bajo el influjo de la noche, bajo un foco de oscuridad que altera una realidad diaria más amable. Lo que a la luz del día puede resultar acogedor, cálido, incluso hogareño, confortable y cómodo, de noche no es más que el campo de acción para seres sin escrúpulos, almas solitarias o gente que busca un lugar en el mundo o recuperar el sitio perdido. Con su particular ecosistema, con sus implacables reglas, la noche mueve sus peones y utiliza sus trampas para poner de manifiesto las debilidades del ser humano indefenso ante la inmensidad de una oscuridad tan cegadora como una luz demasiado potente. (39 escalones)

Encrucijada de odios es una película inusualmente buena y honesta y puede, así lo espero, que sea muy útil. (James Agee)

Mientras que la película sigue siendo un thriller respetable, sólo la actuación astuta y enloquecida de Ryan la levanta de lo común. (Dave Kehr)

La película todavía tiene poder, a pesar de su psicología popular y difusión de mensajes. (Walter Goodman)


Verdadera película inconformista, esta serie B impresiona tanto por su atuendo formal como por la virulencia de su discurso, no solo antirracista, sino también muy crítico con Estados Unidos y sus demonios. Los bellos tonos oscuros de Hunt y la puesta en escena nerviosa de Dmytryk hacen maravillas (la increíble secuencia de apertura marca el tono), aprovechando al máximo un expresionismo que se adapta perfectamente al tratamiento entrecortado del tema que el realizador adopta. Porque si uno puede reprochar a un cierto maniqueísmo la representación del racismo, es necesario reconocer que la virulencia del gesto está a la altura del problema que se plantea con audacia en la película: sin enemigos externos, América necesita enfermizamente inventar uno dentro. Increíble clarividencia que anuncia el maccartismo del que pronto será víctima el mismísimo Dmytryk y su productor. Típico de la esquizofrenia de Hollywood era dar a luz una carga valiente contra la intolerancia antes de abrumar a sus autores con esta misma plaga. Encrucijada de odios es una película tan moderna en su forma como en su discurso que resuena a la sociedad actual y su «estado de emergencia». (Allocine)


Adaptación de una novela de Richard Brooks que constituyó el mejor film de su director. Su punto de partida es la problemática de la reintegración a la vida civil de los combatientes en la 2ª Guerra Mundial, que Dmytryk ya había abordado en «Hasta el fin del tiempo». A través de una tensa trama policial, conducida con mucho tino, se expone además un generoso discurso antirracista. (Fotogramas)

Película estrenada en España el 24 de junio de 1954.


El tema del antisemitismo se destacó en dos películas de Hollywood de 1947, exitosas en términos críticos y comerciales, El Gentleman’s Agreement de Elia Kazan y Crossfire de Edward Dmytryk . Fueron nominados para, respectivamente, ocho y cinco Premios de la Academia y el Acuerdo de Caballeros ganó tres (Mejor Película, Director y Actriz de Reparto (Celeste Holm)). Aunque Crossfire salió con las manos vacías, se ganó un lugar en la historia de los Oscar (según Wikipedia) como la primera película B en recibir una nominación a Mejor Película. Si bien el antisemitismo es crucial para la trama de ambas películas, su aparición en Crossfire es más curiosa.  Pacto de caballeroses directamente un drama moral, la historia de un periodista gentil (Gregory Peck) que se hace pasar por judío para experimentar y exponer los prejuicios antijudíos.  Crossfire , además de ser una imagen B, es una pieza de género, una historia de detectives noir .

El asesinato investigado en Crossfire por el capitán de policía Finlay (Robert Young) es de un joven judío, Joseph Samuels (Sam Levene). Los sospechosos son un grupo de soldados recientemente desmovilizados (una opción interesante inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando GI Joes, quien recientemente había visto una acción, probablemente se encontraba en alta estima pública). El asesino de Samuels resultó ser el sargento Montgomery (Robert Ryan) que odiaba a los judíos, pero el motivo del asesinato pudo haber sido un odio diferente. De hecho, en The Brick Foxhole , la novela de Richard Brooks de 1945 en la que se basa la película de Dmytryk, el crimen de odio es diferente: la víctima de Brooks no es un judío sino un homosexual.  Fuego cruzadofue hecha por RKO en el mismo año en que Dore Schary se convirtió en el jefe de producción de la compañía, pero un drama que deploraba explícitamente la homofobia, a fines de la década de 1940, habría sido demasiado caliente incluso para que el famoso Schary liberal lo manejara, de ahí el gran cambio en John El guión de Paxton. Sin embargo, el antisemitismo en el fuego cruzado se presenta como un síntoma de un malestar más amplio. El capitán Finlay relata con sentimiento el asesinato de su abuelo, un inmigrante irlandés en América, a mediados del siglo XIX, y continúa describiendo el odio como «como un arma cargada». Estas palabras se convirtieron en el eslabón del cartel de lanzamiento teatral de Crossfire .

El arrebato homilético y detallado de Finlay es tan incongruente como inesperado. Se destaca como un pulgar dolorido porque, antes y después de que ocurra, Robert Young minimiza muy bien al investigador de la policía. Finlay está cansado del mundo y es astuto y no desperdicia palabras. La malignidad de quemado lento de Montgomery de Robert Ryan también es impresionante. Ryan hace todo lo posible por ser impredecible, aunque se enfrenta a una lucha cuesta arriba, ya que Montgomery se revela como el culpable bastante pronto. Otro sargento, Keeley (Robert Mitchum), para limpiar el nombre de su amigo Mitchell (George Cooper), un sospechoso principal, lleva a cabo sus propias investigaciones en paralelo con las de Finlay. Como el seco y fatalista Keeley, Robert Mitchum es Robert Mitchum. (Eso, para muchos, es un término de gran alabanza). En papeles más pequeños, Gloria Grahame es brillante como Ginny, un potencial testigo clave. Grahame cambia entre la insolencia y la inseguridad a una velocidad vertiginosa. Paul Kelly es excelente en un cameo como el marido nominal de Ginny. Por otra parte, hay una buena cantidad de problema estándarNoir actuando: respiraciones cortas nerviosas y emociones de corta duración para acompañarlas. Jacqueline White (la esposa de Mitchell) y Steve Brodie (el cómplice infeliz de Montgomery) son los exponentes destacados de esto.

Una vez crossfireha entregado su sermón anti-intolerancia, más o menos vuelve al modo de suspenso tenso. El plazo para llevar al asesino de Samuels a la «justicia» es corto y la película (86 minutos) también es enérgica. Edward Dmytryk produce algunos buenos momentos, especialmente la secuencia inicial de asesinato en la oscuridad y una escena en la que vemos la cara de Robert Ryan en un espejo afeitado, mientras Montgomery ataca el cebo, a través de otro soldado (William Phipps), que Finlay ha preparado inteligentemente. A pesar de que el enfrentamiento climático entre Finlay y Montgomery es tenso y emocionante, sus consecuencias inmediatas logran ser tanto batéticas como impactantes, y es difícil ver que cualquiera de los dos efectos esté completamente pensado. Montgomery intenta escapar, la policía le dispara y lo mata. Cuando su colega le pregunta si Montgomery está muerto, Finlay responde tontamente: ‘Estuvo muerto por mucho tiempo.El fuego cruzado (especialmente en respuesta a las lecturas de la línea de Robert Mitchum), comprensiblemente se mostró incrédulo en este punto.


tomado de cinemavensessaysfromthecouch

GLORIA GRAHAME (fuego cruzado)

El nivel de testosterona es alto en este drama en bruto. ¿Ves esos cables? Pero hay otra pieza de esta película; Las chicas que dejaron atrás.

Vulnerabilidad. Lamentar. Patetismo. Esto describe el excelente desempeño de Gloria Grahame en «Crossfire». El sonido de una trompeta y un disparo suave enfocado se enfoca anunciando la aparición de Gloria Grahame como Ginny. Su Ginny me recuerda a un joven Joan Blondell. Grahame interpreta a una bailarina (para decirlo cortésmente) y el joven soldado que la policía está buscando para el asesinato termina ahí. Mitchell está teniendo dificultades para adaptarse, extraña a su esposa. Grahame podría ser esa hermosa chica de al lado, con rasgos delicados y el pelo largo hasta los hombros que caía en cascada sobre sus hombros en los que podía llorar.

Pero ella no lo es.

Ella no tiene fácilmente un oído comprensivo. Se trata de la ca $ h. Por lo general es con los hombres que conoce en este lugar. Él se engancha con ella. Ellos hablan. Ella sarcásticamente le dice que sabe que le recuerda a la «niña que dejó atrás». Él le dice que, de hecho, ella lo hace , esto la disgusta. Ella lo deja en el bar y sale al patio del jardín.

Gloria está enojada y herida. Herida porque no es la esposa de nadie; herido por ser una niña salón de baile, probablemente, arruina sus posibilidades de alguna vez convertirse en la esposa de nadie. Como ella dice: «Llevo mucho tiempo trabajando».

GLORIA GRAHAME (IV)

Ella lo encuentra cursi, pero baila con él … cerca. Muy cerca. Sus brazos están a su alrededor; Ella lo mira directamente a los ojos cuando bailan. Lentamente, suavemente, tentativamente ella pone su mejilla junto a la de él; Su cuerpo está presionado contra el suyo. Podemos verla bajar la guardia … como un gato callejero que aprende a confiar. El borde duro y cínico que se esconde detrás para protegerla, se está derritiendo lentamente. Lo encuentra cursi, pero probablemente se deba a que extraña lo que nunca tuvo … un hombre, un hombre firme para amarla. Ella lo está dejando entrar. Hay algo acerca de este soldado.

Ella invita al soldado a su lugar. Ella quiere cocinar para él. Ella llega a jugar a casa pero de una manera diferente. Ella le da al soldado una llave de su apartamento. El director Dmytryk elige usar una disolución muy larga de su cara para el edificio de su apartamento. Nos detenemos en la imagen de cerca de su cara.

GLORIA GRAHAME (II)

La próxima vez que veamos a Gloria se habrá convertido en una túnica. Y está fría y dura cuando la esposa del soldado y el detective Robert Young están en su puerta. Quieren ver si ella puede servir de coartada al paradero del soldado, pero no está dispuesta a ayudar. ¿Por qué? El soldado era dulce y gentil y no quería usarla. ¿Qué ha puesto a Gloria contra él para que no quiera ayudar?

Bueno, ella podría estar dolorida de que él no estuviera allí cuando ella regresó a su apartamento. Ella podría estar dolorida de que la esposa del soldado esté ahora en su puerta. Ella podría estar triste y herida al darse cuenta de que nunca tendrá un descanso decente con un chico. Podría estar dolorida por el simple hecho de ser utilizada para obtener información que podría proporcionar sin pensar en sus propios sentimientos. Ella es todas esas cosas. Nadie podía jugar triste, herido y desafiante de un solo golpe como Gloria Grahame. La vemos echar un vistazo a lo que pudo haber tenido: dar la bienvenida a su soldado a casa con baile, cena y un dulce regreso a casa. Pero desgraciadamente eso no iba a ser.

GLORIA GRAHAME (VI)   PAUL KELLY (% 22Crossfire% 22)

Y que SE tiene? Ella tiene un viejo loco de un amante / esposo, interpretado de manera simpática por el actor Paul Kelly ; probablemente un veterano de la Gran Guerra o un oficial de esta guerra. No estamos realmente seguros de quién es él. Un hombre delirante que la ama. Es muy revelador que ella no lo haya enviado de forma permanente. Eso es lo que ella tiene. Grahame hace un trabajo maravilloso en este misterio, la chica que queda de muchas maneras.

Grahame hace mucho con este pequeño pero fundamental papel. De hecho, no puedo pensar en otra actriz que pudiera mostrar dolor y dolor, y vulnerabilidad, dureza y sensualidad a la vez que Gloria Grahame. “Crossfire” fue una buena película de noir de posguerra. Los tres Bobs ( Young , Ryan Mitchum ) fueron bien formados, (Ryan – psicóticamente paralizándose) y George Cooper fue maravilloso como el soldado.

Pero Gloria Grahame … ella solo agrega ese borde encantador de sarcasmo frío suavizado por su vulnerabilidad. Ella es una maravillosa adición a esta película clásica.

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