Infierno 36

Título en castellano Infierno 36
Titulo original Private Hell 36
Año de filmación 1954
Duración 81′
Pais Estados Unidos
Director Don Siegel
Guion Collier Young, Ida Lupino
Música Leith Stevens
Dirección de fotografia Burnett Guffey
Reparto
Productora Filmakers
Sinopsis Dos inspectores de policía que investigan un robo con asesinato descubren al autor del delito, que muere durante la persecución. Uno de los agentes se apodera de parte del dinero robado.
Premios  
Subgénero/Temática Crimen, Melodrama, Policiaco, Serie B

tomado de filmaffinity

En los primeros 50 segundos de metraje y a través de una encomiable y sumamente descriptiva economía de planos hemos visto a un tipo huir con un botín de 300.000 dólares producto de un atraco en Nueva York y ya estamos en Los Ángeles un año después en la que una voz en off nos dice que van a suceder una serie de hechos que guardan relación con el atraco de marras.
Tras los títulos de crédito vemos a un hombre dando un paseo nocturno por Los Ángeles, que resulta ser el detective Cal Bruner (Steve Cochran), dándose la circunstancia que al pasar por delante de el escaparate de un drugstore, ve movimiento en su interior y entra a detener a quien quiera que fuera el ladrón, con el resultado de un ladrón muerto, otro detenido y el, ileso por los pelos (una bala le había rozado).
Una vez en comisaria en el despacho del capitán Michaels (Dean Jagger) al vaciar los bolsillos del detenido descubren un billete de 50 dólares perteneciente al robo de Nueva York y al seguir el hilo se enteran que salió de un tugurio al que se dirigen Cal y su compañero el sargento Jack Farnham (Howard Duff) a investigar.
Una vez en el tugurio conocen e interrogan a la persona de la cual salió el billete, que resulta ser Lilli Marlowe, una bella y magnética cantante (nada más y nada menos que la grandiosa Ida Lupino), a través de cuyo testimonio comienza la investigación.
Todo esto en los primeros minutos a modo de presentación, a partir de aquí tenemos una excelente muestra de cine negro en clave serie B que anticipa el camino que luego seguiría el eficaz, contundente y hacedor de múltiples joyitas, Don Siegel, con una impagable Ida Lupino (co autora del guion y poseedora de unas líneas de dialogo esplendidas y contundentes), una guapísima Dorothy Malone en sus inicios, una soberbia interpretación por parte del malogrado Steve Cochran, un guion y desarrollo de la trama que nos habla de la codicia y del sentido del deber (2 llaves en el almacen numero 36) y una atmosfera que no tiene nada que envidiar a mas de una y más de dos producciones de cine negro de campanillas de la época, producida al amparo de “Filmakers”, la productora que pusieron en marcha Ida Lupino y su escritor de guardia y pareja por aquel entonces, Collier Young, para poder hacer películas al margen de los omnipresentes estudios y bajo la cual produjeron verdaderas joyitas impregnadas de una particular atmosfera.


Pequeña película de serie B, producida por la independiente The Filmakers, perteneciente a los coautores del guión, Collier Young, y la que fuera su esposa -y protagonista de esta cinta-, Ida Lupino. Esta pequeña productora (tuvo otros nombres, como Emerald o Bridget, nombre este último en honor a la hija de Lupino, que también aparece brevemente en esta película) respondía a la pretensión de Lupino de trascender su posición de actriz, permitiéndola intervenir directamente en los guiones e incluso en la dirección, aspectos en los que fue pionera en el cine estadounidense.

Sin embargo, en este caso ambos productores optaron por encargar la dirección a Don Siegel, quien ya había destacado como joven realizador en películas de serie B de género negro o similar (este mismo año rodaría una interesante muestra de cine carcelario; «Motín en el pabellón 11»). Aunque pudo meter poca baza en el argumento de la película, Siegel escogió a parte del equipo, en el que destacan el director de fotografía, Burnett Guffey, todo un clásico, quien para entonces ya había demostrado su valía (en películas como «El Político», «En un lugar solitario», «The Sniper», «De aquí a la eternidad» o «Deseos Humanos», por citar algunas), y un joven poco conocido, David Peckinpah, quien le asistió en la dirección de diálogos, y que con los años y otro nombre de pila se convertiría en célebre realizador.

El argumento básico de la historia persigue contraponer las distintas actitudes de dos detectives de la policía de Los Ángeles ante la posibilidad de enriquecerse con el dinero de un botín robado. De ahí que se enfaticen tanto las diferencias entre los dos detectives, a la postre compañeros y amigos; Farnham está casado y es padre reciente de una niña. Por el contrario, Bruner, soltero y sin compromiso, acabará prendado de los encantos de Lilli Marlowe, una cantante de night-club, y obsesionado con conquistarla, sucumbirá a la tentación que supone el dinero fácil. Así, Bruner encarna al clásico personaje fatalmente corrompido por amor, si bien en este caso la mujer «corruptora» no lo es intencionadamente, por lo que la carga de la culpa recae enteramente en el detective; Lupino daba así al personaje de Lilli una dimensión diferente a la de la clásica mujer fatal, optando por encarnar a una mujer conocedora de la vida y de los hombres, de apariencia escéptica, pero dispuesta al amor y no solo al interés.

Rodada con la eficacia que caracterizaría siempre a Siegel, deben destacarse secuencias como la de apertura, que en escasos minutos y sin recurrir a diálogos vincula un crimen cometido en Nueva York con una pista surgida de manera fortuita al otro lado del país, en Los Ángeles, y que sirve además para presentar a los dos detectives. Muy notable resulta también todo el fragmento ambientado en el hipódromo, con una magnífica puesta en escena enriquecida por ciertos toques documentales, y que precede a la secuencia más brillante, en la que una persecución en automóvil da paso al momento clave, en el que una ligera y oportuna brisa lleva la corrupción a los pies de Bruner.

Las interpretaciones son estimables en el caso de Steve Cochran, que encarna notablemente a Bruner, y también en secundarios de probada valía, como Dean Jagger (siempre recuerdo su fantástica actuación en «Perseguido», de Raoul Walsh) o Dorothy Malone. Más soso y envarado resulta Howard Duff, quizá porque le toca interpretar al policía honrado y con remordimientos; por cierto que este actor se casaría con… ¡Ida Lupino!, demostrándose así que esta mujer lo tenía todo pensado en esta película. En cuanto a su labor, nada que añadir salvo que la lleva adelante con los ojos cerrados, en un papel que se le ajusta como un guante, no difiriendo demasiado de los que ya había interpretado en películas como «Road House», de Negulesco, en la que también es cantante en un night-club.

Aunque previsible en su desarrollo y en la concepción dual de los dos detectives, es esta una de esas pequeñas películas que, como diría uno de los más célebres personajes de Siegel, consiguen alegrarte el día.

En este sombrío y sexy cine negro sobre policías masculinos corruptos, su efecto duradero se puede atribuir a su mujer principal, Ida Lupino. Sin embargo, la primera mujer en pantalla en Private Hell 36(Don Siegel, 1954) es Dorothy Malone, una actriz que podría exigir atención incluso cuando se mezclaba con el paisaje. Francey Farnham (Malone, en su primer papel en el cine como rubia) es despertada por su marido policía, que llega a casa de un caso en medio de la noche (o, muy probablemente, muy temprano en la mañana). La próxima mujer aparece unas horas más tarde, a la luz del día, solo unos minutos más tarde en el tiempo de la pantalla, mientras Lilli Marlowe (Lupino) entra en un club nocturno, se sienta al borde del bar y se sirve una bebida. Es en algún momento de la tarde y está a punto de comenzar a trabajar por la noche. Pero los policías quieren hablar con ella, por lo que los lleva rígidamente a una cabina, respirando sutilmente mientras se sientan a cada lado de ella y se da cuenta de que la están bloqueando. Está claro, como luego dice,

Los detectives le preguntan sobre su noche anterior y, como ella lo describe, sus ojos adquieren una mirada que a la vez está vacía y profunda de intención. Está tranquila y segura mientras da forma a su historia. «Canté cinco veces ‘Smoke Gets in Your Eyes'», dice, exhalando humo de cigarrillo en dirección a sus interrogadores. Ella habla a través de expresiones y lenguaje corporal, así como palabras, utilizando todo el arsenal de sus poderes de rendimiento. Ella no ha usado su nombre real en tanto tiempo que lo ha olvidado, dice, y su apodo adoptado tiene resonancias de «Lili Marleen», la famosa canción alemana de la Segunda Guerra Mundial cuyo título se alineó con la personalidad de Marlene Dietrich, e incluso, tal vez, de todos esos otros personajes llamados «Lily» durante la era previa al Código. Es una referencia que puede leerse como profundamente incrustada en el texto. Para el infierno privado 36no solo protagoniza, sino que también fue coescrita por Lupino y producida por su productora, The Filmakers. Ella escribió y produjo la película con su socio comercial y ex esposo, Collier Young, y coprotagonizó con su entonces esposo, Howard Duff, 1 pero fue emparejada como protagonista romántica con otro hombre, interpretado por Steve Cochran.

Parece extraño usar el término «protagonista romántico» para una película que trata más sobre hombres peligrosos y mujeres independientes que sobre la domesticidad conservadora. Private Hell 36 es una de una serie de películas B, filmada en Republic Studios y alrededor de Los Ángeles, que comprende un nudo de noir, acción, musical y melodrama. Y está claro que Lupino estaba en la cima de todos los géneros, hasta un despido sarcástico del popular programa de la NBC Dragnet 2– Además de experto en penetrar la atracción envenenada de la bravuconería masculina que condujo a tantas caídas. Por ejemplo, después de que los dos policías se involucran en una persecución en automóvil que resulta en la muerte de su sospechoso, que está aplastado debajo de su propio automóvil en el fondo de un acantilado, descubren su cuerpo mientras la radio del automóvil suena con un informe de la pista de carreras cercana. Pero en el momento en que Cal (Cochran) se da cuenta del dinero, el locutor de radio lleva algo de música de jazz. Dado que el jazz se asocia típicamente en negro y otros géneros con el engaño y la corrupción, esta señal se alista como una pista simbólica de sus acciones.

Si bien Private Hell 36 tiene su sede en Los Ángeles, el escenario parece ser el mismo entorno perdido de tantas películas posteriores a la Segunda Guerra Mundial y de otras dirigidas por Lupino. El único marcador real de la ubicación urbana es la dirección de Lilli, que ella da como «305 Sycamore Avenue, Hollywood». Los otros lugares importantes podrían estar en cualquier estado anónimo: una farmacia oscura en una calle abandonada, un estacionamiento subterráneo, un parque de casas rodantes, caminos sinuosos a través de las montañas. Estos son lugares familiares para la siembra del noir, a menudo porque están enmarcados de esa manera, escapando de la luz; En Private Hell 36 , su sombría alianza nunca parece dudar.

Y aunque la trama principal involucra a estos hombres, es Lupino quien, en la pantalla, es la estrella de la película. En el guión, queda claro que el vínculo de una mujer debe ser una de dos cosas: la propiedad de alguien o la esposa de nadie. Pero según el cinismo típico de noir, si ella es la última, entonces ningún hombre va a creer que solo quiere cantar para ganarse la vida. Es en esto que se manifiesta el feminismo de Lupino, en el guión y también en su actuación al escuchar esta acusación. Y dado que no hay indicios de cómo Lilli termina después de la película, su independencia se declara aquí.

Durante una actuación relajada en el piano vertical de su club nocturno, Lilli está tocando y cantando una melodía, un vaso de whisky sentado sobre la caja del piano y un cigarrillo descuidado flotando en el cenicero junto a él. Mientras canta, mira regularmente a Cal, seductora, pero con un filo duro. En esta escena, Lilli hace el amor con un hombre mientras canta letras sobre nunca enamorarse, y esta contradicción se encuentra tanto en sus ojos como en la música. La morena de Lupino es más oscura y más peligrosa que la rubia de Malone. En su actuación, tiene la misma inocencia que en uno de sus primeros papeles en la pantalla estadounidense, como una joven testaruda en Ready for Love (Marion Gering, 1934), y la misma amargura endurecida de Road House(Jean Negulesco, 1948) que regresaría en While the City Sleeps (Fritz Lang, 1956). Lo particular de Lilli es la gentileza que viene con estas cualidades: una renuencia a alinearse con cualquiera de los extremos y una emoción por las posibilidades de la vida.

Private Hell 36 es una película que muestra los talentos de Lupino como actor de pantalla, cantante, escritor y productor, y de otras maneras podría arrojar luz sobre sus habilidades como compositora y directora. Si no es la última película de Lupino, diría que habría al menos algunas de ellas, ciertamente se acerca. Carrie Rickey define un género único: «No cine negro , sino Lupino negro : un mundo de bajo presupuesto con poca luz en el que todos viven más tristes pero más sabios que nunca». 3 Es un tipo luminoso de infierno cinematográfico.


tomado de slantmagazine

A primera vista, Private Hell 36 de Don Siegeles un robusto, aunque un tanto estúpido, B noir coescrito por la estrella Ida Lupino y su ex esposo Collier Young. Durante un tiempo, Lupino y Young dirigieron su propia compañía de producción, los Filmakers, responsables de gemas noirish de bajo presupuesto como The Hitch-Hiker y The Bigamist , que Lupino también dirigió. Infierno privado 36no está del todo en su liga. Talky y de ritmo lento, su narrativa es bastante repetitiva: entrando en un robo de una farmacia en curso, el detective de Los Ángeles Cal Bruner (Steve Cochran) lo dispara con los culpables y logra atrapar a uno de los sospechosos, dejándolo en el camino de una raqueta de falsificación interestatal. Bruner y su socio Jack Farnham (Howard Duff) trazan un billete falso de $ 50 a la cantante del club nocturno Lilli Marlowe (Lupino), quien dice que lo recibió como una propina de un gran gastador. Con Lilli a cuestas, Bruner y Farnham recorren las pistas de carreras locales, esperando poder identificar al hombre que le pasó el dinero divertido. En el camino, Bruner comienza a desarrollar sentimientos por Lilli, detectando en su duro cinismo un espíritu afín. (Sobre el tema del matrimonio, por ejemplo, Lilli bromea: “El arroz es para comer, no para tirar. «) Bruner y Farnham eventualmente ven a su hombre, y la persecución de automóviles conduce a un accidente automovilístico, poniendo a su disposición 80 grandes en billetes marcados, una oportunidad que Bruner aprovecha rápidamente, y mucho mejor para cortejar a Lilli, hambrienta de dinero y hambrienta de dinero. Ahora en el lado equivocado de la ley, Bruner manipula hábilmente a Farnham, culpable, para que se calle. No hace falta decir que un enfrentamiento entre estos socios es inevitable.

Hasta ahora, tan obvio, tal vez. Sin embargo, profundiza un poco más. El guión de Lupino y Young tiene una forma de poner comillas alrededor de ciertos elementos básicos de género. La narración moralmente insípida que abre y concluye Private Hell 36 señala su aparente similitud con los procedimientos policiales al estilo de Jack Webb, sin embargo, Lilli rechaza las tácticas iniciales de Bruner diciendo: «Sabes, he visto esto en Dragnet «. Infierno privado 36juega decididamente la miseria urbana contra la conformidad suburbana (apenas más idealizada). Por su parte, Siegel invierte la película con su habitual enfoque aerodinámico y profesional. Siegel logra superar varias limitaciones presupuestarias, como diseños de escenarios dispersos, ya sea haciendo abstracción (la decoración de la discoteca incluye dos botellas gigantescas en exhibición detrás de la mesa donde se encuentra nuestro trío por primera vez), o bien tomando el espectáculo al aire libre con un tiroteo en la pista de carreras que inyecta soplo de aire fresco en los procedimientos desaliñados.

Luego está la astuta corriente subterránea de homoerotismo que corre entre Bruner y Farnham. Cuando Farnham pierde su mierda con otro policía, el compañero del hombre le dice a Bruner: «Tu novio está un poco sobre preparado para el trabajo». Más tarde, cuando Bruner deja a Lilli para encontrarse con Farnham, ella se queja: «Esta es la primera vez que pierdo a un hombre con otro hombre». Estos sentimientos desvían sutilmente el énfasis del romance de Lilli y Bruner, obviamente destinado a mantenerse como Private Hell 36El epicentro emocional, colocándolo directamente en la dinámica de Bruner / Farnham, un cebo y un interruptor que está señalado por el título de la película. El número 36 se refiere al alquiler del parque de casas rodantes donde Bruner esconde el botín robado, el lugar secreto que representa el «infierno privado» de ambos hombres porque su secreto compartido deshace no solo su relación, sino que también envenena sus relaciones con las mujeres. También es interesante que estas mujeres representen alternativas antipodales: la esposa de Farnham, Francey (Dorothy Malone), encarna la vida doméstica suburbana, las cercas blancas, los bebés recién nacidos; Lilli ofrece descontento urbano, adquisición de material, relaciones abiertas. No exactamente la madre y la ramera, ya que Lilli apenas cuenta como la mujer fatal requerida; quemada por las relaciones pasadas, es comprensible que no le gusten las armas, que dude de estar atada. La matrona de Malone,

Al final, por supuesto, ninguna de las opciones cuenta mucho. Tan seguramente como cualquier western debe culminar en un tiroteo que analiza a héroe y villano, Private Hell 36 cierra con un tiroteo entre las masas anónimamente anónimas de los trailers. Estos remolques son vehículos de tipo liminal ambiguos. Ya sea enraizado en el lugar o vagando por las carreteras como vagabundos sin rumbo, los remolques son donde terminas cuando no tienes a dónde ir. En última instancia, aunque Private Hell 36 se apaga de una manera completamente convencional, muestra muchas señales de vida subterránea en el camino y proporciona una amplia variedad de lecturas intrigantemente opuestas.

Imagen / Sonido

Aparte del infierno privado 36 piezas de acción de apertura y cierre , no hay mucho juego de sombras en este noir. En general, DP Burnett Guffey trabaja en el registro de escala de grises, lo que parece adecuado dado el énfasis del guión en la oscuridad moral. La transferencia de Blu-ray de Olive Film es lo suficientemente sólida, con detalles finos y claridad en general. De todos modos, hay bastante artefactos (abundan los rasguños y las motas), así como algunos problemas de contraste esporádicos, especialmente en escenas de carreras al aire libre donde los blancos brillantes tienden a explotar. La pista mono Master Audio sin pérdidas delinea claramente el diálogo, y la partitura de Leith Stevens hierve y rebota por turnos.

En general

Middling noir reforzado por fuertes actuaciones centrales y un subtexto astuto, Private Hell 36 se ve razonablemente elegante en el paquete de Blu-ray sin lujos de Olive Film.

 

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