Historia de un detective

Título en castellano Historia de un detective
Titulo original Murder, My sweet
Año de filmación 1944
Duración 95 minutos
Pais Estados Unidos
Director Edward Dimytryk
Guion John Paxton (Novela: Raymond Chandler)
Música Roy Webb
Dirección de fotografia Harry J. Wild (B&N)
Reparto
Productora RKO Radio Pictures
Sinopsis Un nuevo misterio de Philip Marlowe que resultó un éxito de la RKO de la época. En 1975 se hizo una nueva versión con «Adiós, muñeca» (Farewell, My Lovely), con Robert Mitchum como Marlowe.
Premios  
Subgénero/Temática
Crimen, Detectives, Philip Marlowe

 


tomado de filmaffinity

Film de cine negro e intriga realizado por Edward Dmytryk (1908-1999) a partir de un guión de John Paxton, que adapta la novela de Raymond Chandler “Farewell, My Lovely” (1940). Se rueda en escenarios reales de Hollywood y L.A. (CA) y en los RKO Studios (Hollywood, L.A., CA) entre mayo y julio de 1944 con un modesto presupuesto de 400.000 USD. Producido por Adrian Scott para RKO, se estrena el 9-XII-1944 (EEUU).

El relato se desarrolla en un largo flashback, característico del cine negro clásico, que arranca del presente narrativo (1944) para al final regresar al tiempo y lugar del inicio. Hace uso de la figura del narrador mediante la voz en “off” del protagonista, que explica los hechos en primera persona del singular y desde el punto de vista propio. El lenguaje verbal, próximo al de la novela, es austero, sencillo, directo y, en general, abundante. Presenta la particularidad de una curiosa abundancia de expresiones figuradas o parabólicas, como es el caso de “me siento como pichón en un tiro al blanco”, “dedos como plátanos”, “como sapo sobre una roca seca”, “le dejó la cabeza como si se la hubiera pisado un elefante”, «echas corderos a los lobos», etc. El uso frecuente de este recurso aporta un aire de artificiosidad y de cierta extrañeza al relato, que el autor refuerza con elementos adicionales. Por lo demás, los diálogos, en especial las intervenciones que se ponen en boca del protagonista, Philip Marlowe (Powell), contienen una dosis elevada de ironía, cinismo y burla, que enriquecen la narración y le confieren un brillo singular. El aire burlesco se ve ampliado mediante detalles fugaces de carácter visual, como el encendido de una cerilla mediante el roce de la misma con las nalgas de una imagen de Cupido.

La historia es turbia, compleja y enigmática. Se explica mediante giros, avances y digresiones que desconciertan, confunden y ocasionalmente llaman a engaño al espectador. El hilo argumental sirve al realizador para llevar al público a un viaje a través de un mundo dominado por la desvergüenza, el crimen, la mentira, la corrupción, la simulación, el chantaje y el asesinato. Lo presenta poblado de matones, criminales, corruptos y estafadores. Compone una galería de personajes de moral ambigua, que aparentan ser lo que no son y en algún caso ocultan una personalidad perversa y cruel.

Es uno de los primeros films de cine negro que se ruedan mayoritariamente en escenarios exteriores en beneficio de un estilo que funde realismo y expresionismo. Esto no impide la inclusión de escenas de ensoñación o alucinación y de una experiencia mental surrealista destinada a explicar el mundo interior de un personaje sometido a tratamiento con drogas para conseguir información.


Irregular film del también irregular y mediocre Dmytryk, que tras un buen comienzo, termina por convertirse en una especie de parodia de cine negro, siendo un refrito de tópicos del género, con bastante predilección por Perdición. Pero claro, hay una diferencia abismal entre Dmytryk y Wilder. Aún contando con una puesta en escena brillante, y una dirección notable, la película se diluye con el paso de los minutos, tirando por la borda una buena puesta de partida de amantes y robos para acabar con una última media hora sencillamente irrisoria, siendo altamente previsible desde que conocemos a todos los personajes.

El guión es la clave del fallo de la película. Algunos personajes están desdibujados, descuidados, y su retrato apenas consta de un par de escenas, con un desarrollo demasiado farragoso por momentos, y con un desenlace poco creíble. Tomando como estructura narrativa la misma que Wilder en Perdición, la declaración de todo, no llegué a creerme la historia a raíz de la mitad de la película, cuando entra en escena Amthor, y su maniqueo comportamiento, igual que el del personaje de Moose, plano como una pared. Las relaciones entre los personajes se limitan a un par de escenas entre ellos, sin que en ningún momento tengamos claro quien es quien en este juego, quizás porque el director pensó que esto sería bueno para ayudar al suspense, pero cuando no sabemos nada de los personajes, poco podemos llegar a interesarnos por lo que les pase, además de contener todos los clichés y situaciones tópicas del género, y algunas por momentos hasta consiguen que la película parezca una caricatura del propio Chandler. Visualmente, la película está muy trabajada, conservando esta estética del buen cine negro de la RKO, con algunos encuadres brillantes por parte del director, amén de las secuencias alucinógenas, siendo esto lo más logrado de la película.

Las interpretaciones están bastante bien, destacando el personaje de Marlowe, aún estando bien interpretado, le falta el carisma que le daba por ejemplo Bogart, porque Dick Powell no deja de ser un tirillas que no logra parecer un tipo duro en ningún momento de la cinta. Pse a ello, aguanta el tipo y sale airoso. Destacaría también a Anne Shirley y Miles Mander como padre e hija, y destacar la irregularidad de la interpretación de Claire Trevor, comenzando estupendamente, aunque algo esquemática dentro del tipo Phillys de Perdición, para acabar bastante sobreactuada en el monólogo final que se marca contando todos los planes…


tomado de elblogdeethan

Hoy proyectamos en nuestra sala privada una cinta que nos atrae especialmente por varios motivos: por pertenecer al género negro, el responsable de nuestra cinefilia empedernida; y por contar, al frente del reparto, con un actor que siempre hemos admirado, capaz de cantar y bailar en una película como Vampiresas de 1933 o de encarnar a uno de los detectives más obscuros, extraídos directamente de la literatura hard boiled.

Cuando la RKO «fichó» a Dick Powell para hacer una serie de comedias y musicales (en los que, insisto, el actor se hallaba encasillado desde los años treinta) no se imaginaban que la estrella iba a cambiar drásticamente de registro para unirse a los Humphrey Bogart, Edward G. Robinson o John Garfield en la edad de oro del cine negro. Esta transformación no fue casual: Powell exigió una cláusula en su contrato que le permitiera actuar en dramas, lo que le llevó directamente al papel de Philip Marlowe, basado en la novela «Farewell, My Lovely» de Raymond Chandler.

La cinta, finalmente se tituló Murder, My Sweet, para evitar la confusión a un espectador que podía creer que se encontraba ante un título afín a Desfile de Candilejas o a La Calle 42. Aterrado por el casting el director, Edward Dmytryk, siguió adelante con la película, con el beneplácito de Raymond Chandler que sí creía en Powell.

Lo cierto es que el actor resultó un convincente Marlowe, uno de los tres mejores en interpretar el papel. Quitando el experimento subjetivo de Robert Montgomery en La Dama del Lago (Lady in the Lake, 1947), y algunos menos afortunados, los otros destacables fueron Humphrey Bogart, en la obra maestra de Hawks El Sueño Eterno (The Big Sleep, 1946); y Elliot Gould en la singular El Largo adiós de Robert Altman (The Long Goodbye, 1973), donde la trama rozaba la parodia, los actores parecían improvisar y los diálogos anunciaban el cine de Quentin Tarantino, casi dos décadas antes.

La sensación de parecer que siempre estaba a punto de ser golpeado o convaleciente de alguna pelea, más la angustia que Chandler siempre le quiso dar a su personaje, encajaba muy bien con el físico más débil de Powell -pero la mente despierta- frente a unos oponentes tan amenazantes como Otto Kruger, con aspecto de Nazi, (La Segunda Guerra Mundial aún no había finalizado y los «malos» que mejor funcionaban de cara a la taquilla eran los de aspecto germano) y el gigantón Mike Mazurki.

 


Como en otras películas basadas en la obra de Chandler, los diálogos presidían un tratamiento del guión muy entretenido gracias a que el protagonista se enfrentaba a dos casos distintos; dos historias en apariencia diferentes que se solapaban y encontraban al final de camino. El relato en off, dentro de un larguísimo flashback, las ironías de Marlowe, la confusión de la trama, la rubia fatal (Claire Trevor) y la fotografía tenebrosa redondeaban uno de los mejores filmnoir de la época. Uno de los responsables de que Nino Frank (periodista francés) bautizara el género con dicho adjetivo.

La secuencia que vamos a tratar de analizar es la del arranque, la que viene justo a continuación de los créditos. Son algo más de dos minutos del más puro cine negro. Una maravilla para el aficionado y una oportunidad para ver, en muy poco metraje, casi todos los elementos que caracterizaron esta forma tan reconocible de hacer cine.
 

La secuencia arranca con el clásico interrogatorio; la cámara se desplaza desde el reflejo de la luz del flexo hasta un plano medio donde se pueden ver a policías y acusado alrededor de una mesa desnuda. La estudiada puesta en escena muestra a unos personajes parcialmente dibujados debido a la oscuridad reinante en la sala. El realizador aprovecha cualquier foco de luz proveniente del exterior, o de la llama de una cerilla, para resaltar siluetas, iluminar rostros y, en general, darle prioridad a la estilización por delante incluso de la acción. La propia trama demuestra lo formalista que era este tipo de cine, ya que la poca luz –y el flexo acusador- no deberían ser necesarios en un interrogatorio donde el imputado tiene los ojos vendados.

La confusión del diálogo, que no tiene todavía ningún sentido para el espectador, y el relato en off de Marlowe son imprescindibles para asegurar la pertenencia de la película al género. Lo que viene a continuación es una presentación del ambiente que va a rodear a toda la cinta y que sintetiza perfectamente el estado de ánimo del detective e incluso del espectador en aquellos años de Guerra Mundial. La ciudad que Marlowe describe no puede ser más amenazante: siempre de noche, con una atmósfera irreal donde las luces de neon le dan un aspecto casi fantasmal, y donde los automóviles circulan en contrapicado rozando el objetivo.

Pero lo mejor es el final. En el despacho de Marlowe, el relato del detective -“el silencio de muerte tiene algo que no es real”- coincide con la intermitencia de los anuncios de la calle. Los mismos que provocarán el reflejo discontinuo en la ventana de una figura espectral. Una visión que se hará realidad cuando el detective se gire sobre su asiento.


tomado de imprescindible

Historia de un Detective

 

Murder, My Sweet, Edward Dmytryck, 1944, EEUU, Dick Powell, Claire Trevor, Anne Shirley.

La película que acomete la irrupción definitiva con nombre y apellido del detective creado por Raymond Chandler a finales de los 30 supone la adaptación más fiel a la esencia de los relatos escritos por este que se ha dado en la historia del celuloide. La traslación del universo en el que habita Philip Marlowe a la gran pantalla firmada por Dmytryck alcanza a capturar el alma del personaje y saca a relucir la mirada turbia y cínica que sobre el género humano se vierte en los relatos protagonizados por este antihéroe cuyo hábitat es el espacio urbano profundo en el que impera la corrupción moral más absoluta. Esta descomposición ética genera la plasmación en la gran pantalla de un ecosistema podrido, metáfora del desencanto social de una época, habitado por seres que se conducen de manera egoísta con una ambición sin límites y que persiguen el máximo rédito, objetivo por el cual no dudan en recurrir a medios como la extorsión, el chantaje y el asesinato. La corrupción personal queda retratada a través de unas imágenes complejas y estilizadas que confieren al film una poderosa fuerza visual. Los trucos ópticos, la iluminación expresionista en clave baja de Harry J. Wild que hace latente una amenaza en las sombras, los forzados encuadres determinan una atmósfera onírica y, en ocasiones, de pesadilla, que retrata un sentimiento de paranoia. Una corriente paranoide que el propio realizador de este film sufrió en sus carnes pocos años más tarde en su ramificación «maccarthysta» al purgar su pena por pertenecer al Partido Comunista en la cárcel y a la que él mismo sucumbió con su delación ante la Comisión de Actividades Antiamericanas en Abril de 1951.
 
La prolongación de la novela «hard-boiled» halla su espacio natural en el género negro y las innumerables y casi inextricables ramificaciones ideadas por Chandler son hiladas aquí con fidelidad a través del acertado libreto de John Paxton que, además de reproducir los ingeniosos y agudos diálogos, hace inteligible la trama concebida por el escritor cuyo resultado se basa en una serie de coincidencias, más o menos verosímiles, utilizadas como vehículo con el que hacer avanzar una ficción construida a partir de varios relatos cortos inconexos en origen. Y que, por cierto, fue objeto de otra revisión de prestigio a mediados de la década de los 70 protagonizada por un icono del género «noir», Robert Mitchum, titulada de manera homónima a la novela resultante del engazamiento en cuestión y que, asimismo, ya sirvió de pretexto a principios de los cuarenta para filmar una aventura que transcurría en el marco del serial protagonizado por otro personaje, The Falcon. No obstante, la presentación de Philip Marlowe, investigador privado duro y frágil a un tiempo, se da con este caso que ayuda a dar el impulso definitivo al ciclo negro de la RKO y que, igualmente, asienta las bases formales del mismo  género «noir», pues estamos ante una de las películas que definen las coordenadas en las que se desarrollará  este tipo de cine junto a la más reconocida, para el público general, Perdición y/u otros filmes rodados en las mismas fechas como Laura La Mujer del Cuadro, por ejemplo.
 
 
 
Historia de un Detective es una película clave en la gestación del negro considerada desde cualquier aspecto.  La presencia de los arquetipos del género (el detective privado resistente pero vulnerable, cínico e irónico, policías desconfiados y sobrepasados, matones, clases altas sofisticadas pero que esconden en su doble vida la corruptela de la sociedad y, por encima de todos ellos, la «femme fatale» fría, perversa y calculadora), el desarrollo del relato, estructurado en «flash-back» y narrado con voz en «off», la utilización estilizada de la iluminación y de efectos ópticos (humo, niebla) que ayudan a componer un mundo túrbido y oscuro que enfatiza la complejidad psicológica y la ambigüedad moral de sus pobladores, todo ello explica la apreciación de esta inmersión en las profundidades de la urbe como pieza esencial del cine negro. Género al que pertenece en puridad, sin ninguna posibilidad de discusión, esta excelente película que acaso concede un epílogo innecesario con la consumación de la sub-trama romántica. La única concesión que se permite a la hora de desplegar una dura mirada a las entrañas del ser humano.
 
 
 
Dejo para el final el obligado comentario sobre la sorprendente encarnación que hace el antiguo «crooner» y actor de musicales Dick Powell (era tan inusual su papel que para que el público estadounidense de la época no pensara que se encontraba ante un nuevo musical se decidió cambiar el título original de la película), un tipo listo como demostró en su trayectoria posterior y que aquí consigue redefinir su carrera profesional y culmina la interpretación más fidedigna que cualquier actor  ha dado del personaje de Marlowe  en el cine, personaje que, por otro lado y todo sea dicho, casi todo el mundo asocia con Bogart. La labor de Powell es digna de reivindicar y la entronización de Historia de un Detectivecomo pieza seminal del «noir», algo que los seguidores e historiadores del género ya consideran, debe ser (cuasi)obligada para el aficionado al medio cinematográfico que se precie de serlo.
 
Las imágenes y vídeos se han encontrado en la red tras búsqueda con Google y se utilizan, únicamente, confines de ilustración. Los derechos están reservados por sus creadores.

 

Raymond Chandler fue junto a Dashiell Hammet precursor de un tipo de novela policiaca que sería el caldo de cultivo para las grandes obras cinematográficas del cine negro. Su personaje, el detective Phillip Marlowe, quintaesencia del cinismo y la ironía, habitual de los bajos fondos y la atmósferas corruptas, pero un tipo noble a fin de cuentas, protagonizó un buen número de relatos de los que compuso entre 1933 y 1939 y después su primera novela «The big sleep» (1939) y algunos de sus mejores títulos como «Farewell my lovely» (1940) o «The lady in the lake» (1943) y se convirtió probablemente en el detective más mítico de la historia del cine después de que lo encarnaran primero Dick Powell en esta «Historia de un detective» y más tarde Humphrey Bogart en «El sueño eterno» (Howard Hawks, 1946) o Robert Mitchum en «Adiós, muñeca» (Dick Richards, 1975).

Concretamente «Historia de un detective», adaptación de la segunda novela de Chandler y el detective Marlowe, «Farewell my lovely», fue la primera película que se hizo («Adiós muñeca» es un remake) y de alguna manera estableció argumental y estéticamente los cánones de un género cinematográfico o así lo destacaron en su día los miembros de la Nouvelle Vague, fascinados con el embrujo estilístico del cine negro.

Edward Dymtryrk, se unió con esta adaptación a un tipo de cine caracterizado por personajes que se movían entre luces y sombras a un lado y otro de la ley, con el delito siempre como telón de fondo y las bajas pasiones soterradas pero siempre presentes, insinuadas, impregnándolo todo. «Historia de un detective» se estrenó cuando ya lo habían hecho «El halcón maltés» (John Huston 1941), «Laura» (Otto Preminger, 1944), «La mujer del cuadro» (Fritz Lang, 1944) y al tiempo que «Perversidad» (Billy Wilder, 194%) y contribuyó a consolidar un género que se venía gestando desde los grandes títulos policiacos de los años 30’s muchos de ellos marcados estilísticamente por el expresionismo, una manifestación artística ideal para el cine en blanco y negro y también para representar el claroscuro moral en el que se movían tipos como Phillip Marlowe.

En concreto en «Historia de un detective», que para los críticos constituye una de las obras maestras del género, la fotografía de Harry Wild y la banda sonora de Roy Webb crean junto a la puesta en escena del director la atmósfera arquetípica del film noir. La ensoñación con tono de pesadilla que sufre Marlowe a mitad del metraje, los personajes que se ocultan en la sombras y salen repentinamente de ellas, los locales llenos de humo o con un ambiente malsano son los escenarios típicos y por su puesto son típicos esos personajes duros, incisivos en su forma de actuar o en su forma de expresarse por más que ésta sea la mayor parte de las veces elegante aunque casi siempre irónica. Los galanes,como Marlowe, suelen ser cínicos, duros y secos por fuera pero nobles en su interior y las mujeres enigmáticas, rebuscadas y muchas veces, las más, despiadadas en sus anhelos más íntimos, capaces de cualquier cosa por lograrlos para bien y/o para mal.

Cuando se ha visto «El sueño eterno» (The big sleep) uno no puede imaginarse a Phillip Marlowe de otra manera que con la cara y el porte de Humphrey Bogart, pero no hay que olvidar de Dick Powell fue el primero en encarnarlo y lo hace a la perfección. No hay duda de que el propio Bogart tomaría su actuación como referencia. No sólo acierta con el porte preciso, Powell logra además sacar adelante con el punto acertado de cinismo facial y expresivo esos diálogos con doble sentido que son una de las grandes bazas del cine negro. En general todas las escenas con Claire Trevor son antológicas gracias a esos diálogos.

Particularmente y admito que es algo puramente subjetivo, la película se me atranca un poquito hacia la mitad, precisamente coincidiendo con el momento en que Marlowe es encerrado y sufre la pesadilla a la que aludía antes víctima de una droga que le inyectan. Probablemente a Dymtryk le interesaba por las posibilidades expresivas que le otorgaba pero creo que rompe ligeramente el ritmo del conjunto, que por otra parte me parece magnífico saltando siempre de una escena a otra con tino y por así decirlo, mostrando de sopetón cada diálogo significativo para ir desenredando el obillo enmarañadísimo que toda obra de este tipo propone y que exige una visión atenta y despierta puesto que cada línea de diálogo nos «dice» algo más.

El argumento a priori es aparentemente sencillo: contratan a Marlowe para descubrir el paradero de una mujer primero y de un collar de jade después, pero no es más que la punta del iceberg, lo interesante es todo lo que hay por debajo, la red de relaciones entre los personajes y los resortes dramáticos que les impulsan a comportarse como lo hacen.

Una grandiosa y esencial película.


tomado de cine-negro

Film de cine negro e intriga realizado por Edward Dmytryk (1908-1999) a partir de un guión de John Paxton, que adapta la novela de Raymond Chandler “Farewell, My Lovely” (1940). Se rueda en escenarios reales de Hollywood y L.A. (CA) y en los RKO Studios (Hollywood, L.A., CA) entre mayo y julio de 1944 con un modesto presupuesto de 400.000 USD. Producido por Adrian Scott para RKO, se estrena el 9-XII-1944 (EEUU).
 
El relato se desarrolla en un largo flashback, característico del cine negro clásico, que arranca del presente narrativo (1944) para al final regresar al tiempo y lugar del inicio. Hace uso de la figura del narrador mediante la voz en “off” del protagonista, que explica los hechos en primera persona del singular y desde el punto de vista propio. El lenguaje verbal, próximo al de la novela, es austero, sencillo, directo y, en general, abundante. Presenta la particularidad de una curiosa abundancia de expresiones figuradas o parabólicas, como es el caso de “me siento como pichón en un tiro al blanco”, “dedos como plátanos”, “como sapo sobre una roca seca”, “le dejó la cabeza como si se la hubiera pisado un elefante”, «echas corderos a los lobos», etc. El uso frecuente de este recurso aporta un aire de artificiosidad y de cierta extrañeza al relato, que el autor refuerza con elementos adicionales. Por lo demás, los diálogos, en especial las intervenciones que se ponen en boca del protagonista, Philip Marlowe (Powell), contienen una dosis elevada de ironía, cinismo y burla, que enriquecen la narración y le confieren un brillo singular. El aire burlesco se ve ampliado mediante detalles fugaces de carácter visual, como el encendido de una cerilla mediante el roce de la misma con las nalgas de una imagen de Cupido.

 

 

La historia es turbia, compleja y enigmática. Se explica mediante giros, avances y digresiones que desconciertan, confunden y ocasionalmente llaman a engaño al espectador. El hilo argumental sirve al realizador para llevar al público a un viaje a través de un mundo dominado por la desvergüenza, el crimen, la mentira, la corrupción, la simulación, el chantaje y el asesinato. Lo presenta poblado de matones, criminales, corruptos y estafadores. Compone una galería de personajes de moral ambigua, que aparentan ser lo que no son y en algún caso ocultan una personalidad perversa y cruel.
 
Es uno de los primeros films de cine negro que se ruedan mayoritariamente en escenarios exteriores en beneficio de un estilo que funde realismo y expresionismo. Esto no impide la inclusión de escenas de ensoñación o alucinación y de una experiencia mental surrealista destinada a explicar el mundo interior de un personaje sometido a tratamiento con drogas para conseguir información.
 
El realismo expresionista, de tradición germana, se manifiesta en proyecciones de sombras, encuadres que distorsionan la imagen (visión frontal de la escalera que sube al bar Florian), escenas nocturnas, iluminaciones intermitentes de neón, personajes ambiguos y la presencia de una mujer fatal, Helen (Trevor), rubia, guapa, atractiva, sensual y seductora. La interpretación que hace Dick Powell del detective privado Philip Marlowe no sólo es acertada, sino que resulta convincente y en general está considerada como una de las mejor conseguidas de todas las realizadas en cine del afamado detective. Chandler manifiesta que es la que mejor se ajusta a las características del personaje ficticio creado por él.
 

 

 

La historia fue que alquilaron los derechos de autor de esta segunda novela de Chandler sobre Marlowe para hacer una tercera entrega cinematográfica de la serie «The Falcon» para la RKO.

Sin embargo sería el cineasta del «Motin del Caine», Edward Dmytryk de origen Ukraniano, uno de los famosos 10 de Holywood durante el proceso de caza de brujas, quien se encargaría de firmar ahora sí una película basada descaradamente en las andanzas de uno de los detectives azabaches con más clase con permiso del Sam Spade de Dashiell Hammet… Y ello porque la primera obra sobre Marlowe de Chandler, «El sueño eterno», fue llevada a la gran pantalla 2 años después por Howard Hawks con Humphrey Bogart jugando el papel del cínico detective y Lauren Bacall dándole la justa réplica…

Max steiner sería el creador de la pegadiza y minimalista banda sonora cuyo tema principal invade la mayor parte del metraje y con la fotografía de Sidney Hickox el mismo que fotografiara «El sueño eterno» o «Tener y no tener»…

La verdad es que la cinta es una obra maestra del film noir de todos los tiempos… con un guión genial, una puesta en escena brutal y todos los ingrediente indispensables del cine azabache…

Bajo las nuces de neón de Los Ángeles filmada en blanco y negro, entre finas tandas de lluvia incesante y niebla opaca, en escenarios teñidos de un intenso negro color noche, «Historia de un detective» destaca con luz propia en el olimpo de las mejores obras maestras del cine negro… y la interpretación del cantante, actor, productor y director Dick Powell como el sarcástico e irónico Marlowe, es de lo mejorcito del género…

Merece la pena verla aunque sólo sea por deleitar nuestros oídos con los insuperables diálogos de las novelas de Chandler, secos y lacónicos, incisivos, irreverentemente adolescentes y directos al pecho del espectador como ranas mojadas encima de rocas frías…O aunque sólo sea por ver a Marlowe encender una cerilla con el trasero de una estatua de Cupido, imagen fetichista donde las haya…

Con algunas variaciones anécdóticas con respecto a la novela de Chandler la película continúa siendo una OBRA MAESTRA.

 

 

 

En las dependencias policiales de Los Ángeles el detective Philip Marlowe (Dick Powell) es interrogado por el teniente Randall (Donald Douglas) y su ayudante Nult, con los ojos vendados y la potente luz de un flexo enfocándole directamente la cara…

Se han cometidos dos asesinatos y le interrogan sobre los hechos…

El recurso narrativo de la voz en off, típica del cine azabache, es el propio detective quien comienza a relatar los hechos vividos por él…

Y comienza por la historia de Moose Malloy (Mike Mazurki) un gigantón bastante simplón quien una noche irrumpe en su despacho con la intención de contratar sus servicios para encontrar a su ex-novia Velma Valento, a la que no ve desde hace 8 años por haber estado cumpliendo condena en la cárcel por un delito de fraude…

Velma era una guapa pelirroja aspirante a cantante y que hacía sus bolitos en el bar Florians…Pero el dueño de aquel bar murió en 1939 y su mujer Jessie (Esther Howard) es una viejeta simpática y borrachina y dice no saber nada sobre Velma…

Una foto escondida de Velma en la casa de Jessie Florians convence a Marlowe de que algo raro está sucediendo…

 

 

 

Un sábado por la tarde irrumpe en su despacho Lindsay Marriott (Douglas Walton) quien contrata sus servicios por 100$ para hacerle de guardaspaldas en la operación de rescate de unas joyas robadas y que tendría lugar aquella misma noche, en un páramo apartado junto a la playa…

Como Marlowe anda pelado de dinero acepta el reto… Una vez en el lugar, Merriot es muerto salvajamente a golpes, mientras que Marlowe es violentamente golpeado perdiendo la conciencia…»ese pozo que se abre bajo mis pies…»…

Los polis no se están creyendo la historia de Marlowe y surge el nombre de Jules Amthor (Otto Kruger), un hábil estafador decicado al camelo de clientes pusilánimes e ingenuos con el subterfugio de una consulta de psicoanalista…

La hija de un anciano potentado casado en segundas nupcias con la joven y bella Helen Grayle (Claire Trevor), Ann Grayle(Anne Shirley) acude también a su despacho como falsa periodista para saber los avances de Marlowe en el tema de Merriot…

Lo cierto de todo el embrollo es que Jessie Florians, Jules Amthor y Helen Grayle forman una extraña sociedad de chantaje y estafa…

Un collar de 60 piedras verdes de jade, de 6 kilates cada una y valorado en 100000$ tienen la culpa …

Helen, compinchada con Jules ha fingido que se los han robado para quedárselos sólo ella …Jules, el cabecilla, sospechaba de Merriot…para «quitarse el muerto» Helen mata a Merriot convirtiendo en sospechoso a Marlowe…El tontorrón de Malloy haciendo de tonto útil para Amthor…Marlowe secuestrado y drogado por un tal Dr. Sonderborg.. una vez se escapa (Marlowe), descubre el entuerto…Malloy mata a Amthor…Helen intenta camelarse a Marlowe pero al final el esposo de Helen, el anciano (60 años!!!)señor Grayle (Miles Mander) mata a Helen y Malloy…

 

 

 
La fotografía, en B/N, de Harry J. Wild (“Los caballeros las prefieren rubias”, Hawks, 1953), se ajusta a los parámetros del cine negro americano en la creación de escenarios, ambientes y atmósferas, de tal modo que se puede considerar como una muestra emblemática de la visualidad del género. Las imágenes de la pesadilla están construidas con habilidad y eficacia. Combinan formas surrealistas, superposición de imágenes, transparencias y composiciones fantasmagóricas. Dan forma a la escena más conocida del film. La banda sonora, de Roy Webb (“Retorno al pasado”, Touneur, 1947), sobresale por su discreción y adaptación a las funciones de acompañamiento. Incluye pocos cortes, la mayoría de música oscura, pero harmónica, y uno con disonancias que anuncian la proximidad de un crimen. En la discoteca se interpreta una melodía chinesca en coherencia con el número de baile que supuestamente centra la atención. El corte de cierre, muy breve, esboza un sencillo tema de amor. 
 
 
Aunque «Farewell, My Lovely» (1940) fue la segunda novela sobre el famoso detective privado de Los Angeles Philip Marlowe después del estreno de la saga con la archiconocida «The Big Sleep (=El Sueño Eterno)», fue sin embargo la primera en llevarse a la gran pantalla. Antes de esta película de 1944 hubo otra también basada en la obra de Chandler pero titulada «The Falcon Takes Over» del director Irving Reis esta vez como tercera entrega de la serie creada por Michael Arlen sobre las andanzas del detective privado británico Gay Lawrence «The Falcon» que la RKO llevó a la gran pantalla con el actor George Sanders como protagonista en el año 1942. 

 La obra, que resulta interesante y entretenida, es imprescindible para los aficionados al cine negro clásico.


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