Título en castellano | Tener y no tener |
Titulo original | To have and have not |
Año de filmación | 1944 |
Duración | 100′ |
Pais | Estados Unidos |
Director | Howard Hawks |
Guion | Jules Furthman, William Faulkner (Novela: Ernest Hemingway) |
Música | Franz Waxman |
Dirección de fotografia | Sidney Hickox (B&W) |
Reparto | |
Productora | Warner Bros |
Sinopsis | Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Harry Morgan y Eddie son dos marineros que están en la isla de Martinica, esperando inútilmente que algún barco los contrate. Al final, se verán obligados a trabajar para la Resistencia. |
Premios | |
Subgénero/Temática | Intriga, Guerra, Thriller |
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Obra maestra en la que intervino gran parte del talento de la Warner de la época: Howard Hawks en la dirección, Franz Waxman compuso la banda sonora, Sid Hickox en la fotografía y el dúo Faulkner-Furthman adaptando a Hemingway. Pero no sólo estos genios se consagraron: una jovencísima y sensual Lauren Bacall le dijo a Bogart: «Si me necesitas, silba»… y le enamoró. De paso, también a millones de espectadores que, al igual que sus protagonistas, vivían en plena II Guerra Mundial. Resumiendo: un clásico imprescindible del cine negro para ver en sesión continua con «El sueño eterno».Pablo Kurt: FilmAffinity
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«En muchos sentidos, la última película de Hawks [es] clara, directa y absolutamente brillante.»Dave Kehr: Chicago Reader
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«Bogart hace de lo que hace habitualmente, un tipo duro que, sin embargo, tiene la facilidad de hacer que una dama vaya a por él, en lugar de él a por ella. Ahí es donde entra Bacall.»Variety
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«Las escenas entre Bogart y Bacall muestran tan deslumbrantemente la atracción y el sexo que encierran toda la magia de las películas.»Douglas Pratt : The Hollywood Reporter
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«Como rudo pescador profesional que ofrece su amplio ingenio para una causa, el Sr. Bogart resulta casi tan impresionante como lo fue como Rick, el anfitrión de Casablanca.»Bosley Crowther: The New York Times
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«Una obra maestra modesta (…) Bogie y Bacall se enamoraron mientras hacían esta película y las escenas lo reflejan»Phil Hardy: Time Out
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«Uno de los melodramas románticos más satisfactorios de Hollywood (…) Es una película deliciosamente ingeniosa y maravillosamente entretenida (…) Puntuación: ★★★★★ (sobre 5)»Tony Sloman: Radio Times
Se rumorea que Howard Hawks tenía por costumbre poner a jovencitas atractivas en sus películas y seducirlas luego, pero cuando rodó Tener y no tener le salió el tiro por la culata y la novata Lauren Bacall prefirió liarse con Humphrey Bogart (y parecía tonta).
Pero Hawks era un hombre de recursos y, en lugar de cortarse las venas, procedió a a) liarse con Dolores Moran, que es la otra guapa de la peli, y b) cambiar el argumento de la historia para darle mucho más protagonismo a la Bacall y redirigir la atención que la prensa rosa daba al romance Bogart-Bacall hacia la película en sí.
De la novela de Ernest Hemingway en la que se supone que se basa la peli ya quedaba poco, y encima tuvieron que cambiar de isla y ambientarla en Martinica, más que nada porque promover la revolución cubana quedaba poco hollywoodiense.
Y a pesar de los pesares, la peli es una maravilla.
El truco supongo que consiste en contratar a guionistas solventes como el mismo Ernest Hemingway y William Faulkner (un premio Nobel cada uno) para que se curren los diálogos.
Porque la peli tiene aventura, suspense, amor, idealismo, glamour, amistad, revolución y todo eso, pero lo que más mola son esos diálogos precisos (y preciosos) que encajan como suaves engranajes, y que -en una época en que a penas se podía insinuar que los personajes se besaban con lengua- están cargados de un erotismo fino fino y una sensualidad pillina pillina.
Concretamente ha pasado a la historia la frase en la que Bacall explica cómo quiere que le estimulen el clítoris: «¿Sabes silbar, no? Sólo tienes que juntar los labios y… soplar» pero mi favorita la que usa Bogart para reivindicar su filosofía vital: «Date una vuelta alrededor mío. ¿Ves alguna cuerda?»
Cuentan las crónicas que todo ésto comenzó como una apuesta entre el escritor Hemingway y el cineasta Howard Hawks, cuando éste apostó al escritor ser capaz de hacer una gran obra de una obra menor suya como era la epónima (en inglés) «To have and have not».
Lo cierto es que por circunstancias coyunturales y de presión por parte de los estudios, al final se modificó un tanto la trama original de la novela sobre el contrabando de ron entre la isla de cuba bajo la dictadura de Baptista y Cayo West, para volver a repetir el mismo esquema que se dio en la magnánima y sobrevalorada por la crítica y el público «Casablanca» de Michael Curtiz.
Nada de lo que se nos muestra en esta cinta significa algo nuevo para el espectador, ni siquiera los brillantes diálogos que ingeniaron para la ocasión gente tan brillante como el nobel Faulkner y el guionista Furthman, además de algunas aportaciones propias del escritor Hemingway y del cineasta Hawks…
Ahora bien, el resultado final es una espléndida cinta de dos enormes talentos en estado de gracia y de unos secundarios de lujo que hacen que la película en sí resulte a mí modo de ver más entretenida que Casablanca si bien de menor calidad artística.
Una hora y media de aventura tipo «Casablanca» y por momentos «La reina de África» de Houston.
Digna de ser vista como una de las grandes obras maestras de antaño.
tomado de elespectadorimaginario
Siguiendo con la excelente cinematografía que se creó en Estados Unidos en el año 1944, en plena contienda bélica mundial, y tras habernos reencontrado en números anteriores de la revista EL ESPECTADOR IMAGINARIO con obras como Laura, de Otto Preminger, Luz que agoniza (Gaslight), de George Cukor, y La mujer del cuadro (The Woman in the Window) de Fritz Lang, vamos a recordar el exquisito largometraje de Howard Hawks, Tener y no tener.
El realizador estadounidense, autor de una filmografía imperecedera, en donde tienen cabida obras de la calidad de La fiera de mi niña (Bringing Up Baby, 1938), Solo los ángeles tienen alas (Only Angels Have Wings, 1939), El sueño eterno (The Big Sleep, 1946), Río Rojo (Red River, 1948), o Río Bravo (1959), tardó en ser reconocido como uno de los autores más importantes de la cinematografía mundial, y solo empezó a convertirse en centro de todas las miradas cuando el director y crítico francés de la revista Cahiers du Cinéma, Jacques Rivette, en 1953, impulsó su reconocimiento universal con el artículo El genio de Howard Hawks, apoyando y profundizando en su acusada personalidad, dentro de la política de autores que abanderarían los críticos franceses.
Tener y no tener se sitúa en La Martinica, en plena Segunda Guerra Mundial, colonia francesa bajo el régimen de Vichy. En la isla, frente al ambiente colaboracionista, reina un clima de temor, de persecución y oscurantismo. Eran momentos de lucha por la propia supervivencia, por buscar la mejor oportunidad de alejarse del lugar, y por supuesto, para luchar por la liberación de la nación francesa. Todo ello no hace más que llevarnos al recuerdo de Casablanca, de Michel Curtiz (1942), ciudad marroquí también bajo el control del gobierno de Vichy, obra coincidente en situación, momento histórico, e incluso con la concurrencia de que en ambas películas repitieron varios intérpretes, empezando por el mismo protagonista, Humphrey Bogart, allí como Rick, dueño del café en donde se reunía habitualmente toda la ciudad, y aquí como Harry Morgan, propietario de un pequeño barco, que suele alquilar para llevar a turistas de pesca. Pero esta vez, la actriz protagonista no la encarna la cándida, bella y sumisa Ingrid Bergman, sino una jovencísima y descarada Lauren Bacall, que con apenas diecinueve años da vida a Marie, una fémina especie de mujer fatal, decidida, independiente, con un oscuro pasado y demasiada energía en la lucha por sus intereses, una joven que recuerda a las interpretaciones de Marlene Dietrich con el realizador norteamericano de origen austríaco, Josef von Sternberg.
Tener y no tener encuentra su punto de partida en el argumento de una novela de Ernest Hemingway, cuyos derechos, después de vencer los reparos que poseía el novelista, consiguió comprar Hawks, y seguidamente realizó una adaptación, cambiando de década, de lugar, y con la intervención de los guionistas Jules Furthman y William Faulkner.
La intención de la productora de la película, Warner Bros estaba en aprovechar las similitudes de la película de Howard Hawks con Casablanca, como medio para acercar al público a la obra y obtener una gran taquilla, pero fue recibida por los espectadores y por la crítica con división de opiniones. En realidad, creemos que el largometraje de Hawks no consigue la maestría de la película de Curtiz porque, probablemente, el guion no se encuentra a la altura del de Casablanca, resulta farragoso en algún momento, y en algún otro abusa de la teatralidad en situaciones y diálogos. En todo caso, estamos en una comparación con la magnificencia, y ello no es jugar limpio.
Mirando el filme de Howard Hawks por sí mismo, encontramos muchos puntos interesantes que hacen de la obra una gran película. Decantándose por la sencillez, destaca la cámara fija, con pocos movimientos, muy controlados, con encuadres eficaces y expresivos, y todo el conjunto al servicio de la historia. Las interpretaciones están cuidadas al máximo, y la interacción y sincronización entre los actores y actrices alcanza gran maestría, con una utilización del blanco y negro que resulta bastante neutra, y muchos interiores que se desarrollan en el hotel donde viven, sufren, se divierten, y se enamoran los personajes.
Humphrey Bogart, como Morgan, vuelve a deleitar nuevamente con ese papel al que nos tiene acostumbrados, de hombre libre, independiente, poderoso, una fortaleza, donde se esconde alguna profunda herida del pasado y en donde se alberga un corazón de oro. Es un personaje egocéntrico, al que únicamente le mueven sus propios intereses e inquietudes, reticente al compromiso ideológico y emocional, pero que terminará sucumbiendo a los tres frentes que le desafían: la amistad, el amor y la Resistencia francesa. Lauren Bacall, Marie, La Flaca (Slim), como la llama Bogart, se presenta intrépida, audaz, de lengua viva, valiente y misteriosa, también con pasado amargo pese a su juventud y con destino y paradero incierto. La química en la vida real que surgió en la pareja se siente en pantalla, y la insolencia, agresividad y acoso sexual con que Lauren Bacall somete a Humphrey Bogart se percibe intenso y se acoge como una verdadera posición de dominio de la mujer sobre el varón, manteniendo su independencia y consiguiendo el respeto en sus acciones y actitudes.
Hay un tercer personaje, Eddi (Walter Brennan), que se hace importante por la relación que mantiene con el protagonista, con Morgan, una relación de amistad en donde predomina y reluce el cariño, la responsabilidad y el cuidado del más indefenso e inocente. Tampoco falta aquí, como en Casablanca, un héroe, un Victor Laszlo hawkasiano, Paul de Bursac, un jefe de la Resistencia interpretado por Walter Molnar, que, aunque no canta La Marsellesa, no nos ahorra el discurso patriótico, recordando que si él es capturado o asesinado por los enemigos, siempre habrá alguien detrás tomando su lugar…
Ya puestos, terminando las comparaciones con la película de Michael Curtiz, tampoco falta el piano en la cafetería del hotel, y aunque en ambas obras estemos ante un drama, en la de Howard Hawks predominan mayores dosis de ironía y comedia. Y acabamos haciéndonos una pregunta inocente y sencilla: ¿cómo se hubieran producido los contactos entre los personajes en el filme si hubiera existido, como en la actualidad, la prohibición de fumar, así como la concienciación de que no nos interesa hacerlo? Porque nos saludamos para pedir un cigarrillo o cruzamos el pasillo a la habitación de enfrente para solicitar una cerilla para encender el pitillo, o se nos acaba el tabaco y volvemos a cambiar de territorio para obtener nuevas existencias. A lo mejor, ahora se harían los mismos viajes de ida y vuelta, con la excusa de que se ha perdido la cobertura del móvil o que en la propia habitación no se consigue el acceso a la wifi, o que hemos olvidado el cargador de los dispositivos.
Tráiler:
‘Tener y no tener’ (‘To Have and Have Not’, Howard Hawks, 1944) se gestó mientras Howard Hawks y Ernest Hemingway pescaban juntos. El mítico director le sugirió al insigne escritor que se podía hacer perfectamente una buena película de la peor de sus obras, y que esa no era otra que la, en palabras de Hawks, la asquerosa ‘Tener y no tener’, la cual según Hemingway escribió porque necesitaba el dinero. El escritor no colaboró en el guión, pero Hawks echó mano de uno de sus mejores amigos, William Faulkner.
Evidentemente las intenciones del director de ‘Camino a la gloria’ (‘The Road to Glory’, 1936) eran apartarse de la novela en cuestión, conservando sólo ciertos elementos y construir con ellos un film realmente atípico por cuanto es una mezcla de géneros tan equilibrada —algo que por cierto era marca de la casa en el cine de Hawks— que resulta imposible establecer si estamos ante un drama, ante una historia de amor, ante un film noir o ante un film de aventuras.
Podemos notar sin esfuerzo alguno los parecidos de ‘Tener y no tener’ con ‘Casablanca’ (id, Michael Curtiz, 1942), cuyo éxito quería repetir a toda costa la Warner. Un personaje atrapado en un lugar exótico, en este caso Martinica, que no simpatiza ni con los nazis ni con la resistencia francesa. Vive de alquilar su pequeño barco a turistas que quieren pescar en alta mal —así da comienzo el film—, y lo único que le interesa es el dinero y su independencia sin tener que rendir cuentas a nadie.
La historia de un flechazo
Será a partir de la aparición del personaje femenino, interpretado por la entonces debutante Lauren Bacall, cuando Harry (Humphrey Bogart) se empiece a cuestionar ciertas cosas que hasta ese momento evitaba. Bacall, de 19 años, se mostró en un principio insegura por debutar al lado de una estrella como Bogart y bajo las órdenes de un director tan prestigioso como Hawks, pero éste enseguida trabajó con ella, sobre todo en la voz, para que no temiese nada y pudiese dar vida a una de las más curiosas femmes fatales que han dado el cine.
Bacall y Bogart sintieron un flechazo instantáneo —continuó con relación y boda— y Hawks se frotó las manos por poder aprovechar la química entre ambos para los personajes de su película. Tanto es así que por momentos el film semeja por momentos un vehículo de lucimiento de ambos actores, cuyos tira y afloja en la ficción dejan entrever lo mucho que se deseaban en la realidad. Instantes como el de silbar han trascendido a la obra en sí. Por cierto, que esa fue la prueba que Hawks le hizo a la actriz, a quien quería a toda costa para el personaje.
La intriga del film se centra en el intento de fuga de un matrimonio perteneciente a la resistencia a través del mar, trabajo que Harry acepta porque no le queda más remedio, no por sus ideales políticos. No obstante la moral de los personajes es ambigua, una de las riquezas del relato, y la relación entre Bacall y Bogart anticipa lo que más tarde veríamos en ‘El sueño eterno’ (‘The Big Sleep’, 1946), ya dentro de los cánones del Film Noir puro y duro. ‘Tener y no tener’ navega, nunca mejor dicho, por ese género, pero no siempre, y su ambivalencia al respecto casa muy bien con lo enormemente preciso que Hawks es en su puesta en escena.
La invisible libertad de Hawks
Hay en ‘Tener y no tener’ una transparencia en la planificación que realmente deja impresionado. Utilizando con naturalidad el fuera de campo, o llenando el encuadre de personajes que jamás confunden, Hawks realiza un trabajo en el que da la sensación de que dirigir una película parece fácil, pero no hay nada más difícil que hacer las cosas sencillas y que todo fluya en una historia donde hay grises tanto en la intriga criminal, como en la historia de amor como en su alegato a la alegría, disfrazada en el comportamiento de algunos de los personajes secundarios.
Basta citar al impresionante Walter Brennan en su antológico personaje de borrachín, imitado hasta la saciedad pero nunca igualado ni por él mismo, y la relación que tiene éste con la bebida y su amigo Harry, que cuida de él y al revés. También la figura del villano a cargo de Dan Seymour, que también aparecía en un breve papel en el citado film de Curtiz, aquí realiza una muy convincente interpretación de un personaje frío hasta la médula. O hilando más fino, la primera aparición importante del cantante Hoagy Carmichael como el pianista del local en el que todos los personajes confluyen.
Si se mira con cierta perspectiva —al fin y al cabo la percepción en el arte depende de la forma de mirar que uno tenga— ‘Tener y no tener’ parece discurrir alrededor de los tres temas musicales que suenan en determinados momentos, y no por casualidad. Cobra importancia el número final con el que concluye el film, Bacall realiza un baile como complicidad y junto a Bogart salen del local seguidos de un bailarín Brennan en lo que es un falso final feliz y a la vez una rotura de las reglas cinematográficas adelantándose en cierta medida a lo que el final de los 50 y los 60 veríamos en el cine europeo.
La gente valiente sabe de madrugadas donde muerde el vientre un tiburón azul como el hielo, que llena el cuerpo de sangre que burbujea hacia arriba, volviendo verosímiles todos los desastres y todas las dudas sobre nosotros mismos. La gente valiente sospecha que, a veces, el valor que se ha tenido se disuelve misteriosamente, como aquellos otros que fuimos algún día y que ya no nos acompañan.
Gente valiente, como Harry Morgan (Humphrey Bogart) que sabe todo eso y puede terminar en una isla de la Martinica y declararse de nacionalidad esquimal o del partido de sus propios asuntos, cuando alguien se atreve a preguntárselo. Porque gente como él pueden haber perdido cosas esenciales y tener heridas muy profundas o haber sido traicionados y necesitan huir a algún sitio lejano donde puedan tener un barco pequeño, un poco de libertad y algunos amigos verdaderos.
Amigos como Eddie (Walter Brenan), un borrachín con cojera que cree que lo necesita y que prueba a los desconocidos preguntándoles si les ha picado alguna vez una abeja muerta y que nunca le hace ascos a una cerveza o a un poco de whisky mas o menos barato. Y que siempre esta ahí, cuando hay riesgo o soledad y hay que encontrarle un sentido a la vida.
Pero a veces los nazis llegan incluso a los mares del sur y, casi sin quererlo, hay que tomar partido y aceptar ir a buscar, (de noche, en el barco, en la niebla), a un héroe que ha perdido el valor pero que sin embargo está allí, haciendo lo que cree que hay que hacer, aunque esté aterido de miedo y reconozca en la determinación de Harry lo que «hay que tener» para que no se rompa la cadena de los que nunca se rendirán ante la tiranía, en cualquier lugar, en cualquier tiempo.
Sobre todo si se ha conocido a una chica como Marie ‘Slim’ Browning (Lauren Bacall) que entra en ese bar tan amable en el momento adecuado y que tiene la melena, las caderas, los gestos y sobre todo las palabras para que Harry sepa que tiene una causa y se vea capaz de desafiar incluso a la Gestapo para seducirla, para estar a la altura de lo que ella parece dispuesta a hacer por él. Como cantar canciones dulces, como si susurrara, acompañando a un pianista cómplice o robar para él o tratar de anudarle los cordones de los zapatos o dar vueltas a su alrededor para constatar que no tiene cuerdas que lo aten, cuando ya sabe que no piensa mas que en ella y que se pasa el día silbando ( «Si me necesitas silba» le regaló luego Bogie a la Bacall, grabado en un silbato de oro, prolongando el idilio en la vida real).
«Tener y no tener» parece que nació de una apuesta entre Howard Hawks y Ernest Hemingway sobre si se podía convertir una mala novela en una buena película. Hawks ganó la apuesta aunque los guionistas Jules Furthman y William Faulkner se tomaron ciertas libertades y crearon algunas escenas memorables, de esas que convierten a una película en «clásica». Es decir películas que resisten el paso del tiempo y que necesitamos ver muchas veces en la vida para recuperar el valor o la esperanza de que en algún sitio haya un bar así donde puedan aparecer amigos entrañables o chicas que sepan preguntar: «¿Alguien tiene fuego?».
Tengo una (sana) obsesión por Betty Joan Perske. ¿Betty J… quién?. La historia y el mito dicen algo así: Betty era una chica totalmente desconocida de sólo 19 años cuando apareció modelando un abrigo en la portada de la revista femenina Harper’s Bazar, en el número de marzo de 1943. Vestida de azul oscuro, con una cartera y labios muy rojos, se le ve parada, muy misteriosa y representando un poco más de edad, junto a la puerta de vidrio traslúcida y cerrada de una enfermería. Probablemente esperando donar su propia sangre –como las letras de la puerta vidriada lo especifican- o bien la salida de alguien que ya está entregando algunos de sus glóbulos rojos y blancos a la enfermera que vemos sugerida a través del vidrio. En la foto, Betty mira a la cámara, de una forma que es una rara mezcla entre algo un tanto desafiante, perdida y/o totalmente desinteresada. Esta fotografía, esa mirada, esa chica llamada Betty, sería la que llamaría la atención del director Howard Hawks (Scarface, His Girl Friday, Bringing up Baby) y la pondría compartiendo pantalla en su primera película y menos de un año después, con nada menos que con Humphrey Bogart. Bogart, de 44 años, ya era una super estrella en ese momento, luego de papeles protagónicos en “Sahara” (1943), la fascinante “Casablanca” (1942), “El Halcón Maltés” (1941) y “High Sierra” (1941). Una carrera envidiable que seguiría con otros clásicos bastante impresionantes como “El Tesorro de Sierra Madre” (1948), “El Sueño eterno” (1946), “La Reina Africana” (1951, con Katherine Hepburn, una obra maestra) y “Sabrina” (1954).
“…[it was] the twist of fate that changed my life forever” – Lauren Bacall sobre la portada de Harper’s Bazar.
Hawks se enamoró literalmente de Betty Joan –yo también- y en conjunto con la máquina de producción de Hollywood, la historia nos dice que la impulsaron a cambiar de nombre. Desde ahora, Betty Joan Perske se haría llamar Lauren Bacall.
Bacall se para, muy sexy, en el umbral de una puerta abierta de una habitación de un hotel en “Tener o no Tener” (To Have or Have Not). Pide fuego, se lo dan. Prende un cigarro, le da una mirada totalmente asesina a su vecino de habitación (casi se me quema el plasma con el aumento de temperatura) y se va rápidamente. ¡Que introducción!. Sumamos así, con ese momento, tres enamorados más a la lista después de Hawks y quien escribe, todos de forma fulminante: el personaje Harry “Steve” Morgan, a quien iba dirigida la mirada, capitán de un barco en las Islas Martinica durante la ocupación nazi en Francia durante la Segunda Guerra Mundial; luego el propio actor, Bogart, que se divoriciaría prontamente y con quien Bacall se casaría el próximo año (estuvieron juntos hasta 1956, cuando él muere de cáncer) y finalmente, la audiencia de casi todo el mundo. Rendidos, hombres y mujeres, bajo los pies de esta moderna veinteañera de voz muy profunda, sonrisa letal, grandes ojos y talento para los papeles de misteriosas mujeres expertas siempre en ocultar un gran número de secretos.
Slim
You know you don’t have to act with me, Steve. You don’t have to say anything, and you don’t have to do anything. Not a thing. Oh, maybe just whistle. You know how to whistle, don’t you, Steve? You just put your lips together and… blow.
La química entre Bogie y Bacall en pantalla es tan palpable, eléctrica, que es hasta absurdo. Como sacarle una fotografía a un rayo. Cine voyeurista como pocos, vemos el inicio de una de las relaciones más famosas del cine entre una pareja protagónica, comenzando ahí, directamente en el celuloide. Los personajes sólo pueden ser inolvidables. Después de esta, Bogart & Bacall realizarían tres películas juntos –unión muy rentable además- una de ellas con el mismo Hawks al siguiente año, la excelente “El sueño eterno” (1944), que pude ver la semana pasada y pronto estará aquí en U.P.A.D. (obviamente, me encantó), y luego “Dark Passage” (1947) y “Key Largo” (1948). La última es de John Huston, que muero por ver.
[Slim kisses Steve]
Steve
What did you do that for?
Slim
I’ve been wondering if I’d like it.
Steve
What’s the decision?
Slim
I don’t know yet.
[They kiss again]
Slim
It’s even better when you help.
La historia de “Tener o no tener”, adaptada del libro de Ernest Hemingway (que ocurre en Cuba y no en Martinica), trata sobre cómo Bogart, tal como Rick en Casablanca, deja su papel de rudo y desinteresado empresario cuando se involucra realmente en los eventos que ocurren en las tierras del gobierno francés ocupado, manejado por títeres de los siempre malditos nazis. Harry “Steve” Morgan (Humphrey Bogart) comienza a ayudar a la resistencia, negando hacerlo por sus principios al inicio y enfocándose sólo en el dinero, para luego demostrar finalmente su carácter. Un héroe silencioso. Mientras todo esto ocurre, al hotel donde “Steve” se aloja, llega Marie “Slim” Browning (Lauren Bacall), una joven norteamericana que consigue dinero fácil (no duda en robarle la billetera o conseguir lo que necesita de los hombres que la invitan a algunos tragos) y que termina conviertiéndose en la cantante del hotel, mientras busca dinero para escapar. Sí, como Casablanca, no es fácil salir de aquí. Juntos, Steve y Slim, pueden hacer una diferencia en sus vidas –luego de unos increíbles diálogos llenos de astucia donde se van midiendo y conociendo- y también en la del resto de la gente de la Isla, si apoyan a la resistencia. Notable película, a pesar de Eddie (Walter Brennan) el insoportable personaje del borrachín del puerto, que si bien es querible a pesar de sus problemas, por momentos dan ganas de lanzarlo, como personaje, al fondo de la bahía del guión, amarrado a un poco de plomo claro, para seguir mejor escuchando y mirando a dos leyendas del cine: a “Bogie” y a la gran Betty Joan Perske. ¿Quién?, ya sabes.
P.D. 1 Bacall sigue trabajando muy activamente en el cine, a sus 86 años y con más de 70 películas. Vaya. Entre lo último está: “Carmel” (2011, por estrenarse), “Wide Blue Yonder” (2010), “The Walker” (2007) de Paul Schrader, y “Manderlay” (2005) y “Dogville” (2003), ambas de Lars Von Trier.
Cricket
Hey Slim, are you still happy?
Slim
What do you think?
P