Extraño del tercer piso, El

Título en castellano El extraño del tercer piso
Titulo original Stranger on the third floor
Año de filmación 1940
Duración 64 minutos
Pais Estados Unidos
Director Boris Ingster
Guion Frank Partos
Música Roy Webb
Dirección de fotografia Nicholas Musuraca (B&N)
Reparto
Productora RKO Radio Pictures
Sinopsis El testimonio de un periodista sirve para llevar a un joven a la silla eléctrica. El reportero, torturado por las dudas acerca de su culpabilidad, cae en una telaraña de falsas pruebas que le señalan, ahora a él, como presunto autor de un nuevo crimen..
Premios  
Subgénero/Temática
Crimen, Serie B, Expresionismo alemán, Thriller psicológico

tomado de filmaffinity

Las compañías cinematográficas necesitaban producir cierto números de » lower-budget features» ( películas de bajo presupuesto) para mantener sus estudios y costearse trabajos de mayor envergadura. Actores noveles o semi-retirados, algún que otro «gancho» con atractivo y bajos presupuestos en exteriores y decorados, son algunas de las notas destacadas de lo que se conoce como cine serie B.

El extraño del tercer piso contiene todos estos elementos, pero suple sus inevitables carencias monetarias con algunas notas de calidad que, es de justicia, sean reconocidas. Les estoy hablando de la excelente fotografía de Nick Musuraca al que recordamos entre otros trabajos por La mujer pantera de Jacques Tourneur. La cámara de Musuraca es perfectamente reconocible especialmente en la secuencia onírica del protagonista donde éste sueña sufrir un situación similar a la del hombre condenado por su testimonio. Los juegos de contrastes entre luces y sombras nos transportan al cine de Tourneur pero también al de Lang con sus rejas carcelarias, sus oscuridades convenientes y su mezcla no agitada, de expresionismo y surrealismo.

Probablemente las sombras pretendieron ocultar las «vergüenzas» de un presupuesto extremadamente bajo, cuya parte del león probablemente fuese para un Peter Lorre que ofrece una de sus participaciones cinematográficas más breves y silentes que se le recuerda (tan solo unas breves frases en la secuencia final). Pero aún así, se trata de sombras de categoría.

Por lo que hace al resto del film entresacar la actuación de Elisha Cook Jr. quien siempre es centro de atención en todo cine negro que se precie. Y hablando de cine negro, reseñar cierta polémica respecto a si este film fue el primero del género o no. Probablemente los orígenes del cine negro haya que ir a buscarlos a Francia, de ahí su habitual denominación de «film-noir». En cualquier caso, quede constancia de esta circunstancia.

Les he expuesto los argumentos para ver esta película. También los hay para lo contrario. Demasiadas reflexiones, rayando el film psicológico, o un desenlace demasiado acelerado, como si se les estuviese pasando el arroz o les estuviesen esperando para cenar. Ustedes tienen la última palabra.


Igual que si ahora quieres se famoso en esto del cine tienes que hacer una película de superhéroes o de acción con tías buenas y muchas explosiones, en los años cuarenta tenías que dirigir una de cine negro. Y como dice la frase mucho fueron los llamados y pocos los elegidos. Si uno se mete a estudiar a fondo dicho género en la época se encuentra con muchas medianías, que también las había. 

Esta es una de ellas, “El extraño del tercer piso” una de esas películas de bajo presupuesto que abordan el cine negro con algunos elementos muy en boga en el momento como el psicoanálisis, el periodista como héroe, dosis de suspense y un tono de novela kafkiana. 

La película no es mala, pero los pocos medios disponibles en esta ocasión se notan bastante, sobre todo en las visiones oníricas que resultan en el mejor caso curiosas pero nunca imprescindibles a la hora de valorar este film. 

Destacable el corto pero intenso papel de Peter Lorre, que venía en cierta forma a homenajear el que interpretó en “M, el vampiro de Düsseldorf”, y una aceptable dirección por parte de Boris Ingster, que sin embargo no nos permite adivinar ninguna genialidad, todo muy previsible, y el final aún más. 

No todas las rarezas merecen una oportunidad, en este caso se la pueden dar por sus escasos 60 y pocos minutos, pero ya les adelanto que no perdurará mucho tiempo en su mente.


La capacidad creativa de Hollywood en su época dorada no ha tenido parangón en la historia del cine. Tal afirmación, rotunda y sin paliativos, se justifica con producciones como “Stranger on the Third Floor” donde, a pesar de las pocas pretensiones, de la brevedad del metraje o de los humildes recursos con los que cuenta, nos presenta una muestra inmejorable del film noir. En este caso, prestando atención a esas situaciones de la vida que hacen dudar al ciudadano de a pie, poniéndolo en una diatriba que lo equipara al peor de los asesinos.

El planteamiento inicial es sencillo: joven periodista, Michael Ward, es testigo de un asesinato. Su declaración es crucial para condenar al acusado quien proclama su inocencia contra viento y marea. Tras la fatal condena, las dudas comienzan a invadir a Mike. Cada momento que pasa está menos seguro de su testimonio, de sus recuerdos. Todo se complica definitivamente cuando aparece asesinado en similares circunstancias el vecino de Mike, el señor Chen. La animadversión pública entre ambos, la confusión del protagonista, su presencia en el anterior asesinato y una terrible pesadilla (terrible y magníficamente rodada) lo convierten de inmediato en posible sospechoso ante los ojos del espectador y de la policía. Se inicia así la resolución de la intriga de una manera tan rápida como efectiva.

Bien dirigida y bien fotografiada, los planteamientos finales del film van más allá de la propia trama. La ambigüedad moral que se exhibe o la delgada línea que separa el comportamiento criminal del racional, son temas candentes y llevan tanto al protagonista como al espectador a una situación límite donde ambos tendrán un encuentro memorable:


tomado de elgabinetedeldoctormabuse

Rebuscando en el amplio catálogo de films de serie B de los años 30 y 40 uno aún se lleva ciertas sorpresas con películas que no han alcanzado el estatus de grandes obras del género pero que aún así son de una calidad innegable. En concreto la RKO tiene en su haber un buen número de pequeñas joyas de serie B del que uno siempre logra destacar alguna olvidada, como es el caso. De apenas  una hora de duración y realizada con pocos medios para aprovechar el tirón comercial de Peter Lorre y los dos días que le quedaban de contrato, El Extraño del Tercer Pisoresulta ser una magnífica sorpresa para el aficionado al cine negro de serie B.

El protagonista es un periodista llamado Mike cuyo testimonio sobre un asesinato ha servido para que la policía localice al culpable y le condene a muerte. Sin embargo, aunque Mike vio al acusado, Joe Briggs (encarnado por Elisha Cook Jr., un actor más que habitual del género), al lado del cadáver, éste asegura que no le mató e insiste en su inocencia. La posibilidad de que realmente sea inocente atormentará a Mike y a su novia Jane hasta extremos insospechados.
Cuando el protagonista regresa a su apartamento, se encuentra con un extraño individuo (Peter Lorre) saliendo a escondidas del piso de enfrente. Su vecino, que normalmente no le deja dormir por sus ronquidos, no hace ningún ruido. Mike sospecha entonces que ese misterioso hombre le mató, y cuando se dispone a comprobarlo se da cuenta de algo que le aterroriza: que él será el principal sospechoso de la policía pese a ser inocente.

Se trata sin duda de una de las películas que mejor ha sabido tratar el tema del falso culpable al mostrarnos a un hombre que, en primera instancia, se siente orgulloso de declarar contra un asesino para después verse acorralado por las circunstancias siendo inocente. Acaba experimentando en sus propias carnes que el sistema no es perfecto y vive la angustia que supone ser un hombre al que apuntarían todas las acusaciones siendo inocente.
Esta idea se enfatiza por un muy buen uso de la voz en off que cobra protagonismo repentinamente y una serie de flashbacks que demuestran que, a ojos de la policía, él es el sospechoso número uno: mostró más de una vez su antipatía a su vecino e incluso comentó que desearía matarle. Mike no puede escapar de esas circunstancias, es un hombre inocente atrapado por ellas.

Estos temores se muestran en una maravillosísima secuencia onírica reflejando las pesadillas del protagonista. Esta larga secuencia destaca por su puesta en escena tan expresionista dándole un tono irreal y pesadillesco con muchos tintes de paranoia. Mike se encuentra acorralado por las circunstancias y las acusaciones de todas las personas y no puede hacer nada para evitar morir en la silla eléctrica.

Pese a que su aparición es como actor secundario, el que más destaca del film es sin duda y con diferencia Peter Lorre en ese tipo de papel de psicópata que tan bien se le daba en que estaba encasillado desde la magistral M el Vampiro de Düsseldorf (1931) o El Hombre que Sabía Demasiado (1934). En solo unos minutos, Lorre consigue que ese inquietante personaje acabe siendo el más recordado de la película y deje al público con una sensación de fascinación y temor.

Aunque el final acaba siendo el inevitable happy ending, no por ello el film claudica dando a entender que el sistema funciona. De hecho el mensaje es justamente el contrario. Lo que salva a los personajes no es la intervencion de la policía, sino de Jane. Si no fuera por ella, unos inocentes morirían injustamente. En el oscuro mundo del cine negro, la justicia siempre fue un concepto muy relativo y que nunca garantizaba nada a sus protagonistas. Más que tranquilizar, el film sigue inquietando porque sabemos que en el fondo nosotros podríamos ser la próxima víctima de unas circunstancias kafkianas que nos convertirían en culpables de un crimen del que somos inocentes.

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