Sin conciencia

Título en castellano Sin conciencia
Titulo original The enforcer (Murder inc.)
Año de filmación 1951
Duración 87 minutos
Pais Estados Unidos
Director Raoul Walsh
Guion Martin Rackin
Música David Buttolph
Dirección de fotografia Robert Burks (B&W)
Reparto
Productora United States Pictures
Sinopsis Un honrado representante de la ley se encuentra en una situación desesperada: dispone de una sola noche para poner en orden las acusaciones que pesan sobre un mafioso ligado a las altas esferas del poder. No tiene otra salida, dado que el único testigo de cargo ha sido asesinado.
Premios  
Subgénero/Temática  Crimen, Mafia, Sistema judicial

     

tomado de filmaffinity

Poco después del inicio del rodaje, el director Bretaigne Windust tuvo que ser sustituido por Raoul Walsh a causa de enfermedad. Basado en el caso real «Murder Inc.», el guión es escrito por Martin Rackin («Tambores lejanos», 1951). Se rueda en estudio con un presupuesto de serie B. Producido por Milton Sperling, es uno de los 4 films rodados por la productora Santana Pictures, de Humphrey Bogart. Se proyecta en público por primera vez el 25-I-1951 (NYC).

La película construye un relato de cine negro que ofrece a Walsh la oportunidad de exhibir sus habilidades en el género, acreditadas por medio de realizaciones tan notables como «Los violentos años veinte» (1939), «La pasión ciega» (1940), «El último refugio» (1941) y «Al rojo vivo» (1949). Walsh impone al relato un ritmo intenso, que fundamenta en una narración ágil y rápida, y en el desarrollo de una acción trepidante, portadora del sello propio del realizador. Además envuelve la acción en una atmósfera de fuerte tensión, mediante el uso de recursos tales como la carrera contra reloj y la amenaza de un enemigo sanguinario, cruel, poderoso y sin conciencia. Imprime a la obra un tono convincente de tragedia (existencia de peligros graves, inmediatos y terribles para la comunidad), que otorgan trascendencia y grandeza al film. El relato adopta el punto de vista de la policía, dejando de lado el de los criminales, como corresponde a una pieza de cine negro de los años 50. Se incluyen escenas e imágenes destacadas, como la secuencia de vértigo, el rastreo del pantano, la llegada del testigo protegido (Rico) a la sede de la policía, etc. Otros 2 films llevan el mismo título original: «The Enforcer» (1976), de James Fargo y Robert Daley, protagonizado por Clint Eastwood, y «Jet Li’s The Enforcer» (1995). La cinta de Fargo y Daley en español lleva por título «Harry el ejecutor».

La música, de David Buttolph («Misión de audaces», 1953), aporta una emotiva banda sonora de jazz que conmueve y tensa el ánimo del espectador. La fotografía, de Robert Burks («Vértigo», 1958), en B/N, sitúa la acción en ambientes oscuros, opresivos y en ocasiones claustrofóbicos. En escenas de exterior proyecta sombras expresionistas. La narración hace uso del «flashback» y del «flashback» dentro del «flashback». La caracterización y la interpretación de Humphrey Bogart son espléndidas. Bogart trabajó a las órdenes de Walsh en otras tres ocasiones.

Film clásico de cine negro americano, poco conocido, dirigido e interpretado con singular maestría.


Los años 40 fueron la década «prodigiosa» del cine negro. Pero los 50 ya eran otra cosa. Fueron años de un género que, algunos críticos califican como Cine del Sindicato (del crimen, evidentemente). En este sentido, The enforcer, es una cinta pionera que se estructura sobre hechos reales, las revelaciones hechas en 1940 por Abe Reles sobre la existencia de una organización denominada Murder Inc y las investigaciones impulsadas por el Comité Kefauver en 1950. De ahí que la película tenga más de documental que de cine negro tardío. 

En cualquier caso, de esta triple conjunción (cine negro, cine de bandas organizadas y cine documental) resulta una obra encomiable por muchos aspectos y que engancha al espectador en una trama de macabros negocios dirigidos desde la sombra por el mafioso principal, algo así como un consejo de administración unipersonal, y ejecutados por una corte de impresentables personajes que ejecutan los «contratos» y liquidan los «objetivos» asignados (por cierto, términos reales en la jerga de este tipo de bandas organizadas) por Rico, «mando intermedio» que, cual oficina del INEM, se encarga de distribuir los trabajos.

La colaboración de un director como Walsh (Los violentos años veinte, A sangre fría) se deja notar y la escena del pistolero acribillado en el hall del hotel, es una buena prueba de ello. Por su parte, un veteranísimo Bogart con mucho oficio y un Zero Mostel en una interpretación soberbia, dan a la película el complemento ideal a un buen guión que desarrolla la trama con absoluta claridad y coherencia a base de flashbacks que encajan perfectamente en la propia historia que se nos cuenta.

Un film excelente que podría encuadrarse en la serie B por su ajustado presupuesto y su falta de alardes y alharacas pero que, sin duda sería B de buena y con mayúsculas.


tomado de blog20minutos

‘Sin conciencia’ (1951), un Bogart menos conocido pero memorable

Sin conciencia 1951

Lo advertí en el primer post, el de presentación. Aquí en El cielo sobre Tatooine voy a dar amplia cabida al cine denominado “clásico” (luego ya pondré algún desnudo de Scarlett Johansson para compensar el descenso de visitas). Esas pelis viejunas de hace 20 años o más, muchas de ellas realizadas en blanco y negro, incluso mudas, en colores desgastados o versiones restauradas (y es que yo, cuando veo que aparece un blu ray de un clásico que me gusta con las palabritas “edición restaurada” o “remasterizada” no vean como me pongo).

Tengo la (fallida) teoría de que quien ama de verdad, con el corazón, el cine ama a los clásicos. También otra, que no es mía, pero me la apropio, de que el cine clásico debería  empezar a verse desde nuestra más tierna infancia para que perdure en la generaciones venideras, pegado a nuestros recuerdos de pequeñitos, a nuestra particular educación sentimental y vivencias como una antigua serie o canción de antaño. Así que este post esta también dedicado a todos los niños y niñas a partir de 3 o 4 años, aunque no la película que recomiendo en sí, que es de cine negro norteamericano y se les escaparían matices.

Cuando se habla de grandes obras maestras del noir o de las mejores películas de Bogartnadie (al menos que conozca) acostumbra a citar Sin conciencia (The Enforcer, 1951). El director acreditado es Bretaigne Windust, pero los cronistas aseguran que a los pocos días dejó el rodaje y se hizo cargo el maestro Raoul Walsh.

Hay varios aspectos impactantes en Sin conciencia. Uno de ellos es la idea de que la trama criminal gire alrededor de una banda de crimen organizado que se dedica a cometer asesinatos por encargo, con términos tan profesionales como referirse a “contrato” por el pedido y “objetivo” a la víctima (“contract” y “hit” en el original en inglés). El asesinato perfecto, sin móviles ni conexión entre unas víctimas y otras. Sólo la de sus variopintos clientes que pagan suculentas sumas de dinero por los servicios. Una empresa entregada al negocio de matar e inspirada en hechos reales.

Sin concienciaNaturalmente esto no nos parece nada nuevo, sobre todo hoy en día. Es más, sería ridículo calificarlo de original o sorprendente. Pero en ese Hollywood en blanco y negro de a inicios de la década de los cincuenta del pasado siglo, la propuesta se presentaba como totalmente novedosa, o al menos para el cerebro de esa banda de asesinos, Mendoza (Everett Sloane).

Todo ha cambiado mucho y el espectador ha perdido su ingenuidad por el camino (o la ha cambiado por otro tipo de ingenuidad). Pero el otro aspecto continúa siendo igual de excepcional, antes y ahora: el tratamiento oblicuo, sin mostrar, de esas muertes. Apenas veremos un par de cadáveres en pantalla, nunca un asesinato en primer plano o plano general y, pese a ello, un par de escenas forman parte de lo mejor que ha dado el cine negro en su brillante época dorada.

Una de ellas es la “ejecución” de un inocente taxista en una barbería (y quedaban aún años para que El Padrino irrumpiera con toda su fuerza en las pantallas), cortando la escena en el momento justo. La otra, impresionante, nos muestra un montón de zapatos, viejos, enfangados y esparcidos en una mesa; el único vestigio que queda de la cantidad de víctimas que la organización homicida ha cometido a lo largo de sus años de fechorías. Su “enterrador” hacía desaparecer los cuerpos en un pantano. Toda la vida de esas personas y el dolor de su aparición que debió de significar para los que les conocían resumido, ejemplarmente, en el horror de ese encuadre.

Es además una de las mejores interpretaciones de Humphrey Bogart, un representante de la ley local llamado Martin Ferguson en su lucha desesperada, con las horas contadas de una sola noche, ante la repentina muerte de su principal y único testigo, para hallar la prueba o el testigo que permita llevar a la silla eléctrica al despiadado Mendoza. Y una oportunidad más de ver a ese gran secundario que fueZero Mostel, aquí como ‘Big Babe” Lazick, aparentemente un respetable ciudadano, y en su otra faceta un empleado dispuesto a ganar dinero fácil aunque sea matando.

Lo sublime también es que en menos de hora y media logre condensar un relato tan trepidante y cargado de información, sin que resulte denso ni difícil de seguir, recurriendo a un breve flashback seguido de un largo flashback (con Ferguson repasando todo los informes que tiene sobre el caso para intentar dar con esa prueba), y un final que sin duda haría las delicias del mismísimo Hitchcock. De hecho el director de fotografía fue el no menos genial Robert Burks, el preferido de Hitch desde Extraños en un tren, también de 1951.


tomado de losojosdellobo

Un ayudante del fiscal consigue por fin al testigo clave. Su testimonio va a condenar a un hombre despiadado que ha conseguido montar una empresa muy rentable dedicada al asesinato. El secreto de su éxito está en la eliminación del móvil. Simplemente se contratan sus servicios y él asigna al hombre adecuado. Contrato y objetivo. Asesinato y víctima. Pero el testigo está aterrado. Cree que los largos brazos empresariales van a conseguir atraparte a pesar de que está rodeado de fuertes medidas de seguridad. La traición también le asquea pero el terror se apodera de él, y el ayudante del fiscal lo ha previsto todo excepto protegerle de sí mismo.

Hombres contratados para matar. Uno de ellos se enamora de una chica y recibe el encargo de matarla. Primera pista para un muerto que anda, enloquece y desaparece. Un pantano inundado de cieno y cadáveres. Un recuerdo dentro de otro recuerdo. Un equívoco en el que nadie cae. El ayudante del fiscal es un buen sabueso que quiere declarar a la empresa en quiebra. La acción trepidante nos lleva, a través de una sólida estructura, al desenlace con el irritante altavoz de una tienda de discos, vocero de una sentencia sin móvil aparente.

Humphrey Bogart se comprometió a hacer Sin conciencia porque le parecía un guión excepcional que iba a servir de trampolín a un director que había hecho tres o cuatro películas hasta entonces y que sabía que ésta iba a ser una de las mejores que realizaría en su vida. Su nombre era Bretaigne Windust. El destino burlón le jugó su peor broma y cayó enfermo de gravedad cuando apenas se llevaban unos días de rodaje. Bogart, convencido de que la película merecía la pena, recurrió a un viejo amigo de viejos tiempos, Raoul Walsh para que terminara el rodaje.

Aunque la mayor parte del metraje es obra de Walsh, éste, en un gesto de auténtico caballero, rehusó a firmar la película en beneficio de Windust aunque fue un secreto a voces que hizo que, al recuperarse, fuera condenado a los infiernos de la incipiente televisión encerrado en una carrera menos que mediocre. Todo en la película huele a Walsh y todo en la película roza la maestría.

Vil destino. Cine cruel. Así también se asesinó la gloria que nunca llegó a nacer.


tomado de karanliksinema

Bretaigne Windust y Raoul Walsh, The Enforcer (1951) , como Humphrey Bogart, Ted da Corsia y Everett Sloane.

El fiscal de distrito Martin Ferguson arrinconó a Albert Mendoza, el líder de un grupo criminal importante. En su mano, solo está José Rico como testigo. No hay suficiente evidencia en las manos de Ferguson cuando Rico muere tratando de escapar. Para evitar que Mendoza sea liberado, tendrá que volver al comienzo de esta larga prueba y encontrar otra manera.

Martin Ferguson de Enforcer, interpretado por Humphrey Bogart, deja a los otros personajes de Bogart. No hay una mujer mortal en esta ocasión, y Bogart no puede tener una relación peligrosa con ella. Por lo tanto, no podemos escuchar palabras ingeniosas de Bogart. La idea de Ferguson está en Mendoza. Aunque es una persona legítima, no está satisfecho con estas leyes. Aunque Mendoza está absolutamente seguro de que es culpable, es difícil demostrarlo por ley.

Humphrey Bogart - El Enforcer (1951)

Después de la muerte de Rico, volvemos a los eventos con flashback. Así, junto con Ferguson, el espectador vuelve a examinar el caso e intenta recopilar las pistas ignoradas. Al igual que con la mayoría de las películas negras, The Enforcer también tiene un intenso contraste de luz y sombra. Especialmente las escenas anteriores al revés y en el punto de encuentro de los hombres de Mendoza, las sombras se usaron muy bien. Estas escenas hacen que el espectador le tenga miedo a Mendoza. Mendoza es un personaje muy poderoso además de temible. The Usual Suspects (1995) es una reminiscencia del personaje Keyser Söze. No podemos ver la cara de Mendoza en la película durante mucho tiempo.

Humphrey Bogart - El Enforcer (1951)

La película cuenta el caso a través de los ojos de los hombres de la ley y los malos. Los hombres de Mendoza están llenando el asiento antihéroe, que se vacía de Bogart. A medida que los eventos evolucionan, estamos convencidos de que estos malos no son realmente tan malos. Así que la película es un chivo expiatorio y el único malo es Mendoza.

Enforcer es un ejemplo de un film noir con películas de gángsters debido a que el elemento femenino está en segundo plano. Como resultado de la enfermedad del director Bretaigne Windust, a Raoul Walsh también se le confiaron varias películas negras. Aunque Walsh termina la película, no parece estar en los créditos, y no debe olvidar que puede hacer sentir su propio estilo en la película.


tomado de ocdviewer

No esperaba mucho de este relato ficticio de las hazañas de Murder, Inc., pero terminé completamente impresionado. Aunque el director que figura en los créditos es el profusamente llamado Bretaigne Windust, la mayor parte de la película fue dirigida por Raoul Walsh luego de que Windust fue hospitalizado por una enfermedad grave.

Walsh es un director que amo. Hizo películas magras y difíciles que también son increíblemente entretenidas. Hizo algunos de sus mejores trabajos con Humphrey Bogart, como The Roaring Twenties (1939), They Drive by Night (1940) y High Sierra (1941).

El Enforcer fue la última vez que Bogart y Walsh trabajaron juntos, y si bien es básicamente una película B de bajo presupuesto con una estrella de la lista A, la dirección nítida y rápida de Walsh y las instalaciones con convenciones duras elevan la imagen.

Ted de Corsia y Everett Sloane

A pesar de que Bogart es el único gran nombre en los créditos, esta película tiene una destacada formación de actores masculinos. El número total de tazas feas en esta película es abrumador. Ted de Corsia, Zero Mostel, Everett Sloane y Bob Steele nunca iban a ganar ningún concurso de belleza, pero todos son increíblemente convincentes como asesinos viciosos.

Además, la cinematografía en blanco y negro de Robert Burks es una lección objetiva sobre cómo hacer que los escenarios simples parezcan obras de arte. Mucha gente te dirá que The Enforcer no es realmente un film noir porque es una historia directa de DA & polics vs. gangsters, pero para mí, noir es principalmente un estilo, y esta es una película que rezuma estilo.


 

 

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