Persecución en la noche

Título en castellano Persecucion en la noche
Titulo original Ride the Pink Horse
Año de filmación 1947
Duración 101′
Pais Estados Unidos 
Director Robert Montgomery
Guion Ben Hecht, Charles Lederer (Novela: Dorothy B. Hughes)
Música Frank Skinner
Dirección de fotografia Russell Metty (B&W)
Reparto
Productora Universal International Pictures
Sinopsis Lucky Gagin (Robert Montgomery) llega, en la víspera de una fiesta popular, a un pueblo mexicano de la frontera, con la misión de encontrar a un tal Frank Hugo (Fred Clark), de quien quiere vengarse. Un agente del FBI (Art Smith) también está tras la pista del misterioso Hugo. 
Premios 1947: Nominada al Oscar: Mejor actor secundario (Thomas Gomez)
Subgénero/Temática Crimen, Drama, Vida rural

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tomado de filmaffinity

Persecución en la noche es una de las pocas películas donde Robert Montgomery compartió la dirección y la actuación como protagonista. Su trabajo más conocido es La dama del lago donde interpretaba a Philip Marlowe con la utilización de una cámara subjetiva que llegaba a cansar y por la cual siento escaso entusiasmo. En esta película, me ocurre algo más de lo mismo porque la premisa inicial daba pie a una historia interesante a la cual no le ha sacado el debido partido.

El arranque es prometedor con la llegada de ese misterioso hombre a un exótico pueblo mexicano repleto de fiestas, jolgorio y música. Al visionar la versión original, tiene su gracia escuchar voces que combinan el inglés con el español con esos acentos tan marcados (recuerdo otra película como El gran robo de Don Siegel con Robert Mitchum, ambientada también en México).

La trama encierra esos elementos típicos de chantaje, soborno y busqueda de la venganza, tan habituales en el género y que intenta crear un suspense ante la llegada de ese americano. Sin embargo, las secuencias transcurren de una manera anodina con un ritmo pausado, donde apenas te enganchan los personajes y sus diálogos insustanciales. Durante casi una hora me sentí bastante distanciado con todo lo que veía en un guión que se queda frío y carente de conflicto o enganche emocional. Se nota una breve mejoría durante una media hora final más intensa con un par de secuencias cargadas de violencia que, por lo menos, proporcionan un climax carente en el resto de la pelícua.

Echo de menos que aparezcan más tiempo los gángsters de turno con ese peculiar jefe sordo o esa mujer manipuladora que lleva a cabo Andrea King. Montgomery lleva todo el peso del reparto y queda regular como ese hombre vengativo. El mayor lastre es la actriz Wanda Hendrix, con una caracterización pésima (ese ridículo maquillaje que guarda un parecido a la mestiza Jennifer Jones de Duelo al sol) en un papel tan cursi.

Realmente en esta película lo que más queda es la captación del ambiente festivo con desfiles de carrozas, carruseles y música de mariachis.


Vista dos veces, la primera vez tendría unos quince años y la vi, por casualidad, en la tele, una tarde noche perdida de esas en las que no se te ocurre nada mejor que hacer. Me quedé anonadado y pensé esto de ella:

«Magistral película, muy injustamente olvidada hoy en día y que es una de las mejores películas del género negro que existe en el cine mundial.
Extraordinaria en cuanto a plasmación de sugerentes e inquietantes atmósferas, brillantemente interpretada y con una inteligentísima dirección del protagonista, con una escena en verdad virtuosa y no superada hoy en día, aquella de la noria, todavía un misterio para mí en cuanto a su concepción y puesta en escena».

Bueno, bueno, maticemos. Y es que vista de nuevo en agosto del 2019 pues no me acordaba bien del desarrollo del argumento, lo cierto es que sigo pensando que está francamente bien, entre otras cosas porque el guión es de nada menos que de uno de los, sin duda alguna, mejores guionistas que ha tenido el cine mundial: Ben Hetch, quien junto a Charles Lederer adapta de forma excelente la novela de Dorothy B. Hughes.
Por lo visto, Robert Montgomery, avispado actor que también dirigía de vez en cuando vio en este proyecto una buena oportunidad para sacar lo mejor de sí mismo… y lo consiguió.
Otra cosa es que, viéndola de nuevo, siga pensando que es magistral y que es una de las mejores películas del género negro de la historia del cine mundial. Francamente, un poco exagerado. Supongo que lo que sucedió la primera vez es que, repito, no me esperaba nada de ella, ni me sonaba y me encontré con un estupendo film con gran sentido de la tensión y clímax in-crescendo donde los peligros acechan al protagonista atacándole por la espalda.
Pero magistral igual es un calificativo excesivo.
Pero me alegro de haberla visto de nuevo y de haber gozado de la belleza de Wanda Hendrix, quizás en su mejor papel y del siempre estupendo Thomas Gómez, quien estuvo nominado al Óscar al mejor actor «secundario» por su magnífico papel del dueño de la noria que ayuda al protagonista jugándose el pellejo.
Y en cuanto a la escena de la dichosa noria, mientras los niños tratan de disfrutar de la función, pues está muy bien, las caras de los niños reflejan perfectamente la seriedad del momento, pero tampoco es cosa tan virtuosa.
En fin, que está muy bien y, si no se ha visto, verla es una buena idea.


tomado de filmsencajatonta

Vista dos veces, la primera vez tendría unos quince años y la vi, por casualidad, en la tele, una tarde noche perdida de esas en las que no se te ocurre nada mejor que hacer. Me quedé anonadado y pensé esto de ella: 
 
«Magistral película, muy injustamente olvidada hoy en día y que es una de las mejores películas del género negro que existe en el cine mundial. 
Extraordinaria en cuanto a plasmación de sugerentes e inquietantes atmósferas, brillantemente interpretada y con una inteligentísima dirección del protagonista, con una escena en verdad virtuosa y no superada hoy en día, aquella de la noria, todavía un misterio para mí en cuanto a su concepción y puesta en escena».
Bueno, bueno, maticemos. Y es que vista de nuevo en agosto del 2019 pues no me acordaba bien del desarrollo del argumento, lo cierto es que sigo pensando que está francamente bien, entre otras cosas porque el guión es de nada menos que de uno de los, sin duda alguna, mejores guionistas que ha tenido el cine mundial: Ben Hetch, quien junto a Charles Lederer adapta de forma excelente la novela de Dorothy B. Hughes.
Por lo visto, Robert Montgomery, avispado actor que también dirigía de vez en cuando vio en este proyecto una buena oportunidad para sacar lo mejor de sí mismo… y lo consiguió.
Otra cosa es que, viéndola de nuevo, siga pensando que es magistral y que es una de las mejores películas del género negro de la historia del cine mundial. Francamente, un poco exagerado. Supongo que lo que sucedió la primera vez es que, repito, no me esperaba nada de ella, ni me sonaba y me encontré con un estupendo film con gran sentido de la tensión y clímax in-crescendo donde los peligros acechan al protagonista atacándole por la espalda.
Pero magistral igual es un calificativo excesivo.
Pero me alegro de haberla visto de nuevo y de haber gozado de la belleza de Wanda Hendrix, quizás en su mejor papel y del siempre estupendo Thomas Gómez, quien estuvo nominado al Óscar  al mejor actor «secundario» por su magnífico papel del dueño de la noria que ayuda al protagonista jugándose el pellejo.

 
Y en cuanto a la escena de la dichosa noria, mientras los niños tratan de disfrutar de la función, pues está muy bien, las caras de los niños reflejan perfectamente la seriedad del momento, pero tampoco es cosa tan virtuosa.

En fin, que está muy bien y, si no se ha visto, verla es una buena idea.


tomado de elgabinetedeldoctormabuse

Si por algo es recordada la carrera del actor Robert Montgomery como director es por ese experimento tan inusual llamado La Dama del Lago (1947), una película filmada totalmente en plano subjetivo. Aunque el resultado unánimemente está considerado fallido, de entrada resulta refrescante que Montgomery se atreviera a debutar tras las cámaras con algo tan arriesgado. Menos recordada y no obstante bastante superior a nivel cualitativo es su segunda obra, Persecución en la Noche (1947), realizada ese mismo año.

De nuevo se trata de una muestra de cine negro pero sin experimentos de por medio que, no obstante, sigue siendo muy peculiar e interesante a su manera, escapando de nuevo de los esquemas tradicionales del género; pero aquí no tanto en la forma como en el contenido.

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Adelantándose una década a Orson Welles en Sed de Mal (1959), Persecución en la Noche propone una historia criminal ambientada en México. La acción sucede durante una fiesta local en un pequeño pueblo al que llega nuestro protagonista Lucky Gagin. Éste busca a un importante mafioso, Frank Hugo, que mató a un amigo suyo por motivos un tanto turbios. Pero su intención no es vengarse, sino chantajearle y conseguir una importante suma de dinero.

Ya de entrada, me gusta mucho la escena inicial de la película, que nos muestra en un largo plano secuencia la llegada de Lucky a la pequeña estación de autobuses y cómo esconde con toda la cautela del mundo un pequeño papel en una taquilla. Todavía no conocemos al personaje ni sus motivaciones pero su extraña forma de actuar ya nos conquista por completo.

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Pero en realidad lo que hace de Persecución en la Noche un film noir tan especial es su tono, extrañamente sosegado. Apenas se da pie a secuencias de acción ni tenemos en demasiadas ocasiones la sensación de que el protagonista corra peligro, salvo en el tramo final. Parece como si los guionistas, Ben Hecht y Charles Lederer, prefirieran recrearse en la figura del extranjero en un territorio desconocido y en su relación con dos personas del pueblo: el entrañable Pancho, humilde dueño de un tiovivo, y Pila, una jovencita que le toma cariño y le sigue para protegerle. Y aquí es donde la película me conquista por completo. Me gustan los personajes y me gusta la ambientación mexicana, de modo que me siento lo suficientemente a gusto como para que no me importe que la trama criminal se quede algo de lado.

También es muy interesante el estatus de Lucky como antihéroe total: no solo no sabe desenvolverse por si solo en su plan, sino que además es antipático en su trato con los demás. En el fondo no deja de ser un matón cuyo “noble” propósito no es vengar a su amigo sino sacar un dinero extra. En cierta ocasión la inocente Pila resume la situación diciendo que Frank Hugo es el malo y Lucky el bueno, pero tanto él como nosotros nos sentimos algo incómodos ante la suposición de que Lucky sea “el bueno”. Se nos ofrece como tímida excusa una idea que planea sobre todo el film: la condición de Lucky como veterano de guerra, que ha regresado del ejército sin nada con que sustentarse mientras mafiosos como Frank Hugo han seguido enriqueciéndose, una visión muy cínica para la época.

Tanto el interesante guión como la sólida dirección de Robert Montgomery sustentan una película que de entrada no es tan fácil ni obvia como parece. Desde luego no es un film noir al uso, aunque contiene alguna escena escalofriante como la paliza que unos matones propinan a Pancho ante la mirada impotente de los niños desde el tiovivo. Y un último detalle que hace que simpatice más con la película es su final, que quizá no deseen conocer.

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La peculiar relación de Lucky con Pila (la cual casi literalmente le ha adoptado) nunca llega a devenir romance como uno esperaría según los canones del género, pero lo mejor es que ni siquiera en el desenlace el guión cae en dicho error: ambos se despiden demostrando que sienten un aprecio mutuo pero luego siguen caminos distintos. Ciertamente soy incapaz de imaginármelos juntos.

Un último detalle simpático: en el doblaje al español se alteró el último diálogo entre ellos para darle otro significado y dar a entender que más adelante Lucky volverá a casarse con ella. Quizá el traductor no quiso decepcionar al público hispanoparlante.

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