Título en castellano | Ciudad desnuda |
Titulo original | The naked city |
Año de filmación | 1948 |
Duración | 96 minutos |
Pais | Estados Unidos |
Director | Jules Dassin |
Guion | Albert Maltz, Malvin Wald (Historia: Malvin Wald ) |
Música | Miklós Rózsa, Frank Skinner |
Dirección de fotografia | William H. Daniels (B&W) |
Reparto | |
Productora | Universal International Pictures (UPI) |
Sinopsis | Una calurosa madrugada neoyorkina, la modelo Jean Baxter es asesinada a sangre fría. El teniente de homicidios Daniel Muldoon (Barry Fitzgerald) se hace cargo del caso con la ayuda de un joven y competente detective, Jimmy Halloran (Don Taylor). Mientras los policías tratan de desentrañar los motivos que condujeron a la muerte de la chica y de encontrar a su asesino, la vida cotidiana sigue como si tal cosa en el corazón de la populosa urbe |
Premios |
1948: 2 Oscars: Mejor fotografía B/N, Montaje. 3 nominaciones
1948: Premios BAFTA: Nominada a Mejor película
1948: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión drama
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Subgénero/Temática |
Crimen, Policiaco
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Notable film de cine negro realizado por Jules Dassin (1911-2008) («Noche en la ciudad», 1950). El guión, de Albert Maltz y Malvin Wald, desarrolla un argumento original de Malvin Wald. Se rueda en escenarios naturales de exterior e interior de NYC (Roxy Theater, Universal Building, Roosevelt Hospital, City Morgue, Williamsburg Bridge, etc.). Nominado a 3 Oscar, gana 2 (fotografía y montaje). Producido por Mark Hellinger (“Fuerza bruta”, 1947) para Universal, se estrena el 4-II-1948 (NYC).
La acción dramática tiene lugar en NYC a lo largo de 2 días del verano de 1947. La modelo Jean Dexter, nacida Mely Batory, de origen polaco, aparece asesinada en el baño de su apartamento. El veterano detective Dan Muldoon (Fritzgerald) y su ayudante Jimmy Halloran (Taylor), junto con otros policías, realizan la investigación. Dan lleva 22 años de servicio en el cuerpo y Jimmy sólo 3 meses. Dan es astuto, experto y eficaz. Jimmy es novato, inexperto y voluntarioso.
El film suma crimen, cine negro, misterio, drama y thriller. Rodado en estilo documentalista, muestra con complacencia la ciudad, sus edificios, sus calles y sus habitantes. Como explicó el realizador, el film constituye un intento de combinar un relato de cine negro con el uso de la estética neorrealista que se pone de moda en Europa tras la IIGM. De ahí que el rodaje se haga en escenarios reales, en situaciones reales y situando los actores junto a los ciudadanos. Trata de combinar el relato principal con escenas tomadas de la vida cotidiana real (empujones en el metro en horas punta, tránsito de peatones y vehículos por las calles, sesión de un gimnasio, club de pistas de tenis…). Los personajes, incluidos los principales, son seres humanos normales, corrientes, creíbles y próximos, con los que el espectador se identifica fácilmente.
La descripción de la investigación se desarrolla con minuciosidad, rigor y coherencia. Se muestra su desarrollo paso a paso, detalle a detallle. Con la ayuda del misterio que envuelve la autoría del crimen y los peligros que corren los protagonistas en su labor de identificación y localización de los responsables, se crea una atmósfera de tensión que atrapa al espectador hasta introducirlo en el vigoroso crescendo dramático del último tercio de la cinta. Es uno de los grandes trabajos de Dassin, realizado poco antes de su marcha de EEUU a raíz de la infausta “caza de brujas”, del senador Joseph McCarthy.
Imperfecta y hermosa, desequilibrada y genial, «La ciudad desnuda» se revela como una obra fundamental en la filmografía del director, y también dentro del género, tanto por las novedades que aporta como por las influencias que asume.
Digo que es imperfecta y desequilibrada porque el argumento tiene poco peso en comparación con el marco en el que se desarrolla; es más, el verdadero argumento es el marco, esa ciudad impresionante, hermosa y terrible a un tiempo, que encarna la vida y la muerte de los que la habitan. Nueva York es la estrella del filme, la diva, y está tan maravillosamente fotografiada por William Daniels como lo estaría cualquier estrella femenina (de hecho Daniels era el director de fotografía predilecto de Greta Garbo, que estipulaba su presencia obligatoria en las películas en las que intervenía). La ciudad es la protagonista, pero cumple el rol de la mujer fatal, atractiva y destructora, capaz de engullir a los que la frecuentan, revelando así su cara más siniestra, aspecto que Dassin mantendrá en sus posteriores realizaciones como «Mercado de ladrones», «Noche en la ciudad» y «Rififí» (sus mejores obras, en las que las ciudades cumplen el mismo papel que en el presente filme).
Otro aspecto cuestionable es el empleo, un tanto abusivo, de la voz en off, especialmente en el inicio de la película, que formalmente es espléndido. En mi opinión las imágenes de la ciudad hablan por sí solas, no necesitan acompañamiento ni aclaraciones. Debe señalarse también que las ambiciones sociales de la película quedaron cercenadas por el estudio, que cortó gran parte de la cinta, impidiendo que Dassin mostrara plenamente su vena neorrealista, lo que desequilibra un poco el conjunto final.
Pero todas estas posibles debilidades palidecen ante las virtudes de una película maravillosamente filmada, que capta como pocas el pulso de la vida urbana; cuando veía el comienzo, con esos planos aéreos de Nueva York, inicialmente diurnos y después nocturnos, resultaba imposible no asociarlos al arranque de «Manhattan», al igual que un hermoso plano, tomado junto al puente, que remite a otro plano memorable de la citada obra de Allen. Las escenas urbanas beben de las fotografías de Arthur Fellig, célebre por sus reportajes asociados a crímenes y cuya vida se llevó al cine en la interesante «El ojo público»; sin ir más lejos, el título de la película es el de un libro de fotografías que publicó dicho fotógrafo en 1945. Hay también cierto influjo de una obra documental mítica, como es «Berlín, sinfonía de una ciudad» de Ruttmann, y de algunos pintores norteamericanos de principios de siglo (en el comienzo, de un expresionismo brillante, hay un plano nocturno de un tren elevado que recuerda poderosamente al cuadro «Six o’clock, winter» de John Sloan). Igualmente, la relevancia que se concede a la arquitectura urbana, recuerda a algunas obras del expresionismo alemán, como Metrópolis (aunque en ella la arquitectura fuera puro decorado).
tomado de elgabinetedeldoctormabuse
Después de la II Guerra Mundial surgieron en Estados Unidos una serie de jóvenes cineastas de izquierdas que quedaron profundamente impactados por algunas de las películas que provenían de Europa y que proponían una forma de hacer cine diferente. Eran obras sin artificios, directas y comprometidas socialmente, algo que contrastaba con lo que ofrecía el cine del sistema de estudios de Hollywood. Cada uno de estos cineastas norteamericanos asimilaría a su manera esas influencias pero todos tenían un propósito común: intentar desmarcarse del prototipo de película hollywoodiense. Estamos hablando en concreto de directores como Elia Kazan, Robert Rossen, Joseph Losey o Jules Dassin, quienes desgraciadamente sufrieron en sus carnes la persecución de la caza de brujas por sus simpatías izquierdistas truncando sus carreras y obligándoles a emigrar a Europa (Dassin y Losey) o a delatar a sus compañeros para salvarse (Kazan).
En el caso de Jules Dassin la película más interesante de su etapa americana se trata de La Ciudad Desnuda. Dicho film argumentalmente no tiene nada especial: Jean Dexter, una joven modelo es asesinada en la ciudad de Nueva York y el veterano detective Dan Muldoon se encarga del caso junto al aún inexperto Jimmy Halloran. Lo interesante está en que Dassin propone un tratamiento casi documental a la historia. Contrastando con la violencia o el expresionismo del cine negro, que era el gran género criminal de la época, Dassin opta por despojar a la historia de artificios y contarla tal cual con el máximo realismo posible. Para ello su equipo de filmación hizo algo que por entonces era todavía muy raro: rodar la película en exteriores, en las bulliciosas calles de la ciudad de Nueva York.
Como se trataba de una práctica poco habitual, el rodaje implicaba diversos problemas como desenvolverse con la luz natural a la hora de fotografiar el film sin ayuda de focos (dificultad que consiguió solventar el director de fotografía William H. Daniels con tan magníficos resultados que le reportaron un Oscar) o rodar con los actores sin que la gente se diera cuenta de la presencia de las cámaras (para ello utilizaron todo tipo de artimañas como esconder las cámaras mientras rodaban o contratar a malabaristas y artistas callejeros para que llamaran la atención de la gente mientras el equipo rodaba una escena).
Vista hoy en día, cuando la estética realista en el cine no solo no es una novedad sino que ha sido llevada a cabo por cientos de cineastas hasta extremos que hacen difícil distinguir entre ficción y documental, la propuesta de La Ciudad Desnuda de contar una historia con absoluto realismo puede ser vista incluso como algo naif. Pero aún así, la idea era muy innovadora para la época, y más tratándose de una película para un gran estudio de Hollywood, y aunque la historia está convenientemente dramatizada, Dassin se mantiene fiel a su voluntad realista en todo momento. Eso es algo que se nota mucho en la investigación policíaca, que remarca mucho los elementos más rutinarios y aburridos por los que tienen que pasar los detectives y que obviamente siempre quedan fuera de las películas del género por ser de escaso interés dramático, como la búsqueda de la joyería en que se compró el anillo de la víctima o de la casa del sospechoso en su barrio. También se resaltan pequeños momentos que se excluyen de este tipo de films pero que entran en la rutina diaria de la policía como el tener que lidiar con locos que quieren atribuirse la autoría del crimen o que creen tener una posible solución al misterio, así como la triste escena en que los padres deben identificar el cadáver, un momento inusitadamente crudo y dramático.
De hecho, apenas hay escenas de suspense al uso con tiroteos salvo en el final, y aún así, pese a que el desenlace tiene mucho suspense, no se destaca como sería habitual a ninguno de los protagonistas como el héroe que consigue atrapar al criminal, sino que el desenlace es más prosaico. Es una película que enfatiza mucho más los puntos muertos de la investigación que las escenas de acción, y uno de los grandes méritos a resaltar es cómo Dassin consigue mantener ese enfoque sin que el film resulte aburrido en ningún momento, es decir, crear un film que por un lado sea fiel a su intención realista y, al mismo tiempo, cubra la necesidad de mantener el ritmo sin que se haga lento, una necesidad que se veía obligado a cumplir al ser un film de Hollywood. Por ello, aunque se han hecho posteriormente películas mucho más rigurosamente realistas, este film tiene el mérito de poder situarse en ambos bandos y satisfacer dos necesidades casi contrarias.
Otro elemento fundamental que contribuye a fomentar su realismo es la voz en off de un narrador (interpretada por Mark Hellinger, productor del film), que describe la vida cotidiana de Nueva York y sus pequeños detalles del día a día. Porque más que una historia criminal, La Ciudad Desnuda es un homenaje a la ciudad de Nueva York y sus habitantes. La historia nos es presentada ni más ni menos como una de las muchas que suceden cada día y sus protagonistas no son más que unos entre los ocho millones de habitantes de la ciudad. De este modo se hace énfasis en que no se está explicando nada excepcional sino simplemente relatar la vida diaria de personas normales, aunque obviamente en el futuro otros cineastas llevarían esta idea más lejos – por ejemplo, Dassin no podría haber dedicado hora y media de película a la vida diaria de un un oficinista siendo tan riguroso, ya que resulta menos emocionante. El final del film muestra cómo al acabar la investigación Jean Dexter, que había ocupado las portadas de la prensa por un par de días, pasa entonces a ser otro personaje olvidado no solo por los lectores sino por los policías, que se involucrarán en otro nuevo caso. Ella no es más que otra más de los muchos neoyorkinos que hemos visto pasando por la pantalla a lo largo de la película quienes a su vez viven sus pequeños dramas cotidianos.
Como último detalle, resulta también muy conveniente que el film cuente con un reparto de actores poco célebres, puesto que un rostro conocido rompería con la ilusión de realismo que se busca. La única excepción es el excelente y carismático Barry Fitzgerald como Detective Muldoon, pero aún así se trataba más de un rostro familiar (sobre todo por sus papeles en film de John Ford o el por entonces reciente éxito Siguiendo mi Camino) que de una estrella, y su interpretación resulta inteligentemente comedida pero sin dejar de aportar su personalidad.
Ya sea como película policíaca o como primer intento de hacer un veraz retrato de la ciudad de Nueva York, se trata sin duda de una película más que interesante.

Jules Dassin es un director clásico todavía vivo, que en los años 40 tuvo que venirse a Europa, por estar perseguido en la famosa Caza de Brujas. Dassin pasará a la historia por haber dirigido las impresionantes e imprescindibles ‘Noche en la Ciudad’ y ‘Rififi’ (a ver quién se marca hoy día una secuencia de un robo de 40 minutos sin diálogos, y con una tensión pocas veces vista en una pantalla).
‘La Ciudad Desnuda’ fue realizada dos años antes de la película protagonizada por Richard Widmark y Gene Tierney, y tiene la peculiaridad de estar rodada en escenarios naturales, concretamente la ciudad de Nueva York, con sus calles y apartamentos. Ni una sola secuencia fue rodada en estudio para lograr el efecto deseado. De esta forma se contribuía el realismo imperante a finales de los 40 y principios de los 50 en el cine americano. Algo parecido ya había realizado Henry Hathaway en la correcta ‘La Casa de la Calle 92’, aunque en aquel caso no era en su totalidad.
La película es un thriller en la mejor tradición del género, en el que se nos narra la investigación en un caso de asesinato de una mujer en su apartamento. Los dos policías encargados del caso revolverán cielo y tierra para dar con el culpable.
‘La Ciudad Desnuda’ podría considerarse en cierta medida una precursora de ‘Noche en la Ciudad’, en cuanto a la utilización del escenario se refiere, ya que temáticamente van por caminos muy distintos, aunque las dos sean thrillers. La ciudad, en aquélla Londres, aquí Nueva York, vuelve a ser la protagonista testigo de todo. Dassin filma por sus calles escondidas y oscuras, por sus apartamentos pequeños, por sus rincones, ofreciéndonos el retrato de unos personajes normales y corrientes, enfrascados en un caso de asesinato. La precisión con la que las escenas están realizadas obtuvo su merecida compensación, ya que la película ganó los Oscars a la mejor fotografía, obra de William Daniels, quien hizo la fotografía en multitud de películas, como por ejemplo ‘Mata Hari’ o ‘Winchester 73’, y al mejor montaje, obra de Paul Weatherwax, que volvería a recibir una estatuilla años más tarde por su trabajo en ‘La Vuelta al Mundo en 80 Días’. Conjuntados sabiamente, estos dos elementos, ayudan a una puesta en escena por parte de Dassin de las que no se olvidan, logrando meter al espectador en la historia con una facilidad asombrosa.
Argumentalmente puede que tenga algunas cosas que no terminan de funcionar, como la presencia de cierto personaje al que pillan siempre en mentiras, pero no sólo una vez sino varias, con lo que termina despistando un poco e incluso parece que está hecho de coña. También puede que haya un pequeño bajón de ritmo a la mitad de la película, pero que termina recuperándose de forma increíble en su tercio final, cuando la identidad del asesino ya ha sido descubierta y la película se convierte en una persecución llena de tensión y con un clímax perfecto.
En el apartado interpretativo tenemos al entrañable Barry Fiztgerald, como el teniente de policía encargado del caso, logrando un personaje muy creíble y sobre todo muy cercano, ya que Fitzgerald era uno de esos maravillosos actores que con sus interpretaciones nos acercaban a unos personajes que tranquilamente podían ser nuestros vecinos. A su lado, y evidentemente para compensar y ceder algo ante el público, le ponen a un actor bastante más atractivo, Don Taylor, aunque un poco más sosete. Con ellos a la cabeza, el reparto consigue fundirse con el realismo del film.
Una buena película, que descubre a Dassin como un verdadero maestro del género. Como nota informativa decir que el inicio del film es verdaderamente curioso, con la voz en off de uno de los productores, Mark Hellinger, fallecido antes de que la película se estrenase, y que nos avisa de lo que vamos a ver. ‘La Ciudad Desnuda’no está editada en dvd en nuestro país, para desgracia de algunos.