Desvio

Título en castellano Desvio
Titulo original Detour
Año de filmación 1945
Duración 67 minutos
Pais Estados Unidos
Director Edgar G. Ulmer
Guion Martin Goldsmith (Novela: Martin Goldsmith)
Música Leo Erdody
Dirección de fotografia Benjamin H. Kline (B&W)
Reparto
Productora Producers Releasing Corporation
Sinopsis La vida de Al Roberts, un pianista de Nueva York, se convierte en una pesadilla cuando decide hacer auto-stop para buscar a su novia que vive en Los Ángeles. Lo que Roberts no puede imaginar, es que su periplo se verá envuelto en una serie de problemáticos acontecimientos que acabarán arrastrándolo a una situación límite. 
Premios  
Subgénero/Temática
Crimen, Serie B, Mujer fatal, Auto-stop

tomado de filmaffinity

Una película absoluta y, más que probablemente, involuntariamente de culto, un caso paradigmático de cómo un film realizado en apenas 6 días, con escasísimos medios y con un reparto bien flojo y casi tan barato como el propio film, logra ser un thriller extrañísimo y casi fascinante, de rara y magnética atmósfera pesadillesca que remite, casi nada, al experimentalismo alemán.
La historia de un pianista (Neal) que decide atravesar el país para encontrarse con su novia y se mete en un embrollo de mil demonios al fallecer el hombre que lo ha recogido en coche y ser reconocido luego por la mujer (Savage) que éste recoge, a su vez, con el coche del finado, que culmina con una memorabe e ingeniosa segunda muerte, que cierra en kafkiano semejante thriller.
Ulmer, auténtico maestro de la serie B y director maldito dónde los haya, desarrolla la historia casi exclusivamente en planos fijos, a bordo del coche, apenas juega con tres o cuatro escenarios y utiliza la elipsis alguna vez de manera muy inteligente. Aún así, logra un thriller que reune las claves del cine negro: el destino, la mujer fatal, la fortuna, etc… y una atmósfera tan rara como simpática y atractiva. A destacar, efectivamente, y como aportación la tremenda pasividad del personaje principal, incapaz de adoptar iniciativa alguna, algo inusual el el thriller americano de su época.
Una película que está muy por encima de calificativos y modas, pues resulta particularmente única e involuntariamente (¿o no?) afortunada.


Es el largometraje más famoso del realizador Edgar G. Ulmer (1904-72) (“The Black Cat”, 1934). El guión de Leon Goldsmith adapta su propia novela “Detour” (1939) con algunas modificaciones (suprime las escenas eróticas). Se rueda en 6 días en un pequeño estudio de la compañía PRC Inc., con proyecciones posteriores de paisajes y ciudades, de escasa calidad, y con el apoyo de un presupuesto ínfimo, de 20.000 USD. Producida por Leon Fromkess para Producers Releasing Corporation Inc. (PRC), se estrena el 30-XI-1945 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en NYC, L.A. y en el trayecto por carretera que separa ambas localidades. La historia, la relata en primera persona el protagonista, Al Roberts (Neal), mientras está sentado a la mesa de un bar de Reno (Nevada) en un alto de su viaje de regreso a NY. Los hechos se desarrollan durante varias semanas de la primavera de 1945. El viaje se hace en autostop. En el camino Al conoce a Vera (Savage), otra autostopista. Al es apagado, introvertido, pesimista, pasivo y débil de carácter. Vera es autoritaria, exigente, dominante, egoísta, ácida y agresiva.

El film suma crimen, drama, cine negro, misterio, suspense, thriller y road movie. Es uno de los mejores films de serie B y está considerado como un ejemplo emblemático e ilustrativo de los principios, reglas, usos y prácticas de este tipo de cine. Ulmer, formado en la escuela de Murnau, del que fue colaborador, realiza unas 40 películas entre 1929 y 1965. En el período 1942-46 trabaja para PRC Inc. como realizador de films de serie B. Nunca estrenada comercialmente en España, la cinta es una gran película sobre la fatalidad. El destino autónomo, ciego y caprichoso, puede torcer la suerte de cualquier persona hasta el punto de hundirla en un infierno de dolor y desesperación. El destino es una fuerza superior a la naturaleza, no se somete a leyes ni reglas, no admite componendas, es obstinado y puede llegar a ser extraordinariamente cruel.

De acuerdo con las concepciones básicas del film, el destino se sitúa al nivel de un Ser superior que sumaría en sí mismo las fuerzas del bien y del mal, o bien las distribuiría entre él y Satanás. El destino favorable o desfavorable, el que lleva al éxito o al fracaso, está dotado de una fuerza sobrenatural incontenible y no modificable. En la novela Goldsmith habla de Dios y del destino simultáneamente, emparejándolos siempre como dos iguales. En el guión suprime la referencia a Dios. Otras concepciones de interés son las referidas a la visión del mundo (“Una cárcel de la que todos desean escapar”) y de las personas humanas (“Marionetas del destino”). En coherencia con estas ideas, la película elabora una narración extraña, deprimente, opresiva y descorazonadora. Con el apoyo de múltiples recursos crea una atmósfera densa de desazón, agobio y pesimismo.


tomado de wikipedia

Detour es una película estadounidense de cine negro dirigida por Edgar G. Ulmer en 1945. Interpretada en sus principales papeles por Tom Neal y Ann Savage, está considerada por muchos críticos la mejor película de serie B en la historia del cine.

Fue elegida en 1992 por el Registro Nacional de Cine del Congreso de los Estados Unidos como una de las 100 producciones cinematográficas que merecen especial protección.

El film está narrado en primera persona y en forma de recuerdo del protagonista (flashback). Detour es la apoteosis de la mala suerte, la quintaesencia de la fatalidad en el cine negro. Es la historia de un pobre desgraciado que se convierte en asesino a su pesar.

Al Roberts (Tom Neal), un pianista sin dinero intenta llegar haciendo autoestop hasta Los Angeles para poder reunirse con su novia (Claudia Drake). Es recogido por Jack Haskell Jr. (Edmund MacDonald), quien conduce un lujoso descapotable. Tras cenar, se turnan en la conducción. Mientras Haskell duerme un poco en el asiento del copiloto, empieza a llover. Roberts detiene el automóvil para echar la capota y cuando intenta despertar a Haskell este cae del coche golpeándose la cabeza con una piedra y muere. Por miedo a las posibles consecuencias funestas, decide esconder el cadáver allí mismo en el desierto, cogiendo todas las pertenencias de Haskell, incluyendo la ropa.

Al día siguiente recoge en una gasolinera a Vera (Ann Savage), una autoestopista que reconocerá el coche pues ya había sido recogida por Haskell. Vera le chantajeará y, cuando por la prensa se entere del fallecimiento del millonario padre de Haskell, le propondrá a Roberts hacerse pasar por Haskell Jr. para heredar la fortuna del padre.

La escena final está rodada para salvar la censura impuesta por el Código Hays.

Producción

En una entrevista concedida a Peter Bogdanovich en 1970, el director de la película declaró:

Martin Goldsmith, el cuñado de Tony Quinn, escribió un libro muy malo que se llamaba Detour. Yo se lo propuse a Martin Mooney y reescribí el guion. Siempre me encantó la idea y el personaje protagonista, un chico que toca el piano en el Greenwich Village y que lo único que quiere es ser un gran pianista. Tiene tan mala suerte que la chica que va a la costa es la única persona con la que puede existir a nivel de sexo, una cosa al estilo de El ángel azul. Y luego, esa idea de tomar la larga carretera del destino, en la que el chico es un fracasado absoluto, me fascinaba.

La Warner y John Garfield trataron de comprar este tema a Leon Fromkess, dueño de la PRC, pero este se negó a vender y puso la dirección en manos de Ulmer.

Según cuenta el propio director, la película se rodó en junio de 1945 en seis días y se montó en tres y medio, contando con un irrisorio presupuesto (20.000 $).

En el club musical donde trabajan al principio de la película, Al Roberts y su novia interpretan con acompañamiento orquestal una famosa canción, «I Can’t Believe That You’re in Love with Me», compuesta en 1926.

El estreno tuvo lugar el 30 de noviembre de 1945.

A finales de 1950, el actor Tom Neal fue declarado culpable de homicidio involuntario en la muerte de su esposa y pasó algunos años en prisión.

Existe un remake de 1992 dirigido por Wade Williams y protagonizado por Tom Neal, Jr.


tomado de espinof

En cualquier caso, también tenemos que sumar el dato de que ‘Detour’ supone todo un paso arriesgado dentro del Film Noir, del que subvierte todas sus reglas, logrando crear una pieza única en la que Ulmer compensa el limitado presupuesto con la creación de una atmósfera casi onírica y un manejo del punto de vista absolutamente innovador y lleno de detalles muy inteligentes. Durante muchos años el film se aprovechó de una de esas leyendas urbanas que pululan por el mundo del séptimo arte, y es que se creía que había sido filmada en una semana tan solo. En verdad fueron 28 días, un dato simplemente anecdótico al lado de la impecable labor de síntesis que Ulmer lleva a cabo con su guionista Martin Goldsmith. Si hay una película que ofrece lo máximo con un mínimo de elementos esa sin duda es ‘Detour’.

Tom Neal da vida a Al Roberts, el pobre desgraciado, nunca mejor dicho, que protagoniza una historia, donde lo absurdo se hermana con el fatal destino tan característico del Film Noir. El inicio nos muestra a un personaje totalmente hundido moralmente, en una cafetería en un presente no demasiado definido. Una canción le hace recordar, y de paso a nosotros, cómo ha llegado a esa situación. El primer plano de Al se torna oscuro y permanece así durante todo el relato, como suspendido en el tiempo, y su narración, los hechos tal y cómo él lo has visto sirven a Ulmer para desplegar todo un arsenal de claro oscuros sin parangón, que el desconocido Benjamin H. Kline, con una larga trayectoria en el cine mudo, convierte en algo digno de elogio. Esas calles con niebla, mientras Al acompaña a Sue a casa, o esa carretera solitaria que tantas desgracias traerá, invitan a un ambiente de pesadilla que casi traspasa la pantalla.

Al trabaja como pianista en New York, y se ve separado de su prometida Sue, quien marcha a California en busca de nuevas oportunidades como cantante —atención a las conversaciones telefónicas que Sue mantiene que Al, una vez ella se ha marchado, la composición del plano y la pose de la actriz, Claudia Drake, son del todo irreales, como dando a entender que Sue está muy lejos de Al, no sólo físicamente—. Cuando lleva un tiempo lejos de su amada, no lo resiste más y casi sin dinero en el bolsillo decide atravesar el país haciendo autoestop. Será recogido por un misterioso hombre, a partir del cual se sucederán una serie de acontecimientos que arrastrarán a Al hacia su fatal destino. El desvío al que hace alusión el título original del film simboliza el camino que sigue Al a partir de esos momento, presa de los acontecimientos, y que le apartan de su destino ansiado: Sue. No deja de ser irónico que Al actúe por amor y el salir en busca de ese amor le haga apartarse cada vez más del mismo.

Si Al no se sintiese arrastrado por el sentimiento más fuerte que existe tal vez no le habría pasado nada de lo que le ocurre. Un extraño amor fou que no es consciente de serlo. Un ingenioso detalle de guión que contrasta con la aparición de un segundo personaje femenino que se apodera completamente de la función. Tras una muerte accidental, casi absurda pero en todo momento creíble —¿cuántas muertes suceden realmente de repente?— y con un detalle magnífico —el golpe posterior contra una piedra podría hacer pensar a cualquiera que que en realidad es un asesinato, por lo que Al sería el principal y único sospechoso—, Al toma la identidad de su misterioso acompañante y se encontrará, cual broma cruel del destino, con una mujer de la que aquel ya había hablado a Al, y no precisamente bien. Ann Savage aparece en pantalla y todo se revoluciona, el mito de la femme fatale es pisoteado y elevado de nuevo a las alturas. Vera se aparta totalmente del glamour que caracterizaba a las femme fatales de aquellos años; su aspecto vulgar además no está reñido con su malvada personalidad.

Así pues Vera es el monstruo de la pesadilla personal de Al a quien termina de arrastrar definitivamente hacia el abismo cuando se produzca uno de los asesinatos no deseados más originales que se recuerdan. Con sólo una puerta cerrada y un cable de teléfono, Ulmer construye un instante de mucha tensión y que supone el punto más alto de la fatalidad que inunda la historia. Otra muerte absurda con la que el destino parece burlarse de Al mostrando una vez más que da igual lo que intente luchar contra ello, su vida está marcada para siempre, como bien marca ese ambiguo final —señalar que la ambigüedad, ya sea moral o de otra índole, es una de las señas de todo buen Film Noir— ante el cual Al ya no se resiste. Como anécdota cabe señalar que años más tarde Tom Neal fue juzgado y sentenciado por el asesinato de su esposa, como si la mala suerte del film le hubiese acompañado hasta el final de sus días.

Ann Savage y Tom Neal participaron en alguna película más y Ulmer nos dejaría alguna que otra perla de idéntica índole dentro del Film Noir, y de la que hablaremos en un futuro en este ciclo. De momento, dejaros atrapar por el poder de fascinación de ‘Detour’, film extraño y sugestivo donde los haya.


 
Detour” nunca llegó a estrenarse en España. Cuando se pasó por televisión se tituló como “El desvío”, una traducción literal de su título original.
Dirigida por un director desconocido, con actores mediocres, y técnicamente imperfecta, “Detour” es, sin embargo, una joya del cine negro.
Sinopsis
Al Roberts, (Tom Neal), es un pianista que toca en un local de segunda o tercera categoría de Nueva York en el que también canta su novia Sue, (Claudia Drake). A pesar de que su sueño es tocar en el Carnegie Hall, Al prefiere casarse y seguir con su apacible vida pero Sue tiene otras ambiciones y está decidida a triunfar en Hollywood. Al, en un primer momento, no se decide a acompañarla pero al cabo de un tiempo se da cuenta de que no puede estar sin ella y emprende el camino hacia el Oeste.
Sin dinero, está obligado a viajar haciendo auto stop. En el transcurso del viaje se encontrará con Charles Haskell Jr. (Edmund McDonald) y más tarde con Vera (Ann Savage) y estos encuentros convertirán el viaje en una auténtica pesadilla.
La serie B
Las películas de serie B se caracterizan por su bajo presupuesto, su corto tiempo de rodaje, la utilización de directores y actores principiantes, poco conocidos o ya en decadencia y, en general, su baja calidad técnica y artística. Estas películas, la mayoría de las veces, se proyectaban formando parte de un programa doble, junto a una producción de serie A, para que la sesión tuviera más atractivo para el público y éste tuviese la impresión de que obtenía más por el dinero de la entrada. Esta práctica comenzó en los años treinta y se extendió hasta finales de los cincuenta.
Así pues, los grandes estudios no prestaban apenas atención a este tipo de películas ya que el tirón en la taquilla no dependía de ellas sino de la producción de serie A que se estrenaba en la misma sesión. Esta circunstancia tenía el inconveniente de que el presupuesto era muy limitado pero tenía una gran ventaja: los grandes estudios dejaban a los directores de serie B toda la libertad del mundo para hacer sus películas.
Edgar G. Ulmer (1904-1972)
Decir que Ulmer fue un director de serie B es quedarse corto. Si exceptuamos unos cuantos títulos, el grueso de su filmografía sería más bien de “serie Z”. Si nos creemos lo que dice en sus entrevistas, realizó 127 películas (apenas se conocen unas cuarenta), y trabajó con los grandes directores clásicos como Murnau, PabstMax LinderMauritz StillerFritz Lang, Ernst LubitschErich von StroheimWilliam Wyler y Cecil B. DeMille. Únicamente se puede confirmar que trabajó en alguna de las producciones de Murnau como ayudante del director artístico. Es imposible que trabajara en algunas de las películas que él dice ya que los rodajes coincidían en el tiempo pero algunas se rodaron en Alemania y otras en Estados Unidos, así que, es muy probable que el currículum de nuestro querido Ulmer responda más a su imaginación que a la realidad.
A pesar de ello, no se puede discutir su talento para hacer arte de la necesidad, o su capacidad para rodar en muy poco tiempo, con tomas únicas de cada plano y con recursos no ya limitados sino prácticamente inexistentes algunas películas muy interesantes.
De su filmografía hay que destacar dos excelentes películas, dos joyas del cine; la que comentamos aquí y una producción titulada originalmente “The black cat”, (1934), que en castellano se tituló “Satanás” o también “El gato negro”, con Boris Karloff y Bela Lugosi.
Rodar sin tiempo ni presupuesto
“Detour” se rodó en ¡seis días! Con un presupuesto miserable, con actores mediocres y desconocidos, sin localizaciones en exteriores y con unos medios técnicos más propios de una película casera. Pues bien, con estos medios, Ulmer realizó una obra maestra del cine negro que, hoy, se nos aparece como una película fascinante, hipnótica, reconocida por toda la crítica con unanimidad y que aparece en todas las listas de las mejores películas del cine negro.
Técnicamente la película es un desastre, como no podía ser de otra manera, dado los escasos medios de que disponía. Vemos personajes que se suben a los vehículos por el lado equivocado, saltos de eje, travellings que saltan como si se movieran por suelos adoquinados, iluminación al borde del abismo, insertos para cubrir deficiencias de decorado, en fin lo que se puede esperar cuando se rueda una película en seis días y sin apenas presupuesto.
Ahora bien, Ulmer utiliza todas estas carencias a su favor y las convierte en parte del lenguaje cinematográfico que acaba dotando a la película de un clima que no hubiera tenido con un presupuesto más holgado y un plan de rodaje más alargado. Voy a poner algunos ejemplos.
Al principio, vemos a Sue y Al pasear por las calles de Nueva York. Esta secuencia está rodada en estudio (que es más barato) pero claro, no hay pasta para construir las calles con lo que Ulmer mete una niebla artificial que oculta absolutamente todo excepto a los dos personajes y algunos rellenos de atrezzo que tienen pinta de pertenecer a otra película, y para que veamos que están paseando por Nueva York, inserta planos de farolas con los rótulos de las calles. La secuencia tiene, de esta forma, un tono diferente, un clima que se corresponde a la perfección con el contenido y la forma que tendrá toda la película.
Otra forma de ahorro es rodar las escenas con el menor número de planos posible ya que cada plano diferente requiere iluminar lo que se va a filmar, es decir cambiar las luces o poner otras, mover la cámara, cambiar el objetivo, etc., en fin, tiempo y dinero. Vamos a ver un par de ejemplos.
La aparición de Vera en la gasolinera: la cámara coge a Vera (haciendo auto stop) en plano medio y retrocede, conforme avanza Vera, en un travelling de retroceso (por cómo salta la imagen, no creo que fuera un travelling con raíles y la cámara montada sobre un soporte que se desliza sobre ellos eso costaba tiempo y dinero, más bien parece que se recurrió a algún sistema más barato y artesanal como subir al cámara en una silla de ruedas o algo por el estilo), así pues la cámara sigue a Vera hasta que se sube al coche y luego gira para ver al coche salir de la gasolinera, todo en un plano. Aún así, la aparición de Vera está contada de tal forma que el espectador sabe que esta mujer le va a complicar la vida a nuestro protagonista.
En realidad, toda la película está realizada de esta manera, la falta de recursos se transforma en estilo, en atmósfera y la película acaba siendo una experiencia absorbente desde el primer fotograma.
La trama
La película se construye a partir de un flashback. Al Roberts, con una pinta que da pena, está en la barra de en un bar de carretera y recuerda los acontecimientos que le han llevado hasta allí. Todo lo que veremos en pantalla es lo que Al nos cuenta, pero al espectador, poco a poco se le va despertando la duda de si lo que nos cuenta es lo que ocurrió de verdad o el protagonista nos está contando una versión distorsionada y favorable para él que justifique sus actos y lo exima de la responsabilidad de lo ocurrido. Y esta duda aporta un elemento sumamente interesante a la película, le da un valor añadido al guión.
Hay secuencias antológicas en la película que una vez vistas no se borrarán de nuestra memoria. No las voy a enumerar por no destripar la película pero en cuanto se ven se las reconoce sin ningún problema.
Los actores
Ya he dicho que los actores eran desconocidos cuando rodaron la película y siguen siendo desconocidos. Nunca hicieron ninguna película decente y de hecho posiblemente sea de justicia porque ninguno de ellos tiene un especial talento. Sin embargo, ocurre en esta película una especie de milagro que consiste en que las carencias de los actores también se aprovechan a favor de la película. Me explicaré un poco más ya que si no va a parecer que todo vale con tal de apoyar la explicación.
Tom Neal es un actor inexpresivo, toda la película se la pasa con cara de amargado, parece que no tiene otro registro. Su cara es inexpresiva y anodina, la de un hombre entre cobarde, amargado y resignado. Pues bien, eso es lo que se le pide en la película, así es el personaje.
Tom Neal, el actor protagonista, llevó una vida de lo más desgraciada; obtuvo una licenciatura en Derecho y practicó boxeo en sus años universitarios. En 1951 mantuvo una disputa con Franchot Tone por los favores de Barbara Payton, Neal le rompió a Tone la nariz, el pómulo y le produjo una conmoción cerebral. Franchot Tone y Barbara Payton se casaron a continuación. A causa de este episodio a Neal le fue muy complicado encontrar trabajo. Barbara Payton dejó a Franchot Tone a las siete semanas y volvió con Neal con el que estuvo 4 años. En 1957, Neal se volvió a casar, tuvo un hijo y su mujer murió en 1958 a causa de un cáncer. En 1961 se volvió a casar, en esta ocasión con Gale Bennett y cuatro años más tarde Neal la mató disparándole una bala del calibre 45 en la cabeza. En el juicio se pidió la pena de muerte. Él siempre sostuvo que era inocente. Al final se le condenó por homicidio involuntario y obtuvo una sentencia de diez años de cárcel de los que cumplió seis. Es curioso hasta qué punto se asemeja la peripecia de Al Roberts en “Detour”, a la de Tom Neal en la vida real.
Ann Savage, tiene cara de mala leche, parece más de una película de terror que de una cinta de cine negro (cuando abre los ojos en el coche y mira a Al parece una psicópata), sobreactúa todo el rato y sólo sabe estar cabreada con el protagonista y con el mundo (“una mujer con garras”, dirá uno de los personajes). Pues bien, es lo que le va al personaje ya que Vera es una auténtica arpía que no tiene una idea buena y parece que su misión en la vida es hacer lo posible para fastidiar a Al, es una mujer que bebe y se emborracha, que intenta seducir de la forma más vulgar y lujuriosa al protagonista, que se aprovecha de él y además lo somete a humillaciones continuas y todo ello por una ambición desmedida y un egoísmo ilimitado.
La puesta en escena
Ulmer realiza una película que combina a la perfección el expresionismo alemán, el realismo americano de la época, y los paradigmas del cine negro americano. De esta combinación afortunada nace una película irrepetible, con una atmósfera asfixiante que envuelve a los personajes y que consigue que el espectador tenga la sensación de que algo horrible va a pasar, de que es inminente y, además, irremediable.
El director utiliza la luz de forma extraordinaria: en la secuencia nocturna, en la carretera, con esa maravillosa lluvia artificial, la exposición de la cámara está al límite, ya no se puede forzar más, un poco más oscura y no se vería nada, pero la poca luz que hay ilumina justo lo que tiene que iluminar. Lo mismo ocurre cuando introduce el flashback; Al Roberts está sentado en la barra del bar, en primer plano, su rostro brilla por la luz y los ojos aparecen en penumbra bajo el sombrero, empieza a recordar y la luz ambiente desaparece, el rostro se sumerge en la penumbra y sólo quedan iluminados los ojos, la cámara baja hasta la taza (redonda) y de ahí se gira hasta la máquina de discos, la circunferencia del disco se funde con la del bombo del club donde toca Roberts y empieza el flashback. Un recurso baratísimo, eficaz y de una belleza cinematográfica indiscutible.
La economía de planos es asombrosa. Fruto de la necesidad, Ulmer hace que las escenas se desarrollen con el mínimo número de planos necesarios. Ya hemos comentado la escena en la gasolinera cuando aparece Vera, pero por poner otro ejemplo, la cena de Al con Haskell se rueda en un único plano, no hay plano y contraplano y el mismo plano sirve para la cena, el pago en la barra y la salida del bar.
Algunas de las soluciones de puesta en escena de Ulmer las hemos visto después en otras películas, incluso en “Psicosis” hay planos que recuerdan a “Detour”.
Hay un aspecto en las películas al que siempre he prestado atención, que me parece importante: la forma en que el director nos presenta a los personajes, el plano con que introduce en la película a cada uno de los personajes significativos de la película dice mucho del amor y el respeto que el director tiene por sus personajes y también de su capacidad de transmitir la esencia del personaje en un plano, de forma visual. Ya comenté en otro post cómo presenta Clint Eastwood a su Kowalski de “Gran Torino”, pero todos recordamos cómo presenta Coppola a su Vito Corleone, o John Ford a Ethan en “Centauros del desierto”.
En “Detour”, Ulmer nos presenta a Al Roberts caminando con las manos en los bolsillos, sin afeitar, con la ropa hecha un desastre y aspecto derrotado, mientras la cámara lo sigue, de noche, en una carretera que ya sabemos que no va a ninguna parte.
A Sue, la idealizada compañera en el club, la introduce al principio del flashback cuando ella accede al escenario, la cámara la coge de espaldas, ella se da la vuelta lentamente y Ulmer cambia a un plano más corto con Roberts sentado al piano y Sue en contrapicado e iluminada por un foco brillante.
Muy diferente es la presentación de Vera. Vemos a Roberts echar gasolina y al fondo del plano una figura lejana de una mujer, la cámara cambia el plano y coge a Vera en plano medio, una mujer haciendo auto stop pero a diferencia de cualquiera que hace auto stop, Vera no aparece sonriente, tiene la cara avinagrada que no la abandonará en toda la película; la cámara, pues, ha ido a por Vera, y ahora que la tiene en plano medio retrocede y la trae en un estupendo aunque artesanal travelling de retroceso hasta el coche, la mete en él y la misma cámara y en el mismo plano la empuja, junto con Roberts hacia la carretera, el demonio se ha subido al coche de Roberts y viaja con él.
Hoy en día, los directores, con algunas excepciones claro, presentan a sus personajes de cualquier manera, como si no les importaran. En el teatro no se encuentra una buena obra o un buen director que no se preocupe de que sus personajes tengan una entrada inolvidable y también una salida, un mutis conforme es debido, que es lo que un servidor va a hacer en estos momentos. 

 


¿Qué tiene Detour(1945) que la convierte en una película que sigue fascinando tanto hoy día? ¿Cuál es el secreto de este film noir de presupuesto ínfimo que le ha convertido en una obra de culto? La primera respuesta obvia es el magnífico trabajo de dirección de Edgar G. Ulmer, que consigue sobreponerse a los límites presupuestarios y sacar adelante una gran película con tan pocos medios. Pero hay más.

Entre los fanáticos del cine negro hay algunos que opinan que el mejor film noir se encuentran en las producciones de serie B. Películas baratas protagonizadas por actores desconocidos, sin el glamour y la calidad de los títulos de prestigio. La idea está en que un género como el noir se encuentra más en su ambiente en este tipo de circunstancias. No entre estrellas carismáticas y producciones que despliegan todo el talento y la capacidad de Hollywood, sino en las realizaciones que llevan a cabo los estudios más pequeños, los que deben quedarse con las sobras y no tienen medios para dar mayor lustre a su catálogo. Y de todos esos films, Detoures el exponente por excelencia de esa tendencia.

Porque Detour es la película por excelencia que consigue transmitir esa carencia y mantener contra todo pronóstico una calidad fuera de toda duda. Porque en prácticamente todas y cada una de las escenas del film resulta obvio que estamos ante una película barata hasta rozar lo precario pero, además, podemos disfrutar de su calidad. Edgar G. Ulmer, un cineasta que seguramente merecía haber corrido mejor suerte, utiliza todo tipo de trucos de puesta en escena no solo para esconder la ausencia de presupuesto o incluso de decorados (los planos nocturnos de la carretera o el paseo de los dos protagonistas entre la niebla) sino que además con esos pocos medios se permite dar forma a una puesta en zona lúgubre y casi expresionista, que transmite el malestar de su protagonista, como ese inmortal plano en la barra del bar mientras recuerda lo sucedido.

En cuanto a los actores, tanto Tom Neal como Claudia Drake nunca llegaron a nada, siendo para nosotros dos rostros totalmente desconocidos que acentúan su rol de vividores. No estamos ante un Bogart o una Stanwyck interpretando a unos fracasados que, aun siéndolo, mantienen intacto su carisma y/o atractivo, sino ante dos actores que realmente eran desconocidos e, incluso, en el caso de Tom Neal un matón auténtico que acabó en la cárcel. ¿Qué puede haber más atractivo para un fanático del cine negro que tener como protagonista a un pendenciero de verdad?

Toda la película se basa además en uno de los grandes temas del cine negro: la imposibilidad de escapar del destino (el protagonista alude a ello de forma explícita en más de una ocasión), el verse obligado a sucumbir ante un error fatal que le impide encauzar su vida hacia la normalidad (es decir, llegar a Hollywood donde vive su novia). Desde el momento en que asistimos a la narración en flashback de todo lo sucedido, sabemos que Al Roberts está condenado, que lo que se nos explica inevitablemente tendrá un desenlace trágico, de modo que el suspense no está en qué será de él sino en cómo y cuándo cometerá su fatal error.

Por otro lado, como sucede en muchas películas negras, la narración a ratos sobrepasa lo inverosímil, pero eso que en otros géneros podría considerarse un defecto, en el cine negro y sobre todo en Detour es una virtud. Después de todo estamos asistiendo a la explicación que da el protagonista de los hechos: ¿fueron realmente así o nos está engañando? ¿O quizá simplemente es así como los visualiza él a través de su recuerdo nublado en alcohol? ¿La escena final en que aparece un coche de policía es real o un reflejo del que cree que será su destino? De hecho, las posibles incongruencias del guión y el estilo tan barato de la producción al final acaban jugando a su favor, dándole a Detour un estilo enrarecido y casi malsano. En definitiva, Detour podría ser uno de esos casos milagrosos en que los defectos de la producción han contribuido a hacer de ésta una obra de culto.


tomado de ciencia-ficcion

Siempre he sentido fascinación por el cine de Edgard G. Ulmer, un hombre cuya vida y carrera estuvieron marcadas por ciertos acontecimientos, a los que hago referencia en mi reseña de su película EL SER DEL PLANETA X. Maestro del cine de presupuesto ínfimo, se decía de él que era capaz de componer una cinta de éxito con lo desechado por otros realizadores. Director que se crecía ante las dificultades, consiguió que algunas de sus modestísimas películas brillasen a la altura de producciones de más empaque. Considerado por algunos críticos como un competente artesano, fue en realidad un cineasta de raza, que se vio empujado por las vicisitudes de su vida a trabajar en el cine de Serie B, con unas limitaciones presupuestarias y artísticas que, paradójicamente, acicateaban su creatividad.

Hasta hace unos años, su cinta más valorada era SATANÁS (THE BLACK CAT,1935), una historia fantástica caracterizada por su tremenda sofisticación visual, realizada en el seno de la Universal. No obstante, el paso del tiempo ha revelado que su mejor film, aquel que ejemplifica su forma de trabajar y de entender el cine, es DETOUR, clásico indiscutible tanto del cine negro como de la Serie B.

Con un metraje de apenas 69 minutos, rodada en tan sólo seis días y con un coste de 40.000 dólares, escaso incluso para una producción de segunda fila, DETOUR ha alcanzado un prestigio sólo comparable al de títulos míticos del mejor cine negro, realizados con muchos más medios. De hecho, esta fue la primera cinta B seleccionada, en 1993, para ser preservada por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Con esto está todo dicho.

Es evidente que DETOUR carece de la brillantez formal de SATANÁS; pero es, quizás, la muestra más pura, seca y desnuda del cine de Ulmer, además de ser una de las cintas más fatalistas que ha dado la cinematografía americana. Corta en términos de duración, pero densa en contenido y pródiga en sugerencias fílmicas, puede definirse sin ambages como una obra de autor. Su argumento puede antojársenos un tanto rocambolesco, pero su puesta en escena sorprende tanto por su sequedad y concisión, como por la extraordinaria naturalidad con que está filmado. Lo mejor de DETOUR es aquello que no se explicita, lo que queda en el aire. Lo más destacado de esta genial muestra del talento de Ulmeres, con mucho, la notable ambigüedad que planea sobre todo el conjunto. El espectador vive la angustia y desesperación del protagonista, pero en todo momento parece subyacer la sensación de que las cosas podrían haber sido de otra manera, de que Al podría haber querido matar a Haskell, podría haberse enamorado de Vera y podría haber querido estrangularlaUlmer juega con la ambigüedad que mencionaba antes, sugiriéndonos que tal vez Roberts no sea el inocente golpeado por la desgracia que parece ser, ni Vera una mujer totalmente despiadada. Es esa sensación de no poder situar a Roberts como un héroe o antihéroe al uso cinematográfico lo que otorga a DETOUR esa impronta especial que hace de ella una película única.

Narrada en primera persona por su protagonista, DETOUR es la quintaesencia de la fatalidad en el cine negro, el relato de la mala suerte de un desgraciado que se convierte en un asesino sin pretenderlo. Basada en una novela malísima de Martin Goldsmith, escritor del montón sin ninguna obra destacable, al menos que yo sepa, Ulmer utilizó su extraño argumento para desarrollar un film tan escueto como desasosegante. Según parece, el mismísimo John Garfield mostró interés por el asunto, logrando convencer a la Warner para que tratará de adquirir los derechos de la historia. Leon Frankess, propietario de la modestísima P. R. C., se negó en redondo a venderla, optando por ofrecérsela a Ulmer. Con Garfield y la Warner, DETOURsin duda hubiese contado con un buen presupuesto y una buena distribución, pero la dirección no habría recaído en Ulmer, y creo firmemente que eso habría jugado en contra de la película. Porque DETOUR es, ante todo, creación personalísima de uno de los realizadores más notables e inclasificables de la historia del cine.

Cinco años después de su estreno, en 1950, saltó a las páginas de la prensa la noticia de que Tom Neal había sido hallado culpable del homicidio involuntario de su esposa. Fue como si el personaje que había interpretado en DETOUR le hubiera contagiado su mala suerte al actor. Este hecho fortuito contribuyó a aumentar el magnetismo de una película que, a día de hoy, muchos críticos no dudan en calificar como la mejor del cine negro de Serie B. En todo caso, es la cinta con la que Edgard G. Ulmer logró entrar en el Olimpo de los maestros del cine por la puerta grande.


No recuerdo haber visto una película más ambigua que Detour (1945) de Edgar G. Ulmer. Al Roberts (Tom Neal), sentado en la barra de un bar de mala muerte, nos cuenta su trágica historia: cómo su novia le dejó para probar fortuna en Hollywood y cómo él, sin un duro, decidió seguirla después haciendo autoestop. O al menos eso es lo que él nos cuenta de su viaje, en la que una suerte de infortunios y casualidades lo lanzan insalvablemente a un destino fatal.

Pero la manera de narrarlo, contado todo desde un largo flashback por el protagonista, es la de un señor desesperado, o un loco, que miente a medias o del todo. El guión de Detour no aprobaría en una escuela de cine: está lleno de agujeros, se carga la narración clásica y va de un lado a otro casi sin sentido. Sus personajes, más que de cine negro, parecen personajes que imitan a los del cine negro. Y es un film cutre, sin localizaciones y con fallos de raccord. Pero detrás se esconde Edgar G. Ulmer, uno de los reyes de la ‘serie b’, quizá de los pocos que entendieron que no se necesita nada de eso para hacer buen cine.

Porque Detour no pretende ser un film ‘serie A’ o de alta categoría, sino que la sintaxis de la película es su significado: si un señor nos cuenta su historia en un bar a altas horas de la madrugada, una historia que mezcla asesinatos, accidentes, chantajes y femmes fatale, no puede ser una historia ordenada, lógica y mucho menos tener sentido. El sueño que nos cuenta Al Roberts, porque realmente sienta como una pesadilla, se adelanta a la Carretera Perdida de Lynch y nos traslada a un ambiente psicológico único, como si los espectadores fuéramos unos privilegiados capaces de navegar dentro de la mente de este hombre.

Ulmer, que había trabajado como asistente de Murnau en películas como esa gran obra maestra que es Amanecer, firma aquí una puesta en escena que mezcla elementos del expresionismo alemán con la tradición del film noir (en su época floreciente), todo esto en una película sin presupuesto, con niebla en las calles y viajes en coche con (muy) falsos paisajes. Lo que nos queda es un film atípico, muy raro, pero fascinante y extraño.

Mención aparte merece la interpretación del personaje de Vera por Ann Savage. Cuando aparece, la película se revoluciona. Se carga el glamour de las femme fatale, es ruda, a veces da miedo, pero esconde un destello de belleza, no como el de las actrices de Hollywood sino aquel de las mujeres del día a día, que de tan real casi duele (como dice el mismo protagonista). Pero tenemos que recordar que este personaje es siempre el reflejo del espejo que nos da el protagonista de ella y puede que nada más que un producto de su imaginación.

Ahí radica la maestría de este film, que rompe con los esquemas del cine tradicional y nos adentra en un espacio angustioso, en el que no podemos dar nada por seguro. No es una narración en la que el protagonista miente, sino una en la que no sabemos si miente o si dice la verdad, a cada solución otro puzzle sin salida. Si Al cuenta la verdad: ¡cuán grande la fatalidad azarosa de la vida!, ¡qué cruel puede ser el destino!; o si nos miente: ¿se está construyendo una coartada?, ¿Su historia es tan siquiera deliberada? El mismo protagonista tiende a dudar de su inocencia: ¿se estará justificando o sólo intenta superar el trauma?

El final parece ser que lo pidió la censura, ya que en aquella época los (presuntos) delincuentes de las películas debían responder también ante la justicia. Después de este gran viaje hacia ninguna parte, el final es tan rápido y decepcionante como maravilloso y perfecto. Como una bofetada de realidad.


tomado de scalisto

La siempre denostada serie B, apaño de presupuestos escasos y pulso creativo con las majors, que imponen su criterio estético a golpe de talonario, tiene en El desvío ( Detour ) una de sus cumbres y el tiempo, ese juez implacable, la ha respetado y consolidado como un film de culto.Esta road-movie ( el término no estaba todavía explotado ) se grabó en el asombroso espacio de seis días y costó la aún más asombrosa cifra de 20.00o dólares. Hay carreteras perdidas, estampas sombrías de esa América profunda tan cómplice en la iconografía del cine negro, sórdidas habitaciones de motel, mujeres de vivir dudoso y hasta expresionismo alemán traido a los EE.UU por una caterva formidable de directores que vieron en Hollywood un vehículo para agrandar su arte y hacer Historia ( Lang, Sirk, Wilder o este Edgar G. Ulmer, de fama menor ).No es que el guión sea formidable. No hay un elenco en estado de gracia, como suele decirse. La razón por la que esta película engrosa la nómina de clásicos es su genuina condición de rareza, su habilidad para hacer una gema del cine con mimbres tan frágiles ( el dinero, el plantel anónimo de actores, el guión de serie B ) a la par que otro film de condicionamientos parecidos como So dark the night de Joseph H. Lewis.Flashbacks, voces en off y una maestría absoluta en el tratamiento del paisaje abrupto hacen de Detour una obra convulsa, abierta a muchas lecturas. La más evidente, su hermosura, su manera de contar una historia ( todo pasa por el tamiz de los ojos de Robert, el protagonista, el pianista que va en busca de su novia y se tropieza, en el camino, con un asesinato que no ha cometido y una mujer fatal, otra, que le chantajea ). Tom Neal, el actor que le da vida, toma en la vida real las riendas de la serie B y del cine negro ya que fue a prisión en 1965 por matar a su tercera mujer. (Texto de Emilio Calvo de Mora, tomado de muchocine.net)


tomado de moncinemaamol

Detour está muy lejos de ser la única serie B negra excelente . Esto permitirá que muchos directores continúen el camino. Incluyendo a Anthony Mann, quien hizo las primeras armas exitosas, coronado por el notable Raw Deal. Número de directores como John Farrow, a quien debemos la excelente El reloj asesino , Richard Fleischer Vincent Sherman o participar en una producción abundante y con frecuencia la calidad.

DETOUR, Tom Neal, Ann Savage, 1945

 

Originalmente, el tema, escrito por el cuñado de Anthony Quinn, el interesado John Garfield y Warner Bros, incluso consideró la producción de la película con Garfield, en el papel de Al Roberts , Ida Lupino en el de Vera. y Ann Sheridan en Sue’s . Consciente de las posibilidades del tema, el productor Leon Fromkess se negó a ceder el tema al Warner y es en seis días que Ulmer filma la película para PRC (Producers Releasing Corporation). Abandonada por la mujer que ama, manipulada por Vera y encontrada en el camino, eterna víctima de una sociedad en la que no puede encajar, Al Roberts lo es, ya que el héroe del Factor siempre suena dos veces., un paria y un perdedor. Cualquiera que sea el desvío que trate de hacer, le es imposible escapar del destino fatal que le espera y pocas películas de Hollywood llevan tanto como esta la marca del destino ineluctable. La idea de Al del «asesinato remoto» – una idea que afirma Ulmer – muestra cómo el héroe no puede cambiar un futuro implacablemente planificado. La construcción de retroceso también ayuda a acentuar este aspecto irremediable. [La película negra – Patrick Brion – Editions La Martinière (2004)]

Edgar G. Ulmer es un director acostumbrado a hacer malabares con las dificultades inherentes a la película B . Es un experto en el uso de conjuntos reducidos, los planes de las películas de otros, transparencias, nieblas perfecto para ocultar las imperfecciones de la decoración: las limitaciones lo llevan a buscar soluciones ingeniosas y asequibles, por ejemplo para la fabricación externa donde se supone que debe desplegar la película Sin embargo, los seis días de filmación y el presupuesto de $ 115,000 no eliminarán toda la película «falsa». Los actores, que ya tocaron juntos, son clientes habituales de la serie B: Al Roberts y Ann Savage no tendrán una gran carrera.

Aunque la narración en primera persona se emplea en muchas películas negras hechas por los grandes estudios, especialmente en Perdición ( Double Indemnity , 1944) y el abrazo de la muerte ( Para ti he matado , 1949), sin expresa la angustia existencial típica de este género más que la narración febril, plagada de jergas y se apresura a sentir lástima por sí misma, como hace el desafortunado pianista AI Roberts (Tom Neal) de su viaje tumultuoso a través del Latina. Si hay un paralelo que hacer, no es con otros personajes como Walter Neff de  Double Indemnity  o Steve Thompson de  Criss Cross , a pesar de las lamentaciones similares de este último:«Desde el comienzo. Sabía que solo había una salida. Estaba escrito en las cartas donde estaba el destino … llámalo como quieras. «El destino te toma por sorpresa, te señala o distribuye las cartas, luego revela, como en el caso de Neff. Lo que crees que es «un pequeño montón de fichas azules y amarillas» debido a una mano ganadora son en realidad cartuchos de dinamita que explotan en tu cara. Todo lo que nuestro héroe sin un centavo intenta hacer es ir de Nueva York a Los Ángeles para encontrar a su novia, Sue (Claudia Drake). Para empezar, Haskell (Edmund MacDonald), un hombre rico cuya repentina muerte podría hacer creer en el asesinato, lo tiene enganchado. Luego es chantajeado por Vera (Ann Savage), otro autostopista que amenaza con denunciarlo si no cumple con sus deseos. En resumen, el hechizo persiste …[Black Movie 100 favorito de todos los tiempos – Paul Duncan, Jürgen Müller – Taschen Edition – (2013)]

Detour es una película que se burla de los valores tradicionales y defiende las implicaciones subversivas del cine negro mucho mejor que muchas otras producciones más distinguidas. Edgar G. Ulmer es un cineasta que, aunque en general es desdeñado por artistas reconocidos, ha hecho muy buenas películas sin medios. Lleno de increíbles coincidencias, el guión de Detour podría haber sido grotesco si hubiera sido filmado por otra persona. Pero Ulmer logra hacerlo convincente. Las últimas palabras del protagonista resumen perfectamente la situación: «El destino, o alguna fuerza misteriosa, algún día puede señalarte el dedo sin que sepas por qué». [Enciclopedia de la película negra – Alain Silver y Elizabeth Ward – Ed Rivages (1979)]

Roberts está lleno de amargura hacia su prometido e intenta olvidarlo, sentimientos traicionados por su furiosa interpretación de un vals de Brahms en el piano, pero se equivoca al pensar que quiere unirse a ella. De hecho, él necesita especialmente a Haskell y Vera que den otro objetivo a sus emociones reprimidas. Además, él realmente no lucha contra el destino: a pesar de sus protestas, el «verdadero» objetivo es su viaje. Que Haskell y Vera son ambos raptores y eventualmente mueren no pueden sacudirlo profundamente. Roberts necesitaba conocer a los personajes en su camino para proyectar su pesimismo y su revuelta interna a fin de contrarrestar su naturaleza aparentemente amable y complaciente. Con esto en mente, Vera representa su verdadera pareja femenina, tan insoportable como le parece a él. No son los divertidísimos planes de Vera los que los unen, sino su forma de vida en el motel de Los Ángeles; el generador de decoración, constreñido y claustrofóbico significa claramente que pertenecen. La gritería del personaje de Vera está adornada con extrañas referencias clásicas; se compara con Camille y César al mismo tiempo en un diálogo que está muy por encima de los otros momentos acordados del guión; agreguemos que el personaje debe mucho a la actuación de Ann Savage. se compara con Camille y César al mismo tiempo en un diálogo que está muy por encima de los otros momentos acordados del guión; agreguemos que el personaje debe mucho a la actuación de Ann Savage. se compara con Camille y César al mismo tiempo en un diálogo que está muy por encima de los otros momentos acordados del guión; agreguemos que el personaje debe mucho a la actuación de Ann Savage. [Enciclopedia de la película negra – Alain Silver y Elizabeth Ward – Ed Rivages (1979)]

Roberts reconstruye al final de la película su «desvío» con Vera; los diversos episodios le vuelven como realidades externas, en forma de imágenes, pero, al mismo tiempo, el trabajo de la memoria se interioriza por el tono de confesión que le da a su historia. Ulmer, obstaculizado por su modesto presupuesto, no podía moverse entre Nueva York y Los Ángeles. El viaje tiene lugar en un nivel metafórico, ya que Roberts pasa de la confusión al entendimiento, a través de la reactivación de las imágenes y el sonido de su propia voz. Él revisa el momento de su llegada y recorre el camino que lo llevó a esta situación desesperada. Sin embargo, a pesar de este esfuerzo de elaboración, Roberts no puede entender que fueron sus propias fuerzas íntimas las que lo forzaron a tomar estas formas sinuosas y divertidas. [Enciclopedia de la película negra – Alain Silver y Elizabeth Ward – Ed Rivages (1979)]

La historia Al Roberts es una pianista de un club nocturno de Nueva York donde canta su amiga Sue. Él quiere casarse con ella, pero Sue, impulsada por la ambición, va a Hollywood por una oportunidad. Una noche de soledad, él la llama y ella le dice que ella trabaja como camarera. Él decide unirse a ella haciendo autostop. En el camino, es tomado por Haskell que va a Los Angeles a depositar una gran cantidad de dinero. Haskell le cuenta a Al sobre sus aventuras con un autostopista que lo arañó cruelmente cuando comenzó a hacer avances sexuales. Le pasa la rueda a AI, queriendo dormir un poco; cuando comienza a llover, Al intenta despertarlo para cerrar el techo solar, pero descubre que Haskell está misteriosamente muerto. Accidentalmente deja caer el cuerpo, y la cabeza de Haskell golpea una roca. Pensando que la policía nunca creerá su inocencia, Roberts esconde el cadáver y continúa el camino. Al día siguiente, lleva a Vera en el auto, sin saber que es la chica de la que Haskell le habló. Ella le pregunta en qué se ha convertido Haskell, pero no cree una palabra sobre la historia de Roberts. Sin embargo, ella acuerda permanecer en silencio si quiere seguir su plan. Una vez en Los Ángeles, se instalan en un motel. Vera le pide a Roberts que venda el auto como Haskell, pero ella descubre que él es el heredero de un millonario moribundo y que su familia no lo ha visto por años. Ella planea mover a Roberts a Haskell. Roberts no está de acuerdo y pelean violentamente; completamente borracho, ella corre hacia la otra habitación, amenazando con llamar a la policía de inmediato, pero se derrumba en la cama, con el cable del teléfono alrededor de su cuello. En el otro lado de la puerta cerrada, Roberts tira del cable y lo estrangula involuntariamente. Sin siquiera mirar para ver a su prometida, Roberts huyó a Reno y, en un restaurante, pensó en su aventura tratando de entender cómo logró llegar allí.

La carrera del director Edgar G. Ulmer ofrece un curioso paralelo con la historia de este pobre autoestopista. Antes de desvío Ulmer inventó notables películas de presupuesto negro para el mismo estudio de prototipos a bajo costo, la República Popular China: Barba Azul ( Barba, 1944) y la extraña ilusión (1945). Para Ulmer, estos proyectos ya son un avance en comparación con los presupuestos más limitados de su «nicho película» tiro en yiddish y Ucrania, como El Canto Herrero ( Yankl der Schmid , 1938) o cosacos en el Exilio ( Zaporozhets za dunajem, 1939). Cuando AI Roberts medita sobre «El destino estira la pierna para hacerte tropezar», podría hablar también de Ulmer, quien, después de hacer una película de terror de la Serie Universal A, se enamora de la persona equivocada. , casado con el sobrino del jefe del estudio. No es que Shirley Ulmer sea una mujer fatal, sino los intrigantes que causaron la pérdida de Walter Neft y Steve Thompson. Pero ningún otro director de cine negro, sin importar el presupuesto, nunca ha conocido un destino tan cercano a la pesadilla determinista de sus personajes como Ulmer con AI Roberts. [Black Movie 100 favorito de todos los tiempos – Paul Duncan, Jürgen Müller – Taschen Edition – (2013)]

DETOUR, Ann Savage, Tom Neal, 1945, lamppost

Por una trágica coincidencia, Tom Neal, intérprete de Detour, luego también será víctima de una noticia trágica. En 1951, golpeará a su prometida Barbara Payton, que dudó entre él y Franchot Tone. Esta brutalidad ayudará a romper la carrera de Tom Neal quien, el 1 de abril de 1965, le disparó a su esposa, Gail Kloke. Tom Neal afirmó que el disparo había desaparecido durante una pelea con su esposa; el fiscal lo acusó de matar a su esposa mientras ella dormía. Tom Neal fue sentenciado a quince años de prisión y liberado después de seis años en diciembre de 1971. Murió de un ataque al corazón el 7 de agosto de 1972. Su hijo, Tom Neal Jr., descubrió el cuerpo. «Tom Neal», dijo Ulmer, hizo más o menos lo mismo que hizo en la película. La única diferencia es que él no usó un cable telefónico. [La película negra – Patrick Brion – Editions La Martinière (2004)]

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