Título en castellano | Alma en suplicio |
Titulo original | Mildred Pierce |
Año de filmación | 1945 |
Duración | 109 minutos |
Pais | Estados Unidos |
Director | Michael Curtiz |
Guion | Ranald MacDougall, Catherine Turney (Novela: James M. Cain) |
Música | Max Steiner |
Dirección de fotografia | Ernest Haller (B&N) |
Reparto | |
Productora | Warner Brothers |
Sinopsis | Cuando el segundo marido de Mildred Pierce (Joan Crawford) es asesinado, la policía la interroga. La mujer cuenta cómo ha sido su vida desde que se casó por primera vez y cómo se ha sacrificado para proporcionar a su hija (Ann Blyth) todas las oportunidades que ella nunca tuvo. |
Premios |
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Subgénero/Temática |
Melodrama |
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«Magnífica combinación de cine negro y melodrama.»Fernando Morales: Diario El País
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Joan Crawford, una de las mayores estrellas femeninas de la época, fue «liberada» de su contrato con la MGM y se marchó a la Warner, productora donde triunfaba Michael Curtiz (Casablanca). Su pequeña venganza fue ganar el Oscar con esta mezcla de melodrama y cine noir en tiempos de guerra en el que encarna a una madre que sacrifica su vida por una hija sin escrúpulos ni sentimientos. Adaptación de una novela de James M. Cain (autor de ‘Perdición’).FILMAFFINITY
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«Clásico del cine americano»Augusto M. Torres: Diccionario Espasa
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«Por su control narrativo, su fotografía (…) y su cautivadora actuación principal de Joan Crawford, el thriller noir de Michael Curtiz es absolutamente apasionante»Peter Bradshaw: The Guardian
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«Hay bastante dramatismo, pero está tan bien manejado que no empalaga. Joan Crawford alcanza la cumbre interpretativa de su carrera.»Variety
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«‘Mildred Pierce’ está ejecutada de forma profesional y tiene un ritmo ágil (…) Puntuación: ★★★ (sobre 4)»Jeremiah Kipp: Slant
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«Quizá no sea arte o no tenga buen gusto, pero un melodrama tan vibrante no se puede hacer con mayor convicción (…) Puntuación: ★★★★★ (sobre 5)»Angie Errigo: Empire
Todo lo que Veda desea, su madre se lo da. Incluso si debe poner fin a su matrimonio de clase media, e intentar ascender en un mundo empresarial dominado por los hombres, casándose con un hombre rico a quien no ama.
Alma en suplicio es un característico film norteamericano de mediados de los cuarenta, en cuanto asienta sus bases sobre una sobria historia melodramática con una cierta influencia negra. La trama narrada a modo de un largo flashback nos introduce en la vida de Mieldred, una mujer capaz de cualquier cosa con tal de satisfacer los caprichos de su hija Veda, una joven malcriada, extremadamente caprichosa que engloba en cierto modo el papel de mujer fatal. En este sentido, la película acopia la mayoría de los rasgos propios del cine negro: ambiente denso, dualidad, personajes conducidos hacia un final trágico, retrato de una sociedad corrupta y afectada por la todavía reciente guerra mundial… Como apunte cabe decir que la historia crítica el esteriotipo de vida que siguen los jóvenes de las clases altas y deja a los personajes masculinos no muy bien parados por lo general.
La estética ofrecida por Alma en suplicio en las secuencias iniciales y finales obedece a los cánones del cine negro más clásico, con fuerte contraste de luces y sombras en la fotografía (Ernest Haller), y espacios nocturnos que crean la atmósfera acertada. Por el contrario durante el resto de la historia hay un tratamiento mucho más realista, adecuado para el tono semidocumental de la biografía de Mildred Pierce. El reparto encabezado por la mítica Joan Crawford, lleva a cabo un excelente trabajo, en especial Ann Blyth que se mete de lleno en su papel de joven caprichosa y malcriada. La banda sonora de MaxSteiner suena con fuerza, incrementado a las mil maravillas el carácter dramático del argumento.
Interesante largometraje negro; con una profunda reflexión de cómo la mala educación familiar puede afectar verdaderamente a la formación de una persona, en este caso una mujer.
Tras la muerte de Joan Crawford, protagonista de este poderoso melodrama negro, su hija adoptiva Christine publicó unas memorias de infancia en las que pintaba a la famosa actriz como una psicópata maltratadora, enloquecida por la incapacidad de tener hijos propios y que convirtió la vida de sus retoños adoptados en un auténtico infierno. Fueran o no ciertas estas aseveraciones (curiosamente el libro se publicó después de conocerse que la actriz había desheredado a Christine y a otro de sus hijos que también corroboró los maltratos), lo cierto es que «Alma en suplicio» parece una anticipo cruel e irónico de lo que había de suceder en el futuro, puesto que narra la relación destructiva que se establece entre una sufrida madre y su devoradora, egoísta y sanguijuela hija. Un melodramón con aires a lo «Imitación a la vida» que exprime al máximo el duelo entre la madura Crawford y la perversa muñequita Ann Blyth, que, finalmente será quién se lleve el gato interpretativo al agua con su insaciable y caprichosa Veda (años más tarde, Crawford se tomó la revancha realizando su mejor interpretación conocida junto a otra de las grandes feas de Hollywood, Bette Davis, en «¿Qué fue de Baby Jane»).
El guión, espléndido y adulto, está al servicio de las damas, por lo que los caracteres masculinos, aunque omnipresentes, se mueven como sombras en una galería tras el fuego cruzado: son muy superiores las escenas protagonizadas por las mujeres que aquellas en las que salen los actores. Son impresionantes por ejemplo los tiras y aflojas madre-hija, pero también la conversación de Mildred con su ayudante Aida al regresar de unas vacaciones, una indagación curiosa en la cámara blindada de la amistad femenina, esa materia tan maltratada en el cine.
Si bien la trama resulta más o menos previsible, se solventa al dividir la atención del espectador entre el drama familiar y los toques de cine negro (toda la película es la restrospectiva de un asesinato). Sin embargo hay una tensión más tangible en el proceso de destrucción de la hija hacia la madre que en la resolución del crimen que sirve de punto de partida a la narración. Resulta casi pavoroso ver a la robusta Crawford reducida a la indefensión más absoluta ante las demandas de su delicada hija: bajo toda esta historia reside una relectura de lo más inquietante en torno a los instintos maternales mal entendidos.
Recomendabilísima en todos los sentidos para apreciar que más allá de «Casablanca», Curtiz fue capaz de alumbrar obras mayores como ésta
Michael Curtiz, artesano por antonomasia, el director de los mil géneros. El húngaro con mala leche tiene en su filmografía títulos interesantes y algunos tan míticos como Casablanca o Robin de los bosques.
Este artesano realizaba tan bien su trabajo que creaba clásicos como quería. Y ahí están películas que no hay que deja escapar como Ángeles con caras sucias, La vida privada de Elizabeth y Essex, El trompetista, las de aventuras de Errol Flynn, incluso dirigió al mítico Elvis Presley en una de sus mejores películas, King Creole… y Alma en suplicio o Mildred Pierce (el nombre de la protagonista).
Aquí el estudio Warner pone en pie otra adaptación de la obra de James M. Cain que siempre funciona bien (El cartero siempre llama dos veces o Perdición) y le da la batuta a Curtiz que pone en pie una película con aires de cine negro mezclado con lluvia de melodrama creando así una obra muy especial.
Y es que Alma en suplicio es de esas películas apasionantes que ofrece diversas lecturas. Todas interesantes. Mildred Pierce es una película con el espíritu de 1945. Una América de luces y sombras, de final de guerra, de tiempos duros, de etapa ideal para cine negro y para plantear otros temas subyacentes.
Y como es una historia negra y melodramática tuvieron que vérselas con el código de censura…y como su protagonista es una mujer, sirvió para sacar de las cenizas a una estrella que en aquellos momentos necesitaba un éxito para dejar de ser veneno para las taquillas. La película resultó el renacimiento de Joan Crawford que se convirtió en ilustre e imprescindible estrella con cuarenta años…, momento delicado para muchas actrices de la época (y desgraciadamente ahora también).
La Crawford sabía que ese papel tenía que ser suyo y luchó con uñas y dientes hasta que se convirtió en Mildred. Y ¿qué cuenta Alma en suplicio?
Contemos varias historias:
Primera historia
Primera escena. Un hombre abatido por los disparos en una casa en la playa. Una mujer sale de la casa en coche. Mildred llora y trata de suicidarse pero un policía lo impide. En un bar se encuentra con un socio con el que hay una relación tirante. Mildred lo lleva a la casa de la playa… y lo deja solo. Junto al cadáver. En esto llega la policía y lo detiene.
Siguiente escena. Todos los sospechosos acaban en comisaría. Nos enteramos de que el muerto es el esposo de Mildred. Conocemos primero a su hija Veda, cuando van a buscar a su madre para llevarla a comisaría, después a su mejor amiga y posteriormente a su ex al que acusan del asesinato. Entonces Mildred se desespera y empieza a contar su vida al comisario para mostrar la inocencia del ex. Flash Back. Se nos va desvelando cómo se llegó a esa noche de la casa de la playa y el asesinato. Midred va dejando huellas y pistas en su relato que todo lo explican.
Final. Resolución del caso. Mildred se va con su ex del brazo.
Segunda historia
Mildred es una mujer luchadora y emprendedora, una madre capaz de todo por sus dos hijas. La mayor le sale absolutamente rebelde y materialista, sólo la mueve el dinero y la posición social y desprecia a su madre porque se tiene que ganar la vida tras su divorcio como camarera y por no darle la calidad de vida y el estatus social que ella desea. Mildred sin embargo consigue convertirse en una gran empresaria, en una mujer emprendedora, que monta un gran negocio, un restaurante que funciona increíblemente bien. Ella se basta y se sobra. También tiene una amiga con carácter y cínica que la ayuda en su empeño. Su única desgracia es encontrarse por el camino con inútiles (primero su ex —aunque es el menos malo—, luego el socio que es caradura y por último el vago de su segundo marido que lo único que tiene es un apellido) a los que atrae como imanes. Inútiles que además la traicionan a todas horas…, y una hija que la quita el sueño, una y otra vez. Pero ella siempre, siempre avanza y logra perdonar.
Tercera historia
Oh, oh, acaba de terminar la Segunda Guerra Mundial. Y durante este tiempo ante la ausencia del hombre en casa… muchas mujeres han salido del ámbito privado y se han puesto a trabajar y además lo han hecho muy bien. Pero la guerra termina, los hombres regresan, faltan puestos de trabajo…, van a llegar los cincuenta y la familia perfecta de nuevo es el marido que trabaja y la mujer al ámbito privado que está ahí muy bien y muy guapa. Hay que hacer regresar a la mujer al ámbito privado, a la buena madre de familia. La independencia alcanzada de momento no conviene.
Entonces Mildred es una abnegada ama de casa, que ya la avisa su ex que está malcriando a las niñas sobre todo a la mayor (es pepito grillo durante la proyección). Entonces se separan cuando él está en paro y además es un poquillo infiel (pero su esposa es lo primero). Él siempre estará ahí recordando a la esposa sus deberes (y muy cabreado cuando la niña pequeña enferma y se les muere y claro no encuentra a la esposa en casa para que se ocupe del tema). Y Mildred triunfa como mujer empresaria pero su vida privada es un desastre con los hombres que conoce y con la relación que se establece con su hija mayor. Su mejor amiga es una frívola solterona que se lo pasa de miedo. Pero menos mal que el ex siempre está ahí finalmente se la lleva del brazo aunque esté arruinada.
Cuarta historia
Ésta es la historia de una compleja relación entre madre e hija que se autodestruyen la una a la otra. Como reviviendo el mito de Medea. La relación entre ambas es enfermiza desde un primer momento. Además, Veda, la hija tiene cara de ángel y todos los ingredientes de una femme fatale que reparte desgracia allá por donde pasa y con todo aquel con el que se relaciona. Inolvidable la escena de la escalera (ay, las escaleras en el cine) donde Veda humilla a la madre hasta extremos impensables y la abofetea.
¿Alguien duda de que Alma en suplicio no es un clásico que merece la pena revisitar? Y muchos más análisis quedan en el tintero. Además de una Joan Crawford esplendorosa con unos ojos enormes, nos encontramos a la dulce Ann Blyth en uno de sus primeros papeles (luego sería una actriz que dejaría el recuerdo de mujer encantadora) donde clava su personaje de femme fatale con cara de ángel. Y, ojo, banda sonora de Max Steiner y una fotografía genial, benditas sombras y espejos, de Ernest Haller.
Sinopsis
Antes de morir asesinado, Monte Beragon (Zachary Scott) ha dicho el nombre de Mildred (Joan Crawford), su esposa y principal sospechosa de su muerte.
Crítica
Película Warner dirigido por Michael Curtiz que mezcla el melodrama familiar, con énfasis en una relación materno-filial; y el cine negro, con investigación de un misterioso asesinato.
Aunque no ofrece sorpresas en su resolución ni en el retrato de personajes, el film es recomendable, muy estiloso, con un sobresaliente trabajo de cámara de Ernest Haller, uso de flashbacks, y una puesta en escena con influencias estéticas expresionistas.
Los diálogos son meritorios y las interpretaciones excelentes, destacando Joan Crawford como Mildred Pierce en una actuación recompensada con un premio Oscar, y la cáustica Eve Arden aportando matices de humor al drama.
Michael Curtiz (»Casablanca») se encargó de la dirección de »Alma en suplicio», basada en la novela »Mildred Pierce» de James M. Cain. En esta primera versión cinematográfica, se alteró su guión, se introdujo un asesinato final, que no aparecía en la novela, debido al éxito de la película »Perdición», también extraída de una novela de Cain, pocos años antes.
Curtiz era reticente a trabajar con Joan Crawford, por su fama de actriz complicada, pero ella se lo fue ganando a base de dedicación y trabajo duro. Este director también la acusaba de »glamourizar» innecesariamente su personaje de mujer trabajadora.
Crawford ganó el Oscar por esta película, como creía que no iba a ganar, no acudió a la ceremonia. Se decía que estaba en cama con neumonía, pero la historia que circulaba, era que fingió su enfermedad para no verse humillada si no ganaba en los Oscars. Después de enterarse de que había ganado, salió de la cama, se maquilló y se encontró con la prensa.
CRÍTICA
Esta versión del 45, en mi opinión, tiene un giro brusco que no corresponde adecuadamente a la historia, el asesinato que se introdujo, queda algo forzado. Desvirtúa la historia escrita por Cain y se crea una amalgama entre melodrama y cine negro, cuando la novela es puro melodrama. Excepto esta cuestionable alteración de la novela, la película está excelentemente contada e interpretada, especialmente por una estupenda Joan Crawford (la colosal Kate Winslet en su versión televisiva de Mildred Pierce, está a su altura) una notable Ann Blyth como su hija Veda (en este caso, me convence mucho más la versión de Evan Rachel Wood del personaje, la hace más creíble, temible y odiosa) y también un magnífico Zachary Scott que realiza una actuación más matizada y contenida de Monty Beragon que Guy Pierce, el cual, me pareció que estaba algo flojo y sobrectuado en la piel del mismo personaje.
Si la comparamos con su reciente versión televisiva protagonizada por Kate Winslet, la verdad es que las dos son fantásticas, pero la de Haynes es más fiel a la novela y al ser contada en varios capítulos, le da más tiempo a profundizar en más aspectos.
ALMA EN SUPLICIO
Este magnífico melodrama arranca con una impactante escena al más puro estilo del cine negro que presagia la gran película que se va a desarrollar a continuación; en ellaMichael Curtiz nos deleita con la historia de un asesinato contada en flashback llena de suspense interpretada por una Joan Crawford que inunda la pantalla en cada escena, abrazando su papel con intensidad, dramatismo y una dosis eficaz de realismo.
Toda la obra exhala belleza plástica y fatalidad en un in crescendo que mantiene al espectador en vilo hasta la última escena.
FICHA TÉCNICA: ALMA EN SUPLICIO “Mildred Pierce”
AÑO: 1945. DURACIÓN: 111 min. PAÍS: Estados Unidos.
DIRECTOR: Michael Curtiz.
GUIÓN: Ranald MacDougall. MÚSICA: Max Steiner.
FOTOGRAFÍA: Ernest Haller (B&N).
REPARTO: Joan Crawford, Jack Carson, Ann Blith, Zachary Scott, Eve Arden, Bruce Bennet, Joan Marlowe, Moroni Olsen.
PRODUCTORA: Warner Bros. Productor: Jerry Wald.
GÉNERO: Drama. Melodrama. Film Noir.
SINOPSIS: Mildred Pierce es un ama de casa de clase media dedicada en cuerpo y alma a dar un futuro mejor del que ella tuvo a sus hijas. Su marido Bert está en el paro y critica sus excesivas atenciones a las niñas, estos enfrentamientos derivarán en la ruptura del matrimonio.
Mildred sola y sin oficio no escatimará esfuerzos ni sacrificios para conseguir satisfacer los deseos de sus hijas.
El proyecto de la película empezó cuando Jerry Wald, productor e íntimo amigo deMichael Curtiz se decidió a poner en marcha su sueño de llevar a la gran pantalla una adaptación de la novela de James M.Caín: “Mildred Pierce” (1941).
En su obra Caín incorpora a unos personajes desagradables y deshonestos, poco apropiados para que el gran público empatizase con ellos. Las actividades de la Mildredde la novela no pasarían la censura cinematográfica por inmorales, así que el primer paso de adaptación fue el de “limpiar” el personaje de la protagonista para conseguir su aceptación por un público que tendería que identificarse con él. El lenguaje soez de Mildred en la novela y sus orígenes en los bajos fondos, fueron sustituidos por el del ama de casa de clase media que se convierte en víctima y no en culpable de su situación.
Los demás personajes fueron debidamente modelados exacerbando sus aspectos negativos para conseguir un mayor contraste con la personalidad de la protagonista; Veda, la hija de Mildred, se transforma para el film en un ser perverso y egoísta capaz de cualquier acto de maldad y traición; y Monty Veragon, su segundo marido, se comporta como un auténtico gigoló que carece de principios morales y de dignidad.
Estos cambios tan importantes en las características de los protagonistas de la novela fueron auspiciados por Jerry Wald y con ellos trataba de que la película fuese un producto de éxito. Encontrar al escritor capaz de transformar la imagen que Wald se hacía de la novela de Cain en un guión cinematográfico no fue tarea fácil y por ello se probó con varios guionistas.
La primera guionista contratada fue Catherine Turney que colaboró con Thomas Williamson y Albert Maltz, pero pronto fue retirada del proyecto. Wald deseaba contar la historia en flashback y ella se opuso, por lo que aquel directamente prescindió de ella. El siguiente paso fue el de buscar la colaboración del propio Cain. El escritor hardboiled, declinó la oferta porque no estaba interesado en la elaboración del guión, pero sugirió a Wald que contratara a su amiga y colaboradora Margaret Gruen. Wald una vez más rechazó la adaptación de Gruen por considerarla excesivamente fiel al libro, y por no incluir los matices que él deseaba. Finalmente el guión corrió a cargo de Ranald MacDougal, que contó con las aportaciones de Margaret Buell Wilder, Louise Randall Pierson, William Faulkner y del propio Curtiz.
Michael Curtiz disfrutaba del apoyo incondicional de su amigo Wald, y tuvo la oportunidad de participar en la toma de decisiones de todos los aspectos de la película que le resultaron relevantes. Wald se interpuso entre Jack Warner y Curtiz con el fin de otorgar a este la autonomía y la independencia necesarias para desarrollar toda su creatividad.
Curtiz es el responsable de la existencia de esa maravillosa casa en la playa con la que empieza la película. Al parecer su amigo Anatole Litvak tenía una exactamente igual y el húngaro envió al director artístico, Antón Grot, para que diseñase una réplica idéntica de la misma en los Estudios Warner de Burbank.
Curtiz también intervino junto a Wald en la selección de un reparto que por supuesto fue muy reñido. Para el papel de Mildred se barajaron los nombres de Bette Davis, Ida Lupino, Ann Sheridan o Rosalind Russell. Al final optaron por Barbara Stanwyck, pero cuando la decisión parecía estar tomada, Curtiz en una corazonada decidió hacerle una prueba a Joan Crawford.
La actriz hacía poco que había firmado con la Warner, después de ocho años en la plantilla de la MGM, y permanecía en un segundo plano en el star system del estudio. LaCrawford, que intuía que el personaje podía relanzar su carrera, puso toda su alma en la prueba y tras ver el resultado de la misma Curtiz no dudó en darle el papel.
Para el personaje de Veda se apostó por Ann Blyth, una actriz prácticamente desconocida que únicamente había intervenido en películas de serie B de la Universal.
Jack Carson y Jo Ann Marlon repetían con Curtiz que ya había trabajado con ellos en“Rougbly Speaking” (1944).
Otras de las preocupaciones de Curtiz y Wald en este proyecto fue la de encontrar el director de fotografía capaz de seguir las indicaciones del director. Curtiz deseaba aprovechar su formación en la tradición expresionista, quería exprimir las posibilidades de enfoques y giros con la cámara y reproducir la iluminación inquietante y atractiva propia del cine negro.
Se barajaron nombres de la talla de Sol Polito, Carl Guthrie, Ernie Haller y Bert Glennon.
Todos ellos se esforzaron por filmar a Joan Crawford en su papel de Mildred, peroCurtiz no estaba nada convencido con los resultados, finalmente el trabajo recayó sobreErnest Haller que ya había colaborado con el director en las celebradas “Four Daughters” y “El Capitán Blood”.
El trabajo de Haller combinado con la dirección de Curtiz es digno de mención, durante el metraje predominan los ambientes de penumbra, tanto en exteriores nocturnos como en interiores. Las sombras de los protagonistas se deslizan más que se desplazan por la pantalla como espectros dirigidos por la fatalidad. Las columnas de humo de los cigarrillos, que no pueden faltar en los ambientes policiales y del crimen, ascienden ingrávidas y estilizadas desde los rostros de los personajes. En el local de baile de los bajos fondos propiedad de Wally el ambiente recreado inspira inquietud y las sombras más que las luces cumplen con su labor. Las escenas en la comisaría de policía, introduciéndonos tras la protagonista en el despacho del comisario que va a interrogarla y desde el que nos relatan toda la historia, es oscuro pequeño con economía de mobiliario, apenas una mesa a la que sientan el comisario y Mildred, iluminada por un foco cenital que deja el resto de la habitación en sombras por las que se mueven otros policías y testigos. Y la espectacular casa de la playa, con su escalera de caracol, sus espejos y sus salas apenas iluminadas donde empieza y acaba el film son un portento de sobriedad y estilismo.
Otro de los aspectos destacables del film es su banda sonora. Max Steiner se permite aportar la magia de la ambientación musical que aromatiza el cine negro sin la que sentiríamos una disonancia y un vacío sonoro que desvirtuaría toda la obra. Steinercumple con maestría el objetivo musical del film.
Pasemos ahora a analizar los personajes. Todos y cada uno han sido espléndidamente elaborados, beben del fatalismo propio del mejor cine negro y están cargados de matices que los elevan más allá de su mera vis dramática.
Empecemos como no por Mildred Pierce. Joan Crawford encarna a un ama de casa de clase media que desde las primeras escenas afirma lo que es la única constante de la película, el motor de su existencia y el objetivo de su vida: dar todo a su hija. Nos adentramos en el paradójico mundo de los sentimientos y del amor maternal. Cada exigencia de su hija la lleva a superarse y arriesgarse en la vida ascendiendo en el escalafón social y convirtiéndose en una mujer adinerada. Pero cada logro la lleva a descender lenta e ininterrumpidamente por la peligrosa pendiente de la infelicidad y del“nunca es suficiente”. Por muchos esfuerzos y sacrificios que ella haga, su hija nunca está satisfecha, siempre quiere más y más. Mildred es una mujer inteligente y emprendedora capaz de analizar las situaciones que se le plantean en la vida. Sin embargo toda su sensatez y todas sus dotes la abandonan cuando se trata de su hija. Esta la utiliza la vapulea y la infravalora sin que ella sepa o pueda siquiera defenderse o darse cuenta. El amor no necesita de dos. El amor puede ser entregado incondicionalmente sin recibir a cambio. Este tipo amor está abocado al dolor a la infelicidad y a la fatalidad. Desde los primeros instantes del film, el espectador intuye que nada bueno puede derivarse de un sentimiento tan obsesivo y radical.
Crawford con sus anchos hombros y su gran porte es capaz de dar realismo al personaje, su interpretación confiere magnetismo y fuerza al personaje a la vez que lo acompaña por la pendiente de la fatalidad.
La actriz pidió a Curtiz que rodara las escenas en orden cronológico y este la complació. A diferencia de la relación del director húngaro con otros protagonistas, con JoanCrawford se entendió estupendamente centrándose ambos en aunar esfuerzos para conseguir un buen resultado.
Veda interpretada por Ann Blyth es una joven bella, odiosa y avariciosa. Está llena de complejos y su mente es perversa y retorcida. Todo el amor que le procesa su madre es para ella motivo de desprecio y se lo paga a base de humillaciones y engaños. Los guionistas no dejaron ni una sola buena cualidad en este personaje. Ann Blyth encarna a la mujer-niña fatal de la película, aquella que destruye todo lo que toca. La joven Blytha pesar de su escasa experiencia, se mete en su personaje y convence al espectador, crea una Veda que genera el rechazo y repulsión.
En este film protagonizado por mujeres, los papeles masculinos van matizando y dando pie a los avatares de la vida de las mismas.
El primer marido de Mildred, Bert, está interpretado por Bruce Bennet. Es un hombre bueno que no da la talla como padre de familia, está desempleado y carece de ambición. A ojos de Mildred él no comprende las necesidades de sus hijas y no es capaz de cubrirlas. Actúa con sobriedad y casi me atrevería a decir que con delicadeza. Como dice Mildred en la comisaría él es bueno.
El segundo marido, Monty Beragon, es un hombre de clase social superior, un aristócrata, ideal para las ambiciones de Veda y por lo tanto aceptado por Mildred. El personaje es el de un hombre arruinado que cambia posición social por dinero. Interpretado con excelencia por Zachary Scott consigue crear sentimientos ambiguos en el espectador que no acaba de conocer sus verdaderos sentimientos por Mildred.
Jack Carson es Wally, el tercero del trío masculino de la película. Es amigo de Mildred y la pretende, pero es ante todo un hombre de negocios, conoce todos los secretos del mundo inmobiliario y Mildred recurre a él en busca de ayuda y consejos financieros.
Por último otra mujer, Eve Arden que interpreta a Ida, es amiga de Mildred y tiene una afilada percepción del mundo y de los hombres en particular. Intercala toques de humor en un film desgarrador.
El comisario (Moroni Olsen) es un hombre inteligente y hábil. Consigue descubrir al asesino con astucia y mano izquierda, su papel a diferencia de los demás destaca por la falta de agresividad y de intensidad dramática. Se trata de un personaje que además ejerce una doble función, la de guía del espectador a través de la compleja estructura narrativa de de la película, él nos lleva de la mano a través de la misma y nos ayuda a desentrañar el misterioso asesinato que sirve de gancho para contarnos la historia de Mildred Pierce.
Michael Curtiz rodó un final alternativo que fue desestimado en el montaje en el que Mildred sale sola de la comisaría, y no acompañada por Bert, como ocurre en la versión definitiva.
El rodaje empezó el 7 de diciembre de 1944 y terminó en febrero de 1945.
Jack Warner retrasó el estreno hasta el fin de la segunda guerra mundial, y lanzó una campaña publicitaria que decía: “¡No cuente lo que hizo Mildred Pierce!”. Esto provocó diversas reacciones, por ejemplo un restaurante del centro de L A colgó un cartel de su puerta que decía: “Por 65 centavos no solo le serviremos un buen plato, sino que le contaremos lo que hizo Mildred Pierce”.
El presupuesto final de 1.342.000 dólares quedó ampliamente compensado por el éxito en taquilla de la película. En España, en 1947 la película no llegó a estrenarse porque no superó el filtro de la censura.
Joan Crawford consiguió el Oscar a la mejor actriz y la película fue nominada a mejor película. La estatuilla de Crawford fue recogida por el propio Curtiz, ya que la actriz estaba al parecer en cama por una gripe poco oportuna.
Una vez más me complace alabar el trabajo de Michael Curtiz, este director poco valorado, pero que dejó tras de sí un muestrario de buenas películas, como lo es “Alma en suplicio”.
La profundidad de estos personajes nos va a permitir exprimirlos y disecarlos en los comentarios dedicados a ese film. Ahí nos veremos amigos cinéfilos.
Mildred Pierce (Alma en Suplicio, 1945) es otra de las obras de cine noir, dirigidas en el cine clásico, que hay que revalorizar. Seguramente hay dos elementos que pesan para que se trate de una obra olvidada. Una es haber nacido en un momento de gloria para este tipo de cine, y la otra es que Alma en Suplicio está dirigida por Michael Curtiz. A pesar de dirigir Casablanca (Casablanca, 1942) o seguramente por ello, pues a Curtiz siempre se la ha considerado un director menor, negándole cualquier tipo de autoría posible, y clasificado frecuentemente por los críticos como un artesano. Puede que el concepto de autor quede lejano para Curtiz, pero hay que admitir que en su haber encontramos un gran numero de películas infravaloradas.
Una de ellas es Alma en Suplicio, una película que cuenta con una potentísima puesta en escena. Si no fuera por algunos momentos que ofrece el guión, seguramente hablaríamos de una de las mejores películas del cine negro. La película empieza con un tour de force espectacular, que nos muestra el asesinato de uno de los protagonistas del relato. Después de este asesinato somos testigos de la llegada de Joan Crawford a la comisaría, donde a partir de un flashback relatará la historia que ha ocasionado este asesinato (Con la intención de contar la identidad del asesino, que aparece oculta durante el asesinato). Así pues, Alma en Suplicio sigue una estructura habitual dentro del género del cine negro, sirviéndose de la voz en Off de nuestra maravillosa actriz principal, Joan Crawford, para agilizar la narrativa y apoyar las imágenes que el espectador está viendo.
Pero hay más que analizar en estas primeras secuencias. Curtiz emplea una fotografía espectacular, que saca todo el máximo provecho a los escenarios de este arranque. Uno de ellos es la mansión donde tiene lugar el crimen, que inevitablemente recuerda algunos de los fastuosos escenarios que aparecían en Citizien Kane (Ciudadano Kane, 1942) del genial Orson Welles, rodada sólo tres años antes que Alma en Suplicio. De hecho Curtiz parece inspirarse en los grandes planos de la película para su propio filme. La fotografía de estos primeros interiores está llena de luces y sombras, que ofrecen una visión casi terrorífica de la casa, con sombras que proyectan los personajes, que se mueven y que multiplican su espectro. Pero también encontramos una escena rodada en exteriores, donde vemos a Joan Crawford dirigiéndose hacia los muelles, en lo que parece un amago de suicidio, que no acaba provocándose. Entre la magistral Crawford y la tormenta que está totalmente desatada queda una secuencia simplemente espectacular, un soplo de aire fresco que complementa la estética tan degradante de estos primeros momentos.
Alma en suplicio nos cuenta una historia de auge y caída, aunque singular, porque el protagonista no es un gánster criminal, sino una mujer (y a pesar de que coquetea con el concepto de Femme Fatale, no es exactamente una de ellas). La película adapta una obra del mítico escritor de novela negra, James M. Cain. Sin embargo, más que la trama o el desarrollo convencional de la historia (que no ofrece ninguna novedad excepcional), lo realmente interesante es la cantidad de singularidades que ofrecen algunos detalles. Uno de ellos, ya comentado anteriormente, es el protagonismo principal, que recae en una mujer, algo bastante extraño en el cine negro, que acostumbra a ser un género en general bastante machista. Sin embargo el personaje que interpreta Joan Crawford es un personaje con bastantes calidades positivas, pues ella es la única que se ocupa de sus dos hijas, y la que consigue sacar la familia adelante, aunque para ello tenga que trabajar en unos horarios inhumanos.
Por otra parte, la película trata un tema bastante polémico en aquellos tiempos, como era el divorcio y las relaciones extramaritales. Y es que el personaje de Joan Crawford tiene que aguantar un divorcio bastante traumático, así como el envite de algunos protagonistas masculinos que desean poseerla a toda costa. Sin embargo, ella rechaza a algunos pretendientes, lo que hace que la película relacione la castidad de la protagonista con el mantenimiento del poder.
Además, una de las hijas de Joan Crawford, interpretada por Ann Blyth, ofrece un arquetipo de personaje bastante extraño. Una hija adolescente que resulta ser un auténtico problema para su madre, que es totalmente incapaz de controlarla. A pesar de que en algunos momentos el filme roza el folletín, sin duda los encontronazos entre la madre y la hija son momentos imprescindibles para la película. Momento especial cuando la madre se encuentra a su hija trabajando como bailarina (ligera de ropa) en un bar de mala reputación.
Desgraciadamente una de las cosas que más estropean el filme es su giro final de guión, demasiado precipitado. Además da la sensación de que el tono de cine negro se encuentra sólo en los primeros compases del filme, para después diluirse en otro tipo de géneros que no concuerdan del todo con otras partes de la película.