Noche en la ciudad

Título en castellano Noche en la ciudad
Titulo original Night and the city
Año de filmación 1950
Duración 101 minutos 
Pais Reino Unido
Director Jules Dassin
Guion Jo Eisinger (Novela: Gerald Kersh)
Música Benjamin Frankel
Dirección de fotografia Mutz Greenbaum (B&N)
Reparto
Productora 20th Century Fox
Sinopsis Harry Fabian trabaja a comisión como gancho de un club, pero es ambicioso y sueña con hacerse independiente. Para conseguirlo no dudará en embaucar al campeón del mundo de lucha greco-romana para que se enfrente a su hijo Kristo, que controla la lucha en Londres.
Premios  
Subgénero/Temática  Deporte/Lucha libre

 

tomado de filmaffinity

Basada en la novela de Gerald Kersh, fue dirigida por Jules Dassin antes de ser sancionado por el ominoso Comité de Actividades Antiamericanas. Se rodó en London Film Studios, de Shapperton (RU) y en las calles de Londres.

La acción tiene lugar en los años posteriores a la II GM (1948/49). Narra la historia de un vividor nortreamericano, Harry Fabian (Richard Widmark), que lleva años en Londres (desde 1931). Trabaja a comisión como captador de clientes para un club nocturno, el Silver Fox Club, donde actúa como cantante su novia, Mary Bristol (Gene Tierney). Ambiciona encontrar la oportunidad de ganar mucho dinero y convertirse en persona influyente en el submundo de la noche londinense. Cuando cree haberla encontrado y trata de realizarla, los capos que dominan el imperio delictivo de la ciudad deciden eliminarle. La película, uno de los mejores films de Jules Dassin, aporta varias líneas de reflexión. En primer lugar, Fabian se mueve en busca de un golpe de fortuna impulsado por un deseo compulsivo de riqueza y poder. No actúa racionalmente, no tiene una estrategia, no dispone de recursos suficientes, sus aptitudes personales son limitadas. Las ambiciones le roen el alma y le mueve una fuerza irracional que no domina ni controla. Atrapado entre la ambición y la acción compulsiva, Harry se ve en la necesidad de embaucar, engañar, mentir, traicionar y agraviar, en una espiral que alcanza a todas sus amistades, incluída su novia Mary. El fracaso de su último, desesperado y torpe intento de ganar mucho dinero, le lleva a una huída desesperada, angustiosa, interminable y sobrehumana. Son éstas las secuencias más intensas y más emotivas de la obra. Pocas veces el cine ha captado mejor la persecución de un hombre vista desde la perspectiva de éste, sumido en el agotamiento, la soledad, el pánico, el terror y la desesperación.

La música, de Franz Waxman, aporta la emoción de una música orquestal con predominio del metal y el viento, que estremece con estrofas atonales y armonías distorsionadas, de gran efectividad. La fotografía utiliza encuadres similares a los de Welles. La cámara usa ángulos torturados, sombras inmensas, un claroscuro muy brillante y un dibujo neoexpresionista de gran belleza visual. El guión define muy bien la figura del protagonista y la de los personajes que pueblan su entorno. Mary es la única que encarna la bondad en un mundo de malvados. La interpretación de Widmark es una de las más sobresalientes de su carrera. Se acompañan excelentes vistas de Trafalgar Square, Picadilly Circus, etc. El director vuelca en la película el desconcierto, el aturdimiento y el dolor que invaden su espíritu por la obligada marcha de EEUU y las oscuras perspectivas del proceso político que se sigue contra él en la detestable «Caza de brujas».

Obra clásica del cine negro. Incluye una de las mejores y más trágicas secuencias de persecución de un hombre. Cine de la mejor calidad, hecho para degustar con parsimonia y deleite.


Película de auténtico arte en blanco y negro, con un Richard Widmark actuando a un nivel impresionante desde el inicio hasta el fin, en una de las mejores interpretaciones de toda su carrera.

Cuenta la historia de un vividor de poca monta, el típico sujeto que devora la vida sin digerirla, para lo cual estafa, miente y corre sin parar en busca de un golpe de suerte que lo eleve al nivel del negociazo exitoso y el dinero fácil o a lo grande. Un hombre impulsivo, locuaz, codicioso, narcisista. El protagonista es todo esto y más, porque como habitual tipo «siete» de la clasificación eneagramática, condimenta la realidad presente con sus fantasías demasiado optimistas de lo que será; «un artista sin arte» (como lo define un vecino) al que no le asusta iniciar un negocio, una acción o un nuevo proyecto y embarcar en él a otros aunque sea engañándoles, sacándoles un anticipo sin temor a devolverlo, rompiendo cualquier palabra dada, incluso matando las ilusiones de personas que confían en él o le aprecian de verdad.

El protagonista es un clásico tipo «siete» del eneagrama, estupendamente descrito en su idiosincrasia existencial, siempre presto a crear fantasías positivas sobre el futuro y pretender que son reales y se realizarán en un abrir y cerrar de ojos. ¿Por qué? Porque lo suyo es vivir sin querer pasar por los trabajosos, pacientes y aburridos paso a paso, día a día; prefieren sin ningún lugar a dudar pegar o dar «pelotazos». 

Cualquiera que se ponga en el camino de un tipo falto de autodisciplina, con mentalidad fantasiosa e infantil en cuerpo de adulto, es decir el «siete» que en este filme inmortaliza a la perfección el genial Richard Widmark, sufrirá mucho, máxime si es alguien que lo ama, (caso de su mujer en la historia, interpretada por Gene Tierney). 

Por lo general esta clase de individuos «siete» suelen ser carismáticos, guapos, simpáticos, encantadores, persuasivos, seductores, charlatanes; pero la línea entre la realidad y la fantasía la confunden obsesionadamente con visiones grandiosas que a menudo inflan hasta explotarle en plena cara; irresponsables ante sus propias acciones o conductas que no comprenden ni aceptan salvo que el porrazo o la bofetada existencial sea durísima. Sin embargo, todo lo dicho no quita que también los «siete» tengan su lado bueno, su nobleza de corazón, sus grandes acciones expiatorias con las que son capaces de enmendar en un instante una larga senda de errores y obtener la acogida del mismísimo cielo.


tomado de espinof

'Noche en la Ciudad', un grandioso Jules Dassin

 

Jules Dassin fue uno de esos directores que se tuvieron que marchar de los Estados Unidos debido a la famosa Caza de Brujas del senador McCarthy. Denunciado, como otros muchos, por sus propios compañeros, se refugió en Europa, donde curiosamente rodó sus mejores películas (si es que no hay mal que por bien no venga). La primera de ellas fue esta ‘Noche en la Ciudad’, rodada en Londres, y producida por la Fox, con Richard Widmark, y uno de los amores de mi vida cinéfila, Gene Tierney. En 1992 se realizó un remake del mismo, con Robert De Niro y Jessica Lange, que no estaba mal, pero que era muchísimo más blando. Y es que la película de Dassin es una de las más desesperanzadoras de cuantas se hayan filmado.Harry Fabian e un «vividor» londinense relacionado con la peor calaña que exista. Sus aires de grandeza le llevan a estar todo el día soñando sobre el negocio perfecto con el cual ganar montones de dinero, y ser alguien en la vida. Endeudado con todo el mundo, hay muy pocos que confíen en él, salvo su novia, que lo ama a toda costa. Un día, Fabian ve la oportunidad de su vida al conocer a un importante luchador de lucha greco-romana. Intentará convertirse en promotor de lucha libre, y tratará de organizar combates únicos. Pero esta vida es muy perra, y se mueve con un capricho difícil de controlar.

Había visto esta película hace años, y sólo recordaba que me había gustado, más algunas escenas en concreto, pero nada más. Ahora, que he podido disfrutarla por segunda vez gracias al maravilloso mundo del dvd, ha sido un verdadero placer comprobar que estamos ante una de las grandes del cine negro, ante una de las grandes de Dassin, ante una de las grandes. Un film, que además te deja un sabor de boca realmente amargo, por su dureza. Dassin, ayudado por un guión ejemplar, una fotografía única, y una interpretaciones de primer nivel, narra una historia de un perdedor, que lo único que puede hacer en la vida para llegar a ser alguien es soñar. Las ilusiones que tiene es lo más cerca que estará del éxito. El film avanza con una inquietante atmósfera donde se respira todo ese aire de falsas esperanzas, de traiciones, y en la que la noche juega un papel importante. La noche es oscura, como el futuro del protagonista, mientras que el día, sólo presente en el final de la película, es algo que parece no llegar nunca, algo anhelado, su luz, su claridad, su limpieza. Junto a la noche, la ciudad, que alcanza otra dimensión en medio de las sombras nocturnas, abre sus más profundos recovecos y escondites, para que cierto tipo de personas se muevan, escondidas, como si nunca existieran. Una ciudad que Dassin retrata maravillosamente, sobre todo sus barrios bajos. El film fue rodado en escenarios naturales, por lo que el realismo en ese aspecto, es extraordinario.

Los actores que desfilan por todo este universon de oscuridad y maldad, son sencillamente magníficos. Para empezar, la estrella de la función, y sobre la que Dassin basa su película, Richard Widmark. Sólo él es capaz de interpretar este papel, un perdedor si un sólo rasgo de honestidad, engañando a todo el mundo, y capaz de las bajezas más rastreras a las que puede llegar el ser humano. Sus expresiones son antológicas, su cínica e hipócrita risa, inolvidable y única. El espectador es capaz de amarlo y odiarlo al mismo tiempo, de querer que lo maten, y de compadecerse de él.

A su la do, toda una galería de personajes maravillosamente dibujados, salvo quizá el de Gene Tierney, para mi profunda decepción. Sería el único punto flojo del film. Su personaje, aunque importante en la película, sale muy poco, está minímamente dibujado, poco desarrollado, y da la sensación de que sólo es el típico personaje femenino, comparsa del masculino, sin otra función más.

Pero para compensarlo con creces, ahí están un Herbert Lom casi irreconocible, en el papel de un manager de la lucha libre, con negocios sucios y capaz de todo. Francis L. Sullivan, en el papel más interesante de los secundarios, y el que probablemente tiene las mejores frases, el dueño de un club locamente enamorado de una mujer que lo usa para fines propios. Papel a cargo de Googie Whiters, espléndida como pérfida mujer especialista en engañar a los hombres.

Personajes, todos ellos, al servicio de Dassin y su cámara más una historia de las que no se olvidan. Decir que la película tiene una escena de lucha libre en un ring, de una dureza pocas veces vista en un pantalla, y eso que habalmos de 1950, año en el que se rodó el film. La escena es impresionante, no sólo por lo que se ve, si no por lo que representa, tanto para los que la protagonizan, como para los que la presencian.

Una película magistral que os recomiendo fervientemente. Dassin tardaría cinco años en rodar su siguiente film, y sería el impresionante ‘Rififí’.

 

Harry Fabian (Richard Widmark) es un joven delincuente que se gana la vida en las calles de Londres. Es ambicioso y no le importan los métodos para ganar dinero. Sin ningún escrúpulo manipula y le roba dinero a su novia Mary (Gene Tierney), una cantante del sórdido club nocturno Silver Fox, de propiedad de Phil Nosseross (Francis L. Sullivan). Harry trabaja como gancho de clientes para el club. En algún momento se da cuenta de las posibilidades de ganar dinero en el ambiente de la lucha libre profesional, y decide quitarle el control al promotor y delincuente del bajo mundo, Kristo (Herbert Lom), a través de manipular al padre de Kristo, el ex luchador Gregorius. Jules Dassin tuvo que exiliarse a Europa tras ser acusado de comunista por su compañero de profesión Edward Dmytrik y para no tener que arrodillarse ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas, con la que el «capital» trató de neutralizar los avances organizativos y culturales de la izquierda en los tiempos del «New Deal», y restringió los límites democráticos inyectando un profundo anticomunismo en los Estados Unidos. «Noche en la Ciudad» es la última película que Jules Dassin realiza en EEUU antes de un largo exilio que se prolongará 18 años (no volverá a realizar un largometraje en EEUU hasta 1968). El rodaje de «Noche en la ciudad» debe llevarse a cabo en Londres durante unos meses en los que su nombre sonaba insistentemente entre los investigados por el macartismo. Darril F. Zanuck, entonces principal productor del estudio, decide que Dassin se traslade a Londres para adaptar la novela del escritor británico Gerald Kersh «Night and the City (1938)» con un guion de Jo Eisinger (Gilda). Pretende de esta forma proteger a la película de las injerencias del Comité de Actividades Antiamericanas, el cual entre otros objetivos pretendía investigar a aquellos directores, guionistas o escritores miembros del Partido Comunista o sospechosos de su entorno, y rastrear los posibles mensajes o propaganda del Partido que pudieran dejar entrever en sus películas. 

 

noche en la ciudad
 

 

«Noche en la Ciudad» esconde algunas de las inquietudes y rasgos de identidad de Dassin, y sin duda refleja la presión y las difíciles circunstancias a las que se veía sometido durante el rodaje. El film le permite articular un poderoso testimonio personal, a través de un relato que se sustenta en una sucesión de traiciones entre sus personajes. No es extraño que pudiese sentirse identificado con un personaje principal que parece destinado a huir, un buscavidas que retrata con todas sus debilidades y bajezas, perosobre el que despliega una gran comprensión. Finalmente, el devenir de este personaje le permite plasmar el desazonador estado que genera la certeza de una constante persecución. Estas connotaciones personales, junto al hecho de tratarse de un film de Cine Negro ambientado en Londres, pero realizado bajo la mirada de un cineasta americano que se había distinguido por una visión realista de las ciudades, influyeron poderosamente en los resultados de la película, tanto en su extraño y sugestivo poder visual, como en el palpable desaliento en el trasfondo del relato. La película comienza y finaliza con una persecución, la del protagonista del relato Harry Fabian (Richard Widmark), una especie de pequeño estafador con multitud de planes y escasos recursos. Dassin construye una estructura circular de la huida, una espiral en la que se encuentra sumido Fabian, y que parece incapaz de romper. 

 

 

noche en la ciudad

 

El film sigue sus incursiones por los bajos fondos londinenses, donde se mueve con evidente facilidad ocupándose de algunos encargos para los dueños de un club nocturno. Todos sus esfuerzos se dirigen a tratar de «triunfar» en su ambiente, dar el gran salto con negocios que parecen condenados desde el principio al fracaso. Por fin cree encontrar su gran oportunidad, con la que llegar a controlar el negocio de la lucha libre en Londres, y que precipitará su trágico final. Presenta a Fabian como un astuto timador que no duda en utilizar su encanto o mentir a todos los que tiene a su alrededor, y robar para salir de apuros, incluida a su novia Mary (Gene Tierney). Alguien que nació y morirá siendo un perdedor, como en cierto momento alguien le predice. Sin tratar de ocultar sus vilezas, al mismo tiempo nos revela un soñador que desborda entusiasmo con susproyectos, un personaje en continuo movimiento, con una energía y determinación similar a la que transmite Dassin en sus películas. Fabian forma parte activa de la cadena de traiciones del relato, pero también él será traicionado, sufrirá la delación, y Dassin le permite una redención final. Richard Widmark, da vida a Fabian de forma extraordinaria. El actor se encontraba en los primeros años de su carrera, y evoluciona respecto a anteriores filmes como «El beso de la muerte (1947)» de Henry Hathaway, 1947) o «Cielo amarillo (1948)» de William A. Wellman en los que había encarnado a malvados de una pieza. 

 

noche en la ciudad

Su composición de Fabian logra generar sentimientos contradictorios, gracias a su aspecto al mismo tiempo fuerte y vulnerable, una falsa elegancia en la que no falta un continuo clavel en la solapa, y una sucesión de primeros planos que reflejan tanto la astucia de su helada sonrisa, como su desilusión y amargura. Uno de los aspectos más sugerentes de «Noche en la Ciudad» es el hecho de ver reflejada en la pantalla una ciudad como Londres a través de los ojos ajenos de un director americano especialista en el Noir, que parece desenvolverse en las calles de sus locales nocturnos, muelles y sórdidas márgenes del río, con la misma precisión que si se encontrase rodando en Nueva York. De esta forma lo demuestra la primera secuencia en la que nos introduce en el submundo en el que se mueve Fabian, mediante un estupendo travelling que recoge su avance por el callejón del club donde trabaja, mientras va reconociendo y saludando a sus habituales. Esta aproximación a la realidad confluye en el film con unas imágenes que descubren ecos expresionistas, obra del director de fotografía Max Greene, y que muestran la influencia de la época del cine mudo alemán. Existen dos versiones de esta película: la «británica» (más larga y, quizás por ello, algo más coherente) y la «norteamericana», cada una de ellas adaptada a su correspondiente mercado. Estas dos versiones poseen notables diferencias, la más destacada es la de su banda sonora. Franz Waxman se encargó del score de la versión USA (empleando una gran y melodramática orquesta) y Benjamin Frankel de la correspondiente para el estreno en UK.

 

noche en la ciudad
 

Cuando cae la noche.., en los pueblos las personas y las bestias duermen por igual pero en las ciudades los gatos se vuelven pardos y la gente de bien se encierra en sus casas para que la chusma tome las calles y digieran su ración diaria de asfalto. Esto ha sido, es y siempre será así. Era válido en mis tiempos de camarero en los que, cuando volvías a casa a las tantas de la madrugada, solamente te cruzabas por la calle con otros camareros, con putas, basureros, traficantes y demás escoria por el estilo. También estaban los secretas, claro, pero la policía, por la noche, solamente se dedica a proteger a la gente de bien que, por una u otra razón, tiene la necesidad forzosa de transitar las aceras nocturnas. A los otros, a los animales oscuros, que nos cuide Rita, o mejor, que se cuiden ellos solitos. Esto ha sido, es y siempre será así.

También en 1950 cuando el director norteamericano Jules Dassin realizó una de las más negras películas del cine negro: Noche en la ciudad o, como dice su título original, La Noche y la Ciudad, o la historia de un tipo que prefiere llegar a ser el Rey de la Noche a quedarse en un simple plebeyo diurno.

 

Harry Fabian (Richard Widmark) es un embaucador, un trilero, que «trabaja» como gancho de un night club de alterne londinense. Siempre rodeado de la fauna nocturna más selecta (traficantes, prostitutas, corredores de apuestas, falsificadores, estafadores, etc) y siempre soñando con llegar a ser, algún día, el puto amo de la noche. Tiene una novia buena y tontita (Gene Tierney) a la que chulea inmisericordemente. Un día, mejor dicho, una noche cree encontrar la oportunidad perfecta (otra más) para conseguir el negocio de su vida y salir del agujero al que no cree pertenecer. Para conseguir su objetivo, -su obsesión-, trazará un plan en el que utilizará sus innatas dotes de seductor manipulando a toda una serie de personajes nocturnos y peligrosos…

Noche en la Ciudad es más negra que el más negro de los agujeros negros que Stephen Hawkins pueda imaginar. Es una Noche que, al igual que los monstruos galácticos del físico, engulle, implacable, toda la luz que intenta alumbrar la oscuridad de las sórdidas calles londinenses. La historia cuenta con un guión ejemplar y posee un montaje y una planificación de escenas que rozan el magisterio. 

Las escenas de interiores, con unos techos tan bajos como la catadura moral de sus protagonistas, resultan asfixiantes contribuyendo a crear un ambiente en el que el protagonista está prisionero y del que intentará huír, en todos los sentidos, desesperadamentes. Pero en Noche en la Ciudad destaca, por encima del resto de aspectos técnicos, la impresionante y expresionista fotografía en b/n de Max Green (nacido Mutz Greenbaum) que no nos deja ver la luz del día hasta el expiatorio final de la película. Y es que la luz del sol ahuyenta a los demonios de la oscuridad.


Richard Widmark protagoniza la que es, para mí, su mejor actuación y está secundado por unos cuantos buenos actores de reparto destacando dos de los que hacen de malos: Francis L. Sullivan y Herbert LomLos personajes buenos son tontorrones y están torpemente dibujadospero no es por culpa del guionista ni de la impecable realización de Jules Dassin sino que es culpa la buena gente que nunca ha sabido qué hacer cuando cae la noche en la ciudad

No se pierdan este clasicazo imprescindible. Van a disfrutar como enanos. Por cierto, existen dos versiones de esta película: la «británica» (más larga y, quizás por ello, algo más coherente) y la «norteamericana», cada una de ellas adaptada a su correspondiente mercado. Estas dos versiones poseen notables diferencias, la más destacada es la de su banda sonora. Franz Waxman se encargó del score de la versión USA (empleando una gran y melodramática orquesta) y Benjamin Frankel de la correspondiente para el estreno en UK. Vean las dos (si es que consiguen la british) y decidan cuál es su favorita. A mí me hubiera gustado la versión larga UK con la música de Waxman y el final USA.

 
 
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