Sobornados, Los

Título en castellano Los sobornados
Titulo original The Big Heat
Año de filmación 1953
Duración 90 minutos
Pais Estados Unidos
Director Fritz Lang
Guion Sidney Boehm (novela de William P. Macgivern)
Música Daniele Amphiteatrof
Dirección de fotografia Charles Lang (B&N)
Reparto
Productora Columbia Pictures
Sinopsis Tras suicidarse, el policía Tom Duncan deja una carta en la que confiesa haberse dejado sobornar por una banda de gángsters, pero también denuncia la corrupción de altos funcionarios. Cuando el sargento Dave Bannion trata de esclarecer su muerte tropieza con toda clase de obstáculos. 
Premios  
Subgénero/Temática
Policiaco, Crimen, Corrupción

tomado de filmaffinity

  • Otra magnífica película de cine negro a cargo del maestro Lang. Narrada con un estilo claro y directo, los atormentados personajes del director alemán componen un relato tenso e intenso, sobre el crimen y la corrupción, que atrapa irremediablemente al espectador. Magnífica.
    Daniel Andreas: FILMAFFINITY 
  • «Lang elabora una brutal película negra en la que la ambigüedad moral acecha a los personajes. (…) Una obra maestra.»
    Miguel Ángel Palomo: Diario El País 
  • Obra maestra del género.
    FILMAFFINITY 
  • «[Muestra] la belleza de la moral ambidiestra de Lang (…) Cuenta la historia de un policía heroico, pero usa esto para enmascarar otra historia mucho más oscura, por debajo (…) Puntuación: ★★★★ (sobre 4)» 
    Roger Ebert: rogerebert.com 
  • «Gracias a la brillante dirección de Lang, gruñes cuando Ford lanza un puñetazo (…) Lang sabe dirigir una película. Ha puesto su mente en ello, esta vez, y ha traído una interesante con aguijón.» 
    Bosley Crowther: The New York Times 
  • «El diálogo es funcional. Cada plano está compuesto con economía y exactitud, nada es gratuito.» 
    Wally Hammond: Time Out 
  • «No hay ni un gramo de grasa en esta película (…) ‘The Big Heat’ es un banquete de concisión relevante (…) Puntuación: ★★★★½ (sobre 5)» 
    Chuck Bowen: Slant 
     

Dirigida por Fritz Lang, se basa en un serial del Saturday Evening Post, de William P. McGivern, posteriormente editado (1952) como novela. Rodada en estudio, dispuso de un presupuesto modesto. Ganó el Edgar al mejor guión.

La acción tiene lugar en 1952 en una ciudad mediana de los EEUU, simbolizada por la inexistente Kenport, del imaginario condado de Parkway. Narra la historia del sargento de policía Dave Bannion (Glenn Ford), honesto, sencillo, casado con Katie (Jocelyn Brando) y padre de una niña de 2/3 años. Investiga el suicidio de un compañero de trabajo, Tom Duncan. Cuando se le ordena suspender la investigación, se ve enfrentado a una poderosa banda criminal.

La película denuncia la extensión a ciudades medianas y pequeñas del crimen organizado, que asienta su poder en el soborno y, donde éste no llega, en el crimen. La venalidad alcanza a personas de todos los estamentos públicos y privados. Tras máscaras invisibles, tejen una malla opresiva, que ahoga al ciudadano honesto. El sargento Bannion decide luchar contra el grupo mafioso de la localidad y sus conexiones. Su apuesta por la justicia, le costará un precio altísimo, que hará emerger en él una sed feroz de venganza. La película es extraordinariamente violenta. Los pesonajes se mueven en las aguas turbias de la ocultación, el silencio, el colaboracionismo, el miedo, el chantaje a la banda. La ambigüedad moral alcanza por unos momentos al propio Bannion, que se siente tentado por la belleza seductora de Debby Marsh (Gloria Graham), amante de un villano. Son escenas destacadas la secuencia emblemática de la obra (el sádico Vince Stone, en un arrebato de ira, echa café hirviente al rostro de su amante), el enfretamiento a tiros de Dave y Vince, la aproximación de Bertha al cuerpo sin vida del marido.

La música aporta una partitura orquestal, de viento y cuerdas, que incluye fragmentos románticos, festivos, dramáticos y de suspense, que confieren profundidad a la acción. La fotografía, de tono expresionista, recrea con la ayuda del claroscuro, la iluminación y las sombras, las atmósferas típicas del cine negro de los 30 y 40. La ambientación visual de los personajes refleja su mundo interior. La imagen de Lee Marvin le identifica como el villano de la obra. El guión desarrolla una narración habilmente condensada, unos diálogos acertados y brillantes, una correcta definición de personajes y una acción ágil. Define la honestidad, la bondad y la inocencia, que pone en contraste con la perversidad y la sed de venganza. La interpretación de los protagonistas y la de Lee Marvin es excelente. Katie (hermana de Marlon Brando) tiene una intervención convincente. La dirección deja en la obra su huella personal, su maestría en la recreación del mal y su sentido del drama.

Obra clásica del cine negro, cumbre del género. Imprescindible.


Toda una obra maestra del cine azabache con algunos de los ingredientes de este elegante género modificado por la sabia reconducción de este espléndido cineasta austríaco, uno de los máximos exponentes del expresionismo alemán de comienzos del siglo XX, por ejemplo al invertir el tradicional papel de femme fatale ó en expresión castiza «mujer fatal», por un hombre fatal (e incluso si se prefiere la expresión por un hombre gafe), pues todas las mujeres con las que entra en contacto el personaje central masculino de la obra, el sargento del departamento de homicidios de la policía de la irreal ciudad de Kenport (interpretado de manera magistral por Glenn Ford), Dave Bannion, caen en desgracia. 

El excelente guión fue escrito por el reportero de sucesos, guionista y productor norteamericano Sydney Boehm por el que recibió el premio Edgar al mejor guión en 1954, y para ello se basó en un serial del Saturday Evening Post del novelista y guionista para tv norteamericano William P. McGivern, quien posteriormente, en 1952, se encargaría de refundarlo en una novela homónima en su titulación original en inglés («The big Heat») que en su tiempo causó bastante impacto y conmoción.

Al excelente guión, se une una maestría absoluta y un ritmo narrativo apoteósico, complementado por la extraordinaria ambigüedad moral de unos personajes que rallan por momentos la difícil línea de lo legal y lo ilegal, lo moral y lo inmoral.

Además en los aspectos técnicos la película no se queda atrás, pues a la intrigante banda sonora ensamblada por Daniele Amfitheatrof, se une una extraordinaria fotografía en blanco y negro a cargo de Charles Lang (que nada tiene que ver con Fritz) llena de sutiles y brillantes reminiscencias del famoso expresionismo del director austríaco.

Sin duda alguna esta es una magna obra paradigmática, influyente en la cinematografía posterior y de la que muchos cineastas se encargaron de encumbrar a la cima del olimpo del film noir.

Como dato anecdótico señalar la presencia de la hermana de Marlon Brando, Jocelyn Brando, interpretando el papel de amante esposa y «dulce degustadora» (compartiendo con su marido sorbos de cerveza, trozos de enormes bistecs, caladas de cigarros…etc) de los hábitos de su marido, el referido sargento de homicidios, Dave Bannion.

El mundo del crimen organizado forma un conglomerado donde hay mucho pez gordo implicado, hasta que alguien en un ataque de dignidad decide poner punto final al asunto.

Aunque como muy bien se encargó de señalar el personaje de la intrigante y maléfica Bertha Duncan (Jeanette Nolan) en una famosa frase que en EEUU se convirtió en el reclamo publicitario o tagline de la película; «Alguien va a pagar por ésto…porque se olvidó de matarme…» nos pone en antecedentes de lo que estamos a punto de ver


Impresionante obra maestra del gran Fritz Lang, a la que confiero la máxima puntuación por:

1) Lang es uno de los grandes entre los grandes, y en el cine negro encontró una quimera para dar rienda suelta a su imaginación y obsesiones. Muchas de sus películas que no pueden catalogarse dentro de este género guardan grandes similitudes con él (los diferentes Mabuse o Rancho Notorius, «un western negro»). 

2) Todos los personajes (excepto la ayudante coja del repuesto) buscan lo mejor para ellos durante gran parte de la película. Incluso el protagonista busca saciar su ansia de venganza aun a riesgo de comportarse como los asesinos.

3) Glenn Ford (al que no considero un gran actor) consigue una de sus mejores interpretaciones como el sargento Dave Bannion. Además, me encanta como cuando golpea se le «desengomina» el pelo y le cae un pequeño flequillo cuidadosamente ordenado (osadía de Lang, era un privilegio de Gable).

4) Hasta los grandes tipos y protagonistas muestran que también se equivocan. Yo me hubiera acostado con Debby Marsh (Gloria Grahame).

5) Gloria Grahame es una de las mujeres más bellas que han aparecido en pantalla, y aquí está más guapísima que nunca (opinión que mantendré, al menos, hasta que revisione cualquier otra película suya). Su paso de mera secundaria a actriz principal genial, como el paso de chica tonta a inteligente.

6) Es toda una delicia ver a Lee Marvin (Vince Stone) como un tipo sádico que viste elegante. Ojo a la camisa con cuello y puños a juego, rematados éstos con unos maravillosos gemelos.

7) Los diálogos son ingeniosos, especialidad del cine negro. ¡Cuántas veces en nuestra vida hemos intentado hablar así y nos han tomado por idiotas!

8) Todos hemos tenido alguna compañera maravillosa que bebía de nuestro whisky, fumaba de nuestros cigarros y comía parte de nuestros bistecs. (Y nos abandonaría quizá, ahora caigo, porque nos empeñábamos en hablar como si estuviéramos en pantalla. Con la rabia que siempre me dio que bebieran de mi vaso o comieran de mi plato).

9) El café puede perjudicar seriamente la salud. Incluso el descafeinado si se usa de la manera magistral de esta película. ¿Por qué no se ve a Marvin hacerlo y sí a la Grahame?


tomado de cinemaesencial

Dos películas rodó Fritz Lang con la actriz Gloria Grahame que, lejos de presentar una clara cohesión como las pertenecientes a los ciclos que rodó con Sylvia Sidney y Joan Bennett, resultan bastante diferentes entre sí: la presente Los sobornados, trepidante film de gánsteres y uno de los más patentemente americanos de su autor, y Deseos humanos (1954), el más secreto y germánico de toda su carrera en Hollywood. Pese a sus notables diferencias, aparte de la misma Grahame encarnando a dos de las más desafortunadas heroínas languianas, ambas películas tienen en común a ese excelente actor que fue Glenn Ford y la productora Columbia, además de compartir una conclusión similar, la de un protagonista abocado a la grisura existencial, y destilar ambas una ferocidad inaudita incluso para Lang, tal vez por ser los primeros títulos que rodó tras su inclusión en las listas negras extraoficiales del nefando senador MacCarthy.
 
Los sobornados presenta una nueva historia de venganza y tiene notables paralelismos con la previa Encubridora (1952). En efecto, de nuevo, hay un hombre perdidamente enamorado, el sargento Dave Bannion (Glenn Ford), aquí de su esposa; de nuevo, Lang muestra la profunda unión de la pareja con un beso, sólo que en escala todavía más próxima, en primerísimo plano (fotograma 1), añadiendo además esa preciosa idea de los cigarrillos y las cervezas compartidos sobre la marcha; de nuevo, la muerte de la amada sume al hombre en la amargura total y lo aboca al odio y a la venganza, traducido semejante estado de ánimo, gracias a la extraordinaria interpretación de Glenn Ford, en algunas de las miradas más intensas de toda la obra languiana; y de nuevo, otra mujer pierde la vida en la consecución de los objetivos del justiciero, cuya victoria, por tanto, lejos de suponerle un bálsamo (relativo), le provoca un regusto aún más amargo.

1. Un hombre perdidamente enamoradoAhora bien, en esta ocasión la venganza no se desarrolla en un ambiente pretérito ni de fábula, sino dentro de un entramado social amplio y concreto, que aporta la más rica galería de personajes de toda la obra de Lang; muy en especial, en lo que toca a los delincuentes, cuya presentación en el film, enlazados mediante conversaciones telefónicas (lo que, a su vez, sugiere la noción de una telaraña invisible), es modélica: de la recién viuda Bertha Duncan (Jeanette Nolan) al capo Mike Lagana (Alexander Scourby), y de este a Vince Stone (Lee Marvin) por mediación de Debby Marsh (Gloria Grahame).
 
Los sobornados cuenta, además,
con una serie de brillantes ideas formales, presentadas con tal naturalidad que manifiestan que el celebrado camino hacia la austeridad en la obra de Lang ya había culminado en este film. Está, por ejemplo, la presencia de ciertos objetos, cuya gran densidad no necesita de subrayados, como es el cuadro de la madre de Lagana o son las pistolas que cunden por el film. O también, ese montaje que suele unir dos imágenes por su relación oculta. Así, cuando Dave por fin encuentra a una persona que le ayuda en su batalla, un primer plano suyo funde con la muñeca de su hija huérfana en el carricoche; la niña aparece en plano, coge la muñeca, la cámara retrocede y se ve a Dave contemplándola y, finalmente, aupándola y besándola: la ayuda exterior lo anima a revivir.
 
Y en especial, destaca el uso del símbolo, esa herramienta con la que tanto bregó Lang durante los años veinte y treinta, y que en Los sobornados resulta magistral por su limpidez y contundencia. Basta con ver el mecano de la hija de Dave derrumbándose para comprender que la vida del hombre se está desmoronando (fotograma 2).
 

2. La vida se desmorona

La sociedad que muestra Lang en Los sobornados está muy próxima a la dominada por los nazis en su ciclo antifascista. Lagana controla todos los niveles de la sociedad, incluidas las altas esferas de la policía, y para las personas corrientes es imposible salirse del plan trazado sin que la organización tentacular del mafioso las delate y castigue impunemente. Con su mirada implacable, Lang muestra que los métodos nazis, su omnipotencia y temible dominio, son ahora patrimonio de los gánsteres, por muy americanos que sean: el peligro está en casa, o puede estarlo.
 
Es de notar que, como quiera que, debido a la represión gansteril, todo el mundo está indefenso y solo, la venganza de Bannion acaba convirtiéndose en un acto de justicia. Para comprobarlo es necesario atender al uso de la violencia en este film, en líneas generales la más explícita y espeluznante de toda la obra de Lang. Por lo general, los actos violentos de los maleantes vienen elididos o fuera de campo, pero ello, lejos de restarles fuerza, les otorga mayor poder maléfico y los hace más incontrovertibles; por el contrario, tan sólo la mirada de Dave a los mafiosos parece un escupitajo, y sus arranques agresivos, que para sí quisiera el tildado Lagana, suelen registrarse frontalmente: lo vemos peleando furiosamente en varias ocasiones, e incluso intentando estrangular a Larry y a Bertha Duncan (fotograma 3).
 

3. Descargas emocionales por la venganza y el afán de justicia

En su sed de justicia, Dave acaba contagiando a un segundo personaje, a Debby, la cual, al haber sido desfigurada por Vince en esa antológica escena, una de las más crueles del cine y que tanta celebridad alcanzó por su ferocidad, en que el rabioso le arroja café hirviendo a la cara (fotograma 4), tomará el relevo como diosa vengadora; y es notable, por lo rarísimo en el cineasta cuando la violencia es de este calibre, que también Lang muestre frontalmente las agresiones de Debby, aún más furibundas que las del policía viudo: el asesinato de la viuda Duncan y la desfiguración de Vince.

4. Debby a punto de ser desfigurada por el salvaje Vince
 
Tenemos, por tanto, la planificación fría y metódica, invisible, de los delincuentes frente a las descargas emocionales e incontrolables, visibles, de Dave y Debby, las cuales parecen enarbolar, inseparables de la venganza, respectivamente el afán de justicia y el agradecimiento. Se ha solido considerar que, al mostrar las agresiones ejercidas por los personajes positivos y ocultar las perpetradas por los negativos, Lang tenía por objeto incomodar al espectador y cuestionar el sentido de una venganza furibunda, pero no creemos que este sea el caso en absoluto en este film, y más bien pensamos que el director, y el espectador con él, condenan a los criminales alevosos y comprenden y perdonan a los vengadores, tal vez incluso aplaudiendo el violento ajuste de cuentas con esos dos personajes tan detestables como son la arpía Bertha y el animal Vince. De hecho, Dave y Debby son dos de los personajes que se sienten más próximos emocionalmente, con los que la identificación es más profunda, de toda la filmografía de Lang. Y es que la cuestión fundamental en Los sobornados, como en todas las anteriores películas antinazis de su autor, no es quién ejerce la violencia, sino hacia quién va dirigida, y que no mostrarla es un acto de respeto que se debe a las víctimas, pero no a los verdugos.
 
Pero la justicia, aunque necesaria, no conlleva el triunfo. La muerte de Debby es una de las rarísimas detalladas por Lang y, de estas, la única glosada líricamente, merced a los primeros planos que el cineasta le dedica y al gesto de la joven de taparse su enorme cicatriz con el visón que le sirve de almohada (fotograma 5). Su agonía, asistida por Dave, demuestra que, pese a haberse unido en la venganza, los personajes siguen estando solos, incomunicados, cada cual concentrado en sus propios pensamientos, en su tanda particular de primeros planos. Dave, por fin, en uno de los grandes momentos románticos del cine de Lang, se sincera con alguien rememorando a su mujer, transmitiéndole a Debby los momentos más tiernos de su convivencia…, pero está tan absorto en su desahogo, en su arrebato, que no se apercibe de que la joven expira…

5. La lírica muerte de Debby

Dave volverá a su vida normal, al trabajo, sólo que el plano (casi) secuencia final, muy anodino y nada heroico, lo muestra emprendiendo una vida monótona y vacía.


tomado de hildyjohnson

Si algo llama la atención de Los sobornados es que está contada a golpe de violencia continua. Fritz Lang recrea una ciudad violenta y lo refleja en cada fotograma. Una violencia física y emocional. Si hay una escena que perdura y que nunca se olvida es la de un colérico Lee Marvin tirando el café hirviendo en el rostro de su  ‘chica’ Debbie (una maravillosa Gloria Grahame). Pero esto solo es una escena más de violencia. La película está plagada de ellas. De hecho la historia avanza según se va sucediendo un acto violento tras otro. Algunos están fuera de plano, otros sólo son contados y los de más allá son mostrados con toda su crudeza.

La película arranca con un suicidio, continúa con una de las muertes más tremendas e inesperadas tras una explosión, no faltan quemaduras de cigarrillo, peleas, una violencia de género brutal, disparos, amenazas… y una violencia emocional más feroz si cabe. Así nos sorprendemos con el suicidio de un hombre que todavía no sabemos quién es pero más nos sobrecoge la reacción de su viuda…

Como toda buena película de cine negro que se precie… un ambiente ambiguo, oscuro y fatal recorre la cinta y tiñe a su personaje principal cuyo dilema moral es el siguiente: ¿podrá la venganza destrozar totalmente la humanidad y la honestidad del policía Bannion (un Glenn Ford en uno de los pocos papeles en el que no le tengo manía)? ¿Se convertirá en uno más que ‘corrompe’ el ambiente de la ciudad? ¿Cruzará el límite y será igual que uno de los matones a los que persigue?

Lo tremendo que plantea Lang es que el espectador entiende (aunque no comparta) la transformación de Bannion porque le arrebatan de la manera más cruel a la compañera de su vida… Pero lo realmente transgresor dentro del género negro es que esta vez será la mujer fatal la que impedirá la caída al abismo del héroe. Ella misma, ya como mujer deformada, preferirá tirarse al abismo y arrastrar junto a ella a los suyos con tal de recuperar la humanidad y entereza del policía. Ella misma será la que se vengue por Bannion. Ella misma llevará hasta las últimas consecuencias ser mujer fatal con los suyos pero para ‘redimir’ al héroe y ‘redimirse ella misma’.

Fritz Lang deja una poderosa película con un dominio, como siempre en su cine, de la puesta en escena y del lenguaje cinematográfico. No sólo deja unos personajes difíciles de olvidar: desde el mafioso poderoso (que en una escena lo encontramos en el salón de su casa donde el gran retrato de su madre domina todo y nos ‘cuenta’ mucho de ese extraño personaje), a la viuda fría o el matón sin escrúpulos. Sobrevolando por la ‘querida’ que ama, la mujer fatal que se redime (y que desde el principio muestra una rebeldía e inteligencia evidente así como un sentido de la libertad muy marcado: no soporta cómo todos los que la rodean giran y bailan alrededor del gánster poderoso) o el retrato de compañera ideal que refleja la esposa de Bannion (retrato muy años cincuenta… y muy interesante de analizar). Pero también imprimen un sello especial toda la galería de personajes secundarios que con solo una escena se convierten en necesarios (como esa anciana que apenas puede andar y que le da una pista al vengativo policía). Lang sabe ‘presentar’ con todos los contrastes necesarios los distintos lugares de la trama: el hogar del policía, la comisaria, la casa del mafioso, de la viuda, del matón de turno, los garitos, las habitaciones de hotel y garajes… Nos hacemos una idea del ‘espíritu’ de la ciudad. Es una película nocturna donde la iluminación y los claroscuros predominan y narran así como otros elementos claves: las lamparas que se encienden y se apagan, las sombras que delatan, los ruidos que sorprenden, las puertas que se abren violentamente o que se cierran.

… nos deja una de las escenas más tristemente románticas del cine de Lang (que sabe rodarlas) y es cómo una Debbie moribunda y redimida escucha cómo Bannion le describe a su amada ausente y le comenta que hubiesen sido buenas amigas… y se lo cuenta dulcemente con cariño, estando muy pendiente de ella. Y Debbie es consciente de que el policía no caerá al abismo, que su humanidad ha regresado a su rostro. Así ella puede cerrar los ojos…


tomado de todoescine

Los Sobornados es una de esas “enormes” obras de celuloide, equilibrada, sobria y gélida en su formalismo casi documental del retrato de la corrupción de la justicia. Probablemente sea la mejor película de Fritz Lang, la simplificación y el epílogo a una carrera plagada de dudas existenciales, miedos y afanes de venganza. Una cinta de tintes oscuros donde la “caza de brujas” se conforma dentro de una psicología maníaca y enfermiza como en las mejores líneas de la novela de Stevenson El doctor Jekyll y Mr. Hyde. Y es que el Cine Negro está plagado de trasuntos góticos a las mayores delicias de los cinéfilos de culto.

Imagen de ‘Los sobornados’ © 1953. Columbia Pictures Corporation. Todos los derechos reservados.

Mucho se ha comentado ya sobre la película de Lang, por eso me detendré en un aspecto más literario, cual si la cinta fuera la trasposición de un argumento a la manera de un Bram Stoker, universos que el director ya había experimentado en su etapa expresionista alemana (recordemos la figura de Mabuse o su propia relación de temor con el nazismo). De alguna manera la tragedia de Los Sobornados está presente desde la profundidad de la psicología de los malvados y trazada desde la simbología analítica de los objetos (retratos, cartas de juego, revólveres y un castillo de madera que se derrumba ante la mirada quejumbrosa de la hija del héroe policía encarnado por un acertado Glenn Ford). Con un alarde formal, el director utiliza el recurso de “esconder en Off” una violencia que se potencia desde la intención más primitiva: la dualidad del hombre en el bien y el mal.

Imagen de ‘Los sobornados’ © 1953. Columbia Pictures Corporation. Todos los derechos reservados.

Los delincuentes son vampiros de una ciudad que se nutre de su propio hedor y donde los personajes se ocultan en una habitación oscura en la cual se produce la transformación (Gloria Grahame tras ser quemada en su rostro con café hirviendo). Todas estas connotaciones son evocaciones de la jerarquía de violencia nazi, que el director estuvo a punto de experimentar en sí mismo, que marcaron la vida de innumerables personas y que se manifestó en una atmósfera de terror, como el mismo psicópata encarnado por Lee Marvin, como la ciudad desnuda en un cuadro expresionista de angustia vital. De hecho la última película del director en 1960, Los crímenes del Dr. Mabuse, cierra su propia filosofía cinematográfica, cual si fuera una obsesión necesaria y al mismo tiempo destructiva. Siempre los personajes malévolos de Lang quedan disueltos en el desamparo destructivo que genera la violencia ideológica (recordemos la secuencia del gánster frente al cuadro de su madre: “con ella se rompió el molde”). Exterminados ante la luz cegadora del sol, de la verdad, como Grahame fallecida sobre el visón y arropada por el papel de periódico que en grandes titulares hace justicia. Ese es el “alter ego” del director austriaco: él en su verdad.

Imagen de ‘Los sobornados’ © 1953. Columbia Pictures Corporation. Todos los derechos reservados.

Con el estreno de la película de Ben Affleck, Vivir de noche, los malvados de Lang vuelven a visitarnos y “aunque se gane existe mucha violencia en lo que se hace”. Porque la crueldad que se desarrolla en la cinta es heredera de la misma de Lang en los Sobornados. El espectador se plantea la necesidad de tanta crueldad. Y en rostros que se deforman plásticamente con el café hirviendo, otros se mutan de soldados a delincuentes porque a fin de cuentas matar es una manera de vivir y ni siquiera un fin. De la misma manera que ese universo apológico que Lang abandono cuando marchó de Alemania ante la tentativa de Goebbels de dirigir la UFA. Vuelve la crueldad como un reflejo del instinto dual del hombre donde el mal le planta batalla al bien y la novela de Stoker es poesía que se deshace ante la cámara de Affleck y las motivaciones langnianas. A fin de cuentas, en el Cine Negro siempre sucede lo mismo: “nos encontramos en la vida que no esperamos”. (Frases del guión de la cinta de Affleck). La oscuridad de las calles y la lejanía del paisaje son la ocultación de los temores y bajos instintos del hombre porque “en algún momento fuimos buenos”.


 tomado de encadenados

La intriga del “Big Lang” 

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The big heat, “El gran calor”, fue el título elegido para indicar, en la jerga de la mala vida americana, el elevarse del nivel de guardia de la policía hacia la criminalidad.

En España, Los sobornados fue la traducción considerada más apropiada a una de las películas de cine negro más apreciadas en la filmografía de Lang y en la historia del cine en general.

Fritz Lang ha hecho “esta historia” para algunos, y aunque no fuese así, ha contribuido de manera imponente a enriquecer el cine con numerosas joyas gracias a su rica personalidad.

Desde el melodrama hasta la ciencia ficción, o el western, uno de los mejores que ha conseguido realizar ha sido el cine de intriga, como esta película, que lleva muchos de los temas recurrentes en toda su carrera de director.

Sinopsis

Mientras indaga sobre el suicidio de un compañero de trabajo, el sargento Dave Bannion descubre la corrupción en la que estaba implicada la víctima, internamente en una gran red criminal.

Punto de partida: la viuda del suicida que posee unos documentos capaces de revelar estas pruebas de relación con la mala vida. Durante la investigación, Bannion sufre problemas en el trabajo y en la familia.

Una intriga sin tiempo

Adaptado de una novela en capítulos de una revista del 1952, es una película para todos los tiempos y para todos los sitios: así es apropiado definir esta pequeña perla de la cinematografía americo-alemana. Un hombre que lucha por la verdad paga un precio muy grande porque ha de enfrentarse a las mentiras con las que el mundo se propone de avanzar.

Como en todas sus pelis, también en ésta Lang sugiere y perfecciona unas temáticas que siempre se encuentran en su trabajo de director.

Una de esas es la “maldad” representada por algunos personajes de manera diferente.

Vince Stone, el jefe de la organización criminal, refleja un aspecto físico malvado y una actitud violenta y bruta. La dualidad bien-mal está en contraposición durante toda la película, hasta confundirse en algunos puntos sobre quién es verdaderamente el bueno y quién el malo entre los personajes.

La fiabilidad es tarea del espectador: ¿de quien hay que fiarse para que siga el hilo conductor de la trama?

Un buen juego propuesto a quien mira la película. Y esta maldad que se enfrenta a la profesionalidad de un buen hombre, se conecta con otra temática recurrente: la doblez de la naturaleza humana.

Fritz Lang expone este principio en la presentación de los personajes, sobre todo del protagonista.

El sargento Bannion es aparentemente un hombre simple y honesto. Tiene un buen trabajo y una familia que quiere mucho. Pero, en el momento de reaccionar al odio y a la violencia, su respuesta es la misma: aunque sea un policía se porta como un hombre violento y cruel.

La venganza es el sentimiento alrededor del que gira su rabia y su “transformación”.

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Esta doblez se revela también en algunos detalles que podrían parecer sin importancia: la cara desfigurada por la mitad de la mujer de Vince Stone representa la naturaleza humana; por un lado, perfecta en su belleza; y por el otro, desfigurada por la maldad.

La temática del contraste invade todo el filme, hasta su técnica. La primera escena, clave del desarrollo de la película, enseña a un hombre de espaldas. La cámara toma un primer plano sobre una pistola y luego sobre una mano entera. Un disparo y al lado de una carta para un político, el distintivo de un policía.

Estos trozos más bien significativos son los que componen la escena. Contrastes entre ellos, sobre todo por lo que concierne el suicidio por parte de un policía y el hecho de que en esa época, 1953, en Estados Unidos esta escena fue sometida a censura.

Gracias a este “límite” ha salido una reconstrucción de elementos única en su estilo, que sugiere ya muchas pistas al espectador que está para introducirse en un mundo oscuro e inconveniente.

El “destino” es el hilo conductor de la película de Lang que desafía la naturaleza humana: la lucha contra los acontecimientos es tanto más potente cuanto la fuerza de voluntad que el hombre tiene.

Lucha contra sí mismo, contra la sociedad y contra el destino: la vida está hecha de todos estos elementos y Lang consigue sobornar a su espectador de una manera que sólo su cine puede revelar.

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tomado de zinefilaz

Los sobornados

En un plano fijo, un revolver descansa sobre una superficie plana. La mano de un hombre lo recoge y ambos desaparecen de nuestro campo de visión mientras la cámara se aleja mostrándonos la mesa de un escritorio. Es entonces, mientras contemplamos ese escritorio, cuando oímos un disparo y vemos la espalda de un hombre que cae muerto con el revolver en la mano sobre la mesa en la que ahora podemos apreciar un sobre cerrado y una placa de policía.

La carrera del director austriaco Fritz Lang, comenzó con películas mudas en los años 20 del Siglo XX en Alemania en donde realizó una obra maestra: Metrópolis (1927). Contribuyó con su estilo a la expansión expresionismo alemán. A principios de los años 30, fue elegido para hacerse cargo de la dirección de los estudios alemas pero Lang, contrario a las ideas nazis, huyó del país instalándose primero en Francia y posteriormente en Estados Unidos. Aquí realizó películas policíacas que hoy día están entre las mejores del cine: La mujer del cuadro (1944), Perversidad (1945), Más allá de la duda (1956), Mientras Nueva York duerme (1956) ó Los sobornados (1953).

En Los sobornados nos muestra la corrupción a la que se enfrenta un honesto policía de vida familiar sencilla y perfecta, cuando se entrenara a la investigación del suicidio de otro policía.

 

El honesto policía encargado del caso es Dave Bannion, al que da vida Glenn Ford (Gilda, 1946; Cimarrón, 1960). Ford siempre ha encajado bien en los personajes de personajes honestos que sufrían y rechazaban los abusos mientras buscaban justicia. Así es en el caso de Bannion. Nadie lo ayuda y todos le ponen trabas que entorpecen la investigación. Hombre duro del que también vemos su lado más familiar y hogareño en su casa junto a su mujer (Jocelyn Brando) y su hija.

Como curiosidad comentaré que en un momento en el que el personaje de Glenn Ford se encuentra en un club nocturno, de fondo podemos escuchar la canción ‘Put the blame on Mame’. Se trata de la canción con la que Gilda (1946) realiza su famoso strip-tease. ¿Casualidad u homenaje?

Aunque Bannion es el indiscutible protagonista, los secundarios giran en torno a él durante toda la investigación y en su mayoría obstaculizando sus intentos para esclarecer el caso. Destacan, sobre el resto, dos caras conocidas. La del actor Lee Marvin (El hombre que mató a Liberty Valance, 1962; Doce del patíbulo, 1967) que da vida a un hombre rudo, brutal y sin escrúpulos, Vince Stone, matón al servicio de Mike Lagana (Alexander Scourby), el gángster que tiene poder sobre todos.

La novia de Vince Stone, es Debby Marsh, que es interpretada por Gloria Grahame (Cautivos del mal, 1952; En un lugar solitario, 1950). Debby es una chica pizpireta y alegre que se ríe constantemente de lo servicial y manso que se muestra su robusto novio ante Mike Lagana, algo que le ocasiona serias consecuencias. Una de estas consecuencias es una de las escenas más duras, comentadas y míticas de Los sobornados, que no comentaré para no desvelar parte importante de la trama para aquellos que no la hayan visto todavía. Además, personalmente creo que este personaje tiene algunas de las mejores frases del guión, bajo un tono siempre crítico y sarcástico.

 DEBBY:

¡Qué más da! Hay que tomar lo malo y lo bueno.

BANNION:

¿Es lo bueno bastante bueno?

DEBBY:

Joyas, pieles, diversiones caras… ¿qué hay de malo en ello?

BANNION:

Nada si a uno no le importa de dónde sale el dinero.

DEBBY:

Lo importante es tener el dinero. Yo he sido rica y he sido pobre y créame ser rico es mucho mejor. ¿Piensa usted acaso que yo era una rica heredera antes de conocer a Vince?

En cuanto a la parte más técnica, tiene todas las características del Cine Negro que también podemos ver en otras películas del género: las escenas nocturnas, la atmósfera, los claroscuros, el constante humo de los cigarrillos… todo ello intensificado por la fotografía de CharlesLang (Con faldas y a lo loco, 1959; Los siete magníficos, 1960) y  por la intrigante banda sonora del compositor ruso Daniele Amfitheatrof (Carta de una desconocida, 1948; Deseos humanos, 1954).

Os invito a aquellos que nunca la hayáis visto a descubrir y disfrutar de esta obra maestra titulada Los sobornados. 



tomado de almassucias

Peliculón de Fritz Lang de cine negro, pero negro, negro. Lo de Fritz Lang es talento, un talento que sólo se adquiere cuando uno ha contribuido a la creación del cine como lo hizo él, y ha transitado desde el mudo al sonoro. Y es que se nota cuando un director comenzó en el cine mudo, porque no deja nada al azar, todos los elementos incluidos en cada plano aportan algo, dicen más esos escenarios cuidados y trabajados que cualquier diálogo recargado y pretencioso del cine actual. Todo tiene un porqué y el guión es absolutamente redondo. Todo encaja, los detalles minimos explican las acciones siguientes, nada queda al azar como digo, pero todo es sugerido. Esta es la grandeza del film de Lang, una película de una violencia salvaje, pero siempre sugerida, casi nunca evidente. Langno se regodea en la violencia, y eso hace la cinta aún más violenta y cruel.

Fritz Lang

No quiero contar ni siquiera la sinopsis de esta película porque hay que descubrirla a medida que se ve, sólo diré que está basada en una novela titulada The big heat escrita por William P. McGivern, quien recopiló los hechos de una historia real de corrupción acaecida en Filadelfia y publicada por un periódico en el que él trabajaba y otros dos más (el primero en descubrir la noticia no se atrevió a publicar los hechos en exclusiva).

El comienzo de la película es, por derecho propio, uno de los mejores comienzos del cine. Qué plano, cuanta información en un solo minuto, cuanta posible interpretación, que manera de atrapar al espectador desde el principio…

Además el film está protagonizado por un actor que, creo que no exagero, si digo que es de los mejores de la historia del cine, Glenn Ford. En esta ocasión está inconmensurable, perfecto en cada plano. Por poner un ejemplo de hasta dónde llega la interpretación de Ford, en la primera ocasión que vemos a su personaje Bannion en su casa cenando, es un tipo amable y cariñoso, completamente diferente del Bannion sargento de la policia, pero cuando durante la cena, suena el teléfono, Ford cambia automáticamente a un gesto serio, casi preocupado, por las noticias que puedan darle. También cuando Gloria Grahame le pregunta por su mujer, hay un primer plano en el que Ford se queda como ausente y el espectador sabe perfectamente que está pensando en su mujer y que le duele. Es el difícil arte de transmitir las emociones sin expresarlas con palabras. Me atrevería a decir que estamos ante una de las mejores actuaciones de Ford de toda su carrera, si no la mejor. Además, Fordestá acompañado por un elenco de actores soberbios, como Gloria Grahame, que no sólo está guapísima sino que tiene un personaje clave que interpreta a la perfección, o Lee Marvin, que en su papel de matón rudo, está de lo más convincente. De hecho, Marvinalcanzó el gran éxito muy tarde, cuando ya llevaba muchos años destacando como secundario, y tengo la sensación de que no es porque no le quisieran sino más bien porque él no quería dar ese salto. También destacan Jocelyn Brando, hermana de Marlon Brando, en su papel de amante esposa de Ford y Alexander Scourby en el papel de Mike Lagana.

Gloria Grahame y Glenn Ford

Los sobornados es uno de esos grandes clásicos del cine a los que el tiempo le sienta bien. Para mí es una película fundamental y desde luego una de las mejores del cine negro. Curiosamente esta película no recibió ninguna nominación para los Oscar, y no es que me importe, porque en los Oscar hay un mamoneo que hace que no sean referencia de nada, pero me llama la atención. Sólo añadir la famosa frase de Gloria Grahame«He sido rica y he sido pobre y, creeme, rica es mejor» y, a modo de curiosidad, decir que la escena en la que Glenn Ford y Lee Marvin se encuentran por primera vez en El retirotiene de música de fondo Put the blame on mame, la famosa canción que interpretó Rita Hayworth en Gilda, como guiño a la interpretación de Ford en esa película. Si aún no has visto Los sobornados, búscala porque merece la pena.


tomado de ciencia-ficcion

¿Quién fue el director más importante dentro de ese movimiento cinematográfico que hemos dado en llamar cine negro americano? Esta es, posiblemente, una de las preguntas más difíciles que se le puede formular a un cinéfilo. La respuesta variará en función de los gustos personales y las simpatías de cada cual. Habrá quien se decante por Otto Preminger, artífice de la fabulosa LAURA (ídem, 1944), para muchos el film noir más sugerente y estilizado rodado en Hollywood. Otros preferirán la rudeza de Anthony Mann, el aliento heroico de Henry Hathaway, la dura y desencantada claridad expositiva de Robert Siodmak o la sutil ironía de Billy Wilder. Pero si hemos de atenernos a la realidad de los hechos, habremos de reconocer que, si por importante entendemos el que tuvo una influencia más decisiva en el desarrollo y evolución de esa extraordinaria e irrepetible corriente fílmica, sólo podremos responder con un nombre: Fritz Lang.

En efecto. Ningún otro realizador influyó tan profunda y positivamente en la historia de los films de serie negra como el maestro vienés. El cine negro, que surgió a principios de los años treinta, alcanzaría su madurez y sus más altas cotas de perfección artística de la mano de este cineasta que fue, en puridad, quien realmente exportó a Hollywood los hallazgos del movimiento expresionista gestado durante la década de los veinte en el seno de la cinematografía germana. Sin Lang, el devenir histórico y artístico del cine negro habría sido otro, pues en muchos aspectos fue el autor clave del mismo. Sus dos primeras realizaciones en Hollywood, FURIA (FURY, 1936) y SÓLO SE VIVE UNA VEZ (YOU ONLY LIVE ONCE, 1937), marcaron la senda a seguir para otros directores interesados en los films de temática criminal, y significaron, en la práctica, el inicio de la auténtica Edad de Oro del cine negroamericano.

La obra negra de Lang se caracteriza por su marcada actitud crítica, muy próxima al realismo social, en la que trasciende, por encima de cualquier otra consideración, una escasa fe en la administración de Justicia y en los poderes e instituciones que la detentan. LOS SOBORNADOS, que incide sobre estas cuestiones, fue la cinta que inauguró la última etapa de Lang en la Meca del Cine. Su postura ideológica, que nunca suscitó simpatías entre los jefazos de los Estudios, afectó un tanto negativamente a su trabajo durante la ominosa Caza de Brujas emprendida por Joseph MaCarthy y sus secuaces a partir de 1947, por lo que a principios de los cincuenta, Lang, harto de las presiones que recibía constantemente, comenzó a plantearse seriamente la posibilidad de abandonar Hollywood. A pesar de todo, permaneció en los Estados Unidos hasta finales de ésa década, lo que fue una suerte para los cinéfilos, ya que tras LOS SOBORNADOS aún pudo rodar otras tres obras maestras más: el drama pasional DESEOS HUMANOS (HUMAN DESIRE, 1954), y dos fabulosas cintas negras, MIENTRAS NUEVA YORK DUERME (WHILETHE CITY SLEEPS) y MÁS ALLÁ DE LA DUDA (BEYON AREASONABLE DOUBT), ambas en 1956.

 

En cuanto al film que nos ocupa, es poco conocido que su argumento está inspirado en hechos reales acaecidos en Philadelphia. Todo comenzó cuando uno de los periódicos más importantes de esa ciudad descubrió un gravísimo caso de corrupción policial con ramificaciones políticas. Dada la relevancia de las personas e instituciones implicadas en el asunto y la magnitud de los hechos, la dirección de aquel periódico optó por compartir su exclusiva con otros dos diarios de gran tirada, para así ofrecer un frente más compacto frente a las presiones políticas que con toda seguridad recibirían. Los tres periódicos difundieron la información simultáneamente y con notable impacto social, lo que impelió a las autoridades federales a tomar cartas en el asunto. En uno de esos diarios, el Philadelphia Bulletin, trabajaba por aquel entonces el novelista William P. McGivern, quien reunió toda la documentación referente al caso con vistas a escribir una novela basada en el mismo. La redacción de la obra, en la que trabajó durante un viaje a Italia, le llevó tres semanas. El relato, titulado THE BIG HEAT (LA GRAN REDADA), sería publicado en siete entregas por la revista The Saturday Evening Post Magazine.El texto era de tal calidad, que sus derechos cinematográficos fueron adquiridos por la Columbia cuando sólo habían sido publicados los tres primeros capítulos.

LOS SOBORNADOS es un film duro y directo como un derechazo a la mandíbula, en el que Lang, sin renunciar a su particularísima inclinación a conferir notoria ambigüedad a los personajes y situaciones que planteaba en sus obras, nos ofrece un retrato descarnado, por lo veraz, de una comunidad corrompida hasta la médula. Una comunidad en la que todo y todos parecen estar al servicio de los sucios intereses de Mike Lagana, que incluso controla a las fuerzas del orden a través de uno de sus más abyectos lacayos, Higgins, el comisionado de la policía. Y de este escenario de crimen e infamia, de corrupción, cobardía y cinismo tanto institucionales como ciudadanos, emerge, casi con la trágica determinación de un héroe homérico, la figura de Dave Bannion, el policía incorruptible que, tras el brutal asesinato de su esposa, se convertirá en el némesis de la organización criminal que subyuga a la ciudad.

Lang pone el acento en el desamparo en el que las mal llamadas fuerzas de la Ley y el Orden dejan a Bannion cuando, tras haber dado sepultura a su mujer, éste persiste en sus investigaciones sobre Lagana y sus esbirros. El tremendo poder del mafioso queda patente cuando consigue que le retiren la protección policial a Joyce, la hijita de Bannion, obligándole a recabar la ayuda de su cuñado y de los amigos excombatientes de éste para mantener a salvo a la pequeña. Y aunque el teniente Wilks y el detective Burke, quizás aguijoneados por el remordimiento, se ofrecen a echar una mano en la custodia de la niña, eso apenas mejora algo la imagen de un Departamento de Policía, que dirigido por Higgins, sigue siendo un eficaz tentáculo del Sindicato del Crimen controlado por Lagana.

 

En este magnífico film, aparte de la fabulosa interpretación de Glenn Ford, destaca la caracterización de un joven Lee Marvin como el sádico lugarteniente de Lagana,Vince Stone,uno de los villanos más memorables del cine negro, que en una de las escenas más recordadas y comentadas de la película, desfigura a la bella Debby (Gloria Grahame),arrojándole café hirviendo a la cara. Con su violento proceder Stone sellará, sin pretenderlo, su propio destino y el de Lagana y su banda. Debby, convertida en un ángel vengador, y sabedora de que Bertha Duncan ha dispuesto que se haga pública la confesión de su marido si ella llegase a morir, mata a la avariciosa viuda del policía corrupto y, poco después, se presenta en casa de Stone y le arroja el contenido de una cafetera al rostro…, justo en el momento en que llega Bannion, dispuesto a arrestar al pistolero.

Al final, la impresión que nos transmite Lang es que la siniestra organización mafiosa se derrumba no gracias a las fuerzas del orden, si no a pesar de ellas, y sólo por la actuación de un hombre honesto que, enfrentado al dilema de continuar en la policía arrodillándose ante la corrupción, o abandonarla para cumplir su compromiso ético con la verdadera justicia y con la sociedad, optó por lo último.

Estrenado en salas comerciales el 14 de octubre de 1953, LOS SOBORNADOSfue uno de los grandes éxitos de taquilla de ese año, y aún hoy sigue siendo una de las cintas de Fritz Lang más apreciadas por el gran público, gracias a sus numerosos pases televisivos. Film de culto para los amantes del cine negro, fue una de las últimas joyas del género. Unos años más tarde, después de rodar la antes citada y muy estimable MÁS ALLÁ DE LA DUDA,Lang abandonaría definitivamente Hollywood y los Estados Unidos. Su marcha, más que simbolizar el ocaso del cine negro americano, como afirman muchos críticos, significó en la práctica el certificado de defunción de un movimiento cinematográfico sin parangón en la historia del séptimo arte.


tomado de pepecahiers

Un hombre está sentado en su despacho, no vemos su rostro, pero, si lo pudiésemos atisbar, veríamos la cara de arrepentimiento y la culpabilidad. Una carta, una confesión y un revolver que se dirige a su cabeza. Un sonido abrupto y después silencio. Su esposa (Jeannette Nolan) lo descubre, su mirada es fría, llena de ambición. No llama a la policía en el acto, antes tiene que notificarlo al responsable de que la conciencia de su marido, un agente de la ley corrompido, le haya pasado factura. Ahora, por su silencio, ella entrará en la nómina de quien gobierna la ciudad, el responsable del crimen organizado Mike Lagana (Alexander Scourby), el mismo que maneja a su antojo a policías y políticos.

En las vidas de este microcosmos se interpondrá el sargento Bannion (Glenn Ford), cuya honestidad y honradez contrastan con la corrupción imperante. El sabe quién está detrás, de hecho no es un secreto, todos lo saben, todos callan, todos menos Bannion. Irrumpe en la mansión de Lagana con la seguridad de quien se sabe honesto con la verdad. Un cuadro preside el despacho en donde aguarda el sargento, es el retrato de una mujer, la madre de Lagana, a la que este adora y afirma que era una gran mujer. La tensión domina el ambiente, Bannion no está en venta y advierte al responsable de los bajos fondos de la ciudad.

Mike Lagana mueve sus peones, concretamente a su mano derecha, Vince Stone (Lee Marvin), matón cobarde y despiadado que ya tiene su plan en marcha, actúa con el descaro de quien se sabe impune, no en balde acaba de abandonar una partida de poker con el alcalde y el jefe de policía, mientras la mujer que exhibe, una fulana llamada Debby Marsh (Gloria Grahame), revolotea a su alrededor satisfecha de sus caprichos y de su vida disoluta, aunque, en su no demasiado meditada imprudencia, realice continuas burlas sobre la relación Lagana-Stone, equiparándola a la que pudiera existir entre un domador y sus fieras.

Una noche mientras el sargento Bannion lee un cuento a su hija, su mujer vuela por los aires al arrancar el coche. A partir de ese momento estará solo en su búsqueda de la verdad y también de una venganza que le remueve las entrañas. Obligado, por su obcecación, a entregar su placa por parte de los mandos corruptos, él no cejará y su viaje a los infiernos será su única salida para alcanzar la justicia que su ira y su honestidad le pide a gritos.

«Los Sobornados» está basado en una novela de William P. McGiver que, a su vez, se había inspirado en una serie de textos, especializados en el crimen organizado, publicados por el Saturday Evening Post. El guión fue encargado a Sidney Boehm, periodista policial que había trabajado en el New York Evening Journal. Así pues la historia que se nos cuenta tiene mucha conexión con la realidad, no es una ficción sin más sobre la corrupción y sus consecuencias. De hecho el propio McGiver relata su experiencia de aquellos años en la ciudad de Filadelfia: «Era una ciudad totalmente corrompida. Gobernada durante décadas por el mismo partido político. Se había convertido en una patria de venalidad… Había un precio para cada cosa, para cada hombre, desde el simple agente al jefe de comisaría.»

Sin duda Fitz Lang era el hombre idóneo para la realización de los sobornados. Ya había demostrado su buen hacer dentro del cine negro con títulos tan significativos como «Furia», «Solo se vive una vez», «La mujer del cuadro» o «Perversidad». El productor Jerry Wald que había ingresado en la Columbia, tras su agitado paso por la RKO, fue el primero en apoyar para el proyecto a Fitz Lang, que en aquellos tiempos pasaba por unas horas bajas, debido a que su imagen pública estaba en entredicho desde la perspectiva de algunos cazadores de brujas del Macarthismo. Lang supo darle a la historia su propio carácter, imprimiéndole algo del legado del expresionismo que aún corría por sus venas, reflejando a través de los decorados la personalidad de cada personaje, desde la simple habitación de hotel de Bannion hasta la lujosa casa de Lagana, pasando por el apartamento de lujo de Vince.

Argumentalmente la película es inflexible en cuanto a sus consecuencias. Bannion es honrado, y esa condición le sumerge en un mundo de limitaciones, un filete de carne es un lujo y como muchos de sus compañeros se preocupar por la pensión. Los corruptos viven confortablemente y con la seguridad que les produce tener en nómina a las fuerzas vivas de la ciudad. Todo cambia cuando el detonante de la venganza surge del policía sin miedo, y éste se enfrenta a criminales y a la autoridad comprada por el poder de Lagana. Existen también los que simplemente no hacen nada, a los conejos asustados que se esconden en su madriguera según definición del propio sargento de policía. Lang se refiere con estas palabras a la justificación de la figura del vengador justiciero: «Este momento que se nos escapa. Este instante, instante de debilidad que permite el desliz, existe para cada uno de nosotros. Es inevitable ley de vida. Resulta tan fácil, en pro de uno de estos momentos, convertirse en un criminal. Estoy convencido de que si uno efectúa el primer paso, los abismos se abren y el segundo paso llega a ser inevitable.»

Ante la soledad del policía honesto, abandonado a su suerte, por la autoridad, surge la ayuda inesperada de quienes representan el lado más débil, de los que son verdaderamente leales o de los que colaboran por simple admiración. En el primer caso estará el personaje de la secretaría del dueño de un desguace, que ante la negativa de éste a prestar ayuda a Bannion (al fin y al cabo no es asunto suyo), presta su ayuda incondicional más allá de los exigible. En el segundo caso aparecen los antiguos compañeros de armas del ejército, que se ocuparan de la protección de la hija del sargento tras la retirada de la vigilancia policial. El último apoyo es, con diferencia, el más interesante. La chica del matón, Debby, quedará admirada cuando Bannión acobarda a Stone y su interés va más allá de los razonable. De hecho su osadía será castigada cuando Vince Stone, enterado de su relación con el policía, le arroja café hirviendo en su cara, desfigurándola no solo exteriormente, la transformación interior vendrá en forma de espíritu reflexivo pero, incuestionablemente, vengativo. Ella será el verdadero brazo ejecutor de Bannion. Como mujer marcada por su rostro desfigurado, iniciará una suerte de venganza suicida que pondrá en bandeja a Bannion a todos los que, de una forma u otra, han sido culpables. No hay que olvidar que, la investigación deja de convertirse en la constatación de un simple suicidio, a partir del testimonio de la amante del policía que se quita la vida, y que después es asesinada. Y es que en esta película casi todas las mujeres son sacrificadas de una forma u otra, desde la abnegada esposa de Bannion hasta la mujer de vida licenciosa. Esta última admira a la mujer del sargento de policía, pues pertenece a un mundo al que ella, por su condición no tiene acceso. En el momento del último aliento de su vida le pide a Bannion que le cuente cómo era la mujer de este, como última imagen de lo que pudo ser su vida y no fue.

Al final la justicia gana y el honrado policía vuelve a su puesto de trabajo. Quizás pueda ser una salida en falso, un final impuesto por los códigos éticos de la época, pero el sentido que impregna toda la película es el de reflejar una sociedad fría y corrupta, y eso no se sacude del alma de «Los sobornados» con un simple final.
 
 

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