Nombre | Raoul Walsh |
Actividad | Director |
Lugar de nacimiento | Nueva York |
Fecha de Nacimiento | 11 de marzo de 1887 |
Lugar de fallecimiento | Simi Valley California |
Fecha de fallecimiento | 31 de diciembre de 1980 |
Filmografia |
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Raoul Walsh (Albert Edward Walsh: Nueva York, 11 de marzo de 1887 – Simi Valley, de California, 31 de diciembre de 1980) fue un director de cine estadounidense. A lo largo de su trayectoria, dirigió más de un centenar de películas de los géneros más diversos, aunque destacó sobre todo como director de películas de aventuras.
Su carrera
Era hijo de Thomas Walsh, un sastre irlandés acomodado, y de una madre descendiente de emigrantes irlandeses con antepasados españoles, Elizabeth Brough.1 Como su contemporáneo Howard Hawks, Walsh era conocido por «no haber dejado jamás que la realidad estropeara una buena historia» y así Leonard Maltin describió la autobiografía del director como una «ficción divertida con eventualmente algunas concesiones a la verdad». Así pues, aunque cuenta que a finales de la década de 1870 su padre Thomas Walsh vino a los Estados Unidos emigrado en compañía de tres hermanos desde su tierra natal, Irlanda, no parece que haya que prestar mucho crédito a su afirmación de que lo hicieron al haberse fugado de la prisión donde estaban encerrados por los ingleses por actividades subversivas ni tampoco a la de que Raoul fue marinero en Cuba, vaquero del Oeste y trabajador en un circo; estos cuentos chinos recuerdan a los que muchos directores de Hollywood contaban entonces sobre sus orígenes, por ejemplo Michael Curtiz: maravillar no solo era bueno para el negocio, sino el negocio mismo.2
Lo cierto es que el inquieto Raoul Walsh tuvo una infancia feliz en Nueva York, donde fue amigo de la ilustre familia actoral Barrymore: John Barrymore recordó haber pasado mucho tiempo leyendo en la biblioteca de la familia Walsh en su juventud. Walsh estudió en el Seton Hall College, una prestigiosa universidad católica de Nueva York, y en 1909 comenzó su carrera en el mundo del espectáculo como actor de teatro (su hermano George Walsh fue también actor y lo introdujo en esa esfera); asistió a un curso de arte dramático con Paul Armstrong y fue un profundo conocedor de la obra de Shakespeare. Rápidamente se convirtió en intérprete cinematográfico, al trasladarse a Hollywood en Los Ángeles. Su carrera cinematográfica estuvo entonces vinculada a una de las primeras firmas norteamericanas, la Biograph Company, donde debutó como actor a las órdenes de David W. Griffith.
Cine mudo
En 1912 debutó en la dirección, con la película Life of Villa, en la que el revolucionario mexicano Pancho Villa se interpretó a sí mismo. Poco después dirigió una secuencia de otro filme muy similar, La vida del general Villa; esta vez, el personaje de Pancho Villa fue interpretado por Walsh.
En 1914 empezó a trabajar como asistente de dirección de D.W. Griffith, e interpretó el papel del asesino de Lincoln en el clásico El nacimiento de una nación (1915). Siguió con él incluso después de estrenar como director en 1916 His return («Su retorno»). Su trabajo con Griffith llamó la atención de la Fox Film Company (futura 20th Century Fox), que lo contrató ese mismo año. Durante su época en el cine mudo, Walsh solía escribir los guiones de sus películas, y a menudo actuaba también en ellas como protagonista. Por esos años sirvió como oficial en el ejército de Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial.
Raoul Walsh contrajo matrimonio en 1916, con Miriam Cooper, actriz habitual de Griffith en títulos como Intolerancia, con la que adoptó a dos hijos, antes de divorciarse diez años más tarde. Posteriormente estaría unido a Lorraine Miller y Mary Simpson, ajenas al mundo del cine.3
Destacan entre sus obras de esta época una de las primeras películas de gángsters de la historia del cine, Regeneration (1915), así como una obra maestra indiscutible, la innovadora y espectacular El ladrón de Bagdad (1924), interpretada por Douglas Fairbanks y Anna May Wong, que alcanzó un enorme éxito por su desbordante fantasía y su imaginativa escenografía, cercana a veces al expresionismo del cine alemán. La película, además, experimentaba con el color tintando algunas de sus escenas. Bastante insólita en su filmografía, en general consagrada al cine de acción, es Evangeline (1919), basada en un poema de Longfellow, uno de los pocos filmes de su producción con pretensiones artísticas y que no tuvo demasiado éxito de público, todo lo contrario que su comedia romántica What Price Glory? (1926), uno de sus grandes éxitos. Por desgracia, muchas de sus películas mudas se han perdido irremisiblemente.
Cine sonoro
Walsh fue uno de los 36 profesionales de la pantalla que en 1927 fundaron la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood junto con colegas como Cecil B. DeMille, actores como Harold Lloyd y Mary Pickford y productores como Jack Warner e Irving Thalberg. Su primer film sonoro fue El mundo al revés, comedia musical con Victor McLaglen. En los primeros días del sonorodirigió para la Fox el primer western hablado, En el viejo Arizona (In Old Arizona, 1929), pero perdió un ojo cuando una liebre se cruzó en su camino mientras conducía buscando localizaciones para los exteriores de la película por las carreteras de California; el film tuvo que terminarlo Irving Cummings. Esto dio al traste con su carrera de actor y ya entonces tuvo que consagrarse en exclusiva a la dirección y el guion. Poco después dirigió, en el espectacular western histórico La gran jornada (The Big Trail, 1930), a un entonces desconocido Marion Morrison, a quien Walsh cambió su nombre por el de John Wayne.
Continuó trabajando para la Fox hasta 1935, y pasó luego un corto período en la Paramount, hasta 1939, año en que fue contratado por Warner Brothers, productora en la que permanecería hasta 1953 y con la que rodaría muchas de sus obras más recordadas, entre ellas varios clásicos del cine de gángsters, como Los violentos años veinte (1939), El último refugio (High Sierra, 1942) y Al rojo vivo (1949), la primera y la tercera protagonizadas por James Cagney y la segunda por Humprey Bogart e Ida Lupino.
También destacó en el western con obras maestras como Perseguido (Pursued, 1947); Juntos hasta la muerte (Colorado territory, 1949), Camino de la horca (Along the Great Divide, 1951); Tambores lejanos (Distant Drums, 1951), cuyo papel principal lo interpretó Gary Cooper; Los implacables (The tall men, 1955) y, precediendo a todas estas, una aparente película de aventuras que en realidad es una revisión histórica y desmitificadora sobre la figura del general Custer: Murieron con las botas puestas (They died with their boots on, 1941) protagonizada por Errol Flynn y donde el presunto héroe aparece como un joven ignorante, ambicioso y alocado.
Ya en la década de 1950, Walsh dirigió dos películas de aventuras marinas protagonizadas por Gregory Peck, Captain Horatio Hornblower (1951) y El mundo en sus manos (The World in His Arms, 1952).
Tras expirar su contrato con la Warner, Walsh continuó dirigiendo películas, entre ellas tres con Clark Gable: las ya citada The Tall Men (1955), Un rey para cuatro reinas(The King and Four Queens, 1956) y La esclava libre (Band of angels, 1957). Hay que añadir Los desnudos y los muertos (The Naked and the Dead, 1958), basada en la novela sobre la 2.ª Guerra de Norman Mailer; algunos consideran que su segunda parte, ya en el frente, llega a los niveles de su gran filme bélico, Objetivo Birmania.4
Se retiró en 1964, tras rodar su último film, Una trompeta lejana (A Distant Trumpet, 1964).
Walsh lanzó la carrera del actor Rock Hudson en Escuadrón de combate (1948) además de la de John Wayne y fuera de su importante obra cinematográfica compuso dos libros: la novela picaresca La cólera de los justos (1972) y un libro de recuerdos o autobiografía, Each man in his time («Cada hombre en su tiempo», o «Medio siglo en Hollywood», según la traducción del editor francés, 1974).
Estilo
En el cine de Walsh destacan sus grandes virtudes narrativas: sabe llevar la acción como nadie; otra de sus virtudes es la concisión: es capaz de ofrecer todas las posibilidades de una situación en un mínimo de planos y secuencias. Walsh cultivó también la música y la pintura y fue un habitual colaborador en los guiones que dirigía. Para impedir que modificaran sus montajes rodaba pocas tomas.
Referencias
- Walsh, Raoul (1982). La vida de un hombre. Editorial Grijalbo. ISBN 9788495121011. Edición en castellano de Walsh, Raoul (1974). Each Man in his Time. Farrar, Straus and Giroux. Reeditado en Walsh, Raoul (2000). El Cine En Sus Manos. JC Clementine. ISBN 9788495121011.
- J. M. Latorre (coord.), Raoul Walsh, Nosferatu, 2008
- Volver arriba↑ Flint, Peter B. (3 de enero de 1981). «Raoul Walsh, 93, dead; early director of movies». The New York Times (en inglés).
- Volver arriba↑ Las discutibles afirmaciones de su autobiografía son estas: conoció de niño a numerosas celebridades, entre ellas al escritor Mark Twain, al actor Edwin Booth, hermano de John Wilkes Booth (asesino del presidente Abraham Lincoln) y al boxeador John L. Sullivan, campeón del mundo de pesos pesados. Raoul Walsh pudo vivir al amparo de su padre, jefe de un taller de moda masculina, pero prefirió, de adolescente, partir para Cuba en un pequeño barco de su tío y regresar a Tejas para aprender el oficio de vaquero. La vida de Raoul Walsh -que France Presse eleva a la altura de las legendarias figuras de John Ford y de John Wayne- fue desde entonces una aventura en el sentido más literal del término. Pocos hombres pueden vanagloriarse de haber padecido un naufragio, domar caballos salvajes, llevar en sus brazos la cabeza de un decapitado, asistir a un médico de prácticas turbias, recorrer México al lado de Pancho Villa y de su ejército, encontrarse con Hitler y ser nombrado hermano de sangre de la tribu india de los navajos. http://elpais.com/diario/1981/01/03/cultura/347324409_850215.html
- Volver arriba↑ http://decine21.com/biografias/raoul-walsh-60356
- Volver arriba↑ J. M. Latorre (coord.), Raoul Walsh, Nosferatu, 2008
tomado de biografiasyvidas
(Nueva York, 1892 – Los Ángeles, 1981) Director de cine estadounidense. Si algo destaca del legado de Raoul Walsh en la historia del cine es el haber sabido trasladar a las pantallas el sentido de la aventura en su más amplia acepción. Una aventura de la que él mismo participaría, y que luego vertió a través de géneros clásicos como el western, el cine negro o el drama marítimo, configurando una extensa obra creativa que permanece en la memoria de los aficionados y que ha hecho las delicias de varias generaciones.
Raoul Walsh
Interesado desde pequeño por las novelas ambientadas en parajes exóticos, ni siquiera había terminado los estudios primarios cuando decidió embarcar en una nave rumbo a Cuba. Más tarde, en 1903, trabajaría como domador de caballos en México y desempeñó otros muchos oficios cerca de la frontera de Texas, hasta que su hermano George, convertido en un prometedor intérprete cinematográfico, le reclamó a su lado para sumergirse en la aventura pionera que estaba desarrollándose en la soleada Hollywood.
De este modo tan peculiar hizo Raoul Walsh sus primeras apariciones como actor para Pathé y Biograph, que a partir de 1910 simultaneó con la responsabilidad de ayudante de dirección nada menos que de David Wark Griffith, interviniendo en auténticas obras maestras como El nacimiento de una nación. Walsh se dio a conocer con el filme The life of General Villa. Su espíritu aventurero, que no le abandonaría nunca a lo largo de su vida, lo llevó a México para rodar algunas escenas documentales sobre la revolución y entrevistarse con el mítico general Pancho Villa. Este valioso material fue utilizado posteriormente en el largometraje realizado en 1914 por William Christy Cabanne, quien reconoció los indudables méritos de su asistente haciéndole figurar como codirector.
Títulos como El mosquetero de Nueva York o Perdida y encontrada le hicieron merecedor de una reputación de cineasta con oficio, versátil y siempre atento a satisfacer al público con películas donde la aventura y la fantasía eran la marca de la casa. No tardarían, pues, en llegar los proyectos de envergadura, primero para la Fox y luego para United Artists, una compañía productora creada por ilustres personalidades del cine entre los que se encontraba su mentor, David Griffith.
Así, en 1924, el por entonces popularísimo actor Douglas Fairbanks le propuso convertirse en el director de una película que por motivos de distribución debía rodarse con la mayor celeridad posible, sin que por ello disminuyese el ritmo o la plasticidad: El ladrón de Bagdad. Inspirado muy libremente en varios cuentos de Las mil y una noches, el guión de este largometraje dejaba espacio para el gran espectáculo, habitual para un Fairbanks que ya había protagonizado un vasto repertorio de piratas, espadachines o acrobáticos ladronzuelos. Enormes decorados y multitud de extras se dieron cita en un filme de fabuloso éxito en las taquillas y que supuso el espaldarazo definitivo para Raoul Walsh.
Su extraordinario sentido del ritmo, fundamental en cualquier película pero muy especialmente en las de aventuras, volvió a mostrarse con toda su intensidad durante el periodo mudo, a través de géneros tan diversos como la fantasía oriental (La dama del harén), el film bélico (El precio de la gloria) o el melodrama (Los amores de Carmen). Todo ello culminó en La frágil voluntad, protagonizada por Gloria Swanson y que a duras penas consiguió sortear las férreas normas de censura que se estaban introduciendo en el mundo del cine de la mano de Will Hays, creador del famoso código que toma su apellido.
Fotogramas de Murieron con las botas puestas (1941)
y Objetivo: Birmania (1945)
Esta avalancha de éxitos sucesivos le llevó a experimentar de forma pionera las nuevas técnicas sonoras, que se presumían como el futuro del cine, en El mundo al revés y, sobre todo, con En la vieja Arizona. Este último título prometía ser la obra máxima de su carrera como realizador, pero un desgraciado accidente de automóvil poco antes de la finalización del rodaje lo dejó tuerto, y hubo de ser sustituido sobre la marcha por Irving Cummings.
Su retorno se produciría por la puerta grande apenas unos meses después con la monumental La gran jornada, proyecto faraónico en el que hubieron de afrontarse innumerables problemas de todo tipo. La responsabilidad de protagonizarla cayó sobre las espaldas de un actor completamente desconocido por aquel entonces: John Wayne. Este western sobre la búsqueda de un sitio donde echar raíces, afrontando para ello los riesgos de la aventura, recreaba la titánica lucha del pueblo norteamericano por conquistar territorios salvajes.
Contratado por la 20th Century Fox como uno de sus directores estelares, Raoul Walsh abrió una nueva línea temática con El arrabal, ambientada en el mundo de los gángsters, donde violencia, miedo, ambición y peligro formaban parte de lo cotidiano. The Roaring Twenties, con Humphrey Bogart y James Cagney, supondría en ese sentido la culminación de esta tendencia, con su espeluznante retrato de unos años veinte en los que habían imperado el tráfico de alcohol, la prostitución y el crimen organizado. Bogart acabaría siendo una presencia habitual en posteriores películas de Walsh, que lo llevarían hasta la cumbre de su fama mediante filmes como La pasión ciega o El último refugio.
Murieron con las botas puestas, sobre la matanza de las tropas del general Custer ejecutada por los indios, marcó su regreso a la superproducción. No obstante, los continuos roces con el protagonista, Errol Flynn, estuvieron a punto de llevar al fracaso esta historia de leyenda, filmada con sincero lirismo y ritmo trepidante, que acabó siendo uno de los mayores éxitos de su carrera y un mito para los aficionados al género.
Las diez mejores películas de Raoul Walsh.
tomado de esculpiendoeltiempo
Al rojo vivo (White Heat, 1949) de Raoul Walsh.
Tras asaltar un tren correo y asesinar a cuatro personas, Cody Jarrett (James Cagney) y su banda se ocultan durante un tiempo en una cabaña situada en las montañas. No obstante, para evitar la cámara de gas, puesto que la policía anda tras su pista, Cody decide autoinculparse de un delito menor a modo de coartada y se entrega. Sabedores de que Jarrett fue quien realmente ideó el robo al tren, los agentes infiltran en prisión a uno de los suyos (Edmond O´Brien) para que se haga amigo del susodicho delincuente y le saque información.
White Heat es una de las indiscutibles obras maestras del gran Raoul Walsh, un impresionante e intenso ejercicio de cine negro que cuenta con la que probablemente sea la mejor interpretación de esa fiera de la pantalla que era James Cagney. Su Cody Jarrett constituye uno de los caracteres más complejos que ha dado el cine clásico norteamericano; un tipo de incontrolable personalidad psicótica que sufre fuertes dolores de cabeza y que siente total y absoluta devoción por la figura de su madre. Su padre y hermano murieron en un psiquiátrico, por lo que la sombra de la locura planea sobre él constantemente. Es por ello que su sobreprotectora progenitora lo mima y cuida hasta el último detalle.
La película, que posee una violencia inusitada para la época, está narrada con pulso vigoroso y enérgico por parte de Walsh, que vuelve a poner en práctica su habitual economía narrativa no dando lugar a ningún momento de respiro.
El contraste de luces y sombras de la brillante fotografía en blanco y negro de Sid Hickox, acentúa el carácter sombrío y opresivo de determinados pasajes del relato. Walsh también hace uso de algunos elementos meteorológicos como el viento embravecido para enfatizar el estado de convulsión en el que se encuentra la psique del protagonista.
Margaret Wycherly, Virginia Mayo y el siempre efectivo Edmond O´Brien, secundan de forma notable el colosal trabajo de un Cagney desatado.
Secuencias como la crisis que sufre Jarrett tras conocer la muerte de su madre, que da lugar a un violento y escalofriante episodio de locura en el comedor de la cárcel, o el final (¡qué finales los que filmaba Walsh!) que se desarrolla en lo alto de una central química, son un claro ejemplo del talento interpretativo de Cagney y de la maestría en la dirección del cineasta neoyorquino. Y es que el filme que nos ocupa elevó a ambos, al igual que al personaje de Cody, ¡a la cima del mundo!