Agente especial

Título en castellano Agente especial
Titulo original The big combo
Año de filmación 1955
Duración 84 minutos
Pais Estados Unidos
Director Joseph H. Lewis
Guion Philip Yordan
Música David Raksin
Dirección de fotografia John Alton (B&W)
Reparto
Productora Security Pictures / Theodora Productions
Sinopsis Al Teniente Diamond (Cornel Wilde) le ordenan archivar el caso sobre el jefe de la mafia Mr. Brown (Richard Conte), porque le está costando al departamento demasiado dinero, y los resultados son nulos. Diamond, sin embargo, no se rinde y trata de conseguir pruebas por medio de la novia de Mr. Brown, Susan Lowell (Jean Wallace). Brillante fotografía y cast para un noir injustamente subvalorado. 
Premios  
Subgénero/Temática Mafia, Crimen, Serie B, Policiaca

tomado de filmaffinity

El género del cine negro tiene excelentes películas porque en su realización los directores ponían todo su saber y su cuidado. Con cualquier idea podían crear una maravilla de película. En este caso presentan a Mr. Brown, un criminal mafioso y al policía Mr. Diamond (Ah, diamante, tiene usted un apellido muy caro) ya metidos en faena. Los hechos criminales por lo que es perseguido el primero son obviados, el agente especial va a por él con saña y pronto veremos que con razón.
El cine negro es negro. Punto. Pero además es que la negrura ocupa la mayor parte de la superficie de las imágenes. No sé si es que lo hacían así para destacar el rubio platino de las mujeres fatales, el brillo de las pistolas y el rostro sudoroso de los hombres. Da igual; es negro. No entremos en los tonos grisáceos. Con la oscuridad dominando, la musiquita de fondo parece más lastimera, resplandecen más las luces de la ciudad de noche y en los planos de interior nada distrae nuestra atención de la tensión entre los personajes.
Las sombras hacen que uno se concentre en los guiones y en los detalles. Detalles geniales como cuando le quitan el audífono al gangster sordo para que no oiga los tiros que va a recibir. Lewis, amablemente, brinda la posibilidad de saber como muere un mafioso sordo porque nosotros tampoco oímos los tiros.
Los reproches del policía refiriéndose a Mr. Brown hacen que Agente especial tenga uno de los guiones más logrados que podamos escuchar en una película de este género:
-Señorita, ese visón que lleva no está hecho de la piel de unos animales, está hecho de la piel de los hombres que Brown ha asesinado.
-Los gusanos se alimentan de las plantas que usted cuida, pero su marido se alimenta de las personas a las que engaña y roba.
-Su marido mandó matar a una mujer inocente, y a la mañana siguiente desayunó tranquilamente tocino ahumado y dos huevos.
Parece mentira que uno pueda enamorarse del cine negro siendo como es, tan oscuro y… mortal.
Será por eso.


Menos conocida que su otra obra maestra, «Gun Crazy», y por supuesto mucho menos que otras películas mucho más famosas dentro del género, «The Big Combo», de Joseph Lewis, merece especial reconocimiento por parte de todo aficionado al cine, pues su excepcional calidad se revela tanto en los aspectos argumentales, como sobre todo, en los formales.

Aparentemente la historia desarrollada no es muy original; un malvado inasequible que dirige una eficiente organización criminal, una mujer sometida a él, un policía tenaz y honesto, y ya tenemos servido el enfrentamiento entre el bien y el mal. Sin embargo, los personajes, incluidos los secundarios, poseen un innegable interés, especialmente en el caso de los malos; un Mr. Brown manipulador, traicionero, hábil conocedor de las personalidades y debilidades ajenas, que explota en su propio interés. Unas mujeres sometidas a una tortura psicológica que las hace debatirse y dudar constantemente acerca de qué partido deben tomar. Un soberbio trío de secuaces en el que llama la atención la ambigüa relación que mantienen los dos sicarios, Fante y Mingo, así como la humillación que desprende la personalidad de McClure. Y del otro lado, la figura del teniente Diamond, profesional intachable que llegará a verse tentado por el odio y la sed de venganza.

A ello hay que añadir las virtudes formales, que en este caso son abundantes; de entrada, el director de fotografía es John Alton, uno de los maestros indiscutibles del medio, capaz de construir realidades y sensaciones con un chorro de luz rodeado de sombras. Lo que en principio nació como una solución a la escasez o pobreza de los decorados, acabó convirtiéndose en una opción estilística, y Alton tuvo ocasión de poner a prueba su pericia en los filmes que realizara, junto a Anthony Mann, en la década de los cuarenta («T-Men», «Raw Deal», etc). Su empleo de la luz, de un dramatismo excepcional (veánse el impresionante final de McClure, o las no menos brillantes secuencias iniciales y finales), incrementa la tensión y la angustia de las situaciones narradas, circunstancia que en este filme se ve potenciada por la soberbia puesta en escena y la composición de los encuadres (me llamó la atención uno en el que están los tres secuaces de Brown, triangularmente dispuestos con una lámpara de mesa en primer término).

Los intérpretes cumplen con creces, especialmente Richard Conte, cuyo personaje es el más atractivo, y Lee Van Cleef y Earl Holliman, encarnando a ese curioso par de asesinos; también hay que reseñar el saber hacer de Donlevy (la muerte de su personaje es de lo mejor que uno ha visto nunca) y de Wilde. En cuanto al guión, estupendo en su desarrollo dramático y también por sus eficaces y ácidos diálogos, fue firmado por Philip Yordan, quien como hoy se sabe, sirvió de «tapadera» para muchos guionistas de la Lista Negra, por lo que la verdadera autoría del de esta película sigue siendo un misterio.


Bien, no voy a emplear mucho tiempo en resaltar las virtudes de esta ejemplar muestra de serie noir a cargo del maestro Joseph H. Lewis, quizá su mejor película junto a «Gun Crazy» y «The Undercover Man», aunque esto es mucho decir, porque su filmografía es fantástica y muy recomendable. Rozando la serie B, si no metido de lleno (se trata de una producción de Allied Artist Pictures), es un film de 1955, con muchos elementos esenciales del género y muy cercana a «The Big Heat» de Fritz Lang, un par de años anterior (el detective que se enfrenta solo a todopoderoso capo de la mafia, la chica del gangster que finalmente busca su propia redención, la corrupción que se apunta dentro del propio estamento policial, el trágico fin de la chica del detective….) o con elementos de Laura (si bien allí el detective estaba enamorado del cuadro, y aquí de una imagen real) y otros clásicos del género. Pero la película tiene mucha personalidad, y numerosas escenas impactantes, como la brutal tortura a la que somete Mr. Smith al Teniente Diamond con el audífono (ese sólo de batería!!) y con la ingestión de la botella de tónico capilar (anterior a la botella de whisky que le inyecta Martin Landau a Cary Grant), el asesinato «silencioso» (de nuevo el audífono) del personaje de Brian Donlevy o la imagen de Jean Wallace en la primera escena huyendo de la pareja de matones (de la que, sutilmente, se apunta una probable relación homosexual, por cierto), con un hermoso juego de sombras a cargo de John Alton.

Dicho lo cual, quería comentar una anécdota del rodaje, que cuenta Joseph H. Lewis en una entrevista en un libro sobre cine negro americano, editado por Robert Porfirio, en la que relata con pelos y señales (muy divertido), como Jean Wallace era la esposa en la vida real de Cornel Wilde, que protagoniza al Detective Diamond, mientras en la película interpreta a la amante del gangster, Mr. Smith (Richard Conte). Hay un par de escenas «calientes», magníficamente sugeridas por Lewis, y para rodarlas se llevaron del plató a Cornel Wilde durante un día entero, con la excusa banal de buscar exteriores. La idea era filmar la escena en la que Richard Conte besa a Jean Wallace, provocando un momento extremadamente erótico, y lo hace con Richard Conte besándole el cuello por detrás, y después bajando la cabeza hasta desaparecer de la pantalla mientras la cámara va cerrando el plano y acercándose al rostro más que expresivo de ella. Mucho me temo que la consecuencia fue que Jean Wallace, en mi opinión realmente fantástica en este filme, en la práctica se retiró de los platos para toda la vida. Desconozco las razones, pero me da la impresión de que un ataque de celos de Cornel Wilde, puede haber dejado a la historia del noir y del cine en general, sin una actriz más que prometedora. Lewis tuvo que comparecer ante la comisión por esta escena, pero se sentía muy orgulloso de haberla rodado. Qué cosas.


tomado de hildyjohnson

Una película te lleva a otra y a otra y a otra. Y siempre hay un descubrimiento una sorpresa. Llevaba mucho tiempo que quería ver El demonio de las armas. Así que un día de esos en que me da un ataque de saqueo de películas en tiendas determinadas me encontré con una sesión doble El demonio de las armas Agente especial, ambas de Lewis. Así que me dije, vale, me las quedo porque a lo mejor la otra también me gusta. Y entonces surge el momento mágico en que me encanta la película que tanto había buscado El demonio de las armas… pero me siento fascinada por la obra desconocida (por mí, claro está), Agente especial… puro cine negro, del bueno. Del fascinante (valga la redundancia).

Porque en Agente especial se unen muchos elementos. Un reparto fascinante (sobre todo en la parte de los malvados). Una manera de rodar que remite al puro lenguaje cinematográfico, lleno de hallazgos geniales que sirven para contar la historia y hacerla avanzar y para crear ese ambiente de cine negro, de destino fatal, de oscuridad y tiniebla y muy poca esperanza, de ambientes agobiantes… (y muchos de los recursos empleados para paliar una razón de producción: escaso presupuesto. Es cierto que a veces —sólo a veces—, la escasez agudiza el ingenio). Un guión (he intentado escribirlo sin acento… pero es que me da una pena quitarlo…) con frases certeras. Y una película que sugiere mil y una historias detrás de cada uno de sus personajes…, ninguno sobra. En resumen una película redonda y a reivindicar o sacar del olvido.

La historia que nos cuenta no es original pero sí la forma de contarla y llevarla a cabo. Nos engancha desde su primera secuencia. Básicamente nos cuenta el enfrentamiento entre el policía honesto, que se deja la piel en cada caso (y que no cuenta con los recursos suficientes para poder llevar a cabo su trabajo…, no sólo les ocurre a los chicos de The Wire), y el gánster sibilino que sabe manejar los hilos. El bien y el mal y en medio la chica del gánster que no sabe por quién decantarse…

Bendito reparto

… bendito reparto y las historias que se esconden detrás de cada uno de los personajes. Fascinante.

Por una parte tenemos al bien. Al policía honesto pero que a veces cansado se deja llevar por el deseo de venganza y violencia (aunque siempre termina controlándose, es un hombre honesto y entregado)… le va el rostro de un Cornel Wilde, atractivo y serio. Un policía que apenas tiene tiempo para sí mismo y que termina enamorándose ‘obsesivamente’ de la chica del gánster… a la que desea llevar por buen camino.

Por la otra al mal. El gánster sibilino con dotes de gran psicólogo pero finalmente también hombre enamorado. Sabe manejar los hilos. Sabe ordenar. Mantiene durante prácticamente todo el metraje la sangre fría. Es un hombre con una historia a desarrollar y se nos van dando pistas en pequeñas dosis y se va conformando una personalidad compleja. Así nos deja una interpretación para el recuerdo llena de matices un olvidado pero certero Richard Conte.

Después nos encontramos con los secuaces del gánster, con aquellos que le hacen el trabajo sucio. Y ahí nos enfrentamos a maravillosos personajes secundarios. Por un lado el segundo de a bordo, acompaña su singularidad con un audífono. No oye bien (… porque para lo que hay que oir) pero sueña con algún día poder ‘mandar a paseo’ a su odiado jefe que le humilla una vez sí y otra vez también. Ya se sabe, esas relaciones amor-odio… hoy te lamo los pies, mañana te vendo y me vengo. Para este papel el rostro de Brian Donlevy, un actor de reparto de filmografía interesante.

Luego falta para rizar el rizo los matones. Los dos jóvenes matones y chicos para todos… fieles hasta la muerte. Honestos con su jefe. Máquinas de matar y torturar pero que ambos desarrollan entre ellos ‘una hermosa y fiel amistad’ que nos cuenta, de manera subyacente, una historia subterránea (me repito con contundencia). Funcionan por su propio código moral… y nos regalan escenas de impacto. Además cuenta con unos rostros muy interesantes: por una parte Lee Van Cleef y por la otra Earl Holliman.

Y luego tenemos al trío de damas. También personajes hechos y derechos. Complejos y fascinantes. Como todo buen cine negro las relaciones entre hombres y mujeres exudan sensualidad. Y las tres con rostros de damas desconocidas. La chica del gánster, rubia angelical con el rostro de Jean Wallace (extracinematográficamente os contaré que en aquellos años era la bella esposa de Cornel Wilde). La chica del poli, chica de cabaré fiel y con gran corazón, ella se sabe enamorada pero también aguanta que su chico ame a la otra…, ella sólo quiere que deje de ser hombre atormentado. Ejerce de amiga y de amante. Y tiene el rostro de Helene Stanton (la más desconocida y con menos filmografía accesible). Y por último, para no desvelar nada del intríngulis nombraremos a la mujer misteriosa, e importante tanto en la trama como en la investigación. No puedo desvelar pero también esconde toda una historia interesante y una personalidad compleja. Cuenta con el rostro de una actriz secundaria interesante, Helen Walker.

Lewis, el mago artesano sin presupuesto

Y Lewis, cual maestro-artesano pero también artista que imprime su espíritu a su obra, rueda de manera inolvidable (junto a técnicos maravillos… y nunca nos olvidemos de los directores de fotografía) esta historia de cine negro. Así nos crea unos ambientes agobiantes. Juega con las sombras. Realiza un uso maravilloso de la niebla y la oscuridad. Emplea de manera magistral el sudor y el horror. El grito y los primeros planos. Las habitaciones de mala muerte. Los hospitales tristes. Los sotanos oscuros. Las calles por las que se huye. La oficina del policía, su apartamento, los vestuarios del cabaré o de un boxeador fracasado, las puertas traseras… Nos muestra las maravillas que se pueden hacer con un audífono (desde una tortura hasta una manera diferente de filmar una muerte…). Y nos mete de lleno en ese ambiente agónico de las películas noir…, ese ambiente estresante, triste, de destino fatal… enfermizamente romántico también.

… y de quién será el guión

Y por último nos regala frases y diálogos de esos que se quedan grabados. Además de una estructura certera. Como digo no hay nada más complejo como que todos los personajes tengan una vida y tú como espectador la sientas. Como anécdota también extracinematográfica decir que está firmado el guión por Philip Yordan… y para los que les apasione este tipo de historias, Yordan fue un guionista prolífico y también polémico. Parece ser que fue una ‘tapadera’ para que muchos guionistas incluidos en la lista negra durante la caza de brujas pudieran trabajar. Esto significa que trabajaba en el guión uno de ellos y luego el nombre que aparecía en créditos era el de él. Así a veces es extremadamente complejo saber cuál es realmente la aportación de Yordan a algunos guiones y sobre todo cuál es la autoría real… En Agente especial queda el misterio y el secreto de quién fue realmente el guionista ¿Yordan? ¿O realmente actuó como tapadera? Como veis otro tema apasionante…

Todo esto y más, hace de Agente especial, película reivindicable. Casi me atrevería a decir de visionado… obligatorio, digo, apasionado.


tomado de aworldoffilm

A mediados del decenio de 1950, el mundo sombrío del mundo había dado al cine clásicos del crimen como El Halcón Maltés , La Llave de Cristal , Doble Indemnización , El Gran Sueño y Gilda.prácticamente había seguido su curso. Los gustos de la audiencia en los Estados Unidos se estaban alejando de la gravedad y la gravedad de la historia del crimen urbano, probablemente porque a mediados de la década de 1950 los estadounidenses disfrutaban de la prosperidad y, significativamente, abandonaban la ciudad y se mudaban a los suburbios. Un consumismo sin precedentes se apoderó de él, y como era el comienzo de la era espacial, los nuevos suburbios estaban buscando un futuro limpio y brillante. De ahí todos esos enormes coches con aletas de cola extravagantes y todo ese cromo; De ahí todos esos aparatos eléctricos que prometían tanto tiempo libre a las amas de casa.

Todo era más grande y más brillante, especialmente las películas, que estaban amenazadas por la televisión. Cinerama y otros formatos de pantalla ancha intentaron atraer al público al cine, y Hollywood estaba lanzando espectáculos como The Greatest Show on Earth , The Bridge on the River Kwai y The Ten Commandments , y ciencia ficción barata y siniestra como The Blob and Them! (El director de Them!, Gordon Douglas, le preguntó al editor si la película se veía honesta. Él respondió, «tan honesto como pueden verse las hormigas de doce pies»)

¿Qué oportunidad tuvo el mundo sombrío de ojos privados, hastiados y gángsters brutales en contra de tal entretenimiento?

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The Big Combo es notable, entonces, por ser uno de los últimos de la película. Sin embargo, lo recomendaría de mala gana, ya que no creo que sea una película particularmente buena. Aunque está bien dirigido por Joseph H. Lewis, y tiene algo de ambiente, principalmente por la excelente fotografía de John Alton , y un par de buenos momentos, el guión de Philip Yordan es bastante parecido al de los números y la actuación, con una Un par de excepciones – es pobre. La estrella es Cornel Wilde , y también la produjo. Wilde siempre será recordado como un actor menor en Hollywood (con la excepción de su nominación al Oscar por interpretar a Chopin en A Song to Remember). Tenía poca presencia en la pantalla, a pesar de sus mejores esfuerzos para ser duro. En la vida real era un esgrimista consumado y hablaba varios idiomas con fluidez, pero para mí nunca trajo nada interesante al cine.

Es bastante pesado aquí como el teniente Diamond, que persigue obstinadamente a un jefe de la mafia, incluso después de que sus superiores le piden que abandone el caso por falta de pruebas. Se habla mucho sobre cuánto cuesta seguir a los delincuentes, lo que le da a Diamond una oportunidad de ser justos con la propagación del crimen, cómo los matones lo están arruinando para los ciudadanos comunes. El diamante, por cierto, tiene una forma curiosa de decir «chumbo», rima «capucha» con «comida».

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Es un poco difícil creer que la bailarina burlesca de aspecto exótico, Rita (Helene Stanton), incluso se molestaría con Diamond, especialmente porque sabe que su corazón no está realmente en eso. Él está desconsoladamente enamorado de un moll de un gángster, Susan Lowell ( Jean Wallace ). Susan es ese viejo cliché de noir: los caramelos de primera clase (solía ser una pianista de concierto, y cuando la película quiere que sientas mucha pena por ella, escucha música clásica y se ve melancólica). Wallace también es bastante insípida, pero estaba casada con Wilde, y este es uno de esos casos en que el productor eligió a una esposa o novia en un papel que sus talentos no igualaron.

Hay dos puntos brillantes en todo el asunto: Brian Donlevy y Richard Conte . Donlevy es Joe McClure, quien tiene aspiraciones de dirigir el sindicato, pero que aparentemente no tiene el instinto asesino. «Eres un hombrecito», le dijo. El término «hombrecito» aparece mucho en la película (aquí ocurre mucho síndrome del hombrecillo). McClure tiene que conformarse con ser el número 2 en la organización. La palabra ‘mafia’ nunca se usa en la película.

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Richard Conte es bueno y cruel como el líder del sindicato, el despiadado Sr. Brown. Si su rostro le es familiar, es porque lo reconocerá en varias películas ( A Walk in the Sun , 13 Rue Madeleine , Call Northside 777 , I Cry Tomorrow ). Fue Barrabás en La historia más grande jamás contada , y fue el jefe de una de las cinco familias en El padrino . Es un brutal jefe de la mafia aquí, y tiene dos secuaces desagradables para cumplir sus órdenes, uno de los cuales es el vulpino Lee Van Cleef (un nombre que no puedo leer sin escucharlo murmurar ‘Tucamcari’). El compañero de Van Cleef es el débil Earl Holliman. Disponen de varios testigos que de otro modo podrían ayudar al teniente de policía con el caso.

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Pero cuando se trata de llevar a cabo la tortura, el Sr. Brown prefiere hacerlo él mismo, haciendo sonar la música en un audífono para hacer sonar los oídos de una víctima. El audífono pertenece a su fijador, McClure, y desempeña otro papel clave en la película cuando lo retira para que no pueda escuchar los disparos (esta escena es probablemente el punto más elegante de toda la película).

Luego está Helen Walker como una mujer que ha sufrido una crisis nerviosa por una buena razón, y que podría asegurarse de que Brown vaya a la cárcel, solo que ella está aterrorizada por él.

También está la curiosa relación entre los dos secuaces. ¿Están destinados a ser homosexuales? Duermen en la misma habitación: no la misma cama, por supuesto, ni siquiera las parejas casadas durmieron en la misma cama. Y Holliman tiene la costumbre de tocar a Van Cleef y mirarlo esperanzado, y quiere que los dos crucen dos veces al jefe y huyan juntos.

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El gran combo implica sabiamente la mayor parte de su violencia. Como dije el guión es solo regular. Yordan ganó un Oscar por la historia de Broken Lance, y su nombre aparece en películas como El Cid, Rey de reyes, Joe Macbeth, La selva desnuda y 55 días en Pekín . En la década de 1950 fue el frente de varios guionistas en listas negras (tal vez sus películas decentes fueron escritas por otros, y el mediocre The Big Combo es todo su propio trabajo).

No me atrevería a recomendarlo, no cuando hay muchas mejores películas, pero la elegante fotografía en blanco y negro de Alton es impresionante. Alton ganó el Oscar por An American en París, y también fotografió The Teahouse of August Moon , Tea and Sympathy , y Elmer Gantry , además de escribir un libro bien recibido sobre el arte, Painting with Light . The Big Combo no es lo suficientemente bueno como para ser un noir verdaderamente clásico, pero ciertamente parece ser el papel.


tomado de sheilaomalley

El director Joseph Lewis, quizás conocido en su mayoría como «rey de los Bs», trabajó a pasos agigantados y furiosos en sus películas (no tan fuera de lo común en ese momento), pero la calidad que logró alcanzar en medio de esos escándalos fue de bajo costo. Las producciones hechas, no solo en las actuaciones de sus actores, sino también en la apariencia de sus películas, son bastante extraordinarias. Una de las cosas que amo de Lewis como director (en sus productos terminados, y también en cómo se encuentra en las entrevistas) es su evidente amor por la loca búsqueda y la valentía que se necesita para hacer algo, y cómo se veía. Para saborear toda la experiencia. Peter Bogdanovich lo entrevistó cerca del final de su vida y la alegría de Lewis sigue apareciendo. No se tomó demasiado en serio a sí mismo, pero seguro tomó en serio lo que estaba haciendo. Estoy en una patada de Joseph Lewis estos días, yThe Big Combo , de 1955, es uno de sus artistas más famosos. Gun Crazy es, obviamente, su personaje más famoso (y con razón, hablaré de eso más adelante), pero siempre hay algo en todas sus películas en las que hundir los dientes, visualmente o de forma inteligente. El combo grandeSe ve increíble, cada disparo rebosa de atmósfera y emoción. Joseph Lewis comenzó a hacer westerns, y cada vez que una escena era aburrida para él, la disparaba a través de las ruedas del vagón, para darle cierto interés al cuadro, obteniendo así el apodo de «Wagon Wheel Joe». Los productores gritaban: «Oh, Jesús, quítale esas ruedas de carreta, maldita sea, no otra escena de rueda de carreta». Puedes ver la pasión y la inteligencia de Lewis en la forma en que encuadra cada disparo, el objetivo es mantener las cosas vitales y buenas. buscando, de modo que cada escena no solo sea interesante por sus puntos de trazado, sino por su aspecto. La actuación es excelente, incluso para los personajes que solo tienen una línea, y el guión es excelente. Lo que podría haber sido tu película básica de gángsters termina siendo mucho más. Es un estudio psicológico de la obsesión.

Creo que Joseph Lewis, como todos los grandes directores (y rara vez se habla de la misma manera que gente como John Ford, Hitchcock, Howard Hawks, pero por el momento lo estoy poniendo en ese léxico) entendí la obsesión. Lo hizo su tema principal. Gun Crazy es un ejemplo primordial de ello, pero Big Comboestá allí también El Sr. Brown, el gángster, (interpretado por Richard Conte, en una suave y ominosa actuación que me recordó algunos de los roles de Burt Lancaster) está obsesionado con el estado y estar en la cima del montón. Leonard Diamond, el policía (interpretado por Cornel Wilde) está obsesionado con el Sr. Brown, en primer lugar, y ha lanzado a toda la fuerza policial a una persecución, contra el consejo de los comisionados y todos los demás. Pero él es como un hombre con un hueso. A través de su búsqueda de Brown, se enamoró de la novia de Brown, Susan (interpretada por la esposa de la vida real de Wilde, Jean Wallace). Susan solía ser una chica de la sociedad, y algo así como un prodigio en el piano, pero ella ha renunciado a todo eso y se ha sumado a su novio gángster, para gran desconcierto del mundo que ha dejado atrás. ¿Por qué dejaría a la sociedad educada y andaría con este matón? Ahhhh, pero eso es porque Susan también está obsesionada con algo: el tipo de sexo que tiene con su novio mafioso. Está sucio, es apasionado, es feroz. Al igual que Stella Kowalski, otra chica de la sociedad atada a un hombre debajo de su puesto porque es adicta a cómo folla y cómo enciende esas luces rojas, Susan se odia a sí misma por estar atrapada, pero tiene la masilla en sus manos. El Sr. Brown sabe cómo presionar sus botones, y él lo hace. Susan es una chica de rostro agrio a estas alturas, descompuesta por la decepción y la soledad, pero cuando la toca, aunque sea de forma casual, entra en un ámbito privado de sexo y placer que la deja indefensa. El Sr. Diamond intenta alejar a Susan del Sr. Brown, no solo porque necesita un testigo en su contra, sino porque se ha enamorado de ella. Pero, ¿podría Cornel Wilde, con su mirada un poco seria, seria y tensa, complacerla alguna vez de la forma en que su novio la complace? Esto no se habla en el guión, al menos no abiertamente, pero está ahí: en cada mirada, en cada toque, en cada mirada.

Big Combo también tiene el honor de ser la primera película estadounidense al menos en sugerir que se está produciendo el sexo oral. El éxtasis lo hizo antes de eso., mucho antes, y fue mucho más gráfico, Hedy Lemarr teniendo su primer orgasmo en pantalla, en primer plano. Pero eso no fue una película estadounidense. Joseph Lewis le dijo a Jean Wallace, tratando de soltarla para la escena (y Wilde era productor de la película, lo que se sumó a su inseguridad): «Tu novio no se detiene cuando te besa el lóbulo de la oreja. No se detiene cuando te besa el cuello. No se detiene cuando te besa la barriga. Él los cubre a todos «. Al parecer, Wallace dijo:» No puedo creer que me esté hablando de esta manera, pero está bien, entiendo lo que quiere decir, lo haré, solo me aseguraré de que Cornel no esté en el set ese día, ¿Por favor? «Susan y el Sr. Brown están teniendo una pelea, y él trata de calmarla. Él la besa rudamente. Ella se somete, luego se resiste. Él se mueve detrás de ella, ella está frente a nosotros, y comienza a besarla en el cuello, diciendo cosas como,

Me encantó cómo Joseph Lewis describió esta escena a Bogdanovich:

En realidad, quería mostrar, una vez más solo por impresión, a un hombre que hace el amor con una chica de esta manera deliciosamente única que todos hemos soñado o experimentado. Ahora, ¿cómo se muestra en la película? Bueno, tuve una idea: cuando los vio a los dos, mezclados con besarla en los labios y luego en la oreja, la cámara se acercó más y más y más, y al entrar en un enorme primer plano de Nick Conte y Jean Wallace, gradualmente la cabeza de Nick desapareció: primero besó su cuello, luego bajó y bajó y luego, en el preciso momento, Jean, quien estaba helada. Creo que tenía miedo de traicionarse por temor a que Cornel se levantara con ella, pero así fue. En el momento preciso en que lo imaginé, salí de la escena, y eso fue grabado. Cornel nunca me perdonó por ello.

La escena es lo más gráfica que puedes obtener, más aún porque no ves que realmente suceda. Usted no necesita

Joseph Lewis tuvo problemas con los censores por eso. Una de las cosas que hacen sus películas es rechazar el Código, que había estado vigente desde la década de 1930. Gun Crazy rompe los límites en todo el lugar, y Big Combo también lo hace. Lewis le dijo a Bogdanovich que uno de los censores le dijo con enojo: «No puedo creer que hayas metido esta inmundicia en la película de un hombre que arremetió contra una mujer». Lewis protestó por su inocencia. “Esa es enteramente tu proyección. No lo mostré. Ha suministrado toda la emoción de la escena, como se supone que debe hacer una audiencia. Así que no me digas que soy un director sucio. ”La escena se quedó.

Lee Van Cleef y Earl Holliman interpretan a dos de los matones del Sr. Brown. Los cielos que hacen el trabajo sucio. No hay una escena que no estén juntos. Están apostando, comparten sándwiches de salami, comienzan a darse cuenta de que están siendo instalados aquí, de alguna manera, por su jefe … solo que no están seguros de cómo. Por supuesto, no son las bombillas más brillantes en el árbol de Navidad. Pero su dinámica está configurada en un grado tan fuerte, que realmente te gustan estos tipos, por horribles que sean algunas de sus acciones, y cuando finalmente son emboscados, y uno de ellos no lo logra (Van Cleef), Holliman. , acostado en una camilla, comienza a llorar con la pérdida de su amigo, y la escena funciona, funciona muy bien. Su pena es real. No es nada sin su compañero. Apenas puede hablar con coherencia. Earl Holliman hace un trabajo excelente con una parte de «nada», dándose cuenta de la oportunidad aquí para crear un personaje real, con una historia de fondo y relaciones. Muchos actores y guiones extrañan esto. Pero aquí: a todos se les permite ser humanos.

El guión brilla y se desliza, con líneas como: «Joe, el hombre tiene motivos para odiarme. Su salario es de $ 96.50 a la semana. Los ayudantes de mis hoteles ganan más dinero que eso.

La obsesión impulsa los tres adelantos. Otros personajes se mueven en la acción. Hay un gran camafeo de Helen Walker, quien interpreta a la esposa del Sr. Brown, a quien él ha encarcelado en una institución mental para sacarla del camino. El Sr. Diamond la rastrea, y ella ha estado viviendo en un asilo durante 10 años, atendiendo el jardín y no quiere tener nada que ver con su vida pasada. Ella tiene miedo. Ella le dice al Sr. Diamond: «Prefiero estar loco y vivo, que cuerdo y muerto». En Frances, Dice Frances Farmer, en la entrevista al final de la película que si «te tratan como si estuvieras enfermo … bueno, supongo que puedes enfermarte». Helen Walker encarna eso. Ella es una ruina de una mujer. Su obsesión son sus flores. Es lo único que tiene sentido, y durante su interrogatorio ella sigue anhelando volver a ellos.

La obsesión nos mantiene vivos. O nos mata. Cualquiera de los dos. Deja que las fichas caigan donde puedan.

Con una gran batalla climática, involucrando a Susan enfocando un foco en el costado del auto hacia el oscuro almacén para iluminar a su amante atrapado, y un último momento que es un robo completo de Casablanca , Big Combo es una gran película de palomitas de maíz, y muestra cómo se ve una película cuando está hecha por un hombre que está obsesionado con el proceso en sí.


 

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