Perseguido

Título en castellano Perseguido
Titulo original Pursued
Año de filmación 1947
Duración 101 minutos
Pais Estados Unidos
Director Raoul Walsh
Guion Niven Busch
Música Max Steiner
Dirección de fotografia James Wong Howe (B&N)
Reparto
Productora Warner Brothers Pictures
Sinopsis Jeb Rand (Robert Mitchum) es un hombre atormentado por los recuerdos de su infancia. Adoptado a los cuatro años por Medora Callum (Judith Anderson), tras el asesinato de toda su familia, Jeb crece sin problemas en su nuevo hogar. Sin embargo, sus traumas infantiles vuelven una y otra vez a través de sus sueños. Y sus pesadillas se hacen realidad cuando reaparece el hombre que después de acabar con su familia, no ha dejado de buscarlo durante años para acabar también con él.
Premios  
Subgénero/Temática  Crimen, Western, Traumas infantiles

tomado de filmaffinity

Para mí se trata de un excelente western y mi preferido del propio Walsh, lo que significa que también lo considero una de sus cimas creativas, junto a obras como «Al rojo vivo» o «El último refugio». Si de Hawks me seduce especialmente el sentido del humor (no sólo en sus comedias, sino presente por doquier, por ejemplo en «El Dorado»), de Walsh, en cambio, me atrae de una forma magnética el aliento trágico que emana buena parte de su obra (y que, no obstante, no desemboca en un nihilismo o pesimismo existencial, sino, paradójicamente, en la exaltación de la vida, la pasión, el amor…). Convencionalmente, el adjetivo «shakesperiano» sale a relucir en los artículos sobre este director, y «Perseguido» es una muestra de cuan acertado resulta.

Se dio en esta producción una convergencia de aspectos positivos: por un lado, el estupendo guión de Niven Busch (responsable también de «Duelo al sol», lo que puede dar una idea de por dónde van los tiros), que bebe de la moda psicoanalítica de la época («Recuerda», «Secreto tras la puerta»…) para configurar un angustioso thriller sobre un hombre perseguido por fantasmas del pasado, y cuyas claves, muy bien dosificadas a lo largo del metraje, no se desvelan hasta el final. «Perseguido», en efecto, es un western, pero bien podría no serlo (en la misma línea de lo que ya demostró Walsh con el díptico «El último refugio» y «Juntos hasta la muerte»). 

El segundo aspecto refuerza esta idea, a partir de la extraordinaria fotografía a cargo de James Wong Howe, quien crea un fantasmagórico universo expresionista, con muchas escenas nocturnas o de interiores, que dibuja en los rostros de los personajes inquietantes juegos de luces y sombras, en la mejor tradición del cine negro; o, también, la utilización de las sobreimpresiones (el leitmotiv visual de unas espuelas, sueño recurrente del protagonista). Film claustrofóbico hasta la médula, los escasos exteriores diurnos refuerzan esta sensación con la estrategia de visualizar a los personajes como puntos diminutos en un paisaje rocoso y lunar que parece amordazarles (como anécdota, anotemos el plano donde el protagonista cabalga lentamente en primer término, mientras al fondo, sobre un cerro, un jinete le sigue en paralelo; escena que se convierte, pues, en una minimalista anticipación de uno de los mejores momentos de «Centauros del desierto»).

En tercer lugar, constatar el sobrio y eficaz trabajo de todo el reparto, encabezado por Robert Mitchum (además, su rostro anguloso siempre fue propicio para este tipo de fotografía) y las hitchcockianas Teresa Wright y Judith Anderson (la inolvidable ama de llaves de «Rebeca»).

Y, como colofón y unificador de todo ello, un Raoul Walsh en plena forma, lo que redunda en la narración clara, vigorosa, rítmicamente impecable y, en última instancia, profundamente poética, tan característica de quien fue uno de los grandes artífices del cine clásico americano.


Notable western dramático de Raoul Walsh (1887-1980), casi olvidado e injustamente infravalorado durante mucho tiempo, hoy es considerado un film de culto. El guión es original del escritor y guionista Niven Busch (1903-91), autor de la novela “Duel in the Sun” y del guión que la adapta al cine con el mismo título, “Duelo al sol”(Vidor, 1946). Se rueda en escenarios naturales de Gallup (NM) y en los platós de Warner Studios (Burbank, CA). Producido por Milton Sperling para United States Pictures/WB, se estrena el 2-III-1947 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en los primeros años del s XX, en el antiguo rancho de los Rand, en el rancho de Medora Callum, en la localidad de Lone Horse, del condado de Seat y alrededores y en Cuba. Jeb Rand (Mitchum) es un joven huérfano adoptado a los cuatro años por la viuda Medora Callum (Anderson), madre de un niño, Adam (Rodney), y de una niña, Thorley (Wright). Vive atormentado por unos recuerdos fragmentarios de su infancia que no alcanza a completar y la sensación de que alguien le persigue por razones que desconoce. Se relaciona con Jake Dingle (Hale), dueño del Casino de Lone Horse, con el joven Prentice (Carey) y otros. Conoce a Grant Callum (Jagges), fiscal de Santa Fe (NM).

El film suma drama, drama psicológico, suspense, thriller, cine negro, romance y western. Esencialmente es un western psicológico de trazos negros. La narración corre a cargo del protagonista, que recuerda episodios de su pasado con la ayuda de flashbacks, que componen un largo y en realidad único flashback. El relato es un drama de tintes oscuros y de comportamientos impulsados por pasiones desatadas que responde a razones patológicas, obsesivas o transitorias. Los motivos abarcan celos, ira, envidia, odios, venganza, resentimiento y otras manifestaciones primarias. Los cambios por volubilidad de los sentimientos de algunos de los apoyos del héroe contribuyen a enrarecer la atmósfera del film y a llenarla de incertidumbre y amenazas. El desconocimiento por parte del protagonista y del público de los motivos que se hallan en el origen de los hechos aportan misterio y factores adiciones de preocupación y temor.

La pasividad del personaje, que se refugia en concepciones fatalistas para no reaccionar ante las amenazas presentidas y dejar en manos de la supuesta mala suerte que le persigue la marcha de los acontecimientos, aporta profundidad al melodrama, delata la fragilidad del protagonista e incrementa la tensión general. El crescendo dramático está sabiamente administrado por Walsh. El soundtrack aporta aullidos de murciélagos y sonidos de lechuzas y búhos, que potencian el poder terrorífico de la noche.

La historia, saturada de pasiones enfrentadas, giros y cambios, adquiere niveles altos de interés y de capacidad de absorción de la atención del público. Con todo, la falta de credibilidad de algunos lances y situaciones provoca en los espectadores más exigentes sentimientos de insatisfacción.


Excelente película que es, sin embargo, poco destacada dentro de la filmografía del gran Raoul Walsh, a pesar de que su calidad la haga merecedora de figurar en ella con honores.

Cabe, en primer lugar, preguntarse por el género al que pertenece el filme; y es que bajo un envoltorio de Western, «Perseguido» es también un thriller gótico, un melodrama psicológico y una tragedia clásica, en el que el peso combinado de un pasado terrible y un destino que se presume fatal constituye el nudo de la historia. Esta riqueza de perspectivas hay que atribuirla a la labor del guionista, Niven Busch, quien se inspira libremente en «El barón de Ballantrae», excelente novela de R.L. Stevenson, de la que toma el tono ominoso y trágico que preside la cinta, al tiempo que adapta fielmente algún fragmento, como el sorteo a cara y cruz entre los dos hermanos.

La realización de Walsh está aquí a su mejor nivel, como se deduce de la brillantez que adopta la narración visual, de un dinamismo excepcional, así como la estética de algunos planos, marcada por un sentido pictórico que, lejos de resultar gratuito, aporta enorme belleza a las imágenes. Como ya hiciera en «El último refugio», las localizaciones, caracterizadas por la presencia de una naturaleza dominante y amenazadora, sugieren eficazmente al espectador las dimensiones trágicas de la historia. Además de mostrar su propio talento, Walsh contó con el de sus colaboradores, especialmente en el caso del director de fotografía, James Wong Howe, cuya labor consigue impregnar el filme de las sensaciones desasosegantes y pesadillescas que le convienen; predominan, por tanto, los claroscuros, la noche sobre el día, y el dramatismo sobre el realismo, siendo esto último un acierto, dado el argumento que se aborda.

Los intérpretes realizan también buenos trabajos, empezando por Mitchum, con su presencia y solvencia habituales, y siguiendo por Teresa Wright, de quien Walsh logra una excelente actuación, sacando jugo de la innegable riqueza de su personaje. Igualmente eficaz y creíble está Judith Anderson, encarnando a la madre, y Dean Jagger, quien compone un Grant Callum magnífico, viviente encarnación del pasado ominoso y de la venganza pendiente.


El veteranísimo Raoul Walsh llevaba ya un buen reguero de películas a sus espaldas, tanto mudas como sonoras. Su interesante biografía es también de película. Su padre fue un irlandés fugado de prisión y emigrado a Estados Unidos. El hijo, el joven Albert Walsh, verdadero nombre del futuro director, fue todo un aventurero incansable digno de figurar en alguna novela de Stevenson. Después de muchos traqueteos, su alma de trotamundos encontró una manera de canalizar aquellas ansias de comerse la vida. Se hizo actor y se marchó a Hollywood.
Muy pronto debutó como director y le gustaba interpretar papeles en sus películas, hasta que perdió un ojo en una enfermedad contraída durante uno de sus inagotables periplos para localizar emplazamientos idóneos en los que rodar. Debido a ello, a partir de entonces se limitó a dirigir.
Su abundante filmografía atestigua la pasión de aquel hombre por todo lo que hacía. Especializado en el género de aventuras, fue el que predominó en su carrera. Y se defendió bastante bien con el western como era de esperar.
“Perseguido” presenta al actor de facciones duras tan conocido por aquel predicador malvado de “La noche del cazador”, Robert Mitchum, y a Teresa Wright, recordada por “Los mejores años de nuestra vida”. La acción se ambienta en Nuevo México en la época de las disputas territoriales, antes de declararse uno más de los Estados Unidos. Un hombre atormentado lucha por su vida y unos flashes relampaguean en su memoria difusa. Puede recordar unas espuelas y rayos de luz, pero hasta ahí todo es vacío.
Jeb Rand era un niño cuando quedó huérfano y una mujer viuda, Medora Callum, lo recogió y lo llevó a vivir con ella y sus dos hijos, Adam y Thorley. Fueron felices juntos y un sentimiento especial germinó entre Jeb y la dulce Thor, pero Adam en cambio nunca pudo llegar a querer a su hermano adoptivo. El resquemor entre ellos era evidente, aunque intentaban disimularlo y vencerlo.
Jeb tiene detrás una deuda de la que es inocente, como lo son todos los que no tienen la culpa de los pecados de sus mayores. Pero a veces llevar un apellido es una carga, y hay gente rencorosa que no perdona las deudas de sangre ni siquiera a los que no tienen que ver con ellas más que por tener un nombre que no pidieron.
Tenemos un western sobre el pasado que marca con un hierro al rojo y que no deja en paz a un hombre sobre el que va a caer una dura prueba, y la peor es que el apellido y las malas lenguas puedan anular, en la conciencia de los que lo quieren, al ciudadano honrado que siempre ha sido.
Malas conciencias que salen a flote, cuentas que arreglar, cegueras y prejuicios en un buen western aderezado con el “duro” Mitchum y la partitura de Max Steiner.


tomado de esculpiendoeltiempo

Jeb Rand (Robert Mitchum) fue acogido de niño por los Callum tras el asesinato de su familia. Con el paso de los años acabará enamorándose de Thorley (Teresa Wright), su hermana adoptiva, pero los confusos recuerdos de lo que ocurrió en su infancia le impedirán ser feliz.

Intenso y fantasmagórico western, de enorme fuerza expresiva, que constituye una de las más brillantes y atrevidas aportaciones de Walsh al género.

Su sombría puesta en escena, en la que se acentúan los contrastes entre luces y sombras, así como el uso de determinados recursos narrativos propios del cine negro tales como el flashback o la voz en off, otorgan al conjunto un aspecto de film noir de la época.

Temáticamente la cinta remite a la obra de Emily Brontë Cumbres borrascosas, aunque el literario páramo inglés deja paso aquí a la mineralidad del paisaje de Nuevo México, cuyos escenarios son captados de forma vigorosa por los encuadres de Walsh.

La trama gira en torno al tormento interior que sufre su protagonista, incapaz de recordar nada de lo que pasó durante la noche en la que su familia fue asesinada salvo los destellos de las espuelas de unas botas que iban de un lado a otro.

El filme se inicia entre las ruinas del rancho de los Rand, lugar en el que Jeb se refugia de un grupo de hombres que lo persiguen. Allí cuenta a Thorley, y por extensión a nosotros los espectadores, todo lo que le ha acontecido desde que era niño y que le ha llevado a la presente y trágica situación. Es una forma de exorcizar sus fantasmas, ya que al rememorar las idas y venidas de su periplo vital conseguirá, casi al final, ver con claridad aquello que antes le resultaba brumoso. 

La narración de Walsh resulta perfecta, como siempre, mostrando una vez más su maestría a la hora de economizar lo que expone gracias a un ritmo portentoso e implacable.

A la magnética indolencia de Mitchum y a la siempre agradecida presencia de esa gran actriz que era Teresa Wright, hay que sumar las excelentes interpretaciones del resto del reparto, donde destaca especialmente Judith Anderson, más conocida por ser el ama de llaves de Rebeca de Hitchcock. 

Por todo lo señalado y más, Pursued es una película que ningún amante del cine en general, y del western en particular, debería perderse.


tomado de elgabinetedeldoctormabuse

Raoul Walsh, un sólido veterano en géneros como el western y el cine negro, ofreció una de las películas más interesantes de su carrera al combinar ambos en Perseguido (1947). Puede que éste se trate del western más paranoico que se hubiera filmado hasta entonces, adelantándose décadas a los westerns casi existenciales de los 60 que hacían de los cowboys figuras errantes que intentaban encontrarse a sí mismos. Porque tal y como dicta su título, el protagonista de Perseguido es un hombre que literalmente se siente acosado toda su vida sin saber el por qué. Alguien que tiene la intuición de no estar en el lugar que le corresponde, de estar condenado por un hecho desconocido de su pasado. Un tipo de conflicto más bien poco habitual en el western.

La trama se inicia cuando Jeb Rand, que huye de unos perseguidores desconocidos, le explica a una joven que acude a ofrecerle ayuda, Thor Callum, cómo ha llegado a su situación. Primer síntoma de que nos encontramos ante un western bañado por la influencia del film noir: toda la historia se nos explica en un flashback, un recurso poco frecuente en el western clásico pero que en cambio era más habitual en el mundo enrarecido y caótico del cine negro (por otro lado, ¿por qué le explica Jeb a su amada toda esa historia que ella en realidad ya conoce casi por completo? Más allá de servir como recurso narrativo, hay en este tipo de películas una necesidad del protagonista de “confesarse”, de exteriorizar a otro todo por lo que ha pasado, casi como si fuera un paciente explicando sus problemas a su psicólogo).

Sabemos entonces que Jeb asistió a un hecho traumático siendo pequeño y que, huérfano, fue adoptado por la señora Callum (viuda) junto a sus dos hijos: Thor y Adam. A medida que crecen, Jeb y Adam sienten una antipatía mutua pero a cambio nuestro protagonista y Thor se enamoran. No obstante, pese a la bendición de su madre, sus sueños no podrán hacerse realidad, puesto que hay un misterioso hombre, Grant Callum, que intenta acabar con él.

A partir de aquí, la película se desarrolla siguiendo esquemas más propios de un film noir que de un western. Y no solo lo digo por la magnífica fotografía de James Wong Howe, repleta de claroscuros, sino por la incertidumbre que rodea a su protagonista, un hombre que debe enfrentarse contra un enemigo incierto por motivos desconocidos; por esa obsesión con el pasado (esos flashes recurrentes que se le aparecen en forma de pesadillas: los disparos, el sonido de las botas, etc.); por esa sospecha de que algo sucedido tiempo atrás está condenando su presente (cuando visita el viejo rancho, Jeb tiene la intuición de que esas ruinas y tumbas tienen algo de él) y por esa visión tan fatalista de un destino del que Jeb no consigue huir. Por mucho que quiera seguir adelante, continuamente una misteriosa mano le condena a perder la paz y la mujer que ama, obligándole en última instancia a enfrentarse a la familia que le acogió.

También se puede decir que lo enrevesado de su argumento tiene mucho del universo noir: esa adorable joven que al final acaba convirtiéndose en una fría vengadora tiene mucho de femme fatale (excelente Teresa Wright, de hecho el guión es de su marido y el personaje que encarna es un regalo para una gran actriz como ella), y en la relación entre Jeb y Thor hay incluso algo de incestuoso (aunque no son hermanos fueron criados como tales). Pero la clave seguramente esté en su protagonista, Robert Mitchum, por entonces asociado sobre todo al cine negro – Encrucijada de Odio (1947) de Edward Dmytryk y Retorno al Pasado (1947) de Jacques Tourneur – y que aquí nos parece más cercano a un personaje como el protagonista condenado de Detour (1945) de Edgar G. Ulmer que a un heroico vaquero.

De hecho nótese un importante detalle: en la escena final de la película, Jeb no se enfrenta a su enemigo, sino que finalmente se rinde, harto de pasarse la vida huyendo de algo inconcreto; y además, el único duelo que presenciamos está filmado de una forma asombrosamente inusual, entre sombras y con el protagonista literalmente intentando huir para evitar el conflicto. Este tipo de anomalías confirman a Perseguido como un western atípico, que propone una hibridación de géneros dando como resultado una película asentada en el western a nivel de ambientación pero más cercana al noir en tratamiento de la trama y sus personajes.


tomado de navegandohaciamoonfleet

Raoul Walsh fue un director sin una personalidad tan definida como Ford o Hawks, y que no obtuvo en su tiempo el mismo respeto por parte de los estudios; su reevaluación crítica ha sido posterior a la de aquellos, afianzada en su capacidad para contar una historia en el menor tiempo posible con pulso inexorable (The roaring Twenties), y en la vitalidad y gentileza que desprenden algunas de sus mejores películas (Gentleman Jim, Murieron con las botas puestas, El mundo en sus manos).

La teoría francesa de los autores no encaja bien en el cine clásico de Hollywood (con las obvias excepciones, como los citados). Desde ese punto de vista, Perseguido no es una de las películas más características de Walsh, y responde más a la personalidad de su guionista, Niven Busch. Este concibió una historia con rasgos de tragedia griega, libremente inspirada en El señor de Ballantrae de Stevenson y con ecos de Scarface.

El guión evidencia sus costuras (la estructura en flashback resulta artificiosa, e inverosímil en el contexto de la historia) y sus años, en este caso por su dependencia de algunas modas de la época, hoy prescritas: el teatro de Eugene O’Neill, los traumas psicoanalíticos en versión hollywoodiense. El conflicto trágico que sustenta la historia resulta en parte incomprensible (incluso tras la revelación final) porque las relaciones incestuosas se insinúan sin llevarse a sus últimas consecuencias; por otra parte el relato carece de la ambigüedad moral del de Stevenson, en el que no hay personajes positivos, y de su sutileza en cuanto a la elección de punto de vista narrativo (la historia de los dos hermanos está relatada en la novela por un tercero, que tiene implicación en el enfrentamiento pero aporta distancia; en lugar de la visión de parte que muestra la película, en la que las imágenes nunca cuestionan el relato del protagonista).

El personaje de Robert Mitchum es aquí una especie de Edipo cuyo error trágico es que no se conoce a sí mismo; la ignorancia de su origen lo hace actuar de una forma extrañamente pasiva, como si estuviera en manos de un destino que lo sobrepasa. Curiosamente, su pasividad tiene un eco en la del personaje interpretado por Dean Jagger, que se comporta como una suerte de Yago -en vez de actuar por sí mismo para culminar su venganza, se limita a mover hilos ajenos de forma maquiavélica.

Las imágenes muestran con insistencia la ceguera de Mitchum (la cual, a medida que su destino trágico se va cumpliendo, se transmite a otros personajes, en los que el amor y el odio se mezclan de forma tan inextricable que se vuelven incapaces de identificar sus auténticos sentimientos):

  • En el momento culminante de un tiroteo en un callejón oscuro, una diagonal negra oculta los ojos de Mitchum.diagonal
  • Más tarde, cuando este vuelve al rancho familiar, Teresa Wright observa su propia determinación ante el espejo antes de recibirlo: pero la imagen de detalle lo que nos muestra es cómo desvía su mirada.espejo
  • Al final de la escena, con un primer plano centrado en los ojos de Mitchum (tras un característico travelling de aproximación a su rostro), encadena con la siguiente a través de la imagen de los ojos cubiertos por anteojeras de unos caballos.ojos mitchumencadenadoojos caballos
  • Luego, cuando Teresa Wright vuelve con su madre, la luz del quinqué deja sus ojos en sombra.

Perseguido es un melodrama que transcurre en un escenario de western, iluminado como si fuera cine negro: con tremendos contrastes de luz y sombra, cielos oscurísimos, y un paisaje que parece dar forma visible a las inconfesables emociones de los personajes; en el que lo que ellos no pueden expresar, lo dice la música de Max Steiner; una película en la que hay una boda filmada como un funeral, que desemboca en la noche de bodas más explosiva (es como una escena de ópera) del cine clásico americano.

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Fuente de las imágenes: dailymotion.com


tomado de thewildbunchwestern

”Todo volverá a repetirse, pero ya no me importa. Sé que hay una respuesta que siempre he estado buscando. ¿Por qué siempre he estado solo? ¿Por qué todo salía mal? ¿Por qué hay odio en mí en lugar de amor? Había algo trágico en mi destino y también en el tuyo. Supongo que hemos perdido nuestra oportunidad y ya no podemos hacer nada”. Jeb Rand a Thorley Callum instantes antes de ser apresado por Grant Callum.

ARGUMENTO: Tras el asesinato de su familia, Jeb Rand es adoptado por Medora Callum que lo cría junto a sus dos hijos, Thorley y Adam, como uno más de la familia. Sin embargo su existencia estará marcada por el odio que le profesa Grant, el cuñado de Mrs. Callum.

Raoul Walsh, un director tan apegado a los géneros como tradicional en su forma de abordarlos, sorprendió en su vuelta al wéstern tras haber rodado una de sus cimas de un clasicismo arrebatador (1) con esta singular película del Oeste, una de las propuestas más innovadoras y arriesgadas dentro del wéstern en la década de los cuarenta.

Situada a caballo entre dos siglos, el filme, basado según palabras del propio guionista en hechos reales aunque también se ha visto en el mismo una libre adaptación de la novela “Cumbres borrascosas”, narra una historia de odio, venganza, traición, envidia, celos, pasiones amorosas y rivalidad fraternal en el seno de una familia de rancheros en Nuevo México. A la vez que están muy presentes temas como el destino, la fatalidad, el amor como elemento redentor y la suerte.

De hecho junto con el odio visceral profesado por Grant a Jeb, la vida de este último estará marcada por una moneda lanzada al aire que determina su incorporación a filas para enfrentarse a los españoles en la Guerra de Cuba de 1898 (2) y la pérdida de su parte del rancho a favor de Adam. Incluso la misma moneda le propiciará, a través del juego, una pequeña fortuna con la que comenzar una nueva vida junto a su amigo y protector Jake (interpretado por un Alan Hale alejado de sus habituales personajes de corte cómico como compañero del protagonista).

Sin embargo la ubicación espacio-temporal del filme no constituye un elemento determinante ya que podría haberse desarrollado en otro lugar y en otra época sin perder su esencia; porque en realidad la cinta bebe tanto del wéstern como de otros géneros.

 

Así, en primer lugar se aprecia la influencia de las tragedias clásicas y de los dramas shakesperianos, tan apreciados por el propio director y por Niven Busch, guionista que en su dilatada carrera escribió varios dramas familiares ambientados en el salvaje Oeste. Baste en este sentido recordar “Duelo al sol”, cuya novela fue adaptada al cine por King Vidor en 1946, o su guion para “Las Furias” (Anthony Mann, 1950) que cuenta con su oportuna reseña. Películas en las que, además, describe mujeres de fuerte carácter fundamentales en el desarrollo de la trama.

Asimismo nos encontramos elementos propios del noir. Respecto a esta cuestión no creo que fuera casualidad la elección del director de fotografía, puesto que James Wong Howe, un genio de la iluminación con dos Oscar y diez nominaciones en su haber, fue uno de los pilares, junto con John Alton, en la codificación estílistica del cine negro norteamericano. En este filme su aportación resulta fundamental para reflejar la tortura psicológica y emocional vivida por el protagonista.

Como ejemplos del extraordinario trabajo del cameraman de origen chino cabe citar tres secuencias nocturnas: el enfrentamiento en un callejón entre Prentice, nuevo pretendiente de Thorley, y Jeb; aquella con una iluminación tenebrista más propia de una película de terror en la que Thorley confiesa a su madre sus verdaderos planes respecto a Jeb; y el asalto del rancho de Jeb por parte de Grant y sus secuaces con la posterior huida del protagonista, escena en la que, por otra parte, Raoul Walsh muestra su maestría para crear suspense y tensión. Igualmente destacable es la secuencia del entierro de Prentice que podría haber sido rodada por el mismísimo Luis Buñuel por su composición e iluminación marcadamente surrealistas.

También propio del cine negro es el recurso a la voz en off del protagonista. Jeb Rand se convierte, de esta forma, en el narrador omnisciente del relato y quizás en este hecho radica una de las escasas debilidades de la película puesto que llega a relatar acontecimientos en los que no estaba presente (¿Cómo sabe Jeb el contenido de la conversación mantenida entre su madre adoptiva y Grant tras haber intentado este asesinarle cuando era un adolescente?).

Igualmente característico del noir es la propia estructura del filme a través de varios flash-backs. Así tras la secuencia inicial que arranca con una panorámica de uno de los personajes galopando (3) para a continuación revelarnos la situación desesperada del protagonista, la acción se retrotrae en el tiempo con el objeto de dar a conocer el espectador cómo ha llegado Jeb a esa circunstancia.

Por último tenemos al propio protagonista, Robert Mitchum, cedido por la RKO a la United States Pictures una pequeña compañía vinculada  a la Warner Brothers de la que era participe el propio Niven Buchs, que ese mismo año con “Retorno al pasado” (Jacques Tourneur) comenzaría a forjar su imagen definitiva muy vinculada al cine negro (4).

Incluso la mayor parte de los temas compuestos por Max Steiner remiten a melodramas o a thrillers, reforzando esta doble influencia.

En tercer lugar la película es deudora de la corriente psicoanalista tan en boga en el Hollywood de la década de los cuarenta (5) y cuyo paradigma fue “Recuerda” (Alfred Hitchcock, 1945), que incluso contó con la participación de Dalí como diseñador de la escena del casino. Así Jeb, de los luctuosos acontecimientos vividos de niño, tan sólo rememora unas espuelas y unos destellos de luz que lo atormentan en sueños y será el regreso al lugar en donde se produjeron lo que provoque el recuerdo de la secuencia completa. De esta forma, en un final memorable, tanto Jeb como el espectador, conocerán las razones del odio de Grant y cómo este ha sido fundamental en las desgracias acaecidas al protagonista que han marcado su vida hasta ese momento.

El merito de Walsh consiste en integrar todos estos elementos e influencias tan dispares evitando en todo momento lo que podría haber sido un pastiche para crear un filme arrebatador de una gran coherencia, de una rotunda modernidad (anticipa varias claves del wéstern de la década siguiente) y enormemente complejo que cuenta con un ritmo, como era habitual en él, trepidante. Destacaría en este sentido cómo necesita tan sólo dos planos para mostrarnos el paso del tiempo o la utilización magistral del recurso de la elipsis narrativa en la escena del juicio de Jeb.

Igualmente meritoria es la creación de los cinco presonajes principales que sustentan el drama: los tres hermanos (incluido Jeb), su madre y el cuñado de esta.

Jeb Rand, memorable Robert Mitchum en un papel para el que se pensó en Montgomery Clift y Kirk Douglas, es el típico héroe trágico. Un hombre incapaz de gobernar su vida al verse sobrepasado constantemente por unos acontecimientos no provocados por él. Un individuo que intenta desesperadamente buscar en su pasado la explicación de su dramática situación actual y evitar con ello su sino, un destino que se estrecha peligrosamente sobre él igual que, en la escena final, la horca alrededor de su cuello.

Thorley Callum, personaje escrito por Niven Buchs especialmente para Teresa Wright (6), es la hermana adoptiva y posterior amante de Jeb. En todo momento intentará mantener unida a la familia y sobre todo a sus dos hermanos, debatiéndose entre el amor fraternal que profesa a Adam y la pasión que siente por Jeb con el que la une una especial sintonía, confirmada por su hermano adoptivo cuando le dice: “Siempre podías pensar con mi mente y sentir con mi corazón”. La actriz, por la que tengo debilidad, lleva a cabo una extraordinaria interpretación pasando de ser una mujer dulce (típico papel desarrollado a lo largo de su carrera) a una persona dura, fría y calculadora que, a pesar de amar a Jeb, idea un plan para acabar con él tras haberse convertido en su esposa.

Adam Callum, al que dio vida un debutante John Rodney, que se mostrará desde niño como un rival de Jeb. Rivalidad acrecentada tanto por la participación de este en la guerra y la envidia que le provoca la condecoración tras su regreso; como por los celos causados por la relación del protagonista con su hermana. Vislumbrándose un cierto deseo incestuoso respecto a Thorley.

Medora Callum, encarnada por una excelente Judith Anderson que interpreta un papel muy alejado de su perversa señora Danvers en “Rebeca” (Alfred Hitchcock, 1940) o de la interesada amante de T. C. Jeffords en “Las Furias”. Estamos ante una mujer bondadosa y protectora que intenta compensar un “pecado” del pasado adoptando a Jeb y tratándolo como un verdadero hijo. Es junto a Grant el único personaje conocedor de la terrible verdad que está condenando a Jeb en el presente, pero se niega a confesársela a su hijo porque como le dice cuando era niño: “No hagas preguntas al pasado. Para ti no hay respuestas”. Personaje que parece perder importancia a medida que avanza la narración, se revelará fundamental en la resolución del drama.

Y Grant Callum (magnífico Dean Jagger) verdadera encarnación del Mal. Un ser maquiavélico cuyo único objetivo en la vida es acabar con Jeb para culminar su venganza. Un individuo que, cual demonio, tentará primero a Adam y posteriormente a Prentice, encizañándolos contra Jeb y utilizándolos como instrumento de su revancha.

En definitiva, “Perseguido”, actualmente caída en el olvido a pesar de haber sido alabada por directores como Martin Scorsese o Sergio Leone, constituye una clara muestra tanto del enorme talento narrativo como del genio creativo de su autor, uno de los mayores directores del Hollywood clásico, por lo que es de visión imprescindible para todo aficionado al género. 
 

(1) En 1941 Raoul Walsh había dirigido a Errol Flynn en “Murieron con las botas puestas”, una gran epopeya sobre la vida y muerte del general Custer ya reseñada en este blog.

(2) Al igual que en “Cielo Amarillo”, que también cuenta con su oportuna reseña y fue dirigida un año después por William Welman, la situación vivida por Jeb tras su regreso de la guerra y su aparente inadaptación; así como, las consecuencias en la población civil de su retorno, fundamentalmente en su hermano Adam, aluden claramente a las dificultades, la amargura y el desencanto que estaba viviendo la sociedad estadounidense tras la II Guerra Mundial.

(3) En la escena de apertura del filme, y como igualmente haría en la también comentada “Juntos hasta la muerte” (1949), el director nos muestra a través de la utilización de la panorámica la fragilidad e insignificancia del ser humano en comparación con la solidez y grandiosidad de la naturaleza.

(4) La figura de Robert Mitchum quedaría definitivamente asociada al cine negro gracias a una serie de películas protagonizadas en el seno de la RKO, entre las que destacan, junto a la mencionada “Retorno al pasado”, “Encrucijada de odios” (Edward Dmytrick, 1947), “El gran robo” (Don Siegel, 1949), “Donde habita el peligro” (John Farrow, 1950), “El soborno” (John Cromwell, 1951), “Macao” (Josef Von Stenberg, 1952) o “Cara de ángel” (Otto Preminger, 1952). En 1949 protagonizaría, además, “Sangre en la luna” un wéstern dirigido por Robert Wise claramente influenciado, la igual que “Perseguido”, por el noir.

(5) Entre los ejemplos hollywodienses más sobresalientes durante la segunda mitad de la década de los cuarenta de esta corriente podemos citar, junto con la señalada “Recuerda”, a “El séptimo velo” (Compton Bennet, 1945), “Secreto tras la puerta” (Fritz Lang, 1947), “Nido de víboras” (Anatole Litvack, 1948) o “Vorágine” (Otto Preminger, 1949).

(6) Teresa Wright estuvo casada con Niven Buchs desde 1942 a 1952 y volvió a coincidir con Robert Mitchum en “El rastro de la pantera” (William Wellman, 1954). Wéstern, tan singular como “Perseguido”, sobre los miedos y disputas existentes entre los miembros de una familia escasamente cohesionada. 
 
No puedo creer que después de tantos años se me haya pasado recomendarles esta película del año 1947 del gran director Raoul Walsh: Pursued. Desde que leí el argumento, o vi el trailer, me propuse conseguirla como sea, pero fue precisamente cuando dejé de buscarla que la encontré. Así que para felicidad mía, tengo ahí el dvd para verla cuando quiera.
 
 
 
La historia empieza cuando un niño, Jeb, es testigo de la muerte de sus padres, y es acogido por la señora Callum (Judith Anderson), que lo lleva a vivir junto con ella y sus dos pequeños hijos, Adam y Thorne. Pero si bien lleva una vida bastante buena junto con Judith y los dos niños, por alguna razón siempre se siente perseguido. Con el paso de los años, empieza a surgir una atracción entre Jeb (Robert Mitchum) y Thorne (Teresa Wright), aunque la relación con Adam no será tan buena. Pero la razón del porqué se ha sentido perseguido todo este tiempo saldrá a la luz.
 
Foto de internet
 
Las pesadillas lo persiguen :O
 
Este es un western diferente, es algo así como un western noir, ambientando en los años 1880 aproximadamente, donde se podría decir que prima lo psicológico antes que las peleas y disparos acostumbrados (que también hay, no se asusten los fanáticos de los westerns). Y quizá sea por eso que me encanta tanto esta película, pues porque el personaje principal vive atormentado por esas pesadillas que lo persiguen por lo que pasó hace muchos años, ya que él no logra recordar claramente que fue lo que pasó esa trágica noche. Más adelante veremos que no sólo son los sueños los que lo persiguen. 
 
 
 
No solo lo persiguen las pesadillas :O
Además de este factor importantísimo, también me encantó la excelente química entre los protagonistas, como saben, Teresa Wright es una de mis actrices favoritas, sin necesidad de ser digamos, una mujer fatal, es adorable! Junto con Robert Mitchum forman una pareja totalmente creíble y muy romántica, ya que por cosas que se enterarán si ven la película, ella se supone que debe odiarlo…pero como se puede odiar a Robert Mitchum? :O
 
 
 
Imposible odiar a Robert Mitchum!
 
 
 
Realmente es una oportunidad de ver a Robert Mitchum en un papel digamos algo diferente al que estamos acostumbradas a verlo. 
Del director de esta película, Raoul Walsh, solo puedo decir que cada vez voy viendo más películas de él, la mayoría buenas, y aunque algunas quizá no lo sean tanto, todas han valido la pena y me han hecho pasar muy buenos momentos. Es más, Raoul Walsh ha dirigido una de mis películas más queridas de todos los tiempos «The strawberry blonde», es por eso que cada vez que vea una película suya, le daré la oportunidad 🙂
 
 
 
Aunque es una película que ha recibido buenas críticas, en la actualidad no es muy conocida, yo me enteré de su existencia por casualidad, ciertamente no es de las más populares de Robert Mitchum, es por eso que me alegro poder compartirla y recomendarla encarecidamente a todos los amantes de los westerns y de los films noir. 
La verdad sea dicha, yo ya estaba obsesionada con la película con solo ver el trailer, lo cual quiere decir que mis expectativas eran bastante altas. Y les puedo decir que no me decepcionó ni un poquito.

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