Sombras chinas

tomado de encadenados.org

No sabemos cuando se utilizaron las luces y las sombras, por primera vez, para contar historias, ni por quién, pero seguramente fue en la noche de los tiempos cuando, a la luz de una hoguera o antorcha, el hombre vio la posibilidad de crear figuras a través de las imágenes producidas por la sombra de objetos o cuerpos colocados delante de una fuente de luz. Estas imágenes proyectadas sobre una superficie plana y blanca, la pantalla, reproducían las siluetas en negro de los objetos representados.

Los orígenes de los espectáculos de sombras hay que buscarlos en Extremo Oriente. Los primeros documentos que prueban su existencia  datan del siglo XI, aunque se cree que ya en el siglo III existían. Desde China se difundieron por todo Extremo Oriente, especialmente a Java, Bali, Indonesia, Japón y la India.

Las representaciones de estos espectáculos de sombras orientales se basaban en historias, poemas épicos o leyendas de origen mitológico o religioso, con monstruos, dioses, héroes… como personajes principales. La lucha del bien contra el mal era un tema muy recurrente, así como las leyendas populares y relatos orales.

La sombra es interpretada simbólicamente de formas diversas por distintas culturas. Para los chinos la sombra es el aspecto ying (el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción) en oposición al yang (el principio masculino, la luz, el cielo, la actividad y la penetración). Son complementarios y su mutua interacción constituye el verdadero proceso del universo. La ausencia de sombra es para ellos símbolo de purificación, inmortalidad o realeza. Los seres sin sombra son los que han conseguido la paz interior.

Para algunos pueblos africanos la sombra es como la segunda naturaleza de los seres y de las cosas y generalmente va ligada a la muerte.

Hemos visto como el expresionismo recogía algo de todas estas filosofías y construía su propio lenguaje de las sombras. El cine negro reelabora ese lenguaje y hace de las sombras algo más que un motivo de espanto. Las sombras de los personajes del cine negro son espejos de sus almas turbias, fugitivas y contradictorias, cambiantes, perversas y torturadas. Seres sin esperanza, sin paz interior, condenados a llevar su alma-sombra pegada a sí mismos  como un ángel negro del que sólo la muerte les permite desprenderse.

Esos perfiles recortados bruscamente sobre las zonas de luz, nos anuncian otras veces que a pesar del porte fiable del personaje que la lleva, su naturaleza también es humana y como tal corrompible, sobornable, fácilmente engatusable por cualquier felina seductora (no hay que olvidar el carácter misógino del género), dual… Porque en el cine negro no hay buenos y malos absolutos, como en el western, sino más bien malos-malos y buenos ambiguos, y todos parecen/merecen, unos y otros, llevar una sombra a cuestas.

Las sombras-siluetas pueblan las películas del cine negro, sombras que además  de convenir a la trama, son un claro homenaje a la procedencia del cine.

A %d blogueros les gusta esto: