Nombre | Gloria Grahame |
Actividad | Actriz |
Lugar de nacimiento | Los Angeles California |
Fecha de Nacimiento | 28 de noviembre de 1923 |
Lugar de fallecimiento | Nueva York |
Fecha de fallecimiento | 5 de octubre de 1981 |
Filmografia |
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Gloria Hallward, de nombre artístico Gloria Grahame (Los Ángeles, California, 28 de noviembre de 1923 – Nueva York, 5 de octubre de 1981), fue una actriz estadounidense de cine, teatro y televisión. Galardonada con el premio Oscar en 1952 a la mejor actriz secundaria, por su participación en la película Cautivos del mal (1952).
Trayectoria artística
Hija del arquitecto y escritor Reginald Hallward y de Jeanne McDougall, de nombre artístico Jean Grahame, actriz y profesora de teatro, Gloria comenzó su carrera como actriz en el medio teatral. Mientras trabajaba en los escenarios de Broadway, fue contratada por la productora MGM, en la que empezó a trabajar en el medio cinematográfico, y se cambió el nombre por el de Gloria Grahame.
Desempeñó papeles importantes en producciones de Hollywood durante las décadas de los 40 y 50, siendo nominada al Oscar de la Academia de Hollywood como mejor actriz secundaria por Encrucijada de odios (1947). Tras su trabajo con directores como Nicholas Ray y Cecil B. DeMille, volvería a ser nominada de nuevo al Oscar a la mejor actriz secundaria en 1952, por su interpretación en Cautivos del mal (The Bad and the Beautiful), de Vincente Minnelli.
A partir de mediados de la década de los 50 la carrera en el cine de Gloria Grahame declinó, en parte debido a los malos resultados de una operación quirúrgica en un labio, lo que perjudicó la dicción de la actriz.
En la década de los 60 Grahame se mantuvo muy activa en el medio teatral, pero prácticamente abandonó el cine, interviniendo solo en el western Noche de violencia. En el año 1964 participó en el capítulo «The Homecoming» en la serie de TV El Fugitivo en donde tiene el papel de Dorina Pruitt.
Desde el comienzo de la década siguiente hasta principios de los 80, Grahame tendría una actividad considerable en el cine y la televisión, sin abandonar el medio teatral, representando varias obras en Inglaterra. En 1973 intervino en el cine español: participó en Tarot de José María Forqué, junto a Fernando Rey y Sue Lyon.
Vida personal
Gloria Grahame estuvo casada en cuatro ocasiones, siendo su segundo marido el director Nicholas Ray. Fue madre de cuatro hijos, tres varones y una niña.
Muerte
En 1981, Grahame fue dignosticada de cáncer de estómago, pero ella rechazó el resultado del diagnóstico, y viajó a Inglaterra para proseguir con su actividad profesional en el teatro. Una vez allí, su salud se deterioró rápidamente, siendo trasladada de nuevo a los Estados Unidos, y falleciendo finalmente en Nueva York el 5 de octubre de 1981, a los 57 años de edad. Gloria Grahame está sepultada en el Cementerio Oakwood Memorial Park, en Chatsworth, California.
Gloria Grahame fue una diva de cine atípica. Espontánea, vital y directa esquivó las rígidas normas del Hollywood de los 50 y se manejó a su aire en su vida y su carrera. Una exitosa trayectoria en la que se codeó con Bogart-que se convirtió en su amigo- o James Stewart, la mayoría de las veces en el rol de mujer fatal en contrapunto a la inocencia de Marilyn.
Su talento le granjeó el Oscar a mejor actriz de reparto por Cautivos del mal (1953) pero su nombre se ha desvanecido en el olvido. Ya en la cincuentena cuando su estrella se apagaba, la intérprete sobrevivió con papeles en la escena teatral británica. En Liverpool conocería a su vecino, Peter Turner, un actor principiante al que sacaba 30 años y con el que inició un apasionado romance en 1979.
La cinta Las estrellas de cine no mueren en Liverpool recorre los altibajos de esta relación trágica que emocionará al espectador. Annette Bening (American Beauty) y Jamie Bell (Billy Elliot) interpretan a la pareja real en pantalla, en un filme que se estrena este 18 de mayo.
La película está basada en las memorias que Turner escribió en 1986, en las que describe su historia de amor y pérdida. “Sus movimientos eran rítmicos y resbaladizos. Su voz distintiva y su rostro familiar. Ella no vestía ropa cara, solo su habitual camiseta y unos pantalones vaqueros. Me cautivó. Me deslumbró su estilo”, escribió sobre la actriz en la biografía que da título a la película.
A pesar de que rompieron abruptamente, con el tiempo fueron amigos, y el actor nunca ha podido olvidar a la mujer con la que convivió en Nueva York y a la que cuidaría hasta que murió de cáncer.
Una historia de amor a la contra
El filme, dirigido por Paul McGuigan (El caso Slevin), incluye guiños a la trayectoria de Grahame y transiciones teatrales que muestran los diferentes puntos de vista de la pareja, que destila en la cinta química y ternura, y que saltó por encima de las convenciones sociales.
“Yo tenía solo 27 años pero cuando una relación es fuerte sabe luchar contra las adversidades. Nosotros teníamos una gran fuerza porque la gente nos criticaba por la diferencia de edad. Pero los tiempos han cambiado y vemos la sexualidad y la sensualidad de otra manera. Tenemos por ejemplo al presidente francés cuya esposa le lleva 35 años. Las mujeres y los hombres no perdemos la esencia de lo que somos”, explica a RTVE.es a su paso por Madrid para presentar el filme, Peter Turner, que señala que la película es un sentido homenaje a “Glo” como la llamaba cariñosamente.
El proyecto quedó varado más de 20 años por falta de financiación y conocimiento entre las nuevas generaciones del fulgor de Grahame. Bening, perfecta en el papel de la antaño musa del blanco y negro al igual que un fascinante Bell, investigó desde el principio sobre la actriz y esperó hasta alcanzar la edad adecuada para encarnar el papel.
La personalidad arrolladora de Gloria Grahame no dejó a nadie indiferente. Antes de conocer a Turner se casó cuatro veces, la última con uno de sus hijastros, y escandalizó con sus turbulencias amorosas. La artista no se amilanó, aunque sufrió el machismo de la industria y las presiones sobre el físico de las actrices al envejecer.
“Ella fue una rebelde. Muy adelantada a su tiempo sobre los derechos sexuales, de los trabajadores… Intentaban manejarla pero no se achantó y no permitió que afectara a su trabajo. Para ella fue muy difícil. Ahora tenemos el Me Too pero Gloria fue como una de las primeras Me Too. Sufrió abusos físicos y psicológicos en Hollywood donde había cierta cultura muy consagrada de la apariencia y de lo que había que decir. A las actrices se les decía: acude y cállate”, explica el escritor y actor que se muestra muy satisfecho con las “maravillosas” interpretaciones de la película, que apunta a premios para Annette Bening y Jamie Bell.
urner recuerda emocionado como la intérprete de En un lugar solitario y ¡Qué bello es vivir! era ante todo “una persona muy normal y sencilla”, a la que le gustaba disfrutar de la vida y a la que Hollywood le “parecía una selva”, por eso huía de su banal universo.
A pesar de que provenían de mundos totalmente opuestos, la actriz encajó perfectamente en la familia de Peter Turner y en el ambiente de un Liverpool de los 70, al que se rinde homenaje en la película a su efervescente escena musical. Como la estrella que siempre fue, Gloria Grahame volaría ya muy enferma desde la ciudad británica a Nueva York donde moriría poco después.
La increíble historia de Gloria Grahame: la diva de Hollywood que no murió en Liverpool
Una película narra el desgarrador romance de la actriz ganadora del Óscar, interpretada por Annette Bening, en sus últimos años de vida.
“Amor. Justo como en las películas”. El eslogan publicitario que aparece en el primer cartel de la cinta Film Stars Don´t Die in Liverpool (Las estrellas de cine no se mueren en Liverpool) no deja lugar a la confusión. Lo que se cuenta, o se aspira a contar, es lo que aquí definiríamos como “un romance de cine”. Tiene todos los ingredientes clásicos del pastiche para mantenernos inmóviles frente a la pantalla: la celebridad internacional y el anónimo provinciano, la mujer mayor y el hombre joven, una enfermedad fatal… Como tantas otras veces en la ficción, Gloria Grahame protagonizó en la década de los 70 una historia que rompió tabúes, siendo recuperada ahora por el director Paul McGuigan. Otra diva contemporánea como Annette Bening se pone en la piel de la ganadora del Óscar por Cautivos del mal y, según la crítica, puede que este papel le otorgue por fin la estatuilla que tanto se le resiste. Si creías que Bette Davis y Joan Crawford eran las únicas musas del blanco y negro que volverían a brillar en la pantalla, sigue leyendo.
La de rahame fue una carrera tan relevante como olvidada hoy en día. Diva del Hollywood dorado, femme fatale por excelencia y musa, entre otros, del cineasta Nicholas Ray (Rebelde sin causa), que también fue su esposo. Uno de los cuatro que le pusieron un anillo en el dedo, siendo el último su propio hijastro, Anthony Ray. Su magnetismo lo resumió como nadie el personaje que interpretaba Humphrey Bogart, compañero de elenco en En un lugar solitario: “Nací cuando ella me besó, morí el día que me abandonó y viví el tiempo que me amó”. La actriz construyó una carrera como respuesta contestataria a la ingenuidad de Marilyn y, al igual que tantas otras antes y después, fue jubilada de forma prematura por la dictadura sexista que sigue rigiendo la meca del cine. Su última etapa profesional la pasó sobre las tablas, a medio camino entre Los Ángeles (donde residían sus cuatro hijos) y Londres. Allí tenía como vecino a un actor de medio pelo, que a sus veintisiete años de edad no conseguía triunfar. “Sus movimientos eran rítmicos y resbaladizos. Su voz distintiva y su rostro familiar. Ella no vestía ropa cara, solo su habitual camiseta y unos pantalones vaqueros. Me cautivó. Me deslumbró su estilo”, escribió Pete Turner, el vecino, en la biografía que da nombre a la película.
Era 1979 y las casi tres décadas de diferencia entre ambos no fueron un obstáculo para que la improbable pareja, la estrella de Hollywood y el amateur de Liverpool, se mantuviera como tal. Su “Glo” le descubrió las bondades y lujos de las grandes urbes de Estados Unidos hasta que un día, sin previo aviso, esta cortó todo contacto. Después de varios meses en los que el aspirante a actor rehízo su vida, la intérprete volvió a llamarle para confesarle que el motivo de la ruptura era una importante enfermedad. No quería ser una carga. Sufría un cáncer de mama con metástasis en el estómago que un doctor negligente había empeorado causándole una infección al intentar extraerle líquido del cuerpo. Grahame desoyó los consejos médicos y rechazó cualquier tratamiento. Prefería pasar sus últimos días en otra parte.
Turner acudió a la llamada de auxilio. La recogió del hotel en el que residía mientras ensayaba su última obra de teatro en Londres. Volvió con ella a Liverpool, su ciudad natal, donde él y su familia se hicieron cargo de los cuidados. Pero como anuncia el título, ese no es el lugar idóneo para enterrar a una estrella de cine. El que sería su último amor conocido avisó a los hijos de esta para que la llevaran de vuelta a Estados Unidos. Solo tres horas después de que el avión comercial que transportaba a la actriz tomara tierra en el aeropuerto JFK de Nueva York, Gloria Grahame falleció. Justo como en las películas.
Annette Bening interpreta ahora a la diva de blanco y negro en el filme de Paul McGuigan (El caso Slevin) que acaba de ser presentado en el festival de Telluride. La crítica ha alabado de manera unánime su trabajo y la química que desprende en las escenas junto a Jamie Bell, que da vida a Pete Turner. “Bening podría –y debería– estar en las quinielas para su quinta nominación al Óscar. Bell nunca ha estado mejor desde que Billy Elliot lanzara su carrera en el 2000”, dice Deadline. The Hollywood Reporter afirma que “claro que existen posibilidades de premios para ambos. El mayor obstáculo al que se enfrenta la película es que muy poca gente recuerda hoy a Gloria Grahame”. Por nosotros, que no queda.
Femme fatale del cine negro compartió escenas con Humphrey Bogart o James Stewart y ganó un Óscar por Cautivos del mal; en sus días de declive Gloria Grahame vivió un romance con un joven actor casi 30 años menor que ella, una historia retratada en Las estrellas de cine no mueren en Liverpool.
La película, protagonizada por Annette Bening y Jaime Bell y que llega este viernes a la cartelera, se basa en el libro de memorias que publicó en 1986 ese entonces joven actor, Peter Turner, que se enamoró sin pensar en la diferencia de edad.
«Nunca me lo cuestioné, tampoco sabía qué edad tenía exactamente», ha asegurado Turner a Efe durante una visita a Madrid. «Si se hubiera tratado de un hombre de 55 y una chica de 24 a nadie le habría parecido raro, por suerte hoy las cosas han cambiado», señala, citando el caso del presidente de Francia, Emmanuel Macron y su mujer, Brigitte.
Turner da fe de que Grahame era una mujer adelantada a su tiempo, aunque la película no se centra tanto en su trayectoria, como en el romance puro y duro.
«Estaba muy concienciada políticamente con temas como la desigualdad de la mujer, los derechos de los trabajadores o de los gays«, asegura Turner, y «no se plegaba a los juegos de Hollywood», lo que sin duda contribuyó a su olvido.
«Ella no daba entrevistas, y si en los 50 no dabas entrevistas a Hedda Hopper estabas perdido. Los papeles que hacía de chica mala o prostituta, le dieron mala reputación, aunque en la vida real era lo contrario, se negaba a acostarse con el productor y ese tipo de cosas tan en boga en esa época«.
«En un lugar solitario», con Bogart, o «Los sobornados» junto a Lee Marvin, fueron otros de sus trabajos más populares. También «Encrucijada de odios», por la que consiguió su primera nominación al Oscar o «la chica que no podía decir que no» en la adaptación del musical «Oklahoma!».
Con todo, su vida privada era controvertida. Para cuando conoció al británico llevaba un recorrido sentimental agitado: cuatro matrimonios, cuatro hijos, su segundo marido fue el director Nicholas Ray, y el cuarto, su hijastro, Tony.
«No era un ángel, y su carrera sufrió por eso«, relata Turner. «Pero no le gustaba el ambiente de Hollywood, le parecía una selva».
Dirigida por Paul McGuigan, «Las estrellas de cine no mueren en Liverpool» ha tardado casi 20 años en salir adelante.
«Siempre es difícil hacer una película independiente», explica el actor. El desconocimiento de quien era Grahame por parte de muchos jóvenes ejecutivos de la industria fue un obstáculo, y tampoco fue fácil encontrar a la actriz adecuada.
«Se barajó a Jane Fonda pero no salió adelante, otras actrices no querían mostrar su verdadera edad. Annette Bening estaba interesada desde un principio pero entonces era demasiado joven, así que finalmente hemos esperado a que tuviera la edad adecuada», señala.
Turner está muy satisfecho de cómo Bening y Bell transmiten la química que había entre él y Grahame. «Cuando los ves no piensas en la diferencia de edad, entiendes la fascinación mutua. Ella me intrigaba y yo le intrigaba, era muy divertida, ingeniosa y peleona, hablábamos mucho y nos reíamos mucho», recuerda.
La película se cierra con las imágenes reales de Grahame subiendo a recoger el Oscar a la mejor actriz de reparto por Cautivos del mal, de Vincente Minelli, unas imágenes que ya entonces dieron mucho que hablar.
La actriz, con 29 años y visiblemente nerviosa, pronuncia un escueto «muchas gracias» sin apenas detenerse delante del micrófono y sale precipitadamente del escenario.
«Era tímida para ese tipo de actos públicos», dice Turner, que también recuerda que la actriz se encontraba en pleno rodaje, agotada físicamente, y que aquella fue la primera ceremonia de los Oscar que se retransmitía por televisión, todo el mundo estaba nervioso.
Gloria Grahame fue una rebelde del Hollywood de los 40 y 50, defensora de los derechos de las mujeres, los homosexuales y los obreros, ganó un Oscar a la Mejor Actriz Secundaria por Cautivos del mal, de Vincente Minelli, pero la industria no perdonó su ‘insurreción’. En los 70 vivió una hermosa relación de amor con Peter Turner, entonces un aspirante a actor treinta años menor que ella. Ahora, y sobre las memorias que escribió él, se ha llevado su romance al cine, Las estrellas de cine no mueren en Liverpool, dirigida por Paul McGuigan.
Emocionante, inspiradora, la película está protagonizada por Annette Bening y Jamie Bell, una pareja que, en palabras del auténtico Peter Turner, “cuenta una historia que hoy puede ayudar al empoderamiento de la mujer. ¿Por qué se empeñan en que las mujeres con 55 o 65 no están guapas o no son sexys, mientras que de un hombre de 70 años se sigue diciendo que es atractivo?”
Han pasado 30 años y que una mujer de 50 tenga una relación con un hombre de 20 sigue siendo un escándalo.Mi historia de amor con Gloria Grahame fue muy chocante hace treinta años. A mucha gente le repugnaba y decían: “¡Es tan vieja!” Y ¡solo tenía 57 años! Miro a Annette Bening y es preciosa, está fantástica en la pantalla. Hombre y mujeres están fantásticos a partir de los cincuenta. Hoy sigue habiendo las mismas ideas sobre edad y sexualidad y son completamente estúpidas. Shakespeare decía en uno de sus sonetos que “la edad y el amor perduran a través del tiempo”.
¿Su historia de amor tiene hoy, con el paso de ese tiempo, un significado diferente?
Sí, tiene un significado especial. Ahora es una historia que puede ayudar con el empoderamiento de la mujer y a lanzar un mensaje importante. Emmanuel Macron, el presidente francés, tiene 25 años menos que su pareja, eso transmite un mensaje extraordinario al mundo sobre la mujer, su belleza, su sexualidad, su sensualidad… ¿Por qué se empeñan en que las mujeres con 55 o 65 no están guapas o no son sexys, mientras que de un hombre de 70 años se sigue diciendo que es atractivo?
Gloria Grahame fue una rebelde en su época…
Ella, en los cincuenta, fue diana y víctima de abusos psicológicos por parte de hombres muy poderosos de Hollywood. Y como decía que no, perdió muchas oportunidades y prestigio, vivió el drama de rumores falsos. Gloria Grahame fue una de las pioneras del #MeToo de hoy, así que creo que la película aparece en un momento idóneo para que muchas mujeres se den cuenta de muchas cosas, que sepan que empoderamiento es respeto… Ella tuvo una vida extraordinaria.
¿Extraordinaria por esa rebeldía?
Sí. Estaba por delante de su tiempo, incluso en su manera de actuar era insólita. En todo era extraordinaria, en su actitud hacia la vida, en su lucha por los derechos de las mujeres y de los gays, de los obreros… Muchos pensaban que estaba un poco chalada por esas opiniones. En esa época las mujeres se ocupaban de tener buen aspecto y se callaban. Ahora es distinto.
Ahora usted tiene una pareja masculina, ¿el sexo tiene más que ver con el amor que con una supuesta orientación?
Para mí es cierto que hay tantas sexualidades como individuos en el planeta. Nunca he tenido problemas con la intimidad de nadie. Me he enamorado y el género de la persona en ese caso pasa a segundo plano. Lo importante es la intensidad o el poder de la conexión. La parte mecánica de hacer el amor es un medio hacia la expresión del amor. Para mí todo esto es normal, ahora y más joven, siempre me han atraído las personas que me han inspirado. Es algo que forma parte de lo que soy. Estoy orgulloso de ser quien soy y me siento afortunado. No quiero dejar la impresión de que voy de cama en cama, pero sí de que cualquier historia amorosa ha sido así en mi vida.