Gardner, Ava

Nombre Ava Gardner
Actividad Actriz
Lugar de nacimiento Brogden Carolina del Norte
Fecha de Nacimiento 24 de diciembre de 1922
Lugar de fallecimiento Westminster
Fecha de fallecimiento 25 de enero de 1990
Filmografia

tomado de wikipedia

Ava Lavinia Gardner (BrogdenCarolina del Norte24 de diciembre de 1922 – Ciudad de Westminster25 de enero de 1990) fue una actriz de cine estadounidensenominada a los Premios Óscar, considerada una de las grandes estrellas del siglo XX y como uno de los mitos del Séptimo Arte. Conocida por su exuberante y fotogénica belleza, se dice de ella que fue «el animal más bello del mundo».1

Infancia y juventud

Ava Gardner nació en 1922 en la pequeña comunidad rural de Johnston, Smithfield en el estado de Carolina del Norte. Creció en el ambiente rústico del campo, en el seno de una familia muy pobre de cultivadores de tabaco y algodón, junto con sus seis hermanos, de los cuales ella era la menor. Su madre, Molly, era una mujer bautista de orígenes irlando-escoceses e ingleses y su padre, Jonas Bailey Gardner, era un hombre católico de ascendencia irlandesa y amerindia. Cuando los hermanos aún eran pequeños, la familia Gardner perdió la propiedad que tenía y Jonas Gardner se vio obligado a trabajar como aserradero y su madre, Molly, como cocinera y ama de llaves en el colegio mayor de Brogden.

Al cumplir Ava 13 años, toda la familia se trasladó a Newport News, en el estado de Virginia, esperando mejorar su suerte. Pero, en poco tiempo, ante las dificultades de encontrar empleo, tuvieron que volver a mudarse a Rock Ridge, un suburbio de Wilson (Carolina del Norte). El año 1935 su padre, Jonas Gardner, murió de bronquitis y Ava y algunos de sus hermanos decidieron acudir a la escuela de Rock Ridge con el fin de graduarse. De esta forma, Ava pudo ir posteriormente a clases de secretariado en el Atlantic City Christian College.

Carrera cinematográfica

Inicios en el séptimo arte

Con 18 años, Ava se había convertido en una bella joven de ojos verdes y una preciosa melena de color castaño. Así, el año 1940 mientras estaba visitando a su hermana Beatriz en Nueva York, el marido de ésta, que era fotógrafo, le pidió si le podía hacer algunas fotos y, satisfecho con el resultado, decidió colgarlas en el escaparate de su Estudio Fotográfico de la Quinta Avenida.

Dio la casualidad de que, mientras sus fotografías estaban expuestas en el establecimiento de su cuñado, Barnard «Barney» Duhan, un cazatalentos de los estudios Metro-Goldwyn-Mayer, las vio y decidió ponerse en contacto con ella. Duhan entró en la tienda y pidió su número de teléfono, pero no consiguió que nadie se lo diera. Finalmente, se fue comentando que «alguien tenía que enviar información de ella a la MGM» y su hermana lo hizo inmediatamente. En poco tiempo, Ava, que aún era una estudiante del Atlantic Christian College, viajó de nuevo a Nueva York para entrevistarse con los directivos que la MGM tenía en las oficinas de la ciudad y aquel mismo año se le ofreció un contrato de siete años con la compañía. En 1941, dejó la escuela para ir a Hollywood con su hermana Beatriz y lo primero que hizo fue ir a clases de arte dramático y de dicción ya que su acento de Carolina del Norte era prácticamente incomprensible.

Fue en el año 1942 cuando comenzó a intervenir como protagonista en películas y en los siguientes años actuó en numerosas producciones de modesto presupuesto como La casa encantada (1943), una comedia de terror que pertenece a la etapa de decadencia del gran Béla Lugosi, o Three men in white de 1944, una comedia-drama de médicos en la que intervenían también Van Johnson y Lionel Barrymore.

Los años dorados

 

Ava Gardner junto a Burt Lancaster en The Killers (1946).

Su gran oportunidad llegó en 1946 con dos títulos: el thriller Whistle stop, en el que tiene un papel principal junto a George Raft; y el drama negro basado en una historia de Ernest Hemingway Los asesinos, donde se lucía junto a un también jovencísimo Burt Lancaster y a Edmond O’Brien. Esta última película será la que la ponga en el mapa dentro de la industria de Hollywood.

En los siguientes años despunta en The hucksters (junto a Clark Gable), Venus era mujer (comedia más bien bobalicona pero simpática) y Soborno (1949), estupendo thriller dramático dirigida por Robert Z. Leonard, donde actúa junto a Robert Taylor, según la leyenda otra de sus conquistas amorosas.

A partir de aquí, comienza su reinado al encadenar producciones de muchos medios para los grandes estudios, y realizar grandes interpretaciones. Sobresalen: El gran pecador (drama moral —que no moralista— con grandes trabajos de Gregory Peck y Ethel Barrymore y un guion impecable), Mundos opuestos (1949, donde la actriz trabaja en pantalla junto a James MasonBarbara Stanwyck y Van Heflin), Pandora y el holandés errante (1951), drama onírico-vanguardista, donde Ava actuaba con James Mason y otra de sus sonadas conquistas, el torero Mario Cabré, rodando el film parcialmente en España y llenando los titulares de la prensa de la época. En esta etapa comienzan sus escalas en Madrid, sus estancias en España y sus amores (con Luis Miguel DominguínCarlos Larrañaga, etc.).

Rodó Magnoliaremake de una legendaria obra musical de Broadway, pero finalmente los productores decidieron que no utilizase su propia voz en las partes cantadas. Trabajó con Howard Keel y Agnes Moorehead. Luego actuó en Mi pasado prohibido junto a Robert Mitchum (1951), con quien mantuvo otro de sus amoríos. Siguieron las películas: Las nieves del Kilimanjaro (su segunda obra de Hemingway, en África y junto a Gregory Peck y Susan Hayward) y Mogambo(1953), film de inusitada popularidad dirigido por John Ford y donde Ava actúa junto a la bella Grace Kelly, al lado de un imponente Clark Gable.

Tras Los caballeros del rey Arturo, clásico del cine de aventuras medievales, con Robert Taylor y Mel Ferrer en lujosa producción de la Metro, Ava comienza a atravesar algunos problemas personales y de salud. Todavía brilla en La condesa descalza, en un papel inspirado en la vida de Rita Hayworth, donde da lo mejor de sí misma y logra una de sus mejores caracterizaciones —si no la mejor—, acompañada por Humphrey BogartEdmond O’BrienRossano Brazzi y Valentina Cortese.

Hacia 1955 Ava Gardner empieza a residir de manera habitual en España; dice no encajar en el tipo de vida de Hollywood y en Europa vive en un relativo anonimato, menos perseguida por la prensa. En 1954 compra por 66.000 dólares de la época una casa en La Moraleja, a las afueras de Madrid, y años después se muda a la capital. En el barrio residencial de El Viso (Chamartín) es vecina del general Juan Domingo Perón, expresidente de Argentina, quien la denuncia por el alboroto que generan sus fiestas.

En esos años llegan films de menor éxito y/o entidad: el drama romántico-de aventuras Destinos cruzados (junto a Stewart Granger), la comedia de origen teatral La cabaña (junto a David Niven), su tercer Hemingway llamado en España Fiesta (al lado de Tyrone Power en una de sus últimas interpretaciones), la biografía de la Duquesa de Alba en La Maja Desnuda (1958; con Tony Franciosa encarnando a Goya) y el drama On the Beach (La hora final, en España), sobre las consecuencias de la explosión de una bomba nuclear, que Stanley Kramer rodó en 1959 junto a Gregory Peck y Fred Astaire.

Durante todo este tiempo, la actriz fue encasillada como estrella de gran atractivo físico, además de original, y calificada por la publicidad de su estudio como «el animal más bello del mundo», eslogan que Ava odiaba.

Años de madurez

Los años 60 van a cambiar todo ello, tanto porque Ava Gardner va envejeciendo como porque cambian los gustos del público. En 1960 actúa en El ángel vestía de rojo junto a su amigo Dirk Bogarde, película que tuvo que ser rodada en Italia, pese a estar ambientada durante la Guerra Civil española.

Ella encuentra mayor dificultad a la hora de encontrar papeles de altura, o al desechar títulos memorables como Dulce pájaro de juventudLa Pantera Rosa o El Graduado, entre otros. No obstante, tres películas sobresalen de esta etapa: en 55 días en Pekín (1963), realiza una memorable encarnación de una condesa arruinada en medio de una revolución anticolonial, con Charlton Heston y David Niven a su lado. Siete días de mayo (1963) es casi la mejor película estadounidense de trasfondo político de la década, y una de las mejores de su director —John Frankenheimer— donde Ava compartía cartel con Burt LancasterKirk Douglas y Fredric March. Por último, en 1964 protagonizó La noche de la iguana (dirigida por John Huston y basada en la obra teatral de Tennessee Williams), destacándose junto a Richard Burton y Deborah Kerr.

Sin embargo, merecen recordarse también sus apariciones en películas que no tuvieron tanta fortuna comercial o artística: La Biblia (1966), superproducción dirigida por John Huston, y Mayerling (1968), dirigida por Terence Young ,en la que encarnó a la emperatriz Sissí dentro de un reparto con Omar Sharif y Catherine Deneuve.

En 1968 Gardner dejó España, supuestamente por problemas fiscales, y se instaló en Londres, ya parcialmente retirada. En 1969 actuó bajo las órdenes del actor/director Roddy McDowall en el film La balada de Tam Lindonde McDowall le rinde un homenaje a su belleza. Esta película fue reeditada y lanzada en 1972 bajo el título La viuda diabólica.

Dos películas de los años 70, The Life and Times of Judge Roy Bean (El juez de la horca), de John Huston (1972) y Terremoto (1974) fueron grandes éxitos, cintas dignas y bastante apreciables y buenas interpretaciones de Ava y su espléndida madurez física. También destaca en un entretenido thriller británico de 1975 donde la actriz compartía protagonismo con el inolvidable Dirk Bogarde y con Timothy DaltonEl hombre que decidía la muerte. Por último, Gardner descollaba en la fantasía de estrepitoso fracaso comercial El pájaro azul (1976), junto a Elizabeth TaylorJane Fonda y Cicely Tyson, primera coproducción en plena guerra fría entre EE.UU. y la ex Unión Soviética.

Posteriormente intervino en el filme de género catastrófico El puente de Cassandra (1977) junto a Sophia LorenBurt LancasterRichard HarrisMartin Sheen y O.J. Simpson; en la interesante cinta de terror La centinela(1977), al lado de Christina Raines y Chris Sarandon; en Emergencia (1979) y en un drama de intriga donde ya realizaba un papel muy secundario pero todavía jugoso: El secuestro del presidente (1980), donde el susodicho era el notable Hal Holbrook. Actuó también en el filme biográfico del escritor D.H. Lawrence, El sacerdote del amor (1981), junto a Ian McKellen y John Gielgud.

Su último trabajo para el cine fue en 1982 en Regina, junto a Anthony Quinn, rodada íntegramente en Cinecittá, donde componía a una mamma posesiva y tirana. Esta película no fue estrenada comercialmente, y fue conocida a través del VHS.

Intervino más tarde en varias producciones para la televisión, como Harem, junto a Omar Sharif, y Knots Landing. También participaría en la serie Anno Domini, donde interpreta a Agripina, la inescrupulosa madre del emperador Nerón, y en una nueva versión de El largo y cálido verano, junto a Jason RobardsDon Johnson y Cybill Shepherd. Su última labor actoral la realizó en el piloto de una serie televisiva junto a Stefanie Powers, titulada Maggie, que no llegó a estrenarse.

Vida sentimental y muerte

  • Ava Gardner fue pretendida obsesivamente por el excéntrico millonario Howard Hughes cuyas propuestas de matrimonio siempre rechazó, si bien nunca devolvió sus espléndidos regalos.
  • Estuvo casada en tres ocasiones, todas ellas con gente del cine conocidos. Su primer matrimonio fue con el actor Mickey Rooney, que duró menos de un año. Fue la única que nunca pidió indemnización de su matrimonio con el actor.
  • El segundo, con el mítico músico Artie Shaw, fue igual de breve.
  • Su tercer marido fue el legendario cantante y actor Frank Sinatra, con el que estuvo casada seis tormentosos años entre 1951 y 1957; su relación hizo correr ríos de tinta, en periódicos y revistas de espectáculos. Sinatra le puso el apodo del «animal más adorable del mundo», y que fue seguramente el amor de su vida, así como ella de él. Se cuenta que aún en su vejez, Ava escuchaba en su casa los discos de Frank y de hecho mantuvieron su amistad. En 1988 ella sufrió una apoplejía y Sinatra costeó su traslado y tratamiento en Estados Unidos; e igualmente cuando ella se recuperó, él pagó su vuelo de regreso a Londres.
  • Su madre murió de cáncer uterino y ella, por temor a heredar la enfermedad, se sometió a una intervención preventiva donde le practicaron una histerectomía.
  • Murió en Londres de una neumonía a los 67 años de edad, el 25 de enero de 1990.
  • Está sepultada en el Sunset Memorial Park de Smithfield, en Carolina del Norte.

tomado de entreelcaosyelorden

Hoy toca postear sobre un mito del cine clásico, la temperamental Ava, que siempre me ha despertado mucha simpatía. 

 Ava Lavinia Gardner nació en una pequeña comunidad rural de Carolina del Norte en Nochebuena de 1922.
Su familia era muy pobre, se didicaba al cultivo de tabaco y algodón. Ava era la menor de 6 hermanos.

Al cumplir 13 años, toda la familia se trasladó a Newport News, en Virginia, buscando una vida mejor, pero al no encontrar empleo, tuvieron que ir a suburbio de Wilson (Carolina del Norte).Su padre murío de bronquitis al poco tiempo.

A los 18 años, Ava poseía una increíble belleza. Un día de 1941 fue a visitar a su hermana a Nueva York, y el marido de ésta, que era fotógrafo, le hizo algunas fotos que colgó en el escaparate de su estudio de la Quinta Avenida.
Unn cazatalentos de la Metro-Goldwyn-Mayer llamado Duhan, se fijó en su belleza y decidió ponerse en contacto con ella.

Ava, que entonces estaba estudiando secretariado, viajó otra vez a Nueva York para encontrarse con los directivos que la MGM. Salió de la entrevista con un contrato de siete años con la compañía. Entonces dejó sus estudios y se fue a vivir con su hermana. Tuvo que asistir a clases de arte dramático y de dicción (su acento de Carolina del Norte era casi incomprensible.)

 

Según la ficha que le hicieron cuando llegó a Hollywood, Ava medía  1.70 cm, y sus medidas eran 92-50-92. Ava Gardner

En 1942 empezó a interpretar pequeños papeles en multitud de películas de bajo presupuesto, ese mismo año se casa con el actor Mickey Rooney, que presionó a los productores de la MGM para que le ofrecieran más papeles. Un año después se divorciaron.
En el 45, Ava volvió a contraer matrimonio con el músico de jazz Artie Shaw, del que se divoció 2 años después.Su gran oportunidad llegó en 1946 con «Forajidos«, junto a Burt Lancaster. Fue entonces cuando se consolidó como protagonista, en los últimos años de la década de los 40 intervino en títulos como «Mercaderes de ilusiones» junto a Clark Gable«Venus era mujer«,  «Soborno» y «Mundos opuestos» .Ava se volvió a casar por tercera vez en 1951 con Frank Sinatra, del que estaba profundamente enamorada, pero su relación era muy tormentosa, con celos enfermizos, peleas violentas, borracheras de uno y del otro, e incluso intentos de suicidio por parte de Sinatra. Su relación duró 6 años. Aún así, los dos decían del otro que era el amor de su vida.

Ava Gardner
Junto a Grace Kelly en «Mogambo»

La década de los 50 fue la mejor época profesional para Ava ya que participó en grandes películas entre las que destacan: «Pandora y el holandés errante»,«Las nieves del Kilimanjaro», «Mogambo»«La Condesa Descalza»,  «Fiesta»  y «La Hora Final».

En los 60 actúa en «El angel vestía de rojo», (rodada en Italia, pese a estar ambientada en la Guerra civil española), «55 días en Pekín«,  «Siete días de mayo»  y «La noche de la iguana».

Ava se enamoró de España cuando vino a rodar  «Pandora y el holandés errante» en Tossa del Mar (Gerona). Este país fue su refugio durante largas temporadas entre rodajes.  Declaró:  “De todas las condenadas películas que hice, «Pandora» sea quizás la menos famosa y sin embargo casi nada me ha influido tanto. Esa película cambió mi vida“.

En 1955 se compró una lujosa casa en La Moraleja, que convirtió en campamento de fiestas que duraban fines de semana enteros y que incluían corridas de toros, flamenco y mucho alcohol. Aquí se sentía libre. Mantuvo relaciones con los toreros Mario Cabré y Luis Miguel Dominguín. 
Al régimen político le interesaba la publicidad que la estrella daba en el exterior, así que le permitían cometer ciertos excesos.

A Gardner le resultaba curiosa la acogida en España: «Representaba todo lo que ellos censuraban», explicó, «una mujer, que vivía sola, que estaba divorciada, que no era católica y, además, era actriz».

Pero pronto empezó a ser considerada «una amenaza para la sociedad biempensante» y fue vetada en lugares como el Hotel Ritz cuando se trasladó al centro de Madrid, en un piso en el que siguió acogiendo fiestas que molestaron a su vecino de abajo, que era Juan Perón.

En 1969 Ava se trasladó a Londres para huir de la presión fiscal española. Allí vivió parcialmente retirada. En este año actuó en el filme «La balada de Tam Lin» (reeditada y lanzada en 1972 con el título «La viuda diabólica»).
En los 70 trabajó en «El juez de la horca«,  «Terremoto» y «El hombre que decidía la muerte«. En 1976 rodó junto con Elizabeth Taylor y Jane Fonda «El pájaro azul«, primera coproducción en plena guerra fría entre EE.UU. y la ex Unión Soviética, que no tuvo buena acogida en taquilla.

Ava Gardner

Después trabajó en «El puente de Cassandra» con Sophia Loren y Burt Lancaster, «La centinela,»  «Ciudad en llamas» y «El secuestro del presidente».
Su último trabajo cinematográfico fue en 1982 en «Regina«, con Anthony Quinn, rodada íntegramente en Cinecittá.También trabajó en algunas producciones para la televisión, como «Harem«, y en la serie «Anno Domini«, y en una nueva versión de «El largo y cálido verano«.
Su último intervención fue el capítulo piloto de una serie de televisión titulada «Maggie«, que no llegó a estrenarse.Padeció un cáncer de útero y se sometió a una intervención donde le practicaron una histerectomía. Murió en Londres de una neumonía a los 67 años, el 25 de enero de 1990.

Curiosidades 

Ava Gardner zaragoza toros
En la plaza de toros de Zaragoza, 
fiestas del Pilar de 1955

Empezó a fumar a los 8 años.

 

En la película «La condesa descalza», los publicistas la denominaron «El animal más bello del mundo», desde entonces se la conoció con este apelativo, aunque ella lo detestaba.

Ava Gardner coincidió en una ocasión al escritor J.R.R. Tolkien,  y resultó que ninguno de los dos sabía por qué el otro era famoso.

Fue nominada al Oscar a la mejor actriz en 1953 por«Mogambo» y en 1954 por «La Condesa Descalza».

Tras ser operada de un cólico nefrítico, se dice que Ernest Hemingway llevó durante muchos años colgada de su cuello una de las piedras que expulsó Ava de su riñón.

Rechazó trabajar en las películas: «Dulce pájaro de juventud»«La Pantera Rosa» y «El Graduado«.

Howard Hughes le propuso varias veces matrimonio, pero ella siempre lo rechazó.

Impactó de tal forma al escritor Tennesssee Williams, durante el rodaje de «La noche de la iguana», que éste encadenó una iguana de verdad al porche de su casa y la llamó «Señora Ava Gardner».

Ava Gardner

 
Los ascensoristas de Nueva York la eligieron unánimemente como «la chica con la que nos gustaría quedarnos atascados en lo alto del Empire State Building». 

Se cuenta que en su vejez, escuchaba en su casa los discos de Frank.

Hasta 1945 Ava sólo había leído dos libros: «Lo que el viento se llevó» y la «Biblia».
 
 

Cuando estaba casada con Sinatra, los fans de Ava consideraban que Frank Sinatra era muy poquita cosa para ella y por ello la prensa le preguntó: «Eh, Ava, ¿qué ves en ese tipo? Apenas pesa 50 kilos». Ava contestó: «47 kilos son de pene».

Ava Gardner sinatra

 La Gardner siguió considerando a Frank Sinatra como  su propiedad mucho tiempo después de de su divorcio, al enterarse de su matrimonio con

Mia Farrow, declaró muy enfadada: “Siempre supe que Frank acabaría en la cama con un muchacho”.

 

Durante el rodaje de «Pandora y el holandés errante» inició un romance con el torero Mario Cabré. Éste se enamoró perdidamente de ella y le dedicó varios poemas, aquí os pongo uno:

 dominguin Ava Gardner

La sencilla igualdad de un mismo tono
dió la noche extendiendo sus dominios
esperaba una forma de arco iris
y el alba en orfeón de pajarillos
fue el sueño retenido entre las manos
al llegar sobre el aire enternecido. También tuvo aventuras con Luis Miguel Dominguín, Robert Mitchum, Robert Taylor y muchos más.En Tossa de Mar hay una estatua en su honor.

Opinionesde sus amigos y conocidos

Ava Gardner lola flores
Junto a Lola Flores, vaya pareja!

«La primera vez que besé a Ava Gardner en el rodaje de Forajidos, tuve una erección».
Burt Lancaster

«A Ava Gardner parece que la estoy viendo en la Feria de Abril de Sevilla, con aquel hoyo en la barbilla, aquel corte de cara… Nadie como ella para saber estar en un sitio, hasta que dejaba de estarlo, porque bebía demasiado» . Lola Flores

«Las mujeres de medio mundo se arrojarían a los pies de Frank Sinatra, y resulta que Ava pierde la cabeza por un tipo que usa capa y zapatillas de bailarina».
Luis Miguel Dominguín
«Esta mujer supone para mí un cambio completo en mi existencia.» Mario Cabré
«Ava Gardner es fácil de retratar aunque haya estado en pie hasta las cinco de la mañana y se haya levantado cuatro horas más tarde».
Jack Cardiff (Director de fotografía norteamericano)
«La conocí en el rodaje de «Terremoto». La vi entrar al estudio de grabación con una pamela blanca sobre su cabeza. Tenía 54 años y me quedé maravillada porque todavía era impresionante.
Genevieve Bujold«(Actriz norteamericana)
 
«Todos mis recuerdos de ella son buenos; no puedo destacar ninguno en especial. Ava ha sido una persona a la que yo he apreciado muchísimo, más de lo que ella pensó».
Mario Cabré
«Ava amaba la ginebra, el vodka y a Frank Sinatra».
Arlene Dalh (Actriz norteamericana)
«Ava era encantadora, una auténtica reina de la pantalla realmente exitante; maravillosa de contemplar y con unas piernas adorables. Cuando pasa por la pantalla te dan ganas de dejarlo todo y seguirla».
George Cukor
«A los 23 años ya era una mujer como para morir por ella. La conocí durante cuarenta años y siempre me sorprendía… Quizá bebía más de la cuenta, pero en el trabajo nunca vi ningún indicio de alcohol. Nunca llegaba tarde, siempre sabía su diálogo y siempre fue disciplinada».
Gregory Peck
Ava Gardner

«Ava era una persona de una extraordinaria calidad humana. Como belleza física está claro que nunca tuvo discusión, pero lo que mucha gente no sabe es que tenía tanta belleza moral como física. Desprendida y generosa, el dinero no contaba para ella. Eso sí era irritable y caprichosa. Tenía que tener lo que quería en el momento que lo quería, y cuando se le llevaba la contraria era imposible. Se guiaba por sus impulsos, no pensaba con la cabeza, pero no porque fuera tonta, sino porque era así, instintiva. Tenía un caracter muy fuerte, aunque a los cinco minutos se le había olvidado completamente lo que le había hecho saltar. Ava también era muy amiga de sus amigos, con una lealtad inmensa. Se daba íntegra, no tenía frenos ni trabas. Además era una mujer que siempre iba al natural, pues no le daba la menor importancia a la belleza. No se maquillaba practicamente, no necesitaba nada. Otro factor importante de su forma de ser era su recuperación física. Tan tremenda que con una hora de sueño estaba dispuesta a trabajar diez horas seguidas. Además, no veía el riesgo en nada. Toreó conmigo al alimón alguna vez en Villapaz, como si nada. Ava era indiscutiblemente una fuerza de la naturaleza».

Luis Miguel Dominguín
«Después de sufrir la apoplegía, creo que no podía soportar que alguien la viera. Un día la llamé por teléfono y le dije que quería hablar con la verdadera Ava. Ella me contestó: «Está muerta»». 
Arlene Dahl (Actriz y mejor amiga de Ava)
 

Hollywood siempre ha sido considerada como la gran fábrica de estrellas. Durante las primeras décadas del siglo XX la ciudad de Los Angeles se llenó de tantas, que su brillo llegó a eclipsar el de los mismos astros del firmamento. Entre tanta luminosidad surgió una joven chica de campo, cuyas respuestas mordaces y atrevidas dejaron a más de uno atónito. Hablamos, sin lugar a dudas, de las frases de Ava Gardner.

Su belleza sin comparación, su porte altivo y su deje maleducado y respondón la convirtieron en un auténtico referente. El mundo solía referirse a la actriz como “el animal más bello del mundo” haciendo alusión a su agresividad y a su gusto por la noche.

Al igual que ella, su forma de hablar parecía ir a contracorriente de lo moralmente establecido. Se insultaba a sí misma, reconocía su gusto por el sexo y el alcohol y su honestidad brutal solía meterla en algunos líos.

En conclusión, las frases de Ava Gardner son un reflejo de su forma de ser: contundentes, sinceras y directas. Disfrutar de ellas nos ayudará a reflexionar sobre nuestra propia perspectiva de vida y como queremos enfocarnos en ella.

Frases de Ava Gardner que te harán reflexionar

“La fama y el dinero no dan la felicidad. Si no tienes un hogar feliz, no significan nada”

Una de las grandes condenas de Ava fue no haber formado una familia. En su momento no quiso hijos, pero después se dio cuenta de que hubiese sido una buena madre. Sus relaciones amorosas, siempre llenas de violencia, infidelidades y toxicidad (una de las más famosas fue con Frank Sinatra) le impidieron también encontrar a alguien con quien compartir su vida.

En una de sus últimas confesiones afirmó que a pesar de todo su dinero y popularidad, nunca había podido llegar a ser plenamente feliz. 

Ava Gardner mirando a la cámara

“No importan los esfuerzos que hago por autodestruirme: me las arreglo para sobrevivir”

Esta es una de las frases de Ava Gardner más esperanzadoras que existen. De algún modo refleja esa capacidad que tenemos de sobreponernos a las circunstancias difíciles. A pesar de tratarnos mal y de no valorarnos correctamente, todos albergamos esa fuerza interior que nos permite seguir adelante en la mayoría de las ocasiones. 

A fin de cuentas, nadie va a venir a salvarnos. Ahora bien, todo iría mucho mejor si nos cuidáramos y nos prestásemos la atención que merecemos. 

“Si tuviese que volver a vivir mi vida, la viviría exactamente igual”

Ava nunca se arrepintió de sus decisiones. Era consciente de que se metía en problemas constantemente, que tenía serios problemas con la autoridad y que era criticada sin piedad por los sectores más conservadores. Y aun así, al final de su vida llegó a la conclusión de que le daba igual.

Debes aceptar tus vivencias y tu pasado. No importa que no estés orgulloso de ello: es parte de tu vida y parte de lo que eres ahora. Sin tropiezos nunca aprenderíamos a levantarnos. Lucha por mantenerte a flote y siéntete orgulloso de tus cicatrices.

“Alguna de las cosas que más lamento en mi vida ocurrieron mientras estaba bebiendo”

El abuso del alcohol puede ser muy peligroso. A Ava le encantaba el mundo de la noche: la música y las fiestas eran parte de su propia identidad. Lamentablemente, también lo eran las copas y todo lo que ello acarreaba.

Tomó muchas malas decisiones por culpa de la bebida. Ella misma era consciente de que tenía un problema, y de hecho nunca lo negó, admitiendo valientemente que a pesar de parecer una diosa, también era un ser humano.

Ava Gardner mirando fijamente

“Mis matrimonios fallaron porque siempre amé demasiado bien, pero nunca sabiamente”

Una vez más, las frases de Ava Gardner dan en el clavo. A pesar de ser una mujer muy segura de sí misma y de sus capacidades, también tuvo que lidiar con algunas relaciones tóxicasLe rompieron el corazón muchas veces, pero ella nunca dejó de creer en el amor.

Era lo suficientemente honesta como para afirmar que el enamoramiento ha de vivirse al máximo, pero con cautela. Siempre hay que pensar bien las acciones que vamos a llevar a cabo, de lo contrario podemos tener problemas.

“En la vida hay que perseverar”

¿Cómo una niña criada en una granja perdida en el campo llegó a convertirse en una superestrella? Ni siquiera la propia Ava lo comprendía. Jamás olvidó sus orígenes, pero aprendió a desenvolverse con soltura en la ciudad.

No le gustaba estancarse en nada que le resultara dañino o vacío. Cambió mucho de residencia, de país y de parejas. Obviamente, un alma libre como ella nunca hubiera podido anclarse a un modelo de vida convencional.

Las frases de Ava Gardner nos muestran a una mujer adelantada a su época a la que no le importó nunca lo que pudieran pensar de ella. Era consciente de sus limitaciones pero también de sus virtudes, lo que la ha llevado a convertirse en una de las actrices clásicas más famosas de todos los tiempos.


tomado de ElPais

EL 24 DE DICIEMBRE de 2017, Nochebuena, el señalado día en que Ava Gardner habría cumplido 95 años, y me acerco al hotel donde la diva se coronó como reina de la noche de Madrid desde la primera vez que resonaron sus pasos de tacón alto en el suelo de mármol de Carrara de su suntuoso vestíbulo. Ahora se llama hotel InterContinental Madrid (paseo de la Castellana, 49), pero en aquellos años de glamour, lujo y desvarío ­hollywoodiense fue bautizado como Castellana Hilton. Sucede que hoy también es mi cumpleaños y quiero brindar con Ava, y con todos los ­fantasmas que aún pululan por el hotel, con un vodka dry bien mezclado con sus lágrimas de Noilly Prat. Pero antes de visitar el bar hago un quiebro para subir a la habitación que siempre ocupaba Ava y en la que residió por primera vez en cuanto pisó Madrid. Allí me planto, frente a la suite presidencial 716, también llamada suite Miró. Me acompañan dos amables empleadas del hotel que se ofrecen a mostrarme la estancia en la que tantas historias sucedieron, confundidas la mayoría por la fantasía y la leyenda. Cuando abren la puerta disimulo como puedo la descarga de emoción que me atraviesa el pecho. El sueño de un mitómano. Vuelan los aires de furia de Frank Sinatra frente a su Ava desmelenada, con su media sonrisa, tan bella en su rímel corrido de ira.

Se abre la puerta de la ‘suite’ presidencial 716, donde tantas historias sucedieron, confundidas por la fantasía y la leyenda

El hotel ha sufrido varias modificaciones desde el momento en que el Hilton cambió de manos, pero la suite 716 apenas ha sido retocada y sigue teniendo la misma estructura elegante y distinguida. Al entrar se halla una gran sala de estar, y de frente, una cristalera que da acceso a una terraza privada que ocupa el chaflán del ático del edificio, con vistas al paseo de la Castellana. Y a la derecha, su dormitorio, con dosel recogido sobre una cama grandiosa; y allí también un gran baño, una cocina y varios armarios. Y en la parte opuesta, un discreto escritorio de añejo castaño oscuro. Una magnífica habitación de 140 metros cuadrados cuya tarifa en la actualidad supera los 1.000 euros por noche. Repaso con la vista cada uno de sus rincones, abro de par en par las puertas de la terraza y pido a mis acompañantes que me permitan estar a solas un rato allí dentro.

Ante mí, por el amplio salón de estar de la 716, pasa Frank Sinatra con su orgullo italiano y 20 peluquines en uno de sus maletines de viaje. Su colección de bisoñés superaba los 60, pero Franky no lo ocultaba. Era uno de esos casos de hombres que se avergonzaban de su calvicie, pero no de sus peluquines. Dicen que solo una vez se dejó ver sin peluquín en público, el día del funeral de su amigo Gary Cooper, en señal de respeto. El año 1953 tocaba a su fin y Frank apareció en el Castellana Hilton al enterarse de la relación de su amada Ava con el torero Luis Miguel Dominguín. Apenas llevaban dos años casados y ya se habían distanciado, pero Frank no pudo soportar el desplante con el torero y reaccionó como un loco, destrozando el mobiliario y lanzándole a la cara a Ava un fajo de billetes de 100 dólares: “Aquí tienes los 19.000 dólares que me dejaste”.

La relación entre los dos astros fue un cóctel explosivo de amor y odio que se prolongó hasta la muerte de ella. Pero el idilio de Ava con el torero lastimó el corazón de Frank. La leyenda dice que cuando Ava y Luis Miguel acabaron de hacer el amor en esa suite del Hilton, él se levantó y comenzó a vestirse. “¿Adónde vas?”, le preguntó ella. “A contarlo”, contestó él. Aunque, como suele ocurrir, se funde la realidad con la fantasía en todos los sucesos de fuste. Carlos Abella tiene escrito que cuando le preguntó a Luis Miguel por ese episodio, este le dijo: “¿Tú crees que yo hice eso? No, hombre, no. Me quedé en la habitación con ella, pero luego, cuando estuve con los amigos, me pareció ingenioso contarlo de esa manera”.

En los cincuenta hubo un Madrid que fue una fiesta. Por el Hilton pasaron Sophia Loren, Zsa Zsa Gabor, Bette Davis y Cary Grant

Cierto es que Ava Gardner bebía por los codos, iba rebotando de un bar a otro, de un tablao a otro, y luego remataba la faena con quien le daba la gana. Se cuenta que una noche, en plena Puerta del Sol, se descalzó, paró un camión de la basura y pidió al conductor que le llevara al hotel. Pero el gran productor Tedy Villalba comentó en su momento que “no era follar por follar, lo que le ocurría era que le aterraba quedarse sola por las noches”. A Ava le gustaba bañarse con leche en su suite e iluminarse tan solo con velas. En una ocasión, durante el rodaje de 55 días en Pekín, se encaprichó de un botones del hotel, un joven chicarrón de casi dos metros de altura, y le invitó a entrar a su suite. Enrique, uno de los maîtres del hotel, ya fallecido, aseguró que dejó seco al chaval. La dirección del hotel quiso despedir al botones, pero Howard Newman, el jefe de publicidad de Bronston, le preguntó al director: “¿Qué hubiera hecho usted si Ava le pide guerra?”. Y ante tal cuestión el chico logró salvar el cuello. Más allá de sus excesos, todo el mundo que tuvo contacto con Ava la recuerda como una señora muy amable con todo el personal, generosa en las propinas —se estiraba, a veces, con más de 2.000 pesetas de la época— y uno de los huéspedes con más clase que pasaron por el hotel.

El Castellana Hilton se inauguró en septiembre de 1953 —ahora se cumplen 65 años— y se convirtió en el hotel más moderno de Madrid. Fue construido sobre el palacete del marqués del Mérito, del siglo XVIII, por el arquitecto Luis Martínez-Feduchi, el mismo que proyectó el edificio Capitol de la plaza del Callao de Madrid. España empezaba a salir del aislamiento tras la Guerra Civil y el acercamiento a Estados Unidos era la prioridad de la política exterior del régimen franquista. Era el primer Hilton de Europa y para su inauguración el presidente de la cadena, Conrad Hilton, fletó cuatro aviones de la TWA cargados de invitados. A la fiesta, que se prolongó durante tres días, acudieron varios ministros franquistas y multitud de estrellas de Hollywood. Fueron unos años en los que hubo un Madrid que era una verdadera fiesta. Sophia Loren, Charlton Heston, Gina Lollobrigida, Zsa Zsa Gabor, Bette Davis, Cary Grant, Robert Mitchum o Marlon Brando, entre otros, se alojaron en sus habitaciones. Aparte de Ava Gardner, fueron Bette Davis y Robert Stack los primeros en llegar al hotel con motivo del rodaje en Madrid de El capitán Jones (John Farrow, 1959), dos años antes de la gran producción Rey de reyes.

Enrique, el antiguo maître del hotel que fue testigo de la fiesta de inau­guración, dejó antes de morir un truculento testimonio relacionado con Marlon Brando. Según su versión, Brando hacía que le subieran todos los días a su suite uno o dos patos.

—¿Cómo los quiere? —le preguntaban— ¿En confit, a la naranja…?

—No, no —interrumpía Brando—. Vivos, los quiero vivos.

A la mañana siguiente, cuando llegaban las camareras a arreglar la habitación, se encontraban una escena más bien tremebunda: los patos yacían en el suelo degollados, algo desplumados y sobre un charco de sangre. Lo que hiciera en la soledad de su suiteMarlon Brando con los patos es un misterio. Imperó la ley del silencio y el asunto jamás trascendió más allá de los muros del hotel.

El periodista Tico Medina tuvo ocasión de conocer a Brando en el estreno en Madrid de Un tranvía ­llamado deseo. Tico, tirando de ingenio, se las arregló para hacerle una entrevista a Brando a bordo de uno de aquellos viejos tranvías que subían por la Castellana y pasaban junto al Hilton.

“No habló mucho”, me comenta Tico. “Hicimos las fotos y al parar en el hotel me invitó a su habitación. Me mostró una especie de trapito enrollado manchado con un color más bien oscuro y que reposaba sobre su mesita de noche. Era una compresa femenina usada. ‘Mira’, me dijo, ‘este es el paño más íntimo de mi adorable esposa india, Anna”.

“En aquel Madrid estaban muy en boga unas fiestas de ambiente gay de las que se hablaba hasta en Nueva York”

El escritor y cinéfilo Jesús García de Dueñas recuerda divertido aquellos días de vino y rosas del Hilton en los que ejercía de jovencísimo periodista de Triunfo. “Era un ­mundo de lujuria y de alcohol. Las fiestas en las habitaciones del Hilton eran de órdago y siempre había algún cliente que protestaba airadamente. Y luego salías a la calle y en la puerta del hotel te abordaban dos o tres policías secretas para interrogarte con malos modos acerca del sarao. ‘¿Quién había en esa fiesta?, ¿qué hacía la gente?, ¿había drogas?’, te preguntaban los siniestros agentes”.

Había unas fiestas de ambiente gay que estaban muy en boga en Madrid y se hablaba de ellas hasta en Nueva York, como recuerda García de Dueñas. “Después de un par de copas en el Hilton se iban al Chicote a comprar cocaína y de ahí directos a tres lugares de ambiente que traspasaron fronteras. Eran tres casas privadas: la de Luis Escobar, marqués de las Marismas; la del figurinista Vitín María Cortezo y la del pintor panameño Pablo Runyan. En esta última casa se sentó a mi lado Leonard ­Bernstein; yo tenía 19 años y era muy ingenuo. El caso es que mientras yo alababa su música, la cuarta de Brahms y todo eso, el ­genio empezó a meterme mano y salí de allí pitando con la ayuda de mi amigo pintor”.

Al productor Enrique Herreros no se le olvida la primera vez que pisó el Castellana Hilton. Era el 22 de noviembre de 1963 y se iba a celebrar una gran fiesta por el comienzo del rodaje de La caída del Imperio Romano; él era uno de los organizadores. Pero, cosas de la vida, todo se fue al traste porque fue el fatídico día que asesinaron al presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy en Dallas.

Poco después, a Herreros le tocó seguir de cerca a Robert Mitchum, quien apareció por Madrid para el rodaje de Villa cabalga y también se hospedó en el Castellana Hilton. Enrique Herreros fue su cicerone madrileño: “Se celebró la rueda de prensa en un salón del hotel y uno de los periodistas, Felipe Navarro, Yale, se levantó y preguntó a Mitchum: ‘¿Cuántas veces ha estado en la cárcel?’. ‘Seven [Siete]’, respondió Mitchum. ‘¿Por qué entró la última vez en prisión?’, insistió Yale. ‘For pissing in the grass [Por mear en la hierba]’, concluyó el ­astro”.“Tras tomar un par de copas en el bar del hotel”, relata Herreros, “el productor me pidió que le paseara por Madrid y no nos alejamos mucho. Justo enfrente del hotel, al otro lado de la Castellana, se hallaba un afamado club de señoritas llamado San Jorge, decorado con pinturas del artista vasco Juan de Echevarría. Al entrar al club, Mitchum exclamó, en grave y sonoro inglés americano: ‘¡Aquí hay acción!’. El tío no paraba de fumar marihuana y a mí me estaba entrando un mareo tremendo. A Mitchum le gustaba mear en la hierba, pero sobre todo fumársela, ya lo creo. Y allí pasamos un rato largo. Y yo, más ahumado que nunca”.

Van desfilando los recuerdos y yo me acerco, por fin, a la barra del hotel y le pido al barman un vodka dry, que me sirve con destreza. Y ahí me quedo, solo y envuelto en mis pensamientos, ajeno al trajín navideño del hotel, fantaseando a lo tonto con que Ava se apareciera a mi lado con su invencible aroma para brindar por nuestro cumpleaños. Pero ¡bah, qué cosas!

El caso es que escuché unos tacones lejanos. Y eché un trago largo al coleto. Por si las moscas.


tomado de mujerhoy

Arruinada y enferma, en 1988 Ava decidió escribir sus memorias con la ayuda de Peter Evans. Luego, se arrepintió y sus secretos quedaron guardados en el cajón del escritor. 23 años después de su muerte, una biografía revela aquellas conversaciones en las que la actriz desveló las intimidades de sus tres matrimonios con Mickey Rooney, Artie Shaw y Frank Sinatra. 

Después de haber sufrido dos infartos, Ava Gardner tenía la parte izquierda de su rostro paralizada en una mueca de perenne tristeza. El animal más bello del mundo, como se la conocía en Hollywood, vivía sus horas más bajas en 1988, apenas dos años antes de su muerte. Enferma y prácticamente arruinada, la actriz tomó medidas desesperadas. «Estoy sin blanca, cariño. O escribo un libro o vendo mis joyas. Y estoy bastante unida a mis joyas», le dijo a Peter Evans, el escritor con el que había contactado para que le ayudara a redactar sus memorias.

La diva empieza a contar

Gardner le recibió en su apartamento de Londres. En el timbre aparecía como señora Baker. «Era el nombre de soltera de mi madre. Vivo como una maldita espía». Antes de empezar su primera sesión, la actriz le advirtió a Evans que no le gustaban los chismes: «Odio cuando la gente se inventa historias de alcoba sobre mí».

De hecho, cuando una amiga le contó que Marlon Brando iba diciendo que se habían acostado, la estrella llamó al actor y este terminó pidiéndole disculpas. «Mis vicios y mis escándalos son mucho más interesantes que cualquier cosa que nadie se haya inventado sobre mí»,le dijo a Evans.

Ahora, aquellas charlas, que nunca llegaron a convertirse en sus memorias, ven la luz en‘Conversaciones secretas’, la biografía sobre Gardner que Evans escribió antes de morir en 2012. En ellas, la estrella repasó toda su vida, y habló de sus tres matrimonios con Mickey Rooney, Artie Shaw y Frank Sinatra.

Tenía 19 años y todavía era virgen cuando, en su primer día en Hollywood, conoció a Mickey Rooney. «Recuerdo con claridad la primera vez que le vi, probablemente porque llevaba un frutero en la cabeza… Iba caracterizado como Carmen Miranda, con las pestañas y los pechos postizos, y pintalabios».

Cuando le preguntó a Rooney cuál había sido su primera impresión de ella, este le contestó: «Supuse que eras el nuevo ligue de uno de los ejecutivos del estudio. Pero me daba igual. Quería acostarme contigo desde el momento en que te vi».

A pesar de sus 1.57 metros, Rooney era la mayor estrella de la época y todo un playboy. Esa misma noche, llamó a Gardner para pedirle una cita. Ella le dijo que estaba ocupada. Él siguió insistiendo y ella se quedó sin excusas. Cuando Louis B. Mayer se enteró del romance, le ordenó a Rooney que dejara de verla preocupado por el efecto que tendría la noticia en sus fanes. El actor se negó. No tardaron en casarse. Gardner aprendió dos cosas durante su matrimonio con Rooney: a beber y a disfrutar del sexo. «Cuando pienso en aquel matrimonio, pienso en los club de noche, como el Palladium o el Cocoanut Grove (…). Allí es donde aprendí a beber, a beber de verdad. Aunque todos los clubs eran estrictos con la venta de alcohol a menores, Mick me servía los Martinis secos en tazas de café».

La mujer despechada

Las infidelidades de él empezaron poco después de la luna de miel y su convivencia se convirtió en una competición de gritos y peleas. «A pesar de la humillación de saber que Mickey me engañaba, todavía quería que me deseara. Pero también sabía cómo hacerle daño. Después de hacer el amor -nunca dejamos de hacerlo ni nos cansamos el uno del otro en la cama- le decía cosas para hacerle daño. Utilizaba su altura para insultarle. Le decía que estaba harta de vivir con un enano», le contó Gardner a su confesor.

El desenlace se precipitó la noche que, en plena borrachera, Rooney sacó una agenda con los teléfonos de sus viejas conquistas y empezó a leer sus nombres en alto mientras hablaba de lo buenas que eran en la cama. «Esa noche le eché de casa. Se fue con su madre. No cogía sus llamadas. Le estaba volviendo loco».

Entonces, la actriz supo jugar sus cartas. «Si le hubiera demandado por adulterio y hubiese nombrado a todas sus amantes, habría destrozado su imagen y podría haber destruido su carrera». Pero Gardner decidió alegar incompatibilidad de caracteres y el estudio, preocupado por la imagen de su estrella, supo recompensárselo. «Pocas semanas después, me renovaron el contrato y me subieron el sueldo».

Se divorciaron en 1943. No le costó encontrar un sustituto. En 1945 se casaba con Artie Shaw. Culto e intelectual, se empeñó en educarla: le obligó a leer a los clásicos, contrató a un maestro de ajedrez y solía llevarla a reuniones de escritores y artistas donde le pedía que se limitara a escuchar. «Le debo mucho a Artie. Me proporcionó una educación. Me matriculé en la universidad gracias a él. Y lo hice muy bien. Sacaba notables».

Pero Gardner también empezó a abusar del alcohol por su culpa. «Me emborrachaba porque me sentía insegura». Shaw la ninguneaba sin piedad: le decía que ser actriz no requería ningún talento especial -solo «focos y buenos pómulos»- y si la pillaba leyendo una novela romántica, se enfurecía con ella.

«Era un cabrón dominante. Me hizo perder toda la confianza en mí misma. Cuando fui a terapia, insistí en que me hicieran un test de inteligencia, porque llegué a pensar que algo no funcionaba en mi cabeza». Pero nada de todo aquello sirvió. «Me dejó una semana después de nuestro primer aniversario. El bastardo me rompió el corazón».

La vida Frank 

Y en 1951, Gardner se casó con Frank Sinatra. Se habían conocido cuando ella aún era la señora de Rooney. «Frank se acercó a nuestra mesa  y dijo algo banal como: ‘Cariño, si te hubiera visto antes, me hubiera casado yo contigo’». Pero Sinatra estaba casado. Pese a eso, cuando la actriz viajó a España en 1951 para rodar una película y tuvo un ‘affaire’ de una noche con el torero Mario Cabré, el cantante enloqueció de celos. «Mario Cabré era guapo como el diablo. Pero fue un error horrible. Frank me siguió hasta España. Quería matar al pobre cabrón».

Sinatra nunca le perdonó aquel desliz. Y, aun así, se casó con ella. «Fue el 7 de noviembre de 1951, un día para la infamia. Solo unos días después de que su divorcio de Nancy fuera definitivo. Era demasiado pronto, pero esa era la forma en la que Frank hacía las cosas». Todo el mundo le advirtió a Gardner de que estaba cometiendo un terrible error, incluida Lana Turner, que había tenido un lío con él. Pero la boda no consiguió arreglar nada. Ella tuvo otros líos y él vivía uno de sus peores momentos.

Todos le habían dado la espalda: sus amigos, su agente, el estudió que canceló su contrato… Había perdido incluso la voz. Ni siquiera la mafia le echó una mano. «Cuando les necesitaba, ellos no estaban. Me pone mala cuando leo lo generosa que era la mafia cuando él estaba atravesando un bache. ¡Era yo la que pagaba el alquiler!». A Sinatra solo le quedaba ella.

«Una noche escuché un disparo. Habíamos estado discutiendo. Y bebiendo. Como cada noche», recuerda Gardner, que se había negado a dormir con él. «No sabía lo que iba a encontrarme. ¿Se había volado los sesos? Siempre amenazaba con hacerlo». Pero, en cambio, se encontró a Sinatra en calzoncillos sentado en la cama. Había disparado contra una almohada. Estuvieron casados hasta 1957.

Cuando Evans le entregó el manuscrito de sus conversaciones, Gardner le dijo: «¡Dios mío, Peter, no podemos publicar esto!». Él le contestó: «¡Pero es tu vida!». «Exactamente, cariño», le dijo ella.

Poco después, la actriz se enteró de que Sinatra había demandado a Evans por haberle relacionado con la mafia en el pasado. Para evitar complicaciones, Gardner buscó a otro escritor para redactar sus memorias. Después de sufrir una pulmonía, la actriz murió en Londres en enero de 1990, a los 67 años. Hacía tiempo que andaba con un bastón y que no quería ver a nadie, aunque odiaba que dijeran que era una ermitaña. Por supuesto, ella tenía una forma mucho mejor de definirse a sí misma. «Se podría resumir mi vida en una sola frase, cariño. ‘Hizo películas, hizo el amor e hizo de su vida un puñetero desastre. Pero nunca hizo mermelada’».


tomado de mujerhoy

Frank Sinatra y Ava Gardner: locura hasta el suicidio

Broncas violentas, disparos, infidelidades, dos abortos y dos intentos de suicido del actor y cantante. La reedición de una biografía de Sinatra con nuevas informaciones revela una historia de amor mucho más atormentada de lo que se suponía. 

L os comensales del Copacabana Club miraron sorprendidos el alboroto que se había organizado en la mesa que ocupaban Frank Sinatra y Ava Gardner, su tempestuosa amante. Ella le recriminaba estar flirteado con otra chica; él lo negaba con ira: «No sé cómo tu mujer ha podido aguantarte». Frank se abalanzó sobre ella. «Si la vuelves a mencionar te reviento la boca», le espetó mientras los separaban.

Ava devolvió el golpe con su mejor arma, los celos. Desde allí mismo llamó a su ex, el músico Artie Shaw, y le anunció que se pasaría por su piso. Después, dejó sobre la silla su libreta de direcciones abierta por la A de Artie para que Sinatra conociera sus intenciones. El ególatra e inseguro Frank se presentó en la dirección. Llamó a la puerta y le abrió el supuesto rival. Sentada, fumando, con una bebida en la mano y aire despreocupado, Ava le miró divertida. Él no dijo una palabra y se fue.

Cuando la actriz regresó a la habitación de hotel que compartían, Sinatra no estaba. Había alquilado la habitación de al lado, desde la que él  llamó en mitad de la noche. «No puedo soportarlo más. Me voy a matar. Ahora mismo» 

Sonaron dos disparos. Ava corrió desesperada. Lo encontró en el suelo. Aterrorizada, buscó las heridas. Entonces él abrió los ojos y ella reparó en los dos agujeros de bala que habían destrozado el colchón. «¡Maldito hijo de p***!». Minutos después hacían el amor con una pasión desbocada.

Relación tormentosa

El incidente serviría para ilustrar un manual psiquiátrico sobre relaciones destructivas. La suya duró cuatro años que destilaron tanta pasión como veneno, dentro de un guión dramático con dos abortos y dos intentos de suicidio, estos sí reales, del más frágil de los dos, Frank. Así lo relata el periodista J. Randy Taraborrelli, quien en 1997 escribió la biografía ‘Frank Sinatra, Behind the Legend’, que ahora reedita incluyendo estas y otras revelaciones obtenidas de amigos de la pareja.

Esta historia de obsesiones se inició con una portada de revista. Era mediados de los 40 y Ava aparecía en ella estremeciendo con una belleza provocadora. «¿Sabéis qué? Me casaré con esa chica», dijo a un amigo el italiano. El hecho de que estuviera casado con Nancy Barbato y que acabaran de tener a su segundo hijo no era obstáculo para los caprichos de una estrella en ciernes. Hubo un primer encuentro que no acabó en el dormitorio. Frank tuvo que esperar un año para que Ava decidiera averiguar de lo que él era capaz. «Fue mágico. Nos convertimos en amantes para siempre. Eternamente», recordaba la actriz años después.

Los inicios de ‘affaire’

Nancy esperaba su tercer hijo cuando la prensa comenzó a airear el rumor. Ni Ava Gardner era la primera amante ni Nancy creía que fuera a ser la última. Suponía que, como en otros casos anteriores (Lana Turner, Marilyn Maxwell…), era cuestión de esperar hasta que el fuego se extinguiera. Se equivocaba. El día de San Valentín de 1950 él le pidió el divorcio.

La aventura se había convertido en un vínculo enfermizo para un Sinatra dispuesto a perderlo todo si a cambio tenía a Ava. Por entonces, la carrera de La Voz declinaba. Sus discos se compraban menos, no llenaba en los conciertos y la escasa taquilla de sus películas hizo que la Metro Goldwyn Mayer rescindiera su contrato. Abandonar a Nancy solo empeoró las cosas ante su público. 

«Frank se perdió en ella. Nunca percibí que Ava fuera capaz de querer de verdad. Y lo digo porque yo había salido con ella antes. Era tan fría como el acero», recordaba el actor Peter Lawford, íntimo de Sinatra. Testimonios como este, recogidos en el libro de Taraborrelli, hablan de un amor descompensado que hizo del ídolo un actor secundario en la vida de aquella mujer fatal, de la que llegó a depender más de lo que nadie imaginaba. El acuerdo de divorcio obligó a Sinatra, en pleno bache profesional, a pasar a Nancy y sus hijos una pensión de 2.750 dólares mensuales. Tuvo que pedir un préstamo de 19.000 dólares a Ava para hacer frente a los pagos.

Se sentía en sus manos. Una situación difícil de aceptar para su carácter soberbio, que estallaba con violencia en terribles peleas en las que Ava nunca aceptaba una derrota. «Si alguna vez me tratas como a Nancy, te mataré», le dijo una noche durante una de esas disputas. «No eres más que una puta», contestó él. Estaban pasando unas vacaciones en el lago Tahoe, haciendo planes de boda, y la actriz decidió abandonarle y regresar a Los Ángeles.

Allí recibió una llamada: Frank estaba en el hospital. Había intentado quitarse la vida con pastillas y alcohol. Los doctores pensaban que no lo superaría. Pero lo hizo, y cuando despertó Ava estaba a su lado. «Estoy segura de que ese ca**** contó las pastillas que se tragó –confesó la actriz a su ama de llaves-. Le tendría que haber dado una patada en el culo en ese instante, pero le perdoné en 25 segundos».

Pocas semanas más tarde, Sinatra volvió a intentarlo. Estaba en Nueva York, en el apartamento de un amigo. Tomó un puñado de pastillas y abrió las llaves del gas de la cocina. Su amigo lo encontró cuando había perdido la conciencia. Unos minutos más y hubiera muerto. «He visto en su mirada que Ava ya no me quiere». Fue su justificación.

Taraborrelli insinúa en la biografía que la actriz decidió casarse con él por miedo a su desesperación, aunque probablemente era consciente de que no había futuro para la pareja. Otra pelea el día antes de la boda adelantó el escenario de lo que sería su vida en común: una prostituta escribió a la actriz asegurándole que su futuro marido la visitaba con frecuencia desde hacía meses. La discusión terminó con el anillo de pedida, de esmeraldas y diamantes, saliendo por la ventana. Nunca se encontró.

La ceremonia se celebró en noviembre de 1951. Sinatra estaba exultante. Ava solo sonreía: «La boda no ha estado mal, pero he tenido que pagar por cada maldita cosa», le dijo a un amigo que la llamó a Cuba, donde solo el novio parecía disfrutar de la luna de miel: «¿Eres feliz?», le preguntó su amigo. «Digamos que no soy infeliz».

No sorprende que en esas circunstancias no quisiera tener hijos. Un año antes ya se había sometido a un aborto del que Sinatra nunca supo nada. Durante el rodaje de ‘Mogambo’, en África, descubrió que volvía a estar embarazada. Frank la había acompañado. No tenía nada más que hacer que intentar convertirse en un marido solícito, entregado. Más aún cuando conoció la noticia: iban a formar una familia. Podrían ser una pareja normal. Estaba entusiasmado. Ava, sin embargo, ya había decidido no tener el bebé.

Justo en esos días, Sinatra recibió una llamada de su representante. La Columbia quería hacerle una prueba para un papel en la película ‘De aquí a la eternidad’. Fue Ava quien se lo consiguió rogando a los productores para que le dieran una oportunidad. Él voló de regreso a Estados Unidos y ella tomó un vuelo a Londres, donde abortó. Después se lo dijo a Frank. Seguramente ambos supieron que ese era el final de una historia imposible que continuó unos meses más. Al menos, Sinatra ahora podía refugiarse en su carrera. De aquí a la eternidad le hizo ganar su único Oscar, al mejor actor secundario, y le colocó de nuevo en la cima de las listas musicales de éxitos. Volvía a ser La Voz… y Ava volvía a volar sola.

Los rumores de un nuevo lío de faldas con una corista fue la última excusa para que la actriz pidiera el divorcio (1953). Estaba cansada de aquel amor infernal. De hecho, estaba cansada de todo su mundo, por eso se instaló en España, el país que la había fascinado durante las semanas que pasó entre la Costa Brava y Sevilla rodando en 1950 ‘Pandora y el Holandés Errante’.

La aventura de una noche con Mario Cabré, anunciada por el indiscreto torero, provocó que Sinatra se presentara en Barcelona. Aquella había sido una de tantas. Ahora Ava iniciaba en Madrid otra vida entre dry matinis en Chicote y Pasapoga, y las fiestas en su suite del Hotel Castellana Hilton. «En España me siento cómoda y feliz y ni por un minuto me considero extranjera», declaraba.

El fin de un amor de película

Tras cuatro meses oficialmente separados, Sinatra no pudo tolerar la idea de una ausencia definitiva y tomó un avión a Madrid. Ava le dijo en su suite que había iniciado una relación con Luis Miguel Dominguín. Él reaccionó como un loco, destrozando el mobiliario y lanzándole a la cara un fajo de billetes de 100 dólares: «Aquí tienes los 19.000 que me dejaste». No se volvieron a ver, pero los recuerdos los mantuvo unidos siempre. Cuando Ava murió en un hospital de Londres (en 1990), en su mesilla reposaba una foto de ambos besándose. Al enterarse Frank, lloró desconsoladamente.


tomado de infobae

Todo. La historia y la leyenda. Todo empezó con la foto de una campesina colgada en la vidriera de un estudio fotográfico en la Quinta Avenida. De New York, claro.

La foto, en blanco y negro, no revelaba los ojos de la mujer: verdes como el trigo verde, y el verde, verde limón, como escribió Federico (García Lorca, sí).

Pero en su caso y por cuanto sucedería en adelante, verdes como las esmeraldas. Aquellas tan caras y tantas, que ni siquiera recordaba cuántas había perdido después de una noche de juerga. De las mil noches y una noche de fandango, palmas, taconeo, gin, vodka y sexo en aquella España negra de los 50, del aterrador Generalísimo de voz de pito y menos piedad que una serpiente, de censura asfixiante, y de un Miguel de Unamuno que se murió de pena en una mazmorra por el pecado mortal de pensar… y decirlo.
Pero vamos mucho más atrás…

Ahora estamos –imagínese– en una casucha de Brogden, Carolina del Norte, en la alta noche del 24 de diciembre de 1922. Nochebuena. Pero nada buena para los Garder (Jonas y Molly), porque acaba de llegarles su sexto hijo (a), y sembrar algodón y tabaco de sol a sol apenas llena los platos…
Bautista Molly, católico Jonas, llaman Ava a la recién nacida. Ava Lavinia Gardner.

Que no tiene un pan debajo del brazo, sino preludio de más penurias. Perdida la granja para siempre, Jonas se emplea en un aserradero, Molly torna a cocinera y ama de llaves, y más tarde, a sus 13 años y con un padre que acaba de morir, empieza a tomar clases de Secretariado. Porque no puede ni se permite otro rol: para una campesina en ruinas, demasiado…

En 1940, a sus 18 años y de una belleza «que no parece de este mundo», como tantos famosos dirían de ella a lo largo de sus vidas, viaja a New York para visitar a una hermana, casada con un fotógrafo. Serendipity. Casualidad feliz. El hombre la enfoca, hace clic, y cuelga esa imagen en su display. Una más, sí. Pero Ava. Y en una avenida por la que ambulan millones de almas por día…

 

Una de ellas, Barnard Duhan. Oficio: cazatalentos de la Metro Goldwyn Mayer. Algo así como un embajador del Paraíso Terrenal… Que pregunta quién es esa chica, la encuentra, la cita, y Ava sale de allí… ¡con un contrato de siete años!

Pero primero, clases de arte dramático y de dicción, porque su acento del sureste norteamericano y la pantalla de plata son enemigos irreconciliables.
En su filmografía –50 películas en 44 años de carrera–, tímida, ignota, aparece la primera: Joe Smith, American, 1942. Año en que no es más que una partiquina con una ficha que dice «Ava Lavinia Gardner, un metro setenta, 92–50–92». Todavía faltaba mucho para que un periodista del show business llevara a letras de molde la célebre definición: «Es el animal más hermoso del mundo».

Pero pronto, a la mejor manera de Hollywood, dos matrimonios. Con Mickey Rooney –que sería un ícono: actuó desde niño casi hasta los 94 años que vivió–, y con el rey del clarineteArtie Shaw.

Parejas fugaces: un año cada una. Pero un lustro más tarde, en 1951, boda con el hombre de su vida. Para bien. Para mal. Para desatar tormentas atronadoras y escándalos récord. Para amarse, odiarse, volver a amarse, no olvidarse jamás.

Boda con Frank Sinatra. Ninguno de los dos volvió a repetir una pasión tan brutal. De ríos de alcohol. De sexo irrepetible según ambos. Pero imposible de sostenerse en el tiempo. Frank fue exacto en explicarlo:
–No podíamos seguir porque somos demasiado parecidos.
Le faltó completar la definición: «en la locura».
El territorio definitivo (cielo e infierno) fue España.

Ava llegó allá para filmar Pandora y el Holandés Errante. Lugar: Tossa de Mar, en la Costa Brava. Y el país se metió en su sangre como «un dulce veneno»: tres palabras dignas de una novelita de Corín Tellado…

Bares infinitos (Chicote, un templo). Tablados gitanos. Noches corridas hasta que apuntaba el sol. ¡Los toros! Pero más (mucho más), los toreros. Como Mario Cabré primero y Luis Miguel Dominguín después. Sin secretos. A la vista. En toda la prensa. Con palabras de sinceridad brutal:
–Me encanta España porque se parece a mí. Es violenta, rural, caprichosa…

Por supuesto, las noticias de sus correrías nocturnas, sus amantes, su desenfreno, llegan a las entrañas de Sinatra –cuya vida no era la de un monje cartujo, aclaremos–, que llega por primera vez a España en 1950 para encontrarse con Ava, ciego de ira y de celos, con seis cajas de Coca Cola y un collar de esmeraldas. Y es leyenda su amenaza:
–Si te vuelvo a oír hablar de ese tipo, ¡los mataré a los dos!

«Ese tipo» era Mario Cabré, que le dedicaba cada toro que mataba, como el Juan Gallardo de la novela Sangre y Arena a Doña Sol. En la película, Tyrone Power y Rita Hayworth.

Humphrey Bogart, que filmó con ella La condesa descalza, le dijo:
–No entiendo como una mujer semejante… ¡anda con un tipo que viste medias de seda y zapatillas de bailarina!
Una tarde, antes de lanzarse a la parranda nocturna y beberse «todo el alcohol de cada barra» (frase de un biógrafo), recibió a un periodista:
–¿Cómo una mujer como usted puede amar a un hombre como Sinatra, que pesa cincuenta kilos?
–Porque siete son de carne, y cuarenta y tres de pene…
Y se fue, como siempre, a emborracharse, a torear autos en el Paseo de la Castellana, a volver a su casa en el camión de la basura…

Por fin, en 1957, luego de seis años salvajes, se divorciaron. Pero nunca se olvidaron. Ni siquiera para el sarcasmo. Cuando ella se enteró de la boda de él con Mia Farrow, dijo:
–Siempre supe que Frank acabaría en la cama con un muchachito…

Ava no fue una gran actriz (como Bette Davis, por ejemplo), pero tampoco lo necesitó: la belleza y el magnetismo bastaban. Pero además, a pesar de que jamás abandonó su desaforada vida, tenía una fuerza titánica. Según un famoso director, «aunque haya dormido una hora, es capaz de filmar durante diez, sin desmayo, y repitiendo exactamente sus líneas».
Ella lo explicaba así:
–Son mis genes de campesina.

Pasaron por su cama varios de los grandes mitos del cine: Burt Lancaster, Clark Gable, Robert Taylor, Gregory Peck, Robert Mitchum. Etcétera. La tevé pasa raramente alguna de sus películas: una injusticia. Y las hay: Mogambo, dirigida por John Ford (¡nada menos!), enLa noche de la iguana, by John HustonSiete días de mayoLa condesa descalzaLas nieves del Kilimanjaro

Quizá así se comprenda profundamente aquello del animal más hermoso del mundo. Que no fue, a juzgar por sus confesiones, el animal más feliz.
Recordemos…
«Siempre amé demasiado bien, pero nunca sabiamente».
«Llega un momento en que te has convertido en un viejo putón».
«Bebí todo el alcohol del mundo, pero no lo disfruté. Lo hacía para superar mi timidez».
«Actuando no valgo una mierda».
«Admiro a Greta Garbo. Cuando empezó su crepúsculo tuvo el valor de retirarse con dignidad»
«En el fondo, Hollywood no era más que un barrio de Los Ángeles, con palmeras marchitas, edificios despintados, tiendas baratas y cines llamativos».
«Me duele que la vida me haya privado de la alegría de ser madre»
«Quiero vivir hasta los 150 años, pero el día en que muera, que sea con un cigarrillo en una mano y un whisky en la otra».

Pero vale la pena, por sobre ese libro de citas que nunca se publicó, recordar el mayor homenaje al hombre que realmente amó:
«Frank Sinatra tenía algo en su voz que sólo oí en dos personas: Judy Garland y María Callas. Una calidad que me hace llorar de felicidad, como un atardecer hermoso o un coro de niños cantando villancicos»

Se fue temprano del mundo: en Londres, el 25 de enero de 1990, a sus 67 años. La mató una neumonía. Fumaba desde los 8 años. Eso y el alcohol no ayudaron…
Lo último que le oyó decir su ama de llaves fue «estoy cansada».
Sinatra murió ocho años después.
El cuerpo de Ava yace en el Sunset Memorial Park de Smithfield, Carolina del Norte.
La misma tierra en que nació.

 

 
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