Reloj asesino, El

Título en castellano El reloj asesino
Titulo original The big clock
Año de filmación 1948
Duración 95′
Pais Estados Unidos
Director John Farrow
Guion Jonathan Latimer (Novela: Kenneth Fearing)
Música Victor Yound
Dirección de fotografia Daniel L. Fapp, John F. Seitz (B&W)
Reparto
Productora Paramount Pictures
Sinopsis El poderoso editor de un importante periódico comete un crimen pasional. Para evitar que lo descubran incrimina a un tipo al que no conoce, pero que casualmente resulta estar ligado al diario. El «falso culpable» utilizará entonces todos los medios a su alcance para probar su inocencia.
Premios  
Subgénero/Temática Crimen, Periodismo 

El Reloj Asesino (John Farrow, 1945) | piel de gnomo...

Latitud 38 norte: The Big Clock (El Reloj Asesino). 1948. Crítica ...Crítica: EL RELOJ ASESINO (1948) - Cinemelodic

tomado de filmaffinity

Esta película es una adaptación de la excelente novela de Kenneth Fearing, titulada «The big Clock», uno de los mejores thrillers que yo he tenido el placer de leer. Como sucede con toda adaptación, en el presente caso se corría el riesgo de adulterar la historia, desvirtuar los personajes o no reproducir el ambiente adecuado. El filme, que en líneas generales resulta correcto, y que cubre las expectativas en cuanto a los dos primeros peligros mencionados, patina ligeramente en el tercero.

El argumento general de la novela se respeta escrupulosamente, y da pie al desarrollo del drama que, salvo al principio, transcurrre enteramente en un edificio de oficinas, donde el protagonista (un soso Ray Millard), es acosado y perseguido, víctima de un equívoco que le hace sospechoso de asesinato. Este tema, el de un falso culpable que trata de escapar en un marco cerrado se habría convertido en una gloriosa película en manos de Hitchcock o Lang, pero en este caso tenemos que conformarnos con la labor de John Farrow, quien no obstante, logra aquí su mejor película. Estéticamente, el filme se encuadra en la línea del cine negro de la época, pero visualmente no logra transmitirnos la angustia que acosa al protagonista, y que sin duda, era el mayor acierto de la novela. Así, el desarrollo de los acontecimientos resulta algo frío y mecánico, sin que llegue a emocionar al espectador, que en todo momento contempla entretenido la acción, pero nunca del todo satisfecho.

En otro orden de cosas, destacar la labor de los secundarios, especialmente, y como no podía ser de otra manera, la interpretación del grandioso (en todos los sentidos) Charles Laughton quien, sin embargo, y en mi opinión, no da aquí lo mejor de sí. Muy correctos resultan también Maureen O’Sullivan, carcaterizando a la protagonista femenina, y George Macready, segundo de a bordo de Laughton en la empresa.

En definitiva, una buena película, siempre correcta, pero que decepciona por su ritmo irregular y por su frialdad en la narración. La historia conocería una nueva adaptación cinematográfica mucho más libre y, en mi opinión, inferior a ésta, en «No hay salida» (1987), dirigida por Roger Donaldson y protagonizada por Kevin Costner y Gene Hackman.


Hay películas sin muchas pretensiones, que sólo son mero entretenimiento. Entre ellas hay mucha basurilla, sobre todo moderna. Pero cuando se hace bien pasas un rato verdaderamente agradable.

Y ésta es una de ellas. Es un thriller muy bien construido. Como un juego del gato y el ratón, en el que la peculiaridad es que el ratón ha de maullar para disimular. La trama está muy bien hilvanada y el ritmo va in crescendo consiguiendo mantenernos en tensión.

Y si encima sale Charles Laughton le añade una nota de calidad, claro. Está bien como siempre, aunque no es una de sus actuaciones sublimes. Quien está espléndida en un pequeño papel de adorable bohemia es su mujer en la vida real Elsa Lanchester.

En 1987 se hizo un remake llamado «Sin salida» con Kevin Costner y Gene Hackman, pero ésta es superior. No se la pierdan.


tomado de espinof

Hoy día es muy común encontrar en el cine a un periodista metido en problemas, ya sea porque ha descubierto una noticia importante y alguien no quiere que se publique, o porque de repente se ve metido en una operación de espionaje, o se le relaciona con un asesinato, o es el mismo periodista quien investiga dicho asesinato. Son muchas las situaciones que han llevado a considerar que un periodista es ya un elemento importante dentro del cine negro, uno de sus ingredientes. Hace años no era tan común, y ‘El Reloj Asesino’ (‘The Big Clock’, 1948) fue una de esas películas que jugaron con este elemento dentro del cine negro americano.

La película narra las peripecias de un imprescindible periodista que trabaja en una publicación especializada en crímenes. Las 24 horas del día está dedicado a su trabajo, por orden de su despótico jefe, quien no atiende a razones con nadie. Un día se produce un horrible crimen en el que una mujer es asesinada, siendo el principal culpable nuestro protagonista. Pronto se iniciará una carrera contrarreloj en la que tendrá que demostrar su inocencia y de paso descubrir al verdadero culpable.

‘El Reloj Asesino’ está dirigida por John Farrow, uno de esos grandes desconocidos por el público en general, que tiene en su haber un buen puñado de films con cierto estilo, y que la mayoría no iban más allá del mero entretenimiento. Ésta pertenece a ese grupo en concreto, un film apreciable en algunos aspectos, y demasiado facilón en otros. Farrow imprime ritmo a la historia y ésta avanza con fluidez, estando bastante bien marcada la angustia en los minutos finales cuando todo el pastel se descubre. Todo ello aderezado con una excelente fotografía en blanco y negro, obra de Daniel L. Fapp y John F. Seitz, que trabajaron juntos o por separado con directores tan prestigiosos como Mitchell Leisen o Billy Wilder. Por supuesto la fotografía es otro de esos imprescindibles ingredientes para obtener una mínimamente digna cinta de cine negro.

En el apartado interpretativo tenemos a dos antagonistas bastante distintos entre sí como actores: Ray Milland y Charles Laughton. Milland que era excepcional cuando lo sabían dirigir, compone el típico personaje cansado de su trabajo, aunque es enormemente eficiente en él, y al que todo parece salirle mal. Enfrentado a un tiburón como Laughton, quien prácticamente se lo merienda, y es que Charles Laughton era sencillamente uno de los grandes. Aquí resulta perfecto como el insensible jefe de nuestro protagonista, que no quiere ni el más mínimo fallo en nada, a todo el mundo pendiente de él, y no acepta un no por respuesta, y en caso de oírlo las consecuencias son catastróficas. Una de esas personas con tanto poder que pueden hacer lo que quieran. Un hombre tan minucioso en todo lo que hace que bien se puede emparejar con el gran reloj (el del título americano, y no del español) que tiene en el edificio de la publicación, y que es el reloj más preciso del mundo, en clara consonancia con la personalidad del dueño.

Es en las partes de Laughton en donde la película encuentra sus mejores momentos, tanto por la portentosa interpretación del actor, como por el estudio psicológico que el film hace de ese personaje. No existe el reloj perfecto de mecanismo perfecto que nunca falle, como no existe la persona perfecta sin ningún tipo de debilidad o fallo. El resto de la película se mueve por parámetros más predecibles y convencionales, incluso en el tratamiento del personaje femenino interpretado por la mujer de Tarzán, Maureen O´Sullivan, quien hace un papel bastante anodino y casi de relleno. También tenemos a Elsa Lanchester, casi de obligada aparición, por tratarse de la esposa de Laughton en la vida real (se casaron durante el rodaje de este film). Su aparición, como casi siempre, pone cierto punto cómico a la película.

Una película correcta, bastante entretenida, pero que no pasa de ahí. Si os interesa echarle un vistazo la tenéis editada por Suevia Films en excelente estado de audio y video, en esa colección titulada ‘Clásios de Oro’ en la que hay verdaderas maravillas, y en la que los chicos de Suevia están realizando un excepcional trabajo.


tomado de cinemelodic

Adaptación de la novela de Kenneth Fearing dirigida por John Farrow en la que es una de sus mejores películas, sino la mejor.Estupendo thriller, magníficamente construido y con una depurada dirección. John Farrow, un director discreto, nos deleita con una lección de dirección y planificación, una dirección, que podemos decir, es la mayor virtud de la cinta.

Desde el mismo comienzo todas las escenas que se van sucediendo están planificadas en un solo plano, en planos-secuencia largos, algunas con solo un par de personajes en escena y otras repletas de personas en bares, salas… El comienzo, donde quizá sobra la voz en off, es brillante y sorprendente con una cámara que desde el exterior, haciendo una panorámica de la ciudad, se introduce en un edificio donde se encuentra nuestro protagonista, agobiado, que sube al reloj de dicho edificio, todo en un solo plano y con un gran suspense, donde la fotografía y puesta en escena ayudan al eficaz resultado. Desde ese momento el planteamiento de puesta en escena no varía. La estética no es la clásica de cine negro, que solo encontraríamos, quizá, al final del film en las escenas en el reloj, como la mencionada, donde el uso de luces y sombras y los encuadres inclinados con picados y contrapicados sí remitirían a la estética “negra”.

Toda esta primera parte de exposición está planteada igual, y quizá peca en algunos momentos de excesiva morosidad, aunque en las escenas en las que está Laughton, sobre todo, se perdona. Esa primera escena puede recordar a “Perdición” (Billy Wilder 1944), en un primer momento, aunque el posterior desarrollo no tenga nada que ver. También la entrada de la empresa, el quiosquito y el ascensor, pueden recordar a la mencionada cinta o a “El Apartamento” también de Wilder y posterior a esta cinta (1960), incluso el protagonismo de los relojes podrían remitir, entre otras muchas, a “Laura” (Otto Preminger, 1944).

Con todo, la fase de exposición es excesivamente larga, aunque también es cierto que debido a la planificación de la cinta es perfectamente coherente. Se dedica mucho tiempo a los ambientes y al planteamiento de la trama, que servirá posteriormente como contraste en las fases de desarrollo y resolución de la misma, así como una muestra de anticipación, ya que en el desarrollo posterior todo lo que vemos en la fase de exposición irá cobrando sentido.

Esas escenas largas y en plano-secuencia, sin primeros planos casi, muy detalladas, como si Farrow analizara como un entomólogo a sus criaturas, con unas magníficas grúas con encuadres amplios y minuciosos, se van transformando en la segunda parte del film con un montaje más fraccionado, aunque manteniendo el mismo concepto de planos-secuencia. Los primeros planos escasean con un par de excepciones, y  el planteamiento de plano-secuencia sólo se rompe en alguna conversación planteada con plano-contraplano. Los primeros planos sólo se utilizan en momentos cumbres con alguna excepción, así los más importantes se dan en los momentos previos al asesinato de Pauline, interpretada por Rita Johnson, donde resultan sumamente expresivos. Pasada la mitad de la película y la fase de exposición, como digo, el montaje se va fraccionado más y la tensión va en aumento, con momentos de suspense realmente brillantes. Una vez más se podría mencionar a Hitchcock cuando hablamos de este tipo de films, ya que más que en la línea de cine negro, “El reloj asesino” es un thriller de intriga, género que Hitchcock conocía como nadie, y si bien es cierto que en la creación de tensión Farrow está a buen nivel también lo es que lo que diferencia a Hitchcock de los demás es la profundidad, la densidad y el trasfondo enorme que daba a sus películas. Farrow nos regala un gran entretenimiento, con una buena muestra del funcionamiento empresarial y una trama excelentemente construida, pero ni en la profundidad de los personajes, ni en la trama, ni en la puesta en escena etc. se acerca al maestro. Las escenas en el reloj ya mencionadas son extraordinarias y las que entroncan, sin duda, la película con el cine negro, creando un clímax extraordinario en una narración que en esa segunda parte es realmente absorbente.

La excesiva lejanía de la primera parte con respecto a los personajes podría transmitir frialdad, cosa que es muy posible, pero es justo reconocer la extraordinaria labor de dirección a todos los niveles. Las interpretaciones también son más que correctas, con mención especial para el siempre brillante Charles Laughton,  (correcto Ray Milland, muy bien Elsa Lanchester), y un guión bien elaborado.

Película que va de menos a más es otra muestra de asombrosa brillantez, en una película algo desconocida, de la época dorada del cine.

Un poderoso editor de una revista de crímenes mata a su amante. Para evitar sospechas recurrirá al mejor especialista de su revista que ante la manipulación que el editor realiza de las pruebas para no incriminarse acaba resultando el principal sospechoso. Esta es la trama de la cinta, que es el planteamiento del falso culpable, ese tema tan querido del maestro Hitchcock.

Peca también de un exceso de moralina contra la ambición, pero es algo leve.

Por último, mencionar la presencia constante de los relojes como símbolo del control absoluto que el personaje de Laughton ejerce con todo el mundo a su servicio. Relojes que denunciarán el escondite del protagonista, que serán el instrumento del crimen o pista a seguir…


tomado de hildyjonnson

¿Qué es una película entretenida?¿Qué es una película entretenida y bien hecha?¿Qué es una película con ritmo?¿Qué es una película con ritmo que no pierde fuelle? Sí, se puede realizar una película que sea correcta en su historia, en su planteamiento, en las interpretaciones, que no tenga pretensión de obra maestra sino de entretener al espectador con un producto cinematográfico de calidad sin ser necesario moralina final o mensaje oculto. Sí, ahí tenemos El reloj asesino, un thriller bien hecho, bien interpretado, bien filmado…, que además consigue ser entretenido.

John Farrow entraría dentro de la categoría de directores que quizá no se les reconoce como autores (es decir, que su obra cinematográfica sigue unas pautas que le hacen reconocible) pero sí como artesanos, es decir, capaces de realizar correctamente una película con el material adecuado y capaces por tanto a veces de sorprender.

El reloj asesino cuenta con ritmo trepidante la historia de un falso culpable que hace una carrera a contrarreloj para poder demostrar su inocencia. Él es Ray Milland, actor que tan pronto puede hacer Días sin huella como ser recordado con cariño por películas de bajo presupuesto con Roger Corman. En El reloj asesino es un periodista estrella de una cadena de medios de comunicación llevada inflexiblemente por un jefe (Charles Laughton) que quiere la perfección y que lleva su vida y la de sus empleados cronometrada, es un hombre obsesionado por los relojes y el tiempo exacto. Nuestro protagonista además de periodista estrella, saca adelante con éxito una revista sobre crímenes con lo cual está habituado a la investigación de casos. Está casado, con un hijo, y se puede decir más o menos que es un triunfador. Pero nuestro protagonista también está en un momento crítico. Está cansado. Muy cansado. Su trabajo absorbe prácticamente todo su tiempo de tal manera que su esposa ya está también cansada. En el momento que empieza la película, el protagonista está dispuesto a realizar un parón en su trabajo tenga las consecuencias que tenga y realizar un siempre soñado viaje de novios con su mujer y su hijo. Y es en ese momento crítico, no podía ser de otra manera, cuando arranca la historia.

Nuestro hombre se ve implicado en un asesinato que no ha cometido pero el espectador sabe desde el principio (y también lo sabrá nuestro protagonista) quién es el verdadero culpable. Un hombre poderoso que va a hacer todo lo posible por no reconocer su culpa y quien va a poner —sin saberlo— a nuestro protagonista en más de un aprieto. Y el planteamiento es genial porque Ray, el pobre, empieza a poner a todos sus hombres a investigar pistas para dar con el ‘presunto culpable’ siendo el ‘presunto culpable’ él mismo. Con lo cual esto genera más ritmo y más tensión.

Y qué mejor antagonista que un magnífico Charles Laughton que tiene que recrear a un peculiar malo malísimo y, como no, lo consigue. Ese director de medios de comunicación poderoso, pusilámine, que despide a sus empleados, que siempre tiene que estar presente, que los exprime, que vive con la exactitud del reloj, frío y despiadado y a la vez cobarde y lleno de complejos.

Por supuesto, la película cuenta con más personajes secundarios que enriquecen la trama de testigos y de oportunidades para que el protagonista pruebe su inocencia. Y esos testigos son los que además dan el toque cómico a la película destacando Elsa Lanchester como alocada pintora bohemia. U otro malo malísimo que siempre está al lado de Laughton, digamos que es el cerebro de la empresa, con el inquietante rostro de George Macready. Además también está la esposa-florero que aún hoy abunda en los thrillers con la cara de Maureen O’Sullivan (la esposa del director y nuestra Jane en el recuerdo… y la mamá de Mia Farrow) y la víctima que es una actriz llamada Rita Johnson que estaba construyendo una prometedora carrera cuando un accidente truncó su carrera.

Así Farrow con todos estos ingredientes logra un thriller entretenido y bien hecho con un ritmo adecuado que hace vibrar al espectador y le hace seguir una historia que le atrapa. El propio edificio donde trabaja el protagonista (y donde transcurre gran parte de la trama) se convierte en una trampa agobiante que atrapa a todos los protagonistas implicados.

Si quieren entretenerse una tarde, quizá disfruten de El reloj asesino, perfecta y redonda como el mecanismo de un reloj.

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