Nombre | Orson Welles |
Actividad | Director |
Lugar de nacimiento | Kenosha Wisconsin |
Fecha de Nacimiento | 6 de mayo de 1915 |
Lugar de fallecimiento | Hollywood California |
Fecha de fallecimiento | 1o de octubre de 1985 |
Filmografia |
Como director
Radio
Como actor
Como narrador
|
George Orson Welles (Kenosha, Wisconsin; 6 de mayo de 1915–Hollywood, California; 10 de octubre de 1985) fue un actor, director, guionista y productor de cine estadounidense.
Considerado uno de los artistas más versátiles del siglo xx en el campo del teatro, la radio y el cine, alcanzó el éxito a los veintitrés años gracias a la obra radiofónica La guerra de los mundos, que causó conmoción en los Estados Unidos cuando muchos oyentes del programa pensaron que se trataba de una retransmisión verdadera de una invasión extraterrestre. Este sensacional debut le valió un contrato para tres películas con el estudio cinematográfico RKO, que le otorgó libertad absoluta en sus realizaciones. A pesar de estos beneficios, solo uno de sus proyectos previstos pudo ver la luz: Citizen Kane (1941), su película más exitosa.
En 1946, bajo la sospecha de ser comunista, su carrera en Hollywood se estancó y se vio obligado a trasladarse a Europa, donde trabajó como actor para financiar sus producciones, algo característico del período del macartismo, durante el cual numerosos personajes de la vida pública fueron acusados de pertenecer a esta corriente ideológica y, con ello, ser enemigos de los Estados Unidos. Sobre la época, el mismo Welles escribió: «Lo malo de la izquierda estadounidense es que traicionó para salvar sus piscinas. Y no hubo unas derechas estadounidenses en mi generación. No existían intelectualmente. Solo había izquierdas y estas se traicionaron. Porque las izquierdas no fueron destruidas por McCarthy; fueron ellas mismas las que se demolieron dando paso a una nueva generación de nihilistas». Pese a su persecución y debido a su triunfo en Europa, en 1958 Welles pudo volver a Hollywood para el rodaje de su película Touch of Evil entre otros títulos de capital relevancia en su carrera.
Entre sus otros muchos proyectos destaca la producción y dirección de películas como Macbeth (1948), Otelo (1952), El proceso (1962) y F for Fake (1975), entre otros. Su última aparición fue en televisión, haciendo un cameo en la teleserie Luz de luna; murió cinco días antes de la emisión del capítulo.1 Su fama creció tras su muerte en 1985 y ahora se le considera uno de los más grandes directores de cine y teatro del siglo xx. En 2002 fue elegido por el British Film Institutecomo el mejor director de la historia del cine.
Carrera
Orson Welles nació en Kenosha, Wisconsin, segundo hijo de Beatrice Ives, una pianista y sufragista que había cumplido una condena por sus opiniones políticas fuertemente radicales, y Richard Welles, propietario de una cadena de fábricas de camionetas e inventor aficionado proveniente de una familia rica de Virginia. Desde su nacimiento, Welles recibió una educación poco convencional de parte de sus eclécticos y adinerados padres, lo trataron como el prodigio de la familia y dirigieron su precoz talento hacia las diferentes formas de arte. El pequeño Orson aprendió rápidamente las enseñanzas de su madre y pronto se inició en la pintura.
Primeros años
Welles hizo su primera aparición en el escenario a los tres años en una representación de la obra Sansón y Dalila, en la Ópera de Chicago.2 En 1919 sus padres se separaron y Orson pasó a residir con su madre en Chicago, donde comenzó a introducirse en los círculos artísticos e intelectuales. El 10 de mayo de 1924, Beatrice Welles murió repentinamente de ictericia a la edad de cuarenta y tres. Tras la pérdida de su madre Welles vuelve a vivir con su padre y abandona para siempre su carrera musical.
El Dr. Maurice Bernstein, un viejo amigo de la familia Welles y ex pretendiente de su difunta madre, estimuló en el infante el amor por el teatro, dándole una linterna mágica, un cuadro de pintura y un teatro de marionetas.3 A la edad de diez años, mientras estudiaba su primaria en Madison (Wisconsin), Welles se dedicó a ofrecer presentaciones escolares y dirigió y protagonizó su primera representación teatral, El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde. Al poco tiempo ingresó en la Todd School de Illinois, una escuela de vanguardia dirigida por el profesor Roger Hill, que en numerosas ocasiones Welles citó como su mentor y la persona que le suministró las ideas artísticas y literarias en las que fundamentó toda su obra futura.
Teatro y radio
En 1931, a los 16 años, Welles comenzó a trabajar en el teatro en Dublín, Irlanda. Pronto se trasladó a Nueva York, donde debutó al año siguiente en Broadway con la representación de Romeo y Julieta.
Fundó posteriormente la compañía de teatro Mercury Theatre, con la que obtuvo gran éxito. En 1938, junto con varios colegas de su compañía, representó por radio, en la cadena CBS, una adaptación de la obra de H. G. Wells La guerra de los mundos. El realismo fue tal que la emisión causó auténtico pánico en Nueva Jersey, donde, según la obra, estaba teniendo lugar la invasión de los extraterrestres. Este episodio le dio fama mundial, lo que llevó a la RKO Pictures a contratarle en 1939 con plena libertad para escribir, producir y dirigir dos películas.
El contexto internacional del año 1939 —inestabilidad en Europa, inicio de la Segunda Guerra Mundial— también contribuyeron a potenciar el efecto que la representación de Welles tuvo en una audiencia muy sensibilizada por esos acontecimientos.
Ciudadano Kane
Hasta ese momento la experiencia de Welles como realizador cinematográfico había sido casi nula, por lo que comenzó a interiorizarse de la técnica y del lenguaje del cine, contribuyendo además con un estilo visual propio, inédito para la época, como el uso del «documental» dentro de la propia historia. Tenía 24 años cuando convenció al guionista Herman J. Mankiewicz para escribir una historia basada en la vida de William Randolph Hearst, magnate de la prensa, propietario de dos importantes periódicos. Tras unos retoques que él mismo realizó en el guion, Welles dirigió la película bajo el título de Citizen Kane. Hearst intentó prohibir la proyección, pero se estrenó en 1941 con gran éxito de crítica, aunque no de taquilla, debido a las trabas que tuvo en la distribución, promovidas por Hearst.
Años 40
Para el guion de su segunda película, The Magnificent Ambersons (1942), Welles se basó en la novela The magnificent Ambersons de Booth Tarkington (Premio Pulitzer en 1919). La película reflejaba la vida de una familia norteamericana a principios del siglo XX. El montaje final de Welles fue alterado por la RKO hasta tal punto que el cineasta dijo que habían arruinado su obra. No obstante la película conserva el vigor creativo de Ciudadano Kane.
Con El extraño (1946) Welles se puso al frente de un proyecto en el que, como él mismo reconoció, su implicación personal fue mínima. A pesar de todo, demostró que también sabía ser un eficaz artesano.
La dama de Shanghái (1948), con su apariencia de thriller al uso, y similar en varios aspectos al filme Vértigo de Hitchcock (1958) —la ciudad de San Francisco, California, el teñido del cabello de Rita Hayworth, el traje sastre gris— trascendió los límites del género y de un enrevesado argumento, para convertirse en una tela de araña que atrapa al espectador con una rara fascinación. Se recuerda especialmente la escena en la galería de los espejos.
Años de madurez
Mr. Arkadin (1954) se resintió de un argumento que parecía querer aprovechar muchas de las premisas de Citizen Kane, así como de un reparto poco adecuado si exceptuamos la interpretación del propio Welles en su papel protagonista.
Sed de mal (Touch of Evil, 1958) es su segunda obra maestra después de Citizen Kane. En este subyugante thriller, Welles se reservó el papel de un obeso inspector de policía que utilizaba métodos de una ética más que dudosa hasta llegar al asesinato. La película recorre un mundo onírico y de ambientes enfermizos que tiene ecos de drama shakespeariano. El film fue muy tocado en el montaje, e incluso se añadieron planos y escenas breves; hoy se ha repuesto dentro de lo posible con el plan de Welles (que expuso en una memoria de más de 50 pp. su crítica concreta a esa manipulación).4
En El proceso (1962) Welles intentó adaptar la novela de Franz Kafka sirviéndose de su particular estilo cinematográfico. El resultado global fue desigual, aunque sobresaliente en muchas escenas, por su capacidad de crear un mundo paralelo al de Kafka.
Welles ofreció una personalísima y muy intensa visión del mundo de Shakespeare en tres películas aceptadas por todos como obras maestras: Macbeth (1948), Otelo (1952)5 y Campanadas a medianoche (1966). Esta última, inspirada en diversas obras del dramaturgo inglés, es un monumento de inventiva visual y maestría interpretativa. La película tiene como hilo conductor a Sir John Falstaff, interpretado por el propio Welles.
Últimos trabajos
En 1973, Welles estrena F de Falso (en España, Fraude), una película de corte experimental planteada como un falso documental que se anticipa a algunas propuestas del cine postmoderno y que fue reconocida como influyente por realizadores como Jean-Luc Godard. En la película aparecen Picasso y Oja Kodar.
En 1976, graba su voz recitando a Edgar Allan Poe para el famoso disco «Tales of Mystery and Imagination«, de Alan Parsons Project. Curiosamente jamás tuvo contacto con ningún miembro del grupo (nunca conoció en persona a Parsons), que mientras estos trabajaban en la obra en Inglaterra, Welles lo hizo en unos estudios en Estados Unidos; Por problemas técnicos de la época su participación no se incluyó en las primeras ediciones del trabajo (Alan era muy exigente y esto supuso un problema tecnológico que provocó la anulación de varias pistas de sonido en la grabación final, incluida la voz de Welles). En 2007 el álbum fue remasterizado y gracias a las mejoras técnicas actuales se incluyeron todas las pistas anuladas, recuperando la voz profunda de Welles y su magnífica forma de recitar.
En 1979, hizo la narración de la versión en inglés de, A Step Away, película oficial de los VIII Juegos Panamericanos, celebrados en Puerto Rico en 1979. Esta narración fue la última que hizo para un largometraje. La película A Step Away, se restauró en 2010 en audio y video. El audio de la voz de Orson Welles, se sacó de la grabación de un LP original del soundtrack de la película.
Su última aparición fue en octubre de 1985, en la serie de televisión Luz de luna, donde hacía un cameo e introducía el capítulo 4 de la segunda temporada «The Dream Sequence Always Rings Twice», homenaje al cine negro de los años 40.61
Su último trabajo fue en la película Transformers: The Movie de 1986, donde doblaba al malvado planeta transformer devorador de mundos Unicron. Parece que falleció unos pocos días antes de completar el trabajo y los rumores dicen que Leonard Nimoy (Galvatron) lo hizo por él, aunque el director de doblaje Wally Burr y la actriz Susan Blu (Arcee) lo han negado.
Prolífico y genial
Actor prolífico, Welles a menudo usaba su trabajo de actor para financiar sus proyectos como director. Fue uno de los directores de mayor talento de la historia del cine. Citizen Kane, en su momento y ahora, representó (y representa) un prodigio de la técnica y narrativa cinematográfica. El plano secuencia inicial de Touch of Evil (una toma ininterrumpida de varios minutos) demuestra un dominio de la puesta en escena y organización de los movimientos como sólo un cineasta de su categoría podía conseguir, si bien él no apreciaba esos planos en exceso.4 Incluso obras en apariencia menores, como The Stranger, presentan rastros de su gran talento.
En ocasiones es difícil establecer la cronología exacta de su filmografía debido a las películas que inició y no pudo finalizar por falta de financiación.
Orson Welles y Shakespeare
Orson Welles ha llamado siempre a William Shakespeare “el báculo de la vida” o a lo mejor siempre quiso decir el báculo de su propia existencia. En su infancia, el pequeño Welles gustaba leer las obras del magnánimo Shakespeare. Y como es propio de su edad, quiso jugar y divertirse con esas fantásticas historias. Sin embargo, lo hizo de una manera poco convencional y admirable para sus contemporáneos: A sus cortos diez veranos ya adaptaba dramas de su autor favorito. Más adelante, un adolescente Welles representaba papeles «shakesperianos» en las actuaciones de la escuela. Lear, Otelo, Macbeth, Falstaff, Bruto, Claudio; todo ellos fueron transformados por él en algo más que figuras tradicionales elaboradas a través de los siglos. Con apenas 20 años, gracias a la Mercury Theatre, monta dos versiones novedosas de Shakerpeare: un Macbeth, interpretado por negros y ubicado en Haití y un Julio César ambientado en la estética de concentraciones de masas. Es así, como Orson Welles va preparando el terreno cinematográfico y realiza el bosquejo de lo que, a futuro, producirá un Welles-Cineasta.
«En su instituto realiza varias puestas en escena de Shakespeare, el autor al que nunca abandonará en su carrera, tanto por los textos representados como por el espíritu que anima sus creaciones propias».7
El mundo de Shakespeare está presente tanto en las adaptaciones Macbeth (1948) como en Otelo (1952), que rueda como inédita convicción de teatro cinematográfico, como en Campanadas a media noche‘ (1966), donde se apropia de los personajes del dramaturgo brpara desarrollar los temas del poder, la ambición y la impostura, también presentes en dos oas que formalmente pertenecen al cine negro o policial: La dama de Shangái (1948) y Touch of Evil (1958). Al utilizar las fuentes isabelinas en sus películas, Welles permite descubrir los antecedentes de gran parte de su obra contemporánea. En muchos aspectos gusta de los mismos temas que prefería Shakespeare como: la caída de una figura grandiosa, la pasión regida por una mala estrella, las numerosas facetas de camaradería. Sin embargo, ni en Macbeth ni en Otelo ha mostrado estricta fidelidad por la letra de las obras. Para los aficionados a los versos de Shakespeare, estas dos películas carecen de atractivo. No obstante, cinematográficamente, tiene una enorme fuerza bárbara. Si parecen melodramáticas, se debe a la firme creencia de Welles de que “Shakespeare nunca escribió una tragedia pura: no podía hacerlo. Escribió melodramas que tenían estatura trágica pero que a pesar de todo eran todas historias melodramáticas”.
Sobre la filmación de las obras de Shakespeare, Welles comenta: «Un método para alejarse de la trivialidad es volver a nuestros clásicos y por esta razón que vemos a los cineastas experimentar con Shakespeare, algunos desastrosamente y otros de otra manera». Como el teatro isabelino al que tanto ama, su propio universo, cine, está lleno, hasta la abundancia, de una rica selección de personajes, de bufones mezclados con reyes y de villanos mezclados con hombres inocentes.
Vida privada
Welles vivió un tórrido romance entre 1938 y 1942 con la actriz mexicana Dolores del Río. Según su hija, Rebecca Welles, Dolores fue el amor de su vida. Welles estuvo casado con la actriz Rita Hayworth.
Era conocido su amor por España por lo que rodó varias de sus películas en tierras españolas, en especial por Ávila en una entrevista confesó que le gustaría retirarse allí, además cultivó la amistad de figuras conocidas del mundo de los toros de la época, como Antonio Ordóñez o Luis Miguel Dominguín.
Durante toda su vida tuvo un elevado ritmo de trabajo y muchos pleitos financieros, lo que a la larga le acarrearía la muerte. Welles murió de un ataque cardíaco en Los Ángeles en 1985. Sus cenizas fueron depositadas en el municipio malagueño de Ronda, en la finca de recreo de San Cayetano, propiedad de su amigo el matador de toros Antonio Ordóñez, según tal y como había expresado.8 Sin embargo hay otras versiones en las cuales se dice que Orson Welles no dejó testamento alguno donde expresara sus deseos luego de su muerte, por lo cual tanto su hija como su esposa acordaron que sus cenizas fuesen esparcidas en España, ya que concordaron que ése fue el lugar donde Welles se sintió más feliz en el transcurso de su vida.
Galardones
Año | Premio | Categoría | Película | Resultado | Ref. |
---|---|---|---|---|---|
1941 | Premio Óscar | Mejor película | Citizen Kane | Nominado | 13 |
Premio Óscar | Mejor director | Citizen Kane | Nominado | ||
Premio Óscar | Mejor actor | Citizen Kane | Nominado | ||
Premio Óscar | Mejor guion original | Citizen Kane | Ganador | ||
1942 | Premio Óscar | Mejor película | The Magnificent Ambersons | Nominado | |
1952 | Festival de Cannes | Palma de Oro | Otelo | Ganador | |
1959 | Festival de Cannes | Mejor interpretación masculina | Compulsion | Ganador | |
1965 | Premio BAFTA | Mejor actor extranjero | Campanadas a medianoche | Nominado | |
Festival de Cannes | Palma de Oro | Campanadas a medianoche | Nominado | ||
Festival de Cannes | Premio del Público | Campanadas a medianoche | Ganador | ||
Festival de Cannes | Premio Aniversario | Campanadas a medianoche | Ganador | ||
1971 | Premio Óscar | Óscar Honorífico | Ganador | ||
1982 | Premio Globo de Oro | Mejor actor de reparto | Butterfly | Nominado | |
1983 | Premio David de Donatello | Premio Luchino Visconti | Ganador |
Referencias
- «The Dream Sequence Always Rings Twice».
- Valentinetti 1988, pp. 118-119
- McBride 1979, p. 19
- Bogdanovich, Ciudadano Welles, Grijalbo, 1994
- Brigitte Tast, Hans-Jürgen Tast: Orson Welles – Othello – Mogador. Aufenthalte in Essaouira, Kulleraugen Vis.Komm. Nr. 42, Schellerten 2013, ISBN 978-3-88842-042-
- «Lista de capítulos de Luz de luna»
|url=
incorrecta con autorreferencia (ayuda). - Sánchez Noriega, José Luis (2000). De la literatura al cine: teoría y análisis de la adaptación. Grupo Planeta (GBS).
- «Entierro íntimo de Orson Welles. El País».
- «Hallan la opera prima de Orson Welles, ‘Too Much Johnson’». El Mundo. 8 de agosto de 2013. Consultado el 8 de agosto de 2013.
- Resultados De Busqueda
- «Página en www.youtube.com».
- «Según imbd».
- «Orson Welles – Awards». IMDb (en inglés). Consultado el 5 de septiembre de 2015.
tomado de elconfidencial
«Un hombre no pertenece al lugar donde nace, sino a donde escoge morir». Y aunque estas palabras de Orson Welles no se cumplieron, sus cenizas acabaron descansando en el pozo sobre el que las había pronunciado, un lugar que simbolizaba a la perfección su pasional atracción por España. Las cenizas del cineasta –que el próximo miércoles hubiera cumplido cien años– fueron esparcidas por su hija Beatrice en 1987, dos años después de su muerte en Los Ángeles (EE.UU.), en ese pozo situado en la finca malagueña de «El recreo de San Cayetano», del que fuera su gran amigo el diestro Antonio Ordóñez.
Era el final de una relación muy especial, la que mantuvo durante gran parte de su vida el cineasta con una España que le ofreció el ‘misticismo de Ernest Hemingway‘ como él llamaba al mundo de los toros, la fiesta, el Quijote y la pasión de sus gentes. Incluso hay un documental sueco, «Brunnen» («El pozo»), en el que su director, Kristian Petri, recorrió España a la búsqueda de las razones de la atracción de Welles por este país y que tituló por el lugar donde reposan sus restos. Una película que incluía fragmentos de más de 60 horas de material no montado y rodado por Welles, muchas veces con cámara en mano, sobre corridas de toros y la vida en las calles en la España de la época, así como secuencias de su gigantesco y nunca acabado proyecto sobre una adaptación al cine de «Don Quijote».
Pero su relación con España comenzó mucho antes, cuando en 1953 llegó para rodar «Mr Arkadin» y en poco tiempo se enamoró de las fiestas, del flamenco y de los toros, especialmente de la Feria de Sevilla, pero también de la pintura de Goya y Velázquez y, por supuesto, de la figura del Quijote. A finales de los cincuenta recorrió parte de la geografía española, cámara en mano, junto a su tercera esposa –la actriz italiana Paola Mori, a la que conoció en el rodaje de «Mr Arkadin»– y realizó una serie de documentales para la RAI italiana. Y también encontró en España al productor que le financiara algunas de sus locuras, Emiliano Piedra, que estuvo detrás de la adaptación al cine del ‘Falstaff’ creado por William Shakespeare, que se convirtió en «Campanadas a medianoche» (1965).
La relación de Welles con España comenzó en 1953
Welles fue el director, guionista, montador y actor, además de diseñar el vestuario y los decorados de la película, que estuvo a punto de quedar inacabada por falta de dinero, según reconocería años después Emiliano Piedra, quien aceptó un proyecto para el que el cineasta norteamericano llevaba 17 años buscando productor.
Menos suerte tuvo el gran proyecto soñado de Welles para su «Don Quijote», del que rodó nada menos que 20.000 metros de película en Italia, España y México, y de la que se conservan dos secuencias montadas, una incluso con sonido. El realizador había pensado hasta incluir parte de unas imágenes rodadas originalmente para un documental, sobre la Fiestas de San Fermín. Nunca se podrá saber lo que le rondaba por la cabeza y tan solo queda una versión montada por el español Jesús Franco, que trabajó con Welles.
Proyectos frustrados en España
Pero aunque fue el más conocido, el «Don Quijote» no fue su único proyecto frustrado relacionado con España. También planeaba una película sobre la fiesta de los toros, pero sobre todo sobre los aficionados a las corridas. Una idea que quedó plasmada en un breve documental rodado por Albert Maysles, en 1966, «Orson Welles in Spain». «Un toro puede matar a un tigre o a un elefante, así que obviamente puede matar a un hombre», explica el cineasta sobre las corridas, una fiesta que califica de «una tragedia en tres actos».
Mientras muestra los toros que esperan a salir a la plaza, Welles cuenta que le interesa el mundo de la valiente lucha entre toros y toreros y también la gente que vive de la fiesta, «económica y emocionalmente». Su idea era rodar una película sobre ese ambiente, sin guion, o más bien, con el guion escondidopara poder proporcionar a los actores las suficientes claves que les permitan reaccionar como él quería, pero con mayor realismo. Porque, se quejaba, «nadie hace nada nuevo en el cine», y además estaba convencido de que «las mejores cosas del cine son accidentes divinos».
Un documental sobre Orson Welles. Uno podría pensar que para qué, con todo lo publicado y realizado previamente sobre la obra del artista audiovisual, un creador multidisciplinar solo comparable a los monstruos del Renacimiento. También sonaba a pataleta de Thierry Frémaux, delegado general del festival de Cannes, que tras la pelea con Netflix, se quedó sin They’ll Love Me When I’m Dead, un documental de Morgan Neville sobre el cineasta; y la versión acabada de Al otro lado del viento, la película que Welles dejó inconclusa, ya que ambos proyectos han sido producidos por la plataforma digital.
Sin embargo, The Eyes of Orson Welles merece tomarse muy en serio. Primero, por quien lo realiza, el norirlandés Mark Cousins, historiador cinematográfico algo estrella -le gusta salir en la pantalla y actuar- y director del festival de Belfast. Su serie La historia del cine: una odisea dejaba claras sus pasiones como documentalista y sus virtudes y defectos. Le gusta el espectáculo, pero también el análisis riguroso. Ayer por la noche, antes de la proyección en la sección Cannes Classics, sacó de su bolsillo uno de las docenas de christmas que Welles pintó en vida para, a través de ese Papa Noel-Falstaff, entrar en materia. Con éxito.
Usando los centenares de dibujos en tinta o lápiz, acuarelas, carboncillos, óleos, bocetos y caricaturas que Welles dejó para la posteridad, Cousins indaga en la vida personal y artística del creador. Además, viaja por todo el mundo para filmar los lugares esenciales del planeta Welles: desde su Kenosha natal, en Wisconsin, hasta Nueva York, Madrid, Marruecos, París, Irlanda… Los sitios en los que filmó y creó Welles. El documental cuenta además con la colaboración de la hija pequeña del genio, Beatrice, nacida de su relación con Paola Mori. Y Cousins sabe lo que hace. Es una carta de amor, pero también de reproches, a la búsqueda de la esencia de lo wellesiano, en la que interpela en ocasiones directamente al cineasta (la voz en off de Cousins va explicando cada paso y dialogando con el público). Recorrer los sitios claves de su existencia y ahondar en sus dibujos sirven para comprender qué veía y cómo veía Welles (de ahí el título).
El viaje arranca en la actualidad, cuando Cousins le informa a Welles que hoy en Estados Unidos «hay un presidente que piensa que es Charles Foster Kane». De ahí pasa al viaje cronológico, ya que se conservan dibujos que realizó Welles a sus 9 años, antes de sus estudios en el Art Instituto de Chicago o de su viaje iniciático a Irlanda. Cousins decide dividir en capítulos la obra para poder reflexionar también sobre la ideología política y humana de su objeto de estudio. Y no ahorra críticas a su manera de comportarse en su vida amorosa, o sus relaciones homoeróticas, en la que se comporta «como un rey». Cousins apunta que Welles no pudo, ni quiso, escaparse de la grandeza de la realeza, y por eso encarnó a tiranos y dictadores como personas que no lograban zafarse de la maldición de su poder… igual que el cineasta, atrapado en su hiperactividad sentimental y artística.
La obsesión creativa de Welles le llevaba a bosquejar más que a pintar, a estar siempre en acción, a mezclar artes y técnicas. Y Cousins arriesga -y gana- al sugerir que una de las razones de que el público no enganchara con sus cines era por su trabajo formal, marcada por movimientos pictóricos como el constructivismo o la abstracción, base de sus famosas composiciones en diagonal de sus puestas en escena ante la cámara. Ahí aparecen imágenes de La dama de Shanghai, El proceso, Fraude…
The Eyes of Orson Welles ha servido para Welles esté en Cannes. Que no es poco. Y para abrir un nuevo campo de estudio en la obra de uno de los genios del siglo XX. Que es mucho.
75 años de «La Guerra de los Mundos», el día en que Orson Welles demostró el poder de la radio
Hace 75 años, se produjo un día histórico para la radio. La emisión de La Guerra de los Mundos por Orson Welles en la CBS provocó el pánico en Estados Unidos.
El 30 de octubre de 1938, Orson Welles demostró por primera vez el grandísimo poder de los medios de comunicación de masas, y en particular, la capacidad de la radio. Aquella tarde se emitiría La Guerra de los Mundos a través de la norteamericana CBS.
Orson Welles tenía mucha competencia radiofónica en esa franja horaria, no en vano su principal rival era el ventrílocuo Edgar Bergen con su programa en la NBC. Pero en realidad, con la emisión de La Guerra de los Mundos, Welles no tuvo rival.
El aviso de la narración falsa fue ignorado
Antes de comenzar a narrar su programa, Welles avisó claramente a sus oyentes: la historia que iban a oír pertenecía al género de ficción. A pesar del anuncio, muchas personas comenzaron a escuchar La Guerra de los Mundos una vez iniciado el programa, lo que desató la histeria del público en las hipotéticas ciudades atacadas por extraterrestre.
En su relato, Welles contaba con todo lujo de detalles cómo los marcianos habían comenzado su ataque en Nueva Jersey, y que otras ciudades cercanas, tales como Nueva York, también estaban sufriendo problemas.
La forma de narrar la historia en la radio fue increíble, ya que el conocidísimo norteamericano imitó la retransmisión de boletines de noticias, testimonios de supuestos testigos e incluso, Welles se permitió imitar al presidente Roosevelt en un imaginario mensaje a la nación ante los supuestos ataques.
Un día histórico e histérico
La creatividad e imaginación del también creador de «Ciudadano Kane» quedaron patentes a través de las ondas. Pero sobre todo, la radio demostró su capacidad de llegar a miles de oyentes, y la extrema facilidad con la que se podían distribuir noticias falsas.
Antes de terminar de narrar su guión, Orson Welles se vio obligado por la propia CBS a intercalar un mensaje tranquilizador a los oyentes, justo cuarenta minutos después de haber comenzado a contar su historia. Y es que el programa radiofónico provocó la histeria del público, ya que miles de ciudadanos colapsaron las comisarías de llamadas telefónicas.
Aunque la narración nunca ocurrió, el aniversario de La Guerra de los Mundos nos obliga a mirar al pasado para entender la gran capacidad de los medios de comunicación. En 1938, hubo incluso quien creyó que Welles estaba narrando un ataque de la Alemania nazi a los Estados Unidos.
Nada de aquello fue verdad, pero 75 años más tarde, vale la pena recordar uno de los momentos periodísticos más célebres de la historia. Salvando las distancias, La Guerra de los Mundos podría compararse con la distribución de noticias falsas que ocurren en ocasiones en nuestros tiempos.
Y aunque mucha gente quiera culpar a Internet y las redes sociales de estos sucesos, La Guerra de los Mundos nos demuestra que estos hechos también ocurrieron en el pasado. Hace 75 años, la radio y Orson Welles se dieron la mano en un día histórico (e histérico para algunos). Para quien quiera escuchar el programa completo, os dejamos a continuación la grabación completa:
tomado de elmundo
Orson Welles, infiel incluso a Rita Hayworth
Cuando la periodista Barbara Leaming se propuso escribir la biografía de Rita Hayworth, tuvo claro que una de las personas cuyo testimonio debía recabar era Orson Welles, uno de los cinco maridos de la actriz. Ella comentó al actor y director que la estrella de ‘Gilda’ siempre había dicho que sus cuatro años de matrimonio fueron los más felices de su vida. Welles apenas se inmutó, se limitó a responder: «Si aquello fue felicidad, imagine como fue el resto…».
La anécdota dio pie al título de la biografía de Rita Hayworth (‘Si aquello fue felicidad’) y sirve también para que nos hagamos a la idea de cómo fueron los turbulentos años que compartieron estos iconos del cine. En el centenario de Orson Welles (vino al mundo el 6 de mayo de 1915 en el condado de Kenosha, EEUU) es imposible recordar a este hombre de inmensa humanidad que devoraba con igual pasión películas, pucheros (en sus años de Hollywood solía cenar dos entrecots poco hechos acompañados de un buen whiskazo) y hermosas mujeres. También poco hechas.
Antes de acabar en la cama con Rita Hayworth, Orson Welles ya tenía fama de mujeriego y don Juan. Todavía no pesaba los 150 kilos que llegó a pesar en su senectud y a su buena planta le acompañaba un aplomo y una seguridad en sí mismo magnética. Había revolucionado la escena teatral de Nueva York y el mundillo radiofónico con ‘La guerra de los mundos’, así que Hollywood estaba expectante por ver qué podía hacer ese genio precoz (ojo, dirigió ‘Ciudadano Kane’ con 26 años). Él llegaba a California tras un matrimonio fracasado con la actriz Virginia Nicholson (madre de su primera hija) y, una de sus primeras conquistas fue la mexicana Dolores del Río, una gata salvaje casada que le sacaba nueve años.
El actor y director se casó tres veces. Ella, cinco. El Playboy Ali Khan fue su tercer esposo
Tras muchos flirteos con camareras y coristas, la leyenda dice que Welles vio a Rita Hayworth en la portada de ‘Life’ y el flechazo fue instantáneo. Aseguró que se casaría con aquella pelirroja a cualquier precio. La actriz, hija de un emigrante andaluz que abusaba de ella, pensó que aquel hombre se reía de ella. ¿Cómo iba a querer aquel genio algo con un chica tan poco cultivada como ella?
Por entonces, la actriz estaba casada con un hombre que le servía de agente y le chuleaba el sueldo (pasó de un padre explotador a un marido explotador). Pero no tardó en divorciarse y refugiarse en los brazos de Orson, al que veneraba como un genio. En Hollywood, tan sutiles, bautizaron a la pareja como la bella y el cerebro.
Su romance culminó pronto en boda. Los biógrafos de ambos han dado cuenta de lo tórrida que fue su relación. A Welles le gustaba regalarle ropa interior para que se la pusiera (y quitara) ante él. Decía que era «aun más guapa sin maquillaje». Pero también le fascinaba una vulnerabilidad que no tenía nada que ver con su imagen de femme fatal en el cine. Como Marilyn Monroe y otro mitos eróticos, en casa, la joven Rita Hayworth era una mujer insegura y frágil, apenas levantaba la voz en presencia de los invitados. Welles llevaba los pantalones en la relación y eso complacía su gigantesco ego… Hasta que llegó ‘Gilda’.
La pareja se casó un año antes de que aquel famoso striptease de guante convirtiera a la actriz en la chica favorita del ejército norteamericano. Todos deseaban pasar una noche con la Hayworth… menos su marido. Frustrado porque ‘Ciudadano Kane’ no fuese el éxito esperado y los estudios mutilasen ‘El cuarto mandamiento’, Orson fue alejándose poco a poco de Rita, quien lloraba por las noches las ausencias de su marido. Cuando él intentó hacer carrera política, culpó a la actriz de no ser una esposa a la altura. «No pueden hacerse a la idea de lo que me aburría con Rita. Las mujeres son idiotas en general pero ella era la más idiota de todas», llegó a decir.
La dama de Shangai
Ni siquiera el nacimiento de la hija de ambos, Rebecca, dio una tregua a un matrimonio que, espoleado por el alcohol, discutía casi cada noche. Orson Welles no era un hombre hecho para la familia. Prefería salir de noche a cortejar coristas o beber con alguna de sus amantes (entre ellas, estaba Judy Garland). El hecho de que la carrera de Rita fuera ascendiendo mientras la de Orson decaía, no ayudaba a la armonía familiar. Finalmente, decidieron hacer una película juntos: ‘La dama de Shangai’ y en ella Orson se comportó como un tirano con su estrella, a la que obligó a cortarse su famosa melena pelirroja y teñirse de rubia. Una retorcida venganza por su parte.
El filme pervive como un clásico pero su matrimonio de las estrellas se fue a pique de todas formas. Rita Hayworth se casaría y se divorciaría tres veces más (una con el príncipe y playboy Ali Khan). A lo Ava Gardner, recorrió tablaos y se divirtió a lo grande pero siempre se quejaría de que «los hombres se iban a la cama con Gilda y luego despiertan conmigo». Por su parte, Orson Welles encontró otra esposa que le aguantó sus infidelidades hasta su muerte, la condesa italiana Paola Mori.Se estableció de forma más o menos habitual en España, donde se enamoró de la actriz y escultura yugoslava Oja Kodar,
Hayworth murió alcoholizada y víctima del alzheimer en 1987 a los 68 años. Orson Welles había muerto dos años antes, con 70, en Hollywood de un ataque al corazón. Mucho tiempo después de su matrimonio coincidieron una noche en Londres. Él se acercó a besarla y ella no le reconoció pese a que siempre mantuvo que él fue su gran amor. «Si aquello fue felicidad…».